Articulo Firmado por el Coronel de Infantería (R) Ilmo. Sr D. Lorenzo Fernández-Nacarro de Los Paños. Aparecido en el Español Digital el día 5 de agosto de 2020.
Hoy 5 de Agosto, se cumplen 84 años del vil, cobarde y execrable asesinato de Marcelino Valentín Gamazo y sus tres hijos, uno menor de edad, a manos de milicianos socialistas (PSOE de entonces y de ahora) por orden directa y personal de Largo Caballero, ese criminal que por la degeneración que sufre España goza hoy de esculturas en Madrid y de calles en numerosas ciudades. Se da la circunstancia de que Valentín Gamazo era Fiscal General de la II República, es decir, republicano y nada sospechoso de implicaciones políticas de ninguna clase. Porque olvidar es volver a repetir, tenemos el honor de publicar de nuevo, para no olvidar, este magnífico artículo de nuestro asiduo colaborador el Col. Lorenzo Fez. Navarro a quien se debe primicia histórica tan significativa.
Marcelino Valentin Gamazo
Hoy, 5 de agosto del 2019, se cumplen ochenta y tres años del vil asesinato de cuatro miembro de una misma familia a manos de milicianos socialistas; Marcelino Valentín Gamazo y sus tres hijos: José Antonio de 21 años, Francisco Javier, de 20 y Luis Gonzaga de 17 años.
Esta es la crónica que debe servir para refrescar la verdadera memoria histórica.
No la memoria parcial y sectaria de la que la infame ley 52/2007 y su ampliación “democrática” con la que se pretende ocultar las salvajadas cometidas por el Frente Popular, de quien la actual izquierda española es admiradora y heredera.
Marcelino Valentín Gamazo había nacido en Arechavaleta (Guipúzcoa) el 14 de agosto de 1879. Así pues, al ser asesinado, le faltaban nueve días para cumplir 57 años. Abogado de profesión, fue secretario de los colegios de abogados de Madrid en tres ocasiones. Decano de los Abogados del Estado, llegó a ser Fiscal General de la República, cargo para el que había sido nombrado por Niceto Alcalá Zamora el 16 de noviembre de 1935 a propuesta del Ministerio de Justicia, tanto por su prestigio como jurista, como por el hecho de merecer toda la confianza del Gobierno de la República. Pues no debemos olvidar que Don Niceto Alcalá Zamora había sido el primer presidente del Gobierno Provisional de la República y finalmente llegó también a la presidencia de la Segunda República Española.
Marcelino Valentín Gamazo estaba casado con Narcisa Fernández Navarro de los Paños, con la que tuvo nueve hijos. Su esposa poseía fincas en Rubielos Altos, en la provincia de Cuenca, aunque la familia vivía en Madrid donde él ejercía su profesión. Su actuación profesional más notable, en el ejercicio del cometido que le correspondía como Fiscal General de la República, fue en la causa emprendida por el Tribunal Supremo contra el socialista Francisco Largo Caballero (el llamado Lenín Español) como principal responsable -instigador y organizador- del golpe de estado contra la “república burguesa” que la historiografía denomina “La Revolución de Octubre de 1934”.
Largo Caballero en la cárcel tras la Revolución de Octubre.
En dicha causa, Valentín Gamazo había pedido para Largo Caballero, cumpliendo el cometido que le correspondía como Fiscal General de la República, una pena de 30 años de reclusión, que era la que le correspondía al ser acusado de rebelión militar. Pues la “Revolución de Octubre” había sido un alzamiento en armas contra la República que causó más de mil muertos, siendo necesario el empleo del Ejército para sofocarla. Absuelto Largo Caballero merced a las presiones ejercidas sobre el Tribunal Supremo, y muy especialmente ante el temor a la reacción de las milicias armadas del PSOE si resultaba condenado. Valentín Gamazo presentó su dimisión, por haber quedado probado en el juicio la participación y responsabilidad de Largo Caballero como instigador y organizador de la Revolución de Octubre contra la República.
Con las elecciones de febrero de 1936 y la consecuente llegada al poder del “Frente Popular” mediante un “pucherazo” -hoy definitivamente establecido en la documentación que se aporta en el libro 1936 FRAUDE Y VIOLENCIA en las elecciones del FRENTE POPULAR de Manuel Álvarez Tardío y Roberto Villa García (Espasa 2017)- el Frente Popular, y especialmente el PSOE de Largo Caballero, ansiaba realizar la revolución bolchevique que implantara en España la “dictadura del proletariado” desquitándose del fracaso de 1934, cuando la República, en defensa de la legalidad, había sofocado la revolución mediante el empleo del Ejército, entre cuyas misiones estaba precisamente garantizar esa legalidad.
