1939. La comitiva que transportaba los restos mortales de José Antonio a su paso por la calle madrileña de Alcalá.
Pasadas las doce del día 29 de noviembre la comitiva que trasladaba los restos de José Antonio de Alicante al Escorial, llegaba a Pinto, que presentaba un magnifico aspecto. A ambos lados de la carretera una ingente cantidad de público se hallaba estacionado y ardían grandes hogueras. Allí se hizo cargo del féretro del Jefe Nacional José Antonio, la Falange de Logroño como su jefe provincial al frente, Tomás Moreno Carbayo. De Madrid y pueblos de la provincia habían llegado a Pinto numerosas comisiones y personas que venían a acompañar el cadáver de José Antonio, en su entrada a la capital de España.
Cuando las manecillas del reloj marcaban las cinco y media de la mañana, en noche cerrada, a diez kilómetros de Madrid, tomó el relevo de las andas, la Falange de Burgos, firmando el acta de entrega su jefe provincial Florentino Martínez Mata, En ese punto se incorporó al cortejo la cuarta centuria REMSA, “Representaciones Electro-Mecánicas, Sociedad Anónima”, integrada por falangistas operarios de esa empresa. El origen de esa centuria se encontraba en que, unos días después del discurso fundacional de Falange Española, celebrado en el teatro de la Comedia de Madrid, el 29 de octubre de 1933, el gerente de R.E.M.S.A., que tenía su sede en la calle de Padilla, Joaquín Canalda Palau, se entrevistó con José Antonio pidiéndole ingresar en la organización, como así fue, junto a tres de sus empleados: Guillermo Palao Royo, Félix Contreras Moreno y Antonio Moleres Estenaga, los cuales prestarían grandes servicios a la Vieja Guardia Falangista madrileña de la primera hora y serian el embrión de aquella brava y decidida centuria.
Desde la madrugada, las calles de la capital de España presentaban un aspecto de inusitada animación. Millares de vecinos de los pueblos próximos habían llegado durante la tarde y la noche para presenciar el paso del impresionante cortejo. Escuadras de Falange, Servicio de Propaganda del Movimiento y de la Jefatura Provincial de Madrid, dedicaron toda la mañana a situar, en los lugares más visibles de la calle de Alcalá y Avenida de José Antonio, grandes colgaduras negras y enormes pancartas con la inscripción ¡José Antonio`! ¡Presente!
Los principales edificios de las céntricas avenidas se hallaban revestidos con colgaduras y retratos de José Antonio y del Caudillo Francisco Franco.
A las ocho de la mañana ya se hallaban en movimiento para situarse en los lugares indicados por el mando, todas las fuerzas que integraban la Falange de Madrid. Secciones Femeninas, Sindicatos, Organizaciones Juveniles y Flechas.
Para cubrir carrera fuerzas de los Ejércitos de Tierra, Mar y Aire, Guardia Civil y Policía Armada, también se habían estacionado desde la Plaza de España a lo largo de las calles del Duque de Osuna y Princesa, hasta la Ciudad Universitaria, en que se hallaban las milicias del S. E. U., que cubrirían a su vez la carrera desde ese punto hasta Puerta de Hierro.
Con las primeras luces del día sobre el cielo de Madrid, sobrevolaron, a escasa altura, gran número dé escuadrillas del recién creado Ejercito del Aire, para rendir el tributo de dolor de los aviadores de España a la memoria de José Antonio.
A partir de las siete de la mañana Madrid quedó por completo paralizado, suspendiéndose el tráfico rodado.
Ya desde las nueve de la mañana se hallaban en el Puente de la Princesa, conocido también con el puente de Andalucía, lugar por donde había de tener acceso a la capital el cortejo, todas los principales mandos de la Falange de Madrid, al frente de las cuales figuraban Pilar y Miguel Primo de Rivera, acompañados de otros miembros de la familia Primo de Rivera. Sección Femenina y varias centurias de las organizaciones Juveniles se hallaban formadas en la zona, así como parte de la centuria “José Antonio”, que había de relevar a los que llegaban desde Alicante dando guardia al féretro.
Minutos después de las nueve y media hizo su aparición la comitiva. Abría la marcha una sección de la Guardia Civil con arma a la funerala. Representaba esta fuerza a la guarnición de Madrid, y en su nombre se había incorporado a la caravana veinte kilómetros antes de llegar a la capital.
El momento de llegar el féretro a las puertas de Madrid fue de intensa emoción. Las campanas de la ciudad comenzaron simultáneamente a doblar a muerto, mientras la Artillería disparaba las salvas de ordenanza, correspondientes a los honores de Capitán General con mando en plaza, que se tributaron a los restos de José Antonio por decreto del Caudillo.
