19 DE JUNIO DE 1987. BARCELONA. ATENTADO DE HIPERCOR. MILAGROS AMEZ FRANCO; MARÍA DEL CARMEN MÁRMOL CUBILLO; SONIA CABRERIZO MÁRMOL, SUSANA CABRERIZO MÁRMOL, MARÍA TERESA DAZA CECILIA; RAFAEL MORALES OCAÑA; MARÍA EMILIA EYRÉ DIÉGUEZ DE TEMES; MERCEDES MANZANARES SERVITJÁ; SILVIA VICENTE MANZANARES; JORDI VICENTE MANZANARES; MATILDE DOMÍNGUEZ MARTÍNEZ; LUISA RAMÍREZ CALANDA, LUIS ENRIQUE SALTÓ VIÑUELAS; JOSÉ VALERO SÁNCHEZ Y XAVIER VALLS BAUZA.
1987. Atentado de ETA contra Hipercor en Barcelona. Balance de 21 muertos y decenas de heridos.
A las 16:08 horas del viernes 19 de junio de 1987,en el segundo sótano del Hipercor de la avenida Meridiana de Barcelona, hacía explosión un Ford Sierra cargado con amonal y líquido inflamable. El coche-bomba se activó mediante un temporizador programado por los asesinos de la banda terrorista ETA Domingo Troitiño Arranz, Josefa Mercedes Ernaga Esnoz y Rafael Caride Simón. El artefacto explosivo estaba compuesto por veintisiete kilos de amonal y doscientos litros de líquidos incendiarios, además de pegamento y escamas de jabón. Esto hizo que los productos incendiarios se adhirieran a los cuerpos y se originase una gran cantidad de gases tóxicos, que ocasionó la asfixia de las personas que se encontraban en su radio de acción. La utilización de líquido inflamable, tipo napalm, no tenía precedentes en la banda terrorista. Varias personas resultaron "atrozmente quemadas y mutiladas, sin posibilidad alguna de escapar ante la oscuridad producida por el humo negro y los materiales incendiarios adheridos a su cuerpo (...) sin posibilidad alguna de desprenderse de ellos ni apagarlos, ya que su auto combustión se ocasionó sin necesidad de utilizar el oxígeno ambiente", tal y como recoge la sentencia 49/1989 de la Audiencia Nacional.
Fue una auténtica masacre, con veintiuna víctimas mortales (cuatro de ellas niños) y cuarenta y seis personas heridas, cinco de ellas con pérdida de miembro principal, y diecisiete con lesiones de deformidad y pérdida de miembro no principal. La barbarie criminal de la banda acabó con la vida de trabajadores y clientes del centro comercial.
El coche utilizado por los terroristas había sido robado en San Sebastián hacía cuatro meses, el 16 de febrero anterior, por el grupo de manguis de la banda, que se dedicaba precisamente a eso: a mangar vehículos para luego entregarlos a los etarras que perpetraban materialmente los atentados.
Cuando se produjo la explosión no era un momento de gran afluencia de público, pero el número de clientes que ocupaba las cuatro plantas del establecimiento (planta baja y tres sótanos) era considerable, ya que los viernes es un día habitual de compra. La avenida Meridiana registraba en ese momento un tráfico intenso. Frente a la puerta de acceso al aparcamiento, situada en uno de los laterales del edificio, un grupo de padres aguardaba la salida de los niños de un colegio. "La puerta del garaje saltó despedida, pero sin alcanzar a nadie", explicó uno de ellos.
La explosión provocó un gran agujero en el techo del segundo sótano, por lo que la onda expansiva afectó también directamente al contiguo, una planta convertida en supermercado de alimentación.
Al estallido, que destrozó totalmente el coche-bomba, le siguió un violento incendio. Las llamas afectaron directamente a otros veinte vehículos aparcados en el sótano, mientras la onda expansiva causó importantes daños a veinte automóviles más. Las instalaciones de conducción eléctrica y de agua también quedaron inutilizadas. Esa falta de fluido eléctrico -unida al fallo de las luces de seguridad- y la inundación que se produjo dificultaron las tareas de rescate.
Tras el fuerte impacto, empezaron a salir personas del edificio, y entre ellas algunos primeros heridos.