Y aunque suponga una digresión, es necesario resaltar la vocación “golpista” del PSOE, siquiera para desenmascarar la felonía que supone el intento de reivindicar hoy la “legalidad de la Segunda República” que subyace en la infame ley 52/2007. Cuando su trayectoria histórica ha sido conculcar cualquier legalidad, que no sea la que ellos se arrogan.
El comité de huelga de 1917 encarcelado: Largo caballero es el segundo por la izquierda
amos a verlo someramente.
Ya en una fecha tan temprana como el 13 de agosto de 1917, coincidiendo con la Revolución rusa, el PSOE pretendió subvertir el orden político vigente -la Monarquía- mediante una “Huelga General Revolucionaria” cuyo objetivo confesado por los promotores, era “cambiar el Régimen”. Pero si tenemos en cuenta que la Revolución Rusa se inicia formalmente el 24 de octubre de 1917 cuando los bolcheviques toman Petrogrado, no podemos hablar de un “contagio” sino más bien de una simultaneidad, lo que pone en evidencia que tras ambos procesos revolucionarios se hallaban los mismos inductores. Las logias masónicas y sus acaudalados patronos que desde el otro lado del Atlántico, subvencionaron la Revolución Rusa, apoyando a sus promotores y primeros dirigentes. En una gran mayoría hermanos de raza.
El 12 de diciembre de 1930, el PSOE intenta de nuevo subvertir el orden político vigente mediante la sublevación de Jaca. Pero nuevamente fracasa por la deficiente coordinación entre los implicados. Finalmente, y contra todo pronóstico, lo consigue el 14 de abril de 1931 cuando mediante un golpe de estado civil -pero no ajeno a la presión de las armas- consigue que unas elecciones municipales se transformen en plebiscito para determinar la forma del gobierno. Alfonso XIII propone entonces al Comité Revolucionario celebrar, en el plazo de tres meses, un plebiscito con todas las garantías para que el pueblo español se pronuncie, libremente, si quiere Monarquía o República.
«Chíviris» del PSOE.
La respuesta del Comité Revolucionario es conminarle para que abandone España: “antes de que se ponga el sol”. Y la Segunda República se proclama de forma manifiestamente ilegal por la deserción (deserción ante el enemigo, el más grave cargo contra un soldado) de S.M Alfonso XIII y por la cobardía de su Gobierno muy minado además por los “hijos de la viuda” y también ante el temor del baño de sangre que podría desatarse. Es decir, merced a esa “presión de las armas” que suponía la existencia de decenas de miles de hombres armados y entrenados, principalmente del PSOE, con su famosos “Batallones de Chíviris”
Pero volvamos a la memoria histórica de Marcelino Valentín Gamazo. Con los antecedentes ya apuntados, nada de extraño tiene que tras el pucherazo de febrero del 36 España entrara en un proceso pre revolucionario. En el que la violencia y la anarquía se adueñó de todo el Territorio Nacional con una permanente oleada de crímenes y huelgas, que la inexistente “autoridad” no quería o no podía atajar. El Frente Popular se aprestaba pues para dar su golpe de estado definitivo, que le permitiera derrocar a una República que denominaban “burguesa” e instaurar “la dictadura del proletariado”.
Esto no era un temor infundado de “las derechas” sino una inquietante certeza. Pues así lo había manifestado públicamente en numerosas ocasiones Largo Caballero:
Mítin en Linares el 20 de enero de 1936:
“… la clase obrera debe adueñarse del poder político, convencida de que la democracia es incompatible con el socialismo, y como el que tiene el poder no ha de entregarlo voluntariamente, por eso hay que ir a la Revolución”.
El 10 de febrero de 1936, en el Cinema Europa, Largo Caballero insistía:
“… la transformación total del país no se puede hacer echando simplemente papeletas en las urnas… estamos ya hartos de ensayos de democracia; que se implante en el país nuestra democracia”.
El 1 de noviembre de 1933:
“En las elecciones de abril (1931), los socialistas renunciaron a vengarse de sus enemigos y respetaron vidas y haciendas; que no esperen esa generosidad en nuestro próximo triunfo. La generosidad no es arma buena. La consolidación de un régimen exige hechos que repugnan, pero que luego justifica la Historia”.
“Tenemos que recorrer un periodo de transición hasta el socialismo integral, y ese período es la dictadura del proletariado, hacia la cual vamos”.