En ese instante portaban las andas miembros de la Falange burgalesa, cuyo jefe provincial, con arreglo al rito establecido en anteriores relevos y previa la firma del acta correspondiente, hizo entrega de la gloriosa carga al jefe provincial del Movimiento de Madrid, Jaime de Foxá.
£l jefe provincial Jaime de Foxá, en medio de un fervoroso silencio de la multitud que asistía al solemne acto, entregó el féretro a falangistas de la Vieja Guardia de Madrid, que convivieron con José Antonio, y lo trataron íntimamente.
La comitiva avanzó por el Paseo de las Delicias. A la entrada se había situado una monumental corona de laurel y crisantemos con una inscripción ¡José Antonio! ¡Presente!
En los balcones, colgados de los árboles, en las fachadas y escaparates de los establecimientos, se habían colocado rótulos y pancartas con la sencilla inscripción: ¡José Antonio! ¡Presente!
Ascendió el cortejo por el Paseo de las Delicias y pasó ante una multitud silenciosa situada a ambos lados de la calzada. El sepulcral silencio se mezclaba con sollozos y el musitar de las oraciones por los sacerdotes. Muchas personas presenciaron el paso del cortejo arrodilladas. En la glorieta de Luca de Tena, la Sección Femenina del Distrito del Hospital, arrojó flores naturales y ramos de laurel al paso del ataúd.
1939 El cortejo fúnebre con los restos de José Antonio por la Gran Vía Madrileña.
A las diez y cuarto de la mañana el cortejo llegaba a la Puerta de Atocha. La amplia calzada se encontraba invadida por miles de personas, que se agolpaban incluso en las calles adyacentes. Cubrían la carrera miembros de la Falange de ese distrito, uniformados y sin armas.
Frente a la estación del Mediodía, el clero entonó un responso, mientras una banda de música de Falange interpretó una marcha fúnebre.
A las diez y veinticinco, el fúnebre cortejo enfiló el Paseo del Prado en dirección a la Plaza de Cánovas del Castillo, donde se encontraban formadas al completo las organizaciones Juveniles de Madrid con bandera y banda de cornetas y tambores. A ambos lados de la entrada del paseo del Prado varios mástiles de los que pendían unos grandes crespones negros y en otros las banderas del Movimiento. El paseo se hallaba invadido por el gentío.
El aspecto dela Plaza de la Cibeles, era impresionante. Balcones y ventanas de la zona completamente llenos de gente. Aceras tomadas por miles de madrileños y foráneos. En torno a la fuente de la Cibeles formaba la Brigada de Trabajo de la Central Nacional-Sindicalista del Distrito del Hospital con sus instrumentos de trabajo.
Al entrar el cortejo en la Plaza de la Cibeles, un toque de atención recorrió a la multitud que se había estacionado en la gran plaza. Los clarines de una sección de Caballería, que se hallaba formada a la entrada del Paseo de la Castellana, anunciaron la llegada de la comitiva con la fuerza presentando armas.
En este punto del recorrido se sumaron a la comitiva gran número de mutilados de guerra, que portaban una gran corona de flores con cintas con los colores nacionales y el rojo y negro de la Falange Española.
En los edificios públicos, balcones y fachadas de casas particulares, del inicio de la calle de Alcalá con Cibeles, ondeaban grandes colgaduras negras con monumentales inscripciones blancas que decían “¡José Antonio! ¡Presente!”
La comitiva continuó por la calle de Alcalá y desembocó en la Gran Vía de José Antonio, a la entrada de la cual había esparcidas por el suelo gran cantidad de flores y en lo alto una pancarta con crespón negro con la inscripción: “¡José Antonio! ¡Presente!”
En la red de San Luis, entre las calles de Hortaleza y Fuencarral, formaba una representación del Fascio italiano, uniformados con camisas negras con los banderines de la organización.
En la fachada principal del Palacio de la Prensa, en la plaza del Callao, destacaba una gran colgadura con los colores nacionales y crespones negros.
La comitiva continuó su lento caminar por la Gran Vía en dirección a la plaza de España, a cuyo final de la avenida se encontraba situado el edificio de la C. N. S., donde se hallaban formados millares de trabajadores afiliados a la Central Nacional- Sindicalista. Al frente de cada grupo un banderín-guion señalaba las diversas profesiones y oficios a los que pertenecían. Figuraban también varios grupos femeninos de trabajadoras.
La plaza de España presentaba un grandioso aspecto. Desde las diez y media de la mañana habían ido llegando los ministros del gobierno, todos de uniforme; altos jefes de la Marina y de los Ejércitos de Tierra y Aire; generales, jefes y oficiales de la guarnición de Madrid, representando a todas las Armas y Cuerpos y fuerzas de Orden Público.
En lugares preferentes se hallaban también el cuerpo diplomático en pleno con personal de las Embajadas y Legaciones; los miembros de la Junta Política de Falange Española Tradicionalista y de las JONS, Consejo Nacional, grupo de amigos de José Antonio, altas jerarquías del Estado y la Milicia; viejos militantes de los tiempos heroicos del glorioso Fundador, y alrededor, apiñándose en toda la enorme extensión de la plaza una multitud de personas. Una batería de Artillería situada en el Cuartel de la Montaña fue la encargada de efectuar las descargas en el momento de los relevos.
A la entrada de la calle del Duque de Osuna, pues en la Plaza de España se realizaría la entrega oficial del féretro al Ejército, formaban fuerzas militares, uniformadas con capotes, cascos y guantes blancos. que cubrirían la carrera a ambos lados de la calzada hasta la Ciudad Universitaria por el siguiente orden: fuerzas de Marina, que limitaban a la altura de la Plaza del palacio de Liria con fuerzas del Ejército del Aire, las cuales cubrían la línea hasta la Plaza de la Moncloa, exactamente a la altura de la Cárcel Modelo. A partir de ahí, hasta la denominada Glorieta de España, en la Ciudad Universitaria, se alineaban fuerzas del Ejército de Tierra.
A las once en punto de la mañana el cortejo entraba en la Plaza de España, donde se realizó una parada ante el gobierno de la Nación. El féretro fue colocado en el suelo y el clero rezó un responso, mientras las campanas de las iglesias próximas repicaban el oficio de los difuntos. La Falange madrileña hizo entrega del féretro a los oficiales de la Armada Española, que lo llevarían a hombros hasta el próximo relevo por las fuerzas de Aviación.
AI iniciarse ese acto se dio el grito de ¡José Antonio!, que fue contestado con un unánime y fervoroso ¡Presente!
Otra imagen del cortejo con los restos de José Antonio a su paso por la capital de España.
Reanudó su marcha el cortejo, que desde la plaza de España lo encabezaron miembros del segundo escuadrón de Lanceros con uniforme de gala. Después iban fuerzas de Infantería y de Marina,una sección de enlace motorizada del Ejército de Tierra, una sección de la centuria “José Antonio” de Alicante, a la que seguía la primera bandera de cadetes de Madrid con bandera y banda de cornetas y tambores; el clero con Cruz alzada, representaciones de las distintas órdenes religiosas y seguidamente el féretro. A la derecha del mismo marchaba el general jefe de la Región militar del Centro, general Andrés Saliquet Zumeta. Inmediatamente después del ataúd, él Gobierno en pleno.
Detrás del Gobierno iba la Junta Política Nacional de Falange Española, formada por Pilar Primo de Rivera, Miguel Primo de Rivera, José Luna Meléndez, José Finat y Escrivá de Romaní, conde de Mayalde; Dionisio Ridruejo, José María Oriol y Urquijo, José María Alfaro, Demetrio Carceller, José María de Areilza, Blas Pérez González, Ricardo Giménez Arnau, Ricardo Salvador Merino, Sancho Dávila Fernández de Celis y Alfonso García Valdecasas.
Detrás de la Junta Política el Consejo Nacional, figurando en primer lugar un grupo de amigos de José Antonio constituido por Raimundo Fernández Cuesta, Manuel Valdés Larrañaga, José Miguel Guitarte, Julián Pemartín, Joaquín Bernal, Manuel Mora Figueroa, Jesús Suevos, Jesús Muro, Luys Santa Marina y Eduardo Roca. A continuación varias filas, integradas por consejeros nacionales del Movimiento.
Tras los consejeros Nacionales marchaban los generales y almirantes entre los que figuraban los consejeros del Consejo Supremo de Justicia Militar, Valdés Cabanillas, Guerra, Cano Ortega y García Díaz; coroneles Cortés y Conde; general inspector de la Guardia Civil, Álvarez Arenas; general de Intendencia, Farinós; gobernador militar de Madrid, general Sáenz de Buruaga; general de la Guardia Civil, Piñols; director de Caballeros Mutilados, general Millán Astray; jefe del Alto Estado Mayor, general Vigón; director general de Enseñanza Militar, general Alonso Vega; jefe de la Tercera Región Militar, general Aranda Mata; teniente general, Fernández Pérez; general Sagardía; general del Cuerpo Jurídico de la Armada, Eugenio Blanco; general de Intendencia de la Armada, Miguel López, director de la Escuela de Estado Mayor, coronel Ungría, secretario general del Ministerio del Ejército, coronel de Estado Mayor señor Fuentes. y otras autoridades militares.
