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1939. De Alicante al Escorial. El entierro de José Antonio. Días 23 y 24 de noviembre


El Cortejo con los restos de José Antonio se dirige a Albacete.


Antes de las tres de la madrugada del día 23, la comitiva que trasladaba los restos de José Antonio, de Alicante al Escorial, llegaba a Villar de Chinchilla. El vecindario, en vela, recibió los restos en respetuoso silencio. La representación de la Falange de Teruel por medio de su jefe provincial Florencio Acevedo, cedió las andas a los falangistas de la provincia de Huesca con su jefe, el hermano del inolvidable Julio, Pablo Ruiz de Alda y Miqueléiz.

En el kilómetro 142, ya entrando el día, se hizo cargo del féretro la delegación de Navarra. La representación de Navarra con su jefe Antonio Correa Veglisón, llevaba, tras el féretro, el guion de Ruíz de Alda, con las tres estrellas de capitán, el emblema de Aviación y el yugo y las flechas, bordados en rojo sobre fondo negro. Por primera vez en todo el trayecto, el féretro fue portado por 16 hombres, en lugar de 12, como se había venido haciendo hasta ese instante. Con un frio intenso, se rezó un responso y el cortejo continuó su marcha hacia el pueblo de Chinchilla.

A Las doce y veinte y cinco, el cortejo fúnebre cortejo pasaba por el kilómetro 152, donde el jefe provincial de la Falange de Navarra Antonio Correa, hizo entrega de los restos del Fundador a la Delegación de Zaragoza, compuesta por el jefe provincial y consejero nacional José Muro Sevilla, más 36 camisas viejas y otros falangistas, En el momento del relevo, entre los falangistas de Navarra y Zaragoza, la Aviación Nacional evolucionó en los cielos arrojando flores sobre el cortejo fúnebre. La comitiva entonó el salmo “De profundis”.A la delegación de Zaragoza le correspondió el trayecto más largo, pues llevó el féretro desde el kilómetro 152 hasta el 168.

Llegados desde Chinchilla, se incorporaron al cortejo, milicias de Falange, que se habían adelantado a recibirlo, concentrándose también falangistas de Pozo Cañada con una sección de caballería y representaciones de la Sección Femenina y organizaciones juveniles, jerarquías y corporación municipal, bajo mazas.

En Chinchilla de Monte Aragón, el pueblo en masa acudió a recibir los restos de José Antonio. A las dos menos cuarto de la tarde, emprendió de nuevo la marcha el fúnebre cortejo, con dirección a Albacete. Hasta la capital no se realizarían ya más relevos.

A primera hora de la tarde comenzaron a concentrarse en Albacete falangistas llegados de toda la provincia, así como una enorme muchedumbre que sobrepasaba las ochenta mil personas.

A las siete de la tarde, en las afueras de Albacete, comenzaron a verse las luces rojas de los hachones, antorchas y faroles, que señalaban la llegada del fúnebre cortejo. Millares de albaceteños se encontraban ya en la capital a la espera de la llegada de la comitiva. A lo largo de la carretera ardieron cientos de hogueras, así como en los alrededores del parque de Canalejas, donde se concentraron miles de personas, entre ellos cinco mil afiliados a la Central Nacional Sindicalista y Flechas de las Falanges Juveniles, que cubrieron carrera en los últimos cuatro kilómetros de llegada a la capital albaceteña. Varias escuadrillas de la Aviación Nacional sobrevolaron el cortejo lanzando flores.


1939. La comitiva que transportaba los restos de José Antonio a su llegada a Albacete.

Con un frío intensísimo, a medida que el cortejo llegaba a Albacete, la emoción fue la nota predominante. En la entrada de la ciudad, donde un mojón marcaba el kilómetro 168, la Delegación de Albacete se hizo cargo de las andas, recibiendo el féretro el jefe provincial Fulgencio Lozano Navarro. El Parque de Canalejas y el Paseo por el que pasaría el cortejo, estaban regados de flores. A la espera de la llegada del cortejo fúnebre, para rendirle honores de ordenanza, se hallaba formada una compañía del 83 regimiento de armas de acompañamiento, de guarnición en esa capital, portadores de bayonetas caladas y cascos de acero.

Ante la Cruz de los Caídos esperaba el jefe provincial del Movimiento, señor Lozano, acompañado de los consejeros Nacionales Jesús Muro, Raimundo Fernández Cuesta y Luys Santa Marina, las jerarquías provinciales, además de las autoridades militares y civiles, y jefes y oficiales de! arma de Aviación. A ambos lados los sacerdotes y la centuria de honor de Albacete compuesta de camisas viejas v ex cautivos. La aviación no cesó en sus vuelos, proyectando sobre el cortejo unos potentes focos de luz amarilla que le iluminó por unos instantes.