15 de agosto de 1933, en la Escuela de Torrelodones:
“Antes de la República creí que no era posible realizar una obra socialista en la democracia burguesa. Después de veintitantos meses en el gobierno… si tenía alguna duda sobre ello, ha desaparecido. Es imposible“. (“El Socialista”, 16-8-33).
“Se dirá: ¡Ah esa es la dictadura del proletariado! Pero ¿es que vivimos en una democracia? Pues ¿qué hay hoy, más que una dictadura de burgueses? Se nos ataca porque vamos contra la propiedad. Efectivamente. Vamos a echar abajo el régimen de propiedad privada. No ocultamos que vamos a la revolución social. ¿Cómo? (Una voz en el público: ‘Como en Rusia’). No nos asusta eso. Vamos, repito, hacía la revolución social… mucho dudo que se pueda conseguir el triunfo dentro de la legalidad. Y en tal caso, camaradas habrá que obtenerlo por la violencia… nosotros respondemos: vamos legalmente hacia la revolución de la sociedad. Pero si no queréis, haremos la revolución violentamente (Gran ovación). Eso dirán los enemigos, es excitar a la guerra civil… Pongámonos en la realidad. Hay una guerra civil… No nos ceguemos camaradas. Lo que pasa es que esta guerra no ha tomado aun los caracteres cruentos que, por fortuna o desgracia, tendrá inexorablemente que tomar. El 19 vamos a las urnas… Más no olvidéis que los hechos nos llevarán a actos en que hemos de necesitar más energía y más decisión que para ir a las urnas. ¿Excitación al motín? No, simplemente decirle a la clase obrera que debe preparase… Tenemos que luchar, como sea, hasta que en las torres y en los edificios oficiales ondee no la bandera tricolor de una República burguesa, sino la bandera roja de la Revolución Socialista”. (“El Socialista”, 9-11-33)
Tras esta lectura es momento de recordar que el Alzamiento Nacional tuvo lugar a los gritos de ¡¡¡Viva España!!! ¡¡¡Viva la República!!! Y que en lo alto del Alcázar de Toledo ondeaba la bandera republicana, mientras que ninguna de las tropas y milicias que acudían desde Madrid para someter a los alzados contra el Frente Popular, llevaban la bandera tricolor. Solamente llevaban las banderas rojas de la revolución. Con la hoz y el martillo, o simplemente la bandera roja del PSOE. Todo ello muy en consonancia con la declaración recogida en “el Socialista” que se resalta en negrita.
Lógicamente, en tal situación, la media España que no se resignaba a morir en manos de los revolucionarios, tomaba sus providencias. Derechas e Izquierdas, todos, eran conscientes de que se caminaba sin posible retorno hacia una guerra civil. Por su parte el Frente Popular daba por hecho que, tras el fracaso de la Revolución de octubre, esta nueva insurrección sería la definitiva. La que le permitiría establecer por fin la dictadura del proletariado y hacer la revolución. Y para “la derecha”, lo que le esperaba en un inmediato futuro, no tenía género de duda alguna: “En las elecciones de abril (1931), los socialistas renunciaron a vengarse de sus enemigos y respetaron vidas y haciendas; que no esperen esa generosidad en nuestro próximo triunfo.
1936. Entrega de armas a frentepopulistas en Madrid.
Y como para muestra vale un botón, decir que a todos los parques de artillería de Madrid se habían destinado “jefes de confianza” afiliados a la masonería, para facilitar el reparto de las armas depositadas en estos establecimientos a los milicianos de las diferentes organizaciones sindicales y partidos políticos del Frente Popular. Todo previsto para cuando se produjera la nueva y definitiva insurrección armada que debería dar comienzo a la revolución.
La única duda que hoy en día existe, es si esa nueva y definitiva “revolución proletaria” auspiciada por el PSOE, estaba preparada para el mes de octubre (fecha emblemática de la Revolución Rusa y también elegida para la insurrección armada de 1934) o iba a tener lugar en el siguiente mes de agosto para conseguir la sorpresa. Esta segunda posibilidad la avala el hecho de que, a pesar de la explosiva situación política y social, no sólo no se había dado orden de acuartelar las tropas, sino que por el contrario, se habían dado los permisos de verano en un número muy superior a la mitad de los efectivos.
1936 Recién iniciada la guerra civil, Largo Caballero rodeado de milicianos socialistas armados y puño en alto.
Por otro lado estaba perfectamente organizado el reparto de las armas depositadas en los parques de artillería a los milicianos del Frente Popular. De los cuales los más numerosos y organizados, eran los socialistas de la UGT.
