1 DE ABRIL DE 1992, MADRID AQUILINO JOAQUÍN VASCO ÁLVAREZ, CORONEL RETIRADO DEL EJÉRCITO DEL AIRE.
Coronel del Ejército del Aire retirado Aquilino Joaquín Vasco Álvarez.
El día 1 de abril de 1992, de resultas de sus graves heridas, provocadas por el envió por parte de la organización terrorista ETA, de un paquete-bomba, fallecía a las 22.15 en la unidad de vigilancia intensiva del hospital Gregorio Marañón de Madrid, el coronel del Ejército del Aire retirado AQUILINO JOAQUÍN VASCO ALVAREZ,
El coronel del Ejército del Aire retirado Joaquín Vasco Álvarez, había resultado con heridas de carácter grave al hacer explosión, sobre las 20, 15 horas de la noche del día anterior, el día anterior, un paquete-bomba enviado a su domicilio, en Madrid. El coronel, que perdió tres dedos de la mano derecha y sufrió heridas en el pecho, tráquea, lesión traumática en el ojo derecho, múltiples lesiones en la cara y el cuello y otras heridas en la zona submandibular con pérdida de sustancia, salvó, en un primer instