A mediodía del 15 de diciembre, la banda terrorista ETA asesinaba en San Sebastián al Policía Nacional Eduardo Navarro Cañada, y hería gravemente a su compañero de patrulla, Clemente Medina Monreal, que tardó 637 días en curar de sus heridas pero quedó incapacitado para desempeñar su profesión de Policía. También resultó herido de bala un transeúnte, Crescencio Martínez Lecumberri, que pasaba por el lugar de los hechos en el momento del atentado y que fue asistido en la Casa de Socorro.
Policía Eduardo Cañada Navarrro
El atentado perpetrado en el bulevar donostiarra se produjo poco antes de las doce del mediodía, cuando dos agentes de la Policía Nacional se encontraban patrullando a pie en su recorrido rutinario, formando parte de un dispositivo policial, incluido en el plan ZEN, puesto en marcha ocho meses antes, y que tenía por objetivo normalizar la presencia de agentes de las Fuerzas de Seguridad en las calles de las capitales vascas y lograr una mayor cercanía con los ciudadanos.
Hacia las 11:45 horas, dos miembros jóvenes de la banda terrorista ETA, a cara descubierta, vestidos con el uniforme de la Policía Municipal, se apearon de un vehículo de ese Cuerpo policial que habían robado horas antes y se acercaron a los dos agentes de la Policía Nacional y, sin mediar palabra, dispararon sobre ellos a corta distancia. El Policía Nacional Eduardo Navarro recibió un disparo en el cráneo desplomándose muerto prácticamente en el acto. Empleadas del comercio Sederías de Oriente, a cuya puerta su produjo el atentado, asistieron con rapidez a las víctimas, taponando con toallas sus graves heridas. Ante el pavor causado por el atentado, un hombre al que le había rozado una bala, se refugió en la tienda, al igual que un matrimonio que entró en ella en plena crisis nerviosa.
El Policía Nacional Eduardo Cañada, fue trasladado inmediatamente a un centro sanitario de la Cruz Roja, donde el equipo clínico no pudo hacer otra cosa que certificar su defunción. Clemente Medina, el otro policía de la patrulla, fue asistido en un centro sanitario, donde a primeras horas de la tarde era intervenido quirúrgicamente de una bala en el maxilar. Ambos Policías Nacionales pertenecían a la compañía de reserva del Cuerpo con sede en Valencia y que habían sido trasladados, hacía dos semanas, al País Vasco dentro del programa de medidas de seguridad previstas en el plan ZEN.
Nada más cometer el atentado, los dos agresores se dieron a la fuga a pie y posteriormente subieron a un Seat 1430 de color blanco perteneciente a la Policía Municipal de San Sebastián a la que habían sustraído el vehículo unos minutos antes. Una llamada anónima había anunciado en la Inspección Municipal que en el monte Ulía se encontraba un individuo desnudo atado a un árbol. Desplazados dos agentes municipales al lugar, fueron sorprendidos y desarmados mientras buscaban entre los árboles al individuo. Posteriormente fueron atados a un árbol y los agresores, despojándoles de sus uniformes, huyeron llevándose su vehículo.
Fuerzas de la Policía Nacional, encontraron, tras el atentado, en la calle de la Salud, en el barrio de Amara el vehículo de la Policía Municipal usado para el atentado. En el interior del mismo se encontraron dos armas cortas que fueron las que se utilizaron para tirotear a los dos Policías Nacionales.
Entierro del Policía Eduardo Cañada Navarro
La capilla ardiente con el féretro de la víctima fue instalada en el salón del trono del Gobierno Civil de San Sebastián y el funeral por su alma se celebró al día siguiente 16 de diciembre en la catedral del Buen Pastor de San Sebastián, con asistencia del ministro de Interior, José Barrionuevo; Capitán General de la Región Militar; Delegado del Gobierno en el País Vasco; director general de la Policía, Rafael del Río; inspector jefe de la Policía Nacional, Félix Alcalá Galiano; Gobernadores Civil y Militar; el alcalde de la ciudad, Ramón Labayen y otras autoridades y representantes políticos, de la Diputación Foral y del Gobierno vasco, así como comisiones del Ejercito, Policía Nacional y Guardia Civil.