Pero el 18 de julio de 1936, el Alzamiento Nacional “madrugó” al Frente Popular por utilizar una expresión mexicana, tan acertada como significativa.
Pero volvamos a las vicisitudes de Marcelino Valentín Gamazo. Como ex fiscal General de la República, y por ello persona con buenos “contactos” al haber ocupado tan relevante puesto en la organización del Estado, pensó que al estallar el inevitable enfrentamiento civil, que más pronto que tarde tendría lugar, estaría más seguro en Rubielos Altos en la casa y finca de su esposa Narcisa Fernández Navarro de los Paños, a donde se trasladó con toda su familia a principios del verano.
No avisó empero de la contingencia a su cuñado, Lorenzo Fernández Navarro de los Paños, al que luego sorprendería el Alzamiento Nacional en Madrid, junto a su esposa Amelia Medrano Moreno, por lo que tuvieron que pasar allí toda la guerra arrostrando los peligros y penalidades del Madrid rojo.
La Avenida Reina Victoria en plena guerra civil.
Y es importante reseñar, desmontando las infinitas falacias propaladas ahora por los herederos del Frente Popular, que vivían en la calle Reina Victoria, donde en los numerosos solares de la zona, aparecían todas las mañanas los cadáveres de los asesinados durante la noche, que eran recogidos durante el día por un “servicio de limpieza” municipal. Servicio de recogida al que las milicianas viéndolo pasar, mientras hacían “la cola” ante los puntos de abastecimiento, llamaban en tono jocoso “el carro de la carne”.
Posteriormente, cuando Franco comunicó a las autoridades republicanas que declaraba aquella parte de Madrid “zona de guerra” (por su proximidad a las posiciones de ambos bandos situadas en la Ciudad Universitaria) los vecinos fueron trasladados a otras partes de la capital. Y mis abuelos se mudaron al otro extremo de la ciudad, a Goya. Concretamente al Nº 88, 2º centro derecha, de la Calle Jorge Juan. En las proximidades de donde hoy se alza el Palacio de Deportes
Marcelino Valentín Gamazo
Pues bien, el día 5 de agosto de 1936, cuando se encontraban en el interior de la vivienda los tres hijos mayores del matrimonio, José Antonio, Francisco Javier y Luís Gonzaga Valentín Fernández, jugando al frontón con su primo hermano Jesús María Fernández Medrano de 19 años, se presentó a media mañana en la casa un grupo de diez o doce milicianos en una camioneta requisada. Tras Penetrar en el patio de la vivienda, manifestaron que habían venido para llevarlos a Albacete a declarar. En un principio los tres hermanos se negaban a subir al camión e incluso pensaron resistirse a la “detención” haciéndoles frente con las numerosas escopetas y munición que había en la casa. Pero presentado el padre, Marcelino Valentín Gamazo, “hombre de orden” como correspondía a un notable jurista que había sido nada menos que fiscal general de la República, les ordenó que obedecieran, pues al no tener ningún cargo contra ellos, tras tomarles declaración quedarían en libertad.
Jesús María Fernández Medrano, sobrino de Marcelino Valentín Gamazo, se negó a subirse al vehículo con sus primos, desobedeciendo la indicación de su tío y diciendo a los milicianos que él no era de esa casa y que no se subía al camión. Tras un forcejeo verbal, y como sus primos ya se sumaban a la negativa de marcharse con los milicianos, y hacían intención de bajarse del vehículo desobedeciendo a su padre, se creó un momento de gran tensión. Y ante el temor de que hubiera más hombres en la casa, los milicianos optaron por irse sin él, no sin antes decirle: ya volveremos por ti otro día.
Frentepopulistas se congratulan de su «hazaña»
En cuanto se alejaron del pueblo los ataron, y tras vejarlos y torturarlos durante todo el día, los asesinaron al día siguiente en un olivar situado en el margen derecho de la carretera que va de Tébar al Picazo.
Y Fueron tan canallas que los asesinaron de menor a mayor. Primero al pequeño Luis Gonzaga, de 17 años. Luego a Francisco Javier de 20. Después al mayor, José Antonio de 21 años… y finalmente al padre al que obligaron a presenciar la muerte de sus tres hijos
Cruces en el lugar de los crímenes.
Dejaron los cuatro cadáveres pudriéndose al terrible sol de agosto. Y como podía esperarse de aquellas alimañas, ni tan siquiera ejercieron la séptima de las obras corporales de la misericordia, enterrando sus cuerpos en la cuneta. Luego pararon en el Picazo a tomar unos refrescos, donde se vanagloriaron de su “hazaña”.