1939. El féretro con los restos del Fundador de la Falange Española, pasa por la gran vía madrileña, ya bautizada con el nombre de gran vía de José Antonio.
Seguidamente mandos de Falange Española Tradicionalista y de las J. O. N.S., en servicio. Inmediatamente detrás marchaban comisiones de la Armada, presididas por el almirante Ruíz de Atauri; representaciones del Ejército de Tierra, presididas por el general Solanes; comisiones del Ejército del Arre encabezadas por el subsecretario del Ministerio, general Barrón. Tras ellos representaciones de la Academia de Jurisprudencia, Banco de España, Colegio de Abogados, representaciones y delegaciones de provincias de todos los Ministerios y Departamentos oficiales de Madrid, así como delegados provinciales y otras autoridades
A las once y catorce minutos el cortejo llegó ante el Palacio de Liria, efectuándose un nuevo relevo, haciéndose cargo de las andas el Ejército del Aire.
El cortejo continuó se marcha lentamente hacia la Plaza de la Moncloa. En las aceras y calles adyacentes a la de la Princesa, se hallaba situada una abigarrada multitud.
El cortejo llegó a la altura de la Cárcel Modelo. Sobre aquellas ruinas de la antigua prisión, pendían grandes crespones negros, y la Bandera Nacional, también enlutada, ondeaba a media asta. A la puerta de la que fue cárcel se hallaban formadas varias centurias de la Sección Femenina y un coro, compuesto por cien muchachas, que entonó el «De Profundis» y otras composiciones litúrgicas.
Una vez más se detuvo la comitiva, efectuándose un nuevo relevo. Fuerzas del Ejército de Tierra se hicieron cargo de los restos mortales del mártir. Rompió el silencio el sonido claro de un cornetín y se abatieron las banderas y los gallardetes de las formaciones que se hallaban situadas en la Plaza de la Moncloa, rindiendo así las Falanges madrileñas tributo de condolencia ante su Fundador. Se hallaba también presente un grupo de jóvenes pertenecientes a la colonia alemana, que ostentaba la representación de las Juventudes Hitlerianas.
Cuando los coros femeninos finalizaron sus cantos y la comitiva reanudó su marcha, la artillería emplazada en el Cuartel de la Montaña, disparó de nuevo las salvas de ordenanza.
En la Plaza de la Ciudad Universitaria, entre las ruinas del instituto Rubio, Escuela de Arquitectura y Campo de Tiro, se alzaban dos grandes columnas dóricas enlazadas con un gran crespón negro y en el centro de la plaza se extendía una gran alfombra de flores. Aguardaban la llegada del fúnebre cortejo representaciones del Ministerio de Educación Nacional y la Junta consultiva del S.E.U. En uno de los lados de la plaza formaba una banda de música del Ejército.
A la una menos cinco, llegó el cortejo a la Ciudad Universitaria. Fue depositado el féretro en el suelo y se colocaron a su derecha el Gobierno y a su izquierda la Junta política y detrás el Consejo Nacional, generales y representaciones italiana y alemana portadoras de coronas ofrecidas por el Duce Benito Mussolini y el Führer Adolfo Hitler.
A la llegada del cortejo la Sección Femenina cantó el “De pro fundís” y el clero entonó un responso. Las baterías de artillería dispararon de nuevos salvas de ordenanza y a continuación se inició ante el féretro el desfile de las fuerzas que habían acompañado en el último tramo de las calles de Madrid al Fundador de la Falange, José Antonio Primo de Rivera. La banda de música interpretó la marcha “Los Voluntarios” de Gerónimo Giménez. Abrió marcha una sección de enlace motorizada del Ejército de Tierra. A continuación marchaba el coronel que mandaba la línea con su escolta, seguido por la primera bandera de cadetes de Madrid con su banda de cornetas y tambores, fuerzas de infantería de Marina e Infantería del Ejército de Tierra y cerraba la marcha un escuadrón de lanceros, con uniforme de gala.