El espeso humo causado por la explosión, la oscuridad y el fuerte calor, se convirtieron en los principales obstáculos para el acceso de los servicios de rescate a la planta directamente afectada. A medida que los bomberos, provistos de equipos autónomos de respiración, avanzaban hacia el interior, el alcance del desastre se fue desvelando. Los equipos de rescate consiguieron llegar al lugar de la explosión, en el segundo sótano, en torno a las 17:15 horas, una hora después de la explosión. Casi todos los rescatados que aparecieron a partir de ese instante ya habían fallecido.
La brutal explosión provocó el fallecimiento en el acto de quince personas: MILAGROS AMEZ FRANCO, dependienta de 43 años; MARÍA DEL CARMEN MÁRMOL CUBILLO, de 36 años, y sus dos hijas, SONIA y SUSANA CABRERIZO MÁRMOL, de 15 y 13 años respectivamente; el matrimonio formado por MARÍA TERESA DAZA CECILIA, embarazada, y RAFAEL MORALES OCAÑA, de 33 años, que dejaron un hijo de 7 años huérfano de padre y madre; MARÍA EMILIA EYRÉ DIÉGUEZ DE TEMES, ama de casa de 44 años; MERCEDES MANZANARES SERVITJÁ, de 30 años, y sus sobrinos SILVIA y JORDI VICENTE MANZANARES, de 13 y 9 años; MATILDE DOMÍNGUEZ MARTÍNEZ, de 35 años y soltera; LUISA RAMÍREZ CALANDA, de 41 años, casada y con dos hijos; el empleado de Hipercor LUIS ENRIQUE SALTÓ VIÑUELAS, de 22 años; JOSÉ VALERO SÁNCHEZ y el arquitecto XAVIER VALLS BAUZA, de 41 años.
Otras seis víctimas sobrevivieron unos días al atentado, sufriendo una agonía terrible, pues la mayoría tenía quemaduras severas en más del 80% de su cuerpo. Eran FELIPE CAPARRÓS UBIERNA, de 44 años, y CONSUELO ORTEGA PÉREZ, de 67 años, que fallecieron dos días después del atentado, el 21 de junio; MERCEDES MORENO MORENO, de 36 años, que falleció el 23 de junio, cuatro días después; MARÍA ROSA VALLDELLOU MESTRE, de 57 años, que falleció el 8 de julio, BÁRBARA SERRET CERVANTES, el 16 de julio y MARÍA PAZ DIÉGUEZ FERNÁNDEZ, de 57 años, que falleció el 3 de agosto, convirtiéndose en la vigésimo primera víctima mortal de la masacre.
En cuanto a los heridos que consiguieron sobrevivir, muchos de ellos sufrieron graves secuelas por quemaduras, cicatrices hipertróficas en cara y diversas partes del cuerpo, hipertrofias y rigidez articular en extremidades, pérdidas de miembros y problemas acústicos irreversibles.
Tal y como se recoge en la sentencia 49/1989 de la Audiencia Nacional, los etarras Domingo Troitiño Arranz, Josefa Mercedes Ernaga Esnoz y Rafael Caride Simón habían recibido órdenes de la cúpula de la banda de atentar contra empresas de capital francés o mixto hispano-francés. Creyeron en su malvada ignorancia que HIPERCOR era una empresa de capital francés.
Florencio Domínguez en su libro “ETA en Cataluña. De Terra Lliure a Carod-Rovira” (Temas de Hoy, 2005), dejó escrito que la idea de atentar contra el Hipercor de Barcelona fue de Rafael Caride "creyendo que se trataba de una firma francesa". Durante la planificación, los etarras llegaron a la conclusión de que era un objetivo fácil, puesto que se trataba de un edificio civil sin ningún tipo de protección especial. Además, querían causar el mayor daño posible. Por ello decidieron programar el coche-bomba en pleno horario comercial”.