A alguno de los hijos debió costarle morir con los disparos de las escopetas, pues entre risotadas comentaron en el bar…. ¡estaban duros los perdigones![1]
Cuando se supo en el pueblo que habían aparecido los cuatro cuerpos tirados en un olivar, se fue a buscarlos, trayéndolos atravesados sobre caballerías y envueltos en mantas, pues ya había comenzado la descomposición de los cadáveres. Se deja a la imaginación del lector recrear la escena dantesca de la madre, y el resto de los hermanos y hermanas pequeñas, (cinco en total, pues uno de los hijos, Alfonso, ya había muerto en la infancia) ante la llegada de los cuerpos de su padre y de sus tres hermanos mayores.Fueron descargados de las caballerías en el mismo lugar de donde habían partido, y testigos presenciales de aquel momento dramático, relataron que la madre, Narcisa Fernández Navarro de los Paños, fue quitando las mantas que cubrían los cadáveres al tiempo que los nombraba uno a uno.
Narcisa a la edad de ocho años.
No derramó ni una lágrima…. pero por la palma de las manos le corría la sangre producida al clavarse las uñas.
Por su parte, en cuanto había llegado a Rubielos Altos la noticia de que habían aparecido los cuatro cadáveres, Jesús María Fernández Medrano escapó del pueblo con su hermana Mercedes de tan solo 17 años ante la seguridad de que los milicianos volverían a por él. En principio se dirigieron a la Roda buscando la protección del alcalde socialista amigo de la familia, quien les dijo que allí no debían quedarse, pues no podía garantizarles la vida. Manifestándoles su desolación porque sólo en la noche anterior ya le habían matado veinte hombres. De hecho, en este pueblo de Albacete, fueron asesinados más de sesenta personas. En varios casos dos y tres miembros de la misma familia.
Ante la imposibilidad de encontrar protección en La Roda, continuaron hasta Cartagena donde ya se había producido el asesinato en masa de oficiales de la Armada, algunos de los cuales habían sido arrojados al mar atados de dos en dos, en los llamados “matrimonios republicanos” para que en la desesperación por permanecer a flote, se ahogaran mutuamente mientras disfrutaban contemplando la escena sus verdugos.
Estela funeraria en el lugar de los crímenes.
Jesús María recordaba con nitidez el espectáculo de los milicianos y sus coimas, de mono y gorrillo, contando tales hazañas, e incluso como una de ellas manifestaba su admiración ante el valor demostrado por alguno de aquellos desafortunados oficiales de la Armada.
No deja de resultar curioso que este suplicio de arrojar dos víctimas atadas entre sí al agua, y con el mismo nombre, fuera utilizado también durante la Revolución Francesa con víctimas arrojadas al Sena. Pudiera ser ello debido a que detrás de ambas revoluciones, estaba una masonería que transmitió ideas y “procedimientos
Esquela de abogados asesinados por el Frente Popular y sus milicias: el primero, tras José Calvo Sotelo, el Fiscal General Sr. Gamazo.
En aquella Cartagena en manos del Frente Popular, el peligro que corrían ambos hermanos era evidente. Jesús María había nacido y vivido hasta los nueve años en Buenos Aires y aún conservaba un muy notable acento argentino, hasta el punto de ser llamado en el colegio “el pibe”. Con un pañuelo blanco y un providencial lazo azul que llevaba su hermana se agenció un a modo de brazalete con los colores de la bandera de La Argentina. Con ello, y con su marcado acento argentino, consiguió pasar algunos controles haciéndose pasar por súbdito de esa nación. Y cuando un miliciano le preguntó en tono chulesco y jocoso, a la vista del blanco y azul que llevaba en el brazo “si era hijo de María” respondió con fingida sorpresa, forzando el acento porteño: No, soy hijo de “Lorenso” y de Amelia.
Tras mil vicisitudes y peligros, logaría llegar con su hermana Mercedes a Alicante y embarcar en un vapor que se dirigía a La Argentina con pasajeros de esta nacionalidad que trataban de salir de aquel infierno de anarquía y violencia en que se había convertido la “zona roja”
Cuando navegaban por el Estrecho se aproximó al mercante un barco de guerra de la marina roja. Cundió el pánico entre el pasaje, pues ya se sabía que en alguna ocasión barcos de pasajeros habían sido detenidos en alta mar por unidades de la flota del Gobierno del Frente Popular, y localizando entre el pasaje a algunos españoles que había conseguido embarcar, y huían de zona roja, los habían transferido al barco de guerra. Posteriormente, tras ser desembarcados, habían terminado asesinados o en prisión.
