top of page

1936. Más sobre el Terror rojo en Vallecas. El Comité de Defensa y el Batallón Pablo Iglesias.



Continuado con el terror que se apoderó de Vallecas y del Puente de Vallecas tras el fracaso del alzamiento del General Fanjul Goñi y la posterior caída del Cuartel de la Montaña, que conllevó el asesinato masivo de la mayoría de sus defensores, traemos hoy a las páginas del Correo de España, un nuevo episodio de aquel injustificable terror y crimen masivo, perpetrado por militantes socialistas, comunistas y anarquistas,


Tengo que reconocer que me ha sorprendido la gran acogida que han dispensado a mis artículos los lectores de El Correo de España, de los cuales también se hacen eco varios magníficos blogs como “Del Toro al Infinito”, “Una historia de la Policía Nacional o “Desde La Puerta del Sol”, por poner algunos ejemplos. Asombrado también de observar como corren a través de WhatsApp y redes sociales.


Agradezco profundamente la confianza y confieso que no me gusta nada escribir sobre temas tan horribles y truculentos. Pero ante la malvada, persistente y sectaria ofensiva del partido Socialista, junto a comunistas y separatistas, que odian profundamente España y su Sagrada Unidad, y quieren acabar, encarcelando, si es posible,-y sino ya buscarán de forma trapacera y miserable la manera de hacerlo-, a todos los que disientan de la “verdad oficial”, sostenida sobre una enorme mentira, la cual se han prestado a airear y a dar como buena, la mayoría de los medios de comunicación españoles, prensa, radios y televisión, regados de forma generosa e inmoral, con millones de euros, sustraídos a los grandes y acuciantes problemas que hoy tiene la sociedad española, abandonada a su suerte y camino de la ruina total, no hay otro remedio que dar a conocer y recordar aquellas siniestras actuaciones. El que siembra vientos, recoge tempestades. Por ello vamos a seguir publicando aquellas bestialidades, horrores y crímenes, que protagonizaron los “adalides de la democracia” de aquel “idílico frente popular”, que gracias a Dios, derrotó aquella “media España que no se resignó a morir”, bajo la magistral dirección de la espada más limpia del mundo, que empuñaba aquel irrepetible Caudillo llamado Francisco Franco Bahamonde.


Siguiendo con el terror en el barrio de Vallecas, hoy nos detendremos en el Comité de Defensa de la barriada y en el Batallón Pablo Iglesias.


El Comité de defensa de la barriada, donde predominarían anarquistas y socialistas, se incautaría de varios edificios y locales, como el de la iglesia del barrio de Entrevías, donde también se realizaban detenciones y asesinatos. Otro local, en la calle Granada, donde quedó establecido el cuartel de Milicias Confederales. Las Juventudes, Libertarias, se instalaron en la calle del General Ampudia, en cuyo local se instaló el Comité de Defensa de Barriada. El ateneo del barrio de Entrevías actuaba por su cuenta y el de la calle de Granada también tenía al principio esa independencia. Los otros dos dependían del Comité de Defensa.

1936. Milicias en Vallecas.


El comité de Vallecas llego a intercambiar presos con otras checas madrileñas, sobre todo con la de Fomento, a fin de no asesinar en su territorio a vecinos del barrio. Sin embargo los patibularios anarquistas del Puente de Vallecas, se acercaban al centro de la capital donde realizaban detenciones, llaveándoselas de seguido al Puente, donde lo asesinaban


En aquel Comité de defensa destacarían, los milicianos Mariano González Ruiz, “el Pelas”, de 27 años de edad, presidente de la JSU de Vallecas; Eugenio de la Iglesia Ortega, apodado “el Cristo”, de 35 años, natural de Vallecas, jornalero, casado, fue miembro del Comité, como representante de las JSU. Rafael San Narciso Sancho, apodado “el Hachero”, chofer de profesión y miembro de UGT, miembro del Comité, como representante de la UGT. Marino Martin, designado en el comité también por la UGT. Julián García de la Cruz “el Gorgonio”, miembro de la UGT, al que mencionamos en el anterior artículo, como destacado miembro de los Diablos rojos y que ejerció también de contador del comité. Francisco Zambrano Gálvez, alias el “Piojo Electrónico.” vocal del comité. Manuel Atalaya Villegas, “el Talaya,” carpintero de profesión y Secretario de la Agrupación Socialista de Villa de Vallecas. Máximo Vega Romero alias “el Eléctrico”. Benito Porras, miembro del partido socialista, que se encargaba de requisar vehículos que servían para trasladar a presos hacia la afueras de Madrid, donde era asesinados Agapito Peñafiel alias “el Azucarillo”; el guardia municipal Vicente de Pablo, alias “el Catalán” y un sereno del Ayuntamiento llamado Lucio, que informaban a los milicianos del comité sobre la ideología de las personas que debían ser asesinadas.


El Comité llegó a tener cuatro grupos de investigación, detención y represión. Uno de ellos, al mando de Victoriano Buitrago, jefe socialista de la barriada, que compatibilizaba su labor con la del batallón Pablo Iglesias. Otro comandado por Pedro Falomir, junto a sus hermanos Francisco y José. Los grupos recibían las órdenes del Comité Regional, que funcionaba en la calle Fernando III El Santo. Los comités realizaron innumerables arrestos y asesinatos. Los detenidos eran llevados preferentemente al ateneo libertario de Vallecas, de donde eran trasladados a los diferentes lugares ocupados por el Comité, donde eran interrogados y torturados. Las horas que empleaban los milicianos para asesinar a su víctimas, que no lograban salir de la checa mediante un aval, comprendía una franja horaria entre las doce de la noche y las cuatro de la madrugada, llevando generalmente a los detenidos, al inicio de la carretera de Valencia, entre el Portazgo y Vallecas, dejando los cadáveres esparcidos, sin enterrar, por los campos cercanos. Incluso para mayor sufrimiento y escarnio de las víctimas, aquellos asesinos tenían aun tiempo de tomar unas cervezas en un bar situado en aquella carretera, dejando mientras tanto a sus víctimas, en espera, dentro de los coches que utilizaban para sus ejecuciones.


En los interrogatorios el Comité se apoderaba de todos los objetos de valor que llevasen encima los detenidos. Alhajas, joyas, dinero, que eran enviados al comité Regional. Aquello le proporcionaba a los chequistas cuantiosos beneficios, pues el comité, tras recibir lo robado, le daba una parte del botín, además de quedarse con lo que creyesen oportuno. Ante de ser detenido en el puerto de Alicante, Buitrago llevaba encima una gran cantidad de billetes y monedas de oro, algunas de ellas, incluso, las arrojó al mar en un intento de verse libre su gran latrocinio. Tras su desaparición, los grupos de los Comités, se integraron en las Milicias de Vigilancia de Retaguardia, realizando el mismo siniestro trabajo.

En Vallecas funcionaría también El batallón “Pablo Iglesias”, que se formaría en la barriada y pasaría a formar parte de 49ª Brigada, con milicianos del PSOE, entre ellos el coronel Víctor Lacalle Seminario; Julián Vinagre Peinador “el Vinagre”; Domingo Mármol, un curioso individuo, sin oficio conocido, que se nombró a si mismo comandante. Estos se incautarían de otro colegio, el del Niño Jesús, en el que establecieron el cuartel del Batallón “Pablo Iglesias” y donde funcionaría otra checa.

El coronel Lacalle sería el encargado del reparto de armas en Vallecas, la misma noche del 18 de julio, en la Casa del Pueblo del Puente de Vallecas, en el círculo de Izquierda Republicana y en los demás centros del Frente Popular sitos en la zona. Muchos de los vecinos de la barriada, participarían en el asalto al cuartel de la Montaña, el lunes día 20 de julio.

Lacalle Seminario, era natural del pueblo navarro de Cirauqui. Tras participar en el asalto al Cuartel de la Montaña, Lacalle intervendría en los combates acontecidos en los frentes de Somosierra y Guadalajara, Tras su ascenso a coronel, se enfrentó a tropas italianas en Guadalajara. También participará en combates en el sector de Albarracín, no pudiendo parar la ofensiva de las tropas Nacionales que cortaría el frente rojo en dos, cuando en la Semana Santa de 1938, llegarían al Mar Mediterráneo, tras tomar Vinaroz. Curiosamente su hermanastro Jose Lacalle Larraga, se distinguirá en la campaña al frente de una compañía de un Tercio de Requetés. Tras la guerra de Liberación, se incorporaría al Ejercito del Aire, donde realizaría una brillantísima carrera llegando a ser promovido al empleo de Teniente General. De 1962 al 1969, ocuparía el cargo de ministro del Aire.

1936 Puente de Vallecas.


Otro que se distinguiría en aquel batallón, por sus “actividades”, sería el ante mencionado Victoriano Buitrago un asesino sin piedad, jefe Socialista, carpintero de profesión, nacido en Almodovar del Campo (Ciudad Real), que era concejal de Vallecas y estuvo muy implicado en los sucesos del ametrallamiento de presos del tren de Jaén. Miembro, al igual que su hijo, de las Milicias de Vigilancia de Retaguardia y del consejillo de Buenavista. Encontraría en el asesinato un modo de lucrarse. De tal modo que cuando el número de “paseos” y asesinatos indiscriminados, ya no quedó al libre albedrio de los grupos de matones, Buitrago, al ver que sus ganancias, debido al latrocinio, disminuían, protestó airadamente, alegando, que con aquella medida, que tomaría el anarquista Melchor Rodríguez, de acabar con los asesinatos selectivos de indefensos ciudadanos, “ya no se ejecutaba bien porque a los detenidos se les ponía en la calle gracias al estado”, Aquellos grupos de patibularios, recibían la parte dineraria alícuota de sus desmanes en la Inspección de Milicias de Vigilancia, situada en la calle de Serrano.