El mismo autor, en un artículo publicado en La Vanguardia (17/06/2007) con motivo del 20º aniversario del atentado, escribió: "El Comando Barcelona se había convertido en aquellos meses en el buque insignia de ETA, porque el de Madrid, encabezado por Iñaki de Juana Chaos, había sido desarticulado en enero. La estrategia etarra consistía en perpetrar el mayor número posible de atentados y con el máximo impacto para fortalecerse de cara a las negociaciones que se estaban gestando en Argel.. Por eso, el año 1987, con cincuenta y dos asesinatos, es el cuarto con más víctimas en la historia de ETA, solo superado por los del trienio 1978-1980". Cuando se produjo el atentado de Hipercor, el grupo Barcelona de ETA estaba acorralado por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, lo que no evitó que cometiera la masacre. Su desarticulación y detención se produjo en septiembre de ese mismo año.
El sábado 22 de junio entre trescientas y quinientas mil personas, convocadas por el Parlamento de Cataluña, asistieron a la manifestación que se celebró en Barcelona para condenar el atentado bajo el lema "Por la convivencia en paz y libertad, Cataluña rechaza el terrorismo". En la marcha se portaron otras pancartas con lemas como "Votar Herri Batasuna es matar" y "Votantes de HB cómplices".
En una pancarta muy significativa se podía leer: "¿Cómo es posible que haya 40.000 catalanes que apoyen a los asesinos de ETA?". Nueve días antes del atentado se habían celebrado las elecciones al Parlamento Europeo en las que Herri Batasuna había logrado 39.692 votos en Cataluña, sólo 831 menos de los logrados en Navarra (40.523).
El 25 de junio se celebró en el exterior de la catedral de Barcelona el funeral oficial por las víctimas de la masacre, oficiado por el cardenal arzobispo monseñor Narciso Jubany. Según la Guardia Urbana, asistieron unas ocho mil personas, además del presidente del Gobierno español, Felipe González, el presidente del Gobierno vasco, José Antonio Ardanza, el presidente de la Generalidad de Cataluña, Jordi Pujol, y el ministro de Defensa, Narcís Serra.
La organización terrorista ETA reivindicó dos días después el atentado con un comunicado remitido a la agencia France Presse y a diversos medios del País Vasco. El comunicado reconocía el "grave error" cometido y aceptaba "la responsabilidad que se deriva de este triste suceso". Por su parte Herri Batasuna emitió también un comunicado el 21 de junio en el que criticaba por vez primera una acción terrorista de ETA, aunque hacía lo propio con la dirección de Hipercor y la Policía por no haber efectuado el desalojo.
En 1989 fueron condenados a penas que sumaban más de 1.600 años para cada uno los etarras Domingo Troitiño Arranz y Josefa Mercedes Ernaga Esnoz. El total de la condena era el resultado de sumar 30 años por cada uno de los veintiún asesinatos y por ser autores de cinco delitos de lesiones con pérdida de miembro principal. También recibieron condenas por diecisiete delitos de lesiones con deformidad, pérdida de miembro no principal o necesidad de asistencia facultativa de más de noventa días. Todo ello con el agravante de utilización de explosivos y premeditación.
Domingo Troitiño quedaría en libertad, en noviembre de 2013, tras la derogación de la doctrina Parot, por orden de la Audiencia Nacional, tras haber cumplido veintiséis años de prisión.
Por su parte Mercedes Ernaga quedaría en libertad en diciembre de 2014, abandonando la cárcel de Jaén, beneficiándose de la sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) tras la derogación de la doctrina Parot, cumpliendo tan sólo 27 años de prisión de los más de 2.000 años a los que fue condenada por los tribunales.
En 2003 fueron condenados a 790 años cada uno Santiago Arróspide Sarasola (por ordenar el atentado) y Rafael Caride Simón (por ejecutarlo), penas que fueron confirmadas en 2004 por el Tribunal Supremo.
Santiago Arróspide “Santi Potros”, abandonaría la prisión de Topas (Salamanca) el 5 de agosto de 2018, tras pasar 31 años en prisión, 13 de ellos en Francia y 18 en España.
En 2019 Rafael Caride Simón quedó en libertad tras haber estado 26 años en prisión, 19 en España y 7 en Francia. Desde finales de 2017 estaba en libertad condicional por orden de la Audiencia Nacional.
A TODOS ELLO LES SALDRIA MUY BARATO AQUEL ESPELUZNANTE, Vil, COBARDE Y CANALLESCO ATENTADO.