La presencia de un barco de guerra alemán, que acompañó al mercante argentino durante unas decenas de millas, conjuró el peligro y devolvió la tranquilidad al pasaje.
Cuando el barco hizo escala en Lisboa, Jesús María Fernández Medrano desembarcó con su hermana, y sabiendo por las noticias escuchadas a bordo que Badajoz acababa de ser liberado por las columnas Nacionales, atravesando Portugal se dirigió a esta ciudad. Al salir de Rubielos Altos había tomado la precaución de coger unas monedas de plata de 5 pesetas que le resultarían vitales. Ya en Badajoz, tras dejar a su hermana en un convento, se puso en la cola de un “banderín de enganche” donde el Ejército Nacional reclutaba y filiaba a los voluntarios que se presentaban.
Jesús Mª Fernández Medrano, con 20 años, de requeté, disfrutando de una de las icónicas latas de sardinas.
Tras la mesa había un sargento y un oficial, que anotaban en sendos cuadernos los datos básicos de los filiados. Sobre la mesa un fusil, y a unos cien metros, al pie de un terraplén unas cuantas botellas.
-¿Has disparado alguna vez un arma de fuego? -preguntó el sargento-
-Sí, escopetas, soy cazador-
Pues coge el fusil, y toma un cartucho… y tras indicarle someramente como se introducía en la recámara y se acerrojaba le dijo
-Dispara a una de esas botellas-
A cien metros la pulverizó con el primer disparo.
-¡Esta bien! ¡Al frente de Madrid!-
Y con tan elemental y acelerado periodo de instrucción, fue asignado a la columna Castejón que proseguía el avance hacia la capital de España. Los malos tiradores que no hacían blanco, eran derivados a los destacamentos de ocupación y limpieza de la retaguardia. Los completamente negados eran encuadrados en pelotones, para que un suboficial les diera los conocimientos básicos durante unos días.
Aunque inicialmente lo integran en la segunda centuria de la Falange de Badajoz, posteriormente pasa destinado a la compañía Guadalupe del “Tercio del Alcázar” pues antes de iniciarse la guerra había estado afiliado a la Comunión Tradicionalista.
La primera vez que entró en fuego fue en la toma de Alange. Aquellos voluntarios, sin instrucción ni encuadramiento, recibieron orden de avanzar sobre una loma ocupada por el enemigo. Mientras trepaban ladera arriba, escucharon unos cañonazos y a continuación oyeron el paso de los proyectiles sobre sus cabezas, con ese característico zumbido similar al vuelo de un abejorro. Todos dieron el “barrigazo” permaneciendo cuerpo a tierra hasta que pasados unos minutos llegó un sargento diciendo: ¡cojones, seguir! ¡que la que está tirando es nuestra artillería!
Y los 20 años los cumple el 9 de noviembre de 1936… ya en las trincheras de la Casa de Campo que rodean la capital.
Jesús Mª Fernández Medrano, Teniente en la División Azul.
Como al producirse al Alzamiento Nacional, estudiaba la carrera de Ciencias naturales en la Universidad Central de Madrid, es enviado a realizar el curso de Alférez Provisional, y tras terminarlo, ya con este empleo, toma parte en las operaciones que conducen a la toma del Puerto de Pajares. Al asaltar al frente de su sección, la posición fortificada enemiga el Canto de la Majada, es herido leve consiguiendo no obstante ocuparla desalojando al enemigo. Su acción es destacada, hasta el punto de que su capitán le dice: “Chaval, hoy te has ganado la medalla militar”. Algo que no llega a materializarse porque en la encarnizada lucha para entrar en Asturias, con numerosas reorganizaciones de las unidades debido a las bajas sufridas, no llega a elevarse la propuesta a pesar de lo prometido.
El 30 de diciembre de 1937 es herido gravemente en el asalto al campo atrincherado situado entre la carretera y el ferrocarril en las operaciones iniciadas para la reconquista de Teruel. A consecuencia de ello estará a punto de serle amputado el brazo derecho que finalmente consigue salvar.
Terminada la Cruzada de Liberación Nacional y tras el preceptivo curso, pasa de Alférez Provisional, a Teniente Efectivo, empleo con el que marcha voluntario a Rusia encuadrado en la División Azul. Toma parte en la batalla de Krasny Bor en la que sometido al vendaval de fuego soviético recuerda aquellos cañoncitos del “siete y medio” que habían conturbado su ánimo en la toma de Alange tan solo siete años antes.