El batallón, además del colegio del Niño Jesús, ocuparía otros lugares de la zona, donde daría rienda suelta a sus crímenes y abusos. Un convento en la calle Emilio Ortuño, que pasaría luego a ser hospital militar. Las órdenes y detenciones que eran dadas al batallón Pablo Iglesia para ejercer el crimen y la represión, partían de los miembros de los “Diablos rojos” Julián García de la Cruz alias “El Gorgonio”, Vicente Pablo, Enrique Burgos alias “El Soso”, Gregorio García Sánchez, alias “Goyo”, Agustín González Dovar, alias «El Gallego», y un empleado municipal llamado Víctor Merinero.


Domingo Mármol Prato, comandante del batallón, se convertiría en el jefe de la checa que operó en aquel colegio del Niño Jesús, Se vería involucrado, entre otros, de forma probada, en los asesinatos del tren de Jaén y de los vecinos Eufronio Giménez, Manuel Biencinto, Francisco Moreno, José González el farmacéutico Moreno y el señor Cayón, cuyas órdenes para sus asesinatos partirían del propio Mármol.


Aquellos grupos tendrían parte activa en los asesinatos, entre otros, del panadero de Vallecas señor Moreno; del estudiante de veintitrés años afiliado a Falange Española, Paulino Sánchez, que realizaba su servicio militar en el cuartel de Vicálvaro, asesinado muy cerca del mencionado Cuartel de Artillería, y en cuyo cementerio fue enterrado. Mariano Rodríguez Granados, que había sido teniente de alcalde y comerciante de carne en Vallecas que apareció asesinado, en la carretera del Este cerca de Vicálvaro. El industrial José Albertos Martín, asesinado tras ser martirizado. El Teniente de la Guardia Civil Romas de Las Heras. A parte de las más de 200 personas asesinadas, que viajaban en el tren de Jaén, en Vallecas y Puente de Vallecas.


También varios de aquellos chequistas intervendrían en el asesinato de Sor Ramona Cao Fernández y Sor Juan Pérez Abascal, que viajaban en uno de los trenes que llegó a Madrid, en agosto de 1936, proveniente de Jaén, lleno de presos políticos. Sor Ramona natural de la Rúa de Petin, y Sor Juana prestaban sus servicios en el Sanatorio antituberculoso El Neveral de Jaén, con gran cariño y compasión hacia los enfermos allí internados. Acusadas falsamente de un robo, huyeron de Jaén trasladándose a Madrid en uno de aquellos trenes del horror y la muerte, al cual se subieron en la estación de Alcázar de San Juan, disfrazadas de enfermeras de la Cruz Roja, pero llevando sus Rosarios de Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul, debajo del uniforme. Aquello sería clave para su martirio, pues al ser cacheadas por varios milicianos, dieron con ellos. Por su condición de monjas fueron apeadas a golpes del tren, arrastradas por el suelo, insultadas y finalmente fusiladas en el Pozo del Tío Raimundo el 12 de agosto de 1936. Serían Beatificadas el día 13 de octubre de 2013,


Beatas Sor Juan Pérez Abascal y Sor Ramona Cao Fernández, asesinadas por las milicias marxistas, en el Pozo del Tío Raimundo en agosto de 1936.

Domingo Mármol, al finalizar la guerra de liberación española, sería sometido a procedimiento sumarísimo por parte de la jurisdicción militar, y fusilado el 27 de marzo de 1944, al igual que Máximo Vega Romero (el Eléctrico) fusilado el 29 de noviembre de 1941. Rafael San Narciso Sancho alias “el Hachero”, fusilado el día 12 de mayo de 1942. Victoriano Buitrago García, fusilado el 9 de mayo de 1942. Benito Porras, fusilado el 9 de mayo de 1942. Por su parte, Mariano González Ruiz alias “El pelas” fallecería en un interrogatorio, el 11 de junio de 1939.


P/D Varios lectores me han escrito, interesándose de cómo terminaron muchos de aquellos malvados protagonistas del anterior artículo “Los Diablos rojos de Vallecas. Sangre y asesinato”, aparecido en este Correo de España, el día 5 de febrero de 2021. Tras ser juzgados, la mayoría fueron condenados a muerte, siendo fusilados. Antonio Ariño Ramis “El catalán”, el 27 de abril de 1940. Julián García de la Cruz, alias “El Gorgonio”, el 12 de mayo de 1942. Enrique Burgos Fernández, alias “El Soso”, el 15 de noviembre de 1939. Gregorio Gracia Sánchez “El Goyo”, el 22 de julio de 1943. Jesús García Sánchez, alias "El Diablo", el 08 de noviembre de 1939. Agustín González Dovar, “el Gallego”, el 16 de diciembre de 1939. Tomás Rodajo Alcaraz, el 28 de abril de 1942. Marcelo Hernández Sáez, alias “El Barbas”, el 12 de mayo de 1942.


Carlos Fernández Barallobre.

8 visualizaciones0 comentarios
Publicar: Blog2_Post
bottom of page