Eran las ocho y media de la noche cuando llegó el cortejo ante el soberbio obelisco que señalaba la Cruz de los Caídos. Allí se entonó un responso, rezado por más de 12 sacerdotes. Terminado éste, la centuria de honor de Albacete dio escolta al féretro, acompañada de una interminable hilera de antorchas, hacia la parroquia de San Juan Bautista. El cortejo se inició con el clero con cruz alzada. Después el féretro, escolta de honor y presidencia. Fuerzas del 83 regimiento mixto de armas de acompañamiento, arma de Aviación y milicias. Cubrieron carrera, afiliados y afiliadas a las Falanges Juveniles y Sección Femenina Todas las calles del tránsito se hallaban cubiertas de laurel y flores.

A las nueve y media entró al cortejo en la parroquia de San Juan Bautista, siendo colocado el féretro en el centro del templo ante el Altar Mayor y ante él desfilaron las fuerzas que le habían acompañado.

Durante toda la noche se turnaron en guardia de vela, además de las primeras autoridades dos centurias de honor formadas por camisas viejas y ex cautivos. Sin cesar, al templo afluyó ingente cantidad de personas a orar unos minutos y desfilar ante el féretro.

A las cuatro y media de la madrugada del día 24, daban comienzo las misas de réquiem, y a las seis en punto se iniciaron los funerales. A las 8,15 de la mañana, el cortejo reanudó su marcha, llevado el féretro a hombros de milicias de Albacete. El trayecto por el que discurrió estaba cubierto por Milicias, Falanges Juveniles y Sección Femenina

El féretro fue conducido hasta la puerta del edificio de la Jefatura provincial de Falange, donde se rezó un nuevo responso. Miles de albacentenses, a pesar de la escarcha y el intenso frio, acompañan en silencio la comitiva.


José Antonio, a hombros de sus camaradas, en su caminar por la tierras de España.

A las 9,15, de la mañana los restos de José Antonio llegaron al arco final de despedida, levantado en la Fuente de las Cañicas. El pueblo siguió junto al cortejo y le acompañó durante varios kilómetros

Toda la carretera hasta el kilómetro 177, fue cubierta por Flechas y Pelayos y Sección Femenina. Allí las autoridades provinciales de Albacete, que llevaron el féretro sobre sus hombros, lo cedieron a la representación de Tarragona, que lo recibiría por medio de su jefe provincial José María Fontana.

A las cinco y media de la tarde la comitiva llegó al pueblo de La Gineta. Dos kilómetros antes de la entrada en La Gineta, se habían unido al cortejo las milicias, jerarquías y autoridades locales, así como numerosas personas, venidas de las aldeas próximas. Asimismo llegaron milicias y la Sección Femenina de Tarazona de la Mancha y Madrigueras, La entrada en el pueblo se realizó entre una gran hilera de hogueras encendidas a ambos lados de la carretera. Una escuadrilla de aviones sobrevoló sobre la comitiva, arrojando ramos de flores.

1939. Tres generaciones de españoles saludan brazo en alto el paso del cortejo fúnebre con los restos de José Antonio por tierras albaceteñas.


Junto a las primeras casas de La Gineta se había levantado un arco luminoso y los edificios se hallaban adornados en puertas y ventanas con colgaduras de la Bandera Nacional y mantones y lazos negros. En el centro del pueblo se realizó el relevo, cediendo las andas los militantes de Tarragona a la representación de Barcelona, recibiéndolo su jefe, el consejero nacional Luys Santamarina.

A las seis de la tarde, tras rezarse un responso, con un frio intenso, el cortejo salió del pueblo en dirección a La Roda. En la comitiva continuó la bandera de Falange Española Tradicionalista de Albacete y varias escuadras de camisas viejas, que llegaron hasta el límite de la provincia. Iban también los consejeros nacionales Fernández Cuesta y Bernal.

En Montalvo un gran arco con una enorme foto de José Antonio y una inscripción que dice: “José Antonio ¡Presente! Montalvo te recibe”

El siguiente relevo se produjo en el kilómetro 187, cuando las manecillas de los relojes marcaban las once de la noche, por la Falange de Barcelona, cuyo jefe provincial y consejero Nacional, Luys Santamarína, cedió el féretro con los restos de José Antonio, a la de Gerona, siendo recibido por su jefe provincial José Franquet Alemany.

Carlos Fernández Barallobre.

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