Durante el acto pudieron oírse los gritos de varias mujeres pidiendo el "estado de excepción en Vascongadas". Tras finalizar el funeral, oficiado por el sacerdote Miguel Altuna, el féretro del Eduardo Navarro, envuelto en la Bandera Nacional, fue sacado a hombros, por sus compañeros en medio de una gran ovación, gritos y Vivas a España y a la Policía Nacional mientras la Unidad de Música del Gobierno Militar de San Sebastián interpretaba la marcha “La Muerte no es el Final” y el toque de oración. Posteriormente el ministro Barrionuevo atravesó a pie las calles céntricas de la ciudad, cubiertas con un amplio dispositivo policial, hasta llegar al lugar del atentado. Un sacerdote rezó un padrenuestro y a continuación el ministro depositó un ramo de flores y fue informado por los compañeros de las víctimas de la forma en que se produjo el asesinato.
El ministro visitó al policía herido, Clemente Medina, y poco después abandonó la ciudad para dirigirse a Leiza, donde se entrevistó con responsables del cuartel de la Guardia Civil de esa localidad navarra.
Tras los actos fúnebres, el ministro ofreció una rueda de prensa en la que manifestó: “La respuesta de un Estado democrático a esta nueva escalada terrorista tiene que ir dirigida a la continuación de la estrategia adoptada y que va en la línea del programa anunciado por el presidente del Gobierno”. A continuación, Barrionuevo afirmó que continuaría trabajando en la misma línea “con la moral de que vamos a poder con ellos, aunque sabemos que tendremos que soportar alguna tragedia más como ésta. Sin embargo, ya pueden perder la esperanza de que haya en nuestros planes la más mínima modificación”.
Los restos mortales de Eduardo Navarro fueron trasladados por avión hasta Valencia tras terminar el funeral en San Sebastián. Fue enterrado esa misma tarde con la presencia de numerosos ciudadanos, en un ambiente de enorme tensión y constantes gritos contra Eta, el terrorismo y el gobierno.
El atentado contra los dos agentes de Policía fue cometido por el agente de la Ertzaintza y miembro del grupo Bianditz de ETA Pedro María Briones Goicoechea, que en 1987 fue condenado por la Audiencia Nacional a 26 años de prisión mayor por un delito de atentado con el resultado de muerte, a otros 17 años de reclusión menor por un delito de asesinato en grado de frustración, seis años por depósito de armas y un año más por estragos.
Tres años después, en 1990, fue condenado por los mismos delitos y a las mismas penas el también miembro de ETA Pablo José Gómez Ces, que fue detenido en Italia, tras ser localizado el 6 de octubre de 1987 en un instituto religioso de Vía Achile Mauri, en el barrio de Monte Mario, de Roma. El etarra había llegado tres meses antes a ese centro, en el que se presentó como profesor de lenguas, y se inscribió en un curso sobre historia de las religiones. Un tercer etarra, Rafael Echebeste Garmendia, no pudo ser juzgado por el asesinato de Eduardo Navarro, porque falleció, junto a la también etarra María Teresa Pérez Sever, en agosto de 1987 en San Sebastián debido a la explosión de un coche-bomba que preparaban para cometer otro atentado. De los tres, los autores de los disparos contra El Policia Nacional Eduardo Navarro fueron Echebeste y Gómez Ces, mientras que el ertzaina Briones permaneció como conductor en el vehículo policial con el que emprendieron la huida.
El ertzaina Briones que había ingresado en Eta en 1983 y en la policía autónoma vasca en 1985, recibió de Instituciones Penitenciarias el tercer grado en 1990. Briones alias “Kepa”, fue detenido por la Guardia Civil el 27 de junio de1986. Ni cuatro años había permanecido en la cárcel cuando se le concedió el régimen abierto, En su ficha de liquidación de condena figura que no iba a cumplir las penas a las que le había condenado el tribunal que se extendían hasta el 19 de noviembre de 2016.
El otro etarra, Pablo Gómez Ces, que accedió al régimen abierto en 1997 después de desvincularse de ETA, estaba en prisión desde 1989 tras ser condenado a 61 años de cárcel.
Pablo Gómez Ces es en la actualidad tesorero de Unidad Popular en Común, la nueva marca desgajada de Ahora en Común- el nuevo partido de Alberto Garzón, según figura en el Registro de Partidos del Ministerio del Interior. Además, el partido tiene como sede el despacho del abogado Gonzalo Boye, en la calle Pilar de Zaragoza número 9. Boye cumplió condena por colaborar con ETA en el secuestro de Emiliano Revilla.
Eduardo Navarro Cañada tenía 27 años. Era natural de Burjasot (Valencia), estaba casado y tenía dos hijos de corta edad. De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se le concedió la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior le concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo.
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