En 1992, ocho heridos de gravedad y cinco familiares de víctimas mortales presentaron una demanda ante la sala de lo Contencioso Administrativo de la Audiencia Nacional en la que reclamaban al Ministerio del Interior una indemnización total de 300 millones de pesetas. En julio de 1997 la sala de lo Contencioso Administrativo del Tribunal Supremo estableció, pese a considerar a los terroristas responsables directos del atentado, "la responsabilidad de la Administración del Estado en el resultado final por la pasividad o conducta omisiva de las Fuerzas de Seguridad y Policía en estos hechos", por no haber desalojado los almacenes tras las llamadas de los etarras. El TS condenó finalmente al Estado como responsable civil subsidiario.
El equívoco mensaje, absolutamente genérico e impreciso, que los etarras transmitieron a las 15:00 horas, avisando de la explosión a las 15:30, tuvo consecuencias dramáticas. De hecho, la Jefatura Superior de Policía emitió, al día siguiente del atentado, un comunicado en el que responsabilizaba a la dirección de Hipercor de no haber desalojado el centro. La nota oficial explicaba que hubo tres avisos de la colocación de un artefacto (uno a la Guardia Urbana de Barcelona, otro al diario Avui y otro a la propia centralita de Hipercor), que explosionaría, según el comunicante, a las 15:30 horas. La Policía requirió un minuto después a la dirección del centro comercial a que procediera a desalojar el hipermercado, mientras se efectuaba la inspección ocular. El director del centro indicó, según el comunicado, "que la empresa ya había montado el dispositivo de seguridad con su propio personal y que, dadas las dimensiones del edificio y el hecho de que había pasado la hora anunciada para la explosión, no consideraba necesaria la evacuación".
El dato de la hora fue crucial para que se pensase que era una falsa alarma, pero especialmente porque, como publicó La Vanguardia, diariamente se recibían en Barcelona una veintena de avisos de bomba. Los asesinos de ETA no avisaron de que había un coche-bomba, sino que dijeron que explotaría una bomba, con lo que el rastreo se realizó para buscar un paquete con explosivo, y no se buscó expresamente un coche. La imprecisión del comunicante etarra, sin aportar ningún dato que permitiera distinguirlo de la multitud de avisos falsos que se recibían por aquella época, también contribuyó a que la catástrofe se consumara. En aquellas fechas El Corte Inglés no estaba amenazado. Sí había habido amenazas contra hipermercados de capital francés y se habían producido atentados contra ellos.
Tras la sentencia de 1992, las otras treinta y tres víctimas iniciaron también demandas similares contra el Estado.
Milagros Amez Franco.
Milagros Amez Franco, de 43 años, era natural de Laguna Dalga (León). Estaba casada con Rafael Güell Nuria y tenía dos hijos que, en el momento del asesinato de su madre, tenían 17 y 12 años de edad. Milagros trabajaba como dependienta en una tienda de plantas medicinales que regentaba Rafael, su marido.
Rafael Güell fue una de las víctimas del terrorismo que declaró en el juicio contra el exsenador independentista catalán Luis María Xirinach por un delito de enaltecimiento del terrorismo, celebrado el 9 de marzo de 2004. Dos años antes, este malnacido, hijo de puta y falto de escrúpulos, que llegó a ser ordenado sacerdote, amigo de asesinos y terroristas, que apareció muerto en un bosque a las afueras de la localidad de Ogassa, en la comarca del Ripollés (Gerona) en 2007 había declarado que "hay estilos, porque ETA, como están en guerra, mata, pero no arranca uñas. Yo he estado en prisión con gente de ETA con las uñas arrancadas. ETA mata pero no tortura. En cambio, Lasa y Zabala murieron torturados. ETA, cuando tira una bomba en un lugar que puede herir a gente que no son militares o que no estén relacionados con los opresores, avisa. ¿Sabéis lo que cuesta robar la dinamita, pagarla, transportarla, colocarla, y encima cuando tienen todo a punto avisa que la desactiven?". "¿Por qué hace esto? Lo hace porque aún conserva un poco de nobleza del estilo de Ginebra y la conserva porque aún los otros no la han maleado más. Porque lleva la gente de ETA una vida de ratas, de escondidos, de cloacas, perseguidos. No pueden tener novias, no pueden tener hijos, no pueden ir al cine, no pueden tener nada y si a veces hieren a algún inocente, no es su voluntad. La gente no sabe que en el Hipercor de Barcelona, ellos avisaron, y fue la Policía o la casa de Hipercor los que callaron".