Su incorporación a la División Azul, como la de tantos voluntarios, estuvo motivada por su personal memoria histórica de lo que había supuesto la dominación Roja en España. Y su deseo de, tras haber participado en la Cruzada española contra el marxismo, tomar parte en la nueva Cruzada Europea que pretendía liberar al pueblo ruso, y a todos los pueblos de Europa, de la ergástula soviética.
En 1958 une los dos apellidos de su padre, pasando su filiación a ser Jesús María Fernández-Navarro de los Paños Medrano.
Pero veamos ahora el desenlace del abominable crimen del que fueron víctimas su tío y sus primos.
Tres años después de finalizada la guerra, uno de los integrantes de aquel pelotón de asesinos fue localizado por casualidad en Madrid por el conductor y dueño de la camioneta requisada para cometer el delito y por ello testigo por ello de los hechos. Al pasar por delante de un edificio en construcción, uno de los obreros se acercó a pedirle fuego. Su cara le resultó vagamente conocida, aunque sin poder precisar en dónde podía haberla visto antes. Pasados algunos días, pudo recordar aquella fisonomía. Era de uno de los milicianos que le habían requisado el camión obligándole a trasladarlos a Rubielos Altos, de donde se habían llevado a aquel hombre y a sus tres hijos a los que posteriormente habían matado. Denunciado el hecho a la policía, el sujeto fue detenido y se le formó causa por el múltiple asesinato. Tras el correspondiente juicio, fue condenado a muerte y pagó su crimen ante el pelotón de fusilamiento.
Hoy es una más de las «víctimas de la represión franquista» que ha sido elevado a los altares laicos como “mártir de la democracia” por la infame ley de la memoria histórica.
El resto de la partida de facinerosos logró eludir su responsabilidad criminal, tal vez escapando al extranjero. Y hoy también son acogidos con amorosos brazos en el artículo 2, Reconocimiento general, de la ley 52/2007 que tras establecer en el punto uno el carácter radicalmente injusto de todas las condenas dice en el punto tres: Así mismo se reconoce y declara la injusticia que supuso el exilio de muchos españoles durante la Guerra Civil y la Dictadura.
También Pudiera ser que el resto de la partida de milicianos no escaparan al extranjero, permaneciendo en alguna de las grandes ciudades españolas como había hecho el único que pagó con la vida su culpa. Y donde al no ser descubiertos, llevarían una vida normal, incluso alcanzando un notable progreso social en la pujante “España franquista” que se redimía de un atraso de siglos.
Pudiera ser incluso que sus descendientes sean hoy votantes de Podemos, Izquierda Unida o el PSOE. Y que si sus ancestros asesinaron a mansalva a cualquier español tildado de “fascista”, por el hecho de no seguir dócilmente las consignas de su ideología marxista, ir a misa o ser “ricos”, hoy los descendientes de las víctimas vuelven a ser fusilados -por ahora solamente a salivazos- con la infame ley 52/2007 y de nuevo perseguidos socialmente bajo la misma acusación de “fascistas”.
Precisamente uno de los objetivos de la ley 52/2007, además de revertir el desenlace de la Cruzada, es ocultar el pasado asesino del Frente Popular, desviando sus culpas sobre las víctimas.
EPÍLOGO:
Cuando el 14 de abril de 1931 se proclamó la Segunda República, la abuela de Jesús María Fernández Medrano, el único que salvó la vida aquel aciago 5 de agosto de 1936, lloraba desconsoladamente.
Ante ello, Marcelino Valentín Gamazo, el preclaro jurista que tan solo tres años después llegaría a ostentar nada menos que el cargo de Fiscal General de la República, le decía: ¡¡¡Por Dios Señora!!! ¡¡¡No se preocupe!!!…. parece mentira que usted, que tiene mundo, que ha vivido en la República Argentina, tenga esa prevención a un régimen político tan válido como cualquier otro.
A lo que Mercedes Moreno Vílchez, (madre de Amelia Medrano Moreno, consuegra de Marcelino Valentín Gamazo) le respondía:
-Sí Marcelino, si me preocupo, que en España la república es quemar iglesias, matar curas y monjas y asesinar a personas de orden.
Y Marcelino Valentín Gamazo le respondía: ¡¡¡Por Dios señora, pero que cosas tiene usted!!! Acompañando la exclamación con un expresivo gesto de indulgencia, ante los temores de aquella señora ya entrada en años.