1939. El féretro de José Antonio a hombros de miembros del Ejército de Tierra por la ciudad Universitaria de Madrid.
A la una y cuarto de la tarde los Consejeros Nacionales del Movimiento pertenecientes al S.E.U., con su jefe Nacional José Miguel Guitarte y el subsecretario de Trabajo, Manuel Valdés, se hicieron cargo del féretro, sustituyendo en el glorioso cometido al Ejército de Tierra. Varios estudiantes con armas relevaron a los soldados para dar escolta al cadáver.
En el puente de la Ciudad Universitaria más de veinte banderas y guiones de las secciones provinciales del S. E. U. se rendían al paso de la comitiva. Esta se detuvo un momento y las muchachas del S. E. U., depositaron en el suelo una gran corona de laurel, como ofrenda de la Universidad Central, y ramos, también de laurel, con cintas con los colores de la bandera de Falange Española y de las J. O. N-S., con la dedicatoria: “José Antonio! ¡Presente!”
El féretro pasó en andas por encima de los ramos de laurel y avanzó hacia Puerta de Hierro. Esta se encontraba adornada y en el centro destacaba un retrato de José Antonio, con una corona de laurel y la siguiente dedicatoria: “El Pardo a José Antonio”. En lo alto de la puerta central ondeaba la bandera nacional a media asta y a ambos extremos las banderas de Falange y Requeté.
A las dos en punto llegaba el cortejo a Puerta de Hierro, donde se hallaba formada la centuria “Francisco Fernández Huidobro”. Pasada Puerta de Hierro, a ambos lados de la carretera, grandes hogueras elevaban sus llamas.
Ei ministro de la Gobernación, Ramón Serrano Súñer, que al pasar el puente de la Ciudad Universitaria, se había incorporado a la comitiva, dio guardia de honor al féretro y más tarde portó también a hombros las andas, en compañía, entre otros, de los consejeros nacionales Manolo Valdés, Raimundo Fernández Cuesta, conde de Mavalde y Jaime de Foxá.
Se rezó un responso y se hizo cargo del féretro la Falange de Madrid y lo llevó hasta el kilómetro 7 de la carretera de La Coruña, en cuyo lugar fue relevada por la representación de Segovia. En el momento de la entrega del féretro a la Falange de Madrid el presidente de la Junta Política, Ramón Serrano Suñer, dio el grito de “¡José Antonio!, que fue contestado con un fervoroso ¡Presente!
El féretro pasó por el arco central de la Puerta de Hierro, cuya verja, que hacía muchísimos años no se abría, fue abierta por acuerdo del Ayuntamiento de El Pardo, como homenaje al Fundador de la Falange.
Con una tarde esplendida de sol, el cortejo prosiguió su lenta marcha por la carretera de La Coruña hacia tierras de la sierra madrileña de Guadarrama.
A las cuatro de la tarde la comitiva alcanzaba el cruce de la carretera de La Coruña con la local del pueblo de Aravaca, donde los vecinos habían salido en masa a la carretera para rendir tributo póstumo a José Antonio.
Al frente del vecindario, figuraban el clero parroquial y el Ayuntamiento en pleno, así como fuerzas de Falange Española Tradicionalista y de las J. O. N.S., locales Sección Femenina y Flechas. Se detuvo un momento la comitiva para que el clero rezara un responso. La Sección Femenina y gente humilde del pueblo, tributaron un sencillo homenaje al Fundador de la Falange, depositando flores sobre su féretro.
El siguiente pueblo donde llegó la comitiva fue El Plantío, con varias casas derruidas por la dureza de los combates allí dirimidos en la pasada guerra. Todo el pueblo salió también a recibir al cortejo.
Hasta muy cerca de las primeras casas de El Plantío, habían conducido el cadáver todos los miembros de la redacción del periódico “Arriba”, órgano de la Falange Española Tradicionalista y de las J. O. N.S., de Madrid, fundado por José Antonio, donde fueron relevados por la Falange de Segovia.
El relevo en El Plantío se efectuó frente al lugar conocido por “El Descanso”, y tuvo efecto alrededor de las seis de la tarde. La II Centuria de Falange de Madrid, con las formalidades de rúbrica, se hizo cargo de los restos de manos de la de Segovia. A continuación se rezó el Santo Rosario, y la comitiva siguió su camino hasta Las Rozas, a donde llegó a la diez de la noche. Allí esperaba el General Yagüe, reconocido falangista, que llevaba la camisa azul bajo el uniforme del Ejército español y que se incorporó a la comitiva, que tomaría, a la salida de las Rozas, la carretera que por Galapagar, conducía directamente a El Escorial.
Carlos Fernández Barallobre.
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