María del Carmen Mármol Cubillo.
María del Carmen Mármol Cubillo, de 36 años, y sus hijas Sonia Cabrerizo Mármol, de 16, y Susana Cabrerizo Mármol, de 13, se encontraban en el interior del vehículo familiar en el aparcamiento de Hipercor tras terminar sus compras. En ese momento explotó el coche-bomba. La onda expansiva les alcanzó de lleno, pues su coche estaba a escasos veinte metros del que explotó.
Susana Cabrerizo Mármol.
María del Carmen y Susana murieron en el acto, mientras que Sonia falleció mientras era trasladada en ambulancia a un centro médico. Las tres fallecieron por asfixia. Habían acudido al centro comercial a hacer las últimas compras antes de irse de vacaciones de verano.
Sonia Cabrerizo Mármol.
María del Carmen regentaba junto a su marido, Álvaro Cabrerizo Urrea, varios negocios, entre ellos diversos videoclubes y un restaurante. Álvaro lo perdió todo.
María Emilia Eyré Diéguez de Temes.
María Emilia Eyré Diéguez de Temes, de 44 años, estaba casada con Rodrigo Galicia Álvarez, que resultó herido en el atentado y tardó treinta y cuatro días en curar sus heridas. Un hijo del matrimonio estaba con ellos en Hipercor poco antes de que estallase el coche-bomba, pero decidió esperarles en un bar próximo porque no le apetecía seguir de compras. María Emilia era natural de Chantada (Lugo) aunque residía en Barcelona desde que era una niña.
María Teresa Daza Cecilia.
María Teresa Daza Cecilia estaba embarazada cuando fue asesinada junto a su marido, Rafael Morales Ocaña.
Rafael Morales Ocaña.
Dejaban huérfano de padre y madre a un niño de siete años, Jordi Morales Daza. María Teresa trabajaba en la Diputación de Barcelona.
Matilde Martínez Domínguez,
Matilde Martínez Domínguez, de 35 años y soltera, había acudido al Hipercor a comprar unas prendas de vestir. Era natural de Nocedo, en el municipio de Quiroga (Lugo), donde fueron inhumados sus restos mortales el 23 de junio. La víctima realizaba estudios en una academia de Barcelona para la obtención del título de ingeniero-delineante.
Mercedes Manzanares Servitjá.
Mercedes Manzanares Servitjá, de 30 años y soltera, falleció en el aparcamiento de Hipercor con sus dos sobrinos, Silvia Vicente Manzanares, de 13 años, y Jordi Vicente Manzanares, de 9.
Jordi Vicente Manzanares.
Los dos niños estaban sentados detrás, mientras que su tía estaba al volante. Murieron por asfixia.
Silvia Vicente Manzanares.
Luisa Ramírez Calanda.
Luisa Ramírez Calanda tenía 41 años. Estaba casada con Ricardo Labad Muñoz y tenía dos hijos, Margarita y Ricardo.
Luis Enrique Saltó Viñuales.
Luis Enrique Saltó Viñuales, de 22 años, era empleado de los grandes almacenes Hipercor, donde trabajaba como rotulista decorador. Hijo de Francisco Saltó Cardona y Gloria Viñuales Pérez. Fue enterrado el domingo 21 de junio en el cementerio de Sant Gervasio.
José Valero Sánchez.
José Valero Sánchez estaba casado con María de los Desamparados Piñazo Gómez. El cuerpo de José quedó destrozado y se tardó casi dos días en identificarlo de forma fehaciente.
Xavier Valls Bauza, de 40 años,
Xavier Valls Bauza, de 40 años, estaba casado con María Josep Olivé Pérez. Fue enterrado en el cementerio de Santa Coloma de Gramanet el domingo 21 de junio. Xavier era arquitecto y fue el autor del Plan Popular de Alternativa Urbana de Santa Coloma elaborado en 1978.
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