1936 El cadáver de Marcelino Valentín Gamazo, asesinado por milicianos marxistas.
Se dice que ante la inminencia de la muerte, los recuerdos de toda una vida acuden en tropel a la mente, con inusitada viveza de la memoria. ¿Recordó Marcelino Valentín Gamazo, antes de ser asesinado, aquella conversación que había mantenido tan solo seis años antes?
Si todavía tenía alguna esperanza, sin duda se disipó cuando la camioneta se detuvo en aquel solitario y apartado paraje, y cuando aquellos abyectos asesinos los bajaron del camión atados, cual reses que van al matadero. Muy posiblemente entre mofas -baste recordar los posteriores y jocosos comentarios en el Picazo- obligándoles a internarse unos metros en el olivar, mientras preparaban las escopetas cargadas con postas.
Según el relato del conductor del camión, que estaba presente, y luego fue el principal testigo de cargo en el juicio habido contra el único que pagó con su vida el crimen cometido, el padre pidió que le disparasen primero a él. Bien fuera para no presenciar la muerte de sus hijos, o tal vez con la esperanza de que con su muerte tuvieran suficiente y respetaran la vida de sus hijos. Esta petición, en lugar de moverlos a compasión, fue precisamente la que les dio la idea para la crueldad suprema. Procediendo a darles muerte en orden inverso a sus edades. Empezando por el más pequeño y finalizando con el padre, al que obligaron así a presenciar la muerte de sus tres hijos.
¡¡¡Cuántas veces le oí decir a mi padre a lo largo de su vida!!! Si mis primos hubieran sabido lo que les esperaba, no se habrían subido tan dócilmente al camión. Porque mi tío no era valiente, pero mis primos si… y en la casa había más de siete escopetas y abundante munición. Les hubiéramos hecho frente, aunque luego hubiésemos tenido que huir tratando de llegar a Zona Nacional.
Y una consideración final.
Todo parece indicar que entre los milicianos socialistas pertenecientes al pueblo de La Jara que cometieron el cuádruple asesinato, figuraba alguno llegado expresamente desde Madrid. La larga mano del “Lenín Español” había tomado sus providencias para hacerle pagar, al que fuera Fiscal General de la República, la osadía de acusarlo en la causa que se había seguido contra él. Acusación ejercida en defensa de la República. “En Defensa de la República” se llama precisamente un pequeño librito en el que con profusión de datos y fotografías, se documenta la insurrección armada contra la legalidad republicana promovida por el PSOE y la Esquerra catalana.
Y es que el PSOE ha sido, es, y será, una maldición bíblica para España. Hizo inviable la Segunda República, que podía haber servido para superar un atraso multisecular y las nefastas consecuencias con que las sangrientas guerras dinásticas que habían ensangrentado España y enconando su convivencia de los españoles. Ahora, con el sectarismo revanchista de su infame ley de la memoria histórica, harán fracasar la pretendida concordia de la Transición. Concordia en la que nunca creyeron y por todos los medios han intentado evitar. Aunque al principio pudiera parecer lo contrario, pues guiados por el vil aforismo de “Lame la mano que no puedas morder” ocultaron el rencor inextinguible que anida en sus corazones.
Hoy, considerándose ya suficientemente fuertes, se han quitado la careta. Buscan un nuevo enfrentamiento que lograrán, a corto o largo plazo, si llega a producirse la profanación del Valle de los Caídos. El monumento señero de la reconciliación nacional.
Y ese nuevo enfrentamiento sucederá fatalmente si es exhumando el cuerpo embalsamado de Francisco Franco. No debe olvidarse que el general Gutiérrez Mellado, -un icono para la izquierda “progresista”- ya vaticinó que “el futuro de la democracia pasaba por el respeto a la figura de Franco”.
El olvidarlo y persistir en la obsesión de profanar su sepultura (tras haber profanado ya su obra y su memoria) puede ser “casus belli”. Tal vez es eso precisamente lo que busca el PSOE, como buscó la guerra en 1936. Ahora buscan de nuevo el enfrentamiento, ilusionados con el refrán que dice “a la tercera va la vencida” pero sin reparar en ese otro que dice “no hay dos sin tres”
En cualquier caso serán responsables de las consecuencias, por haber desoído las palabras de Gutiérrez Mellado.
Por nuestra parte debemos ser conscientes de que la mejor forma pacífica, de evitar que una vez más el PSOE consiga sus propósitos cainitas, es apercibir del peligro a los españoles divulgando su negra historia.
Y en eso debemos incidir. En el relato de una memoria histórica veraz, como la narrada. Frente a la espuria memoria histórica que pretende imponer la infame ley 52/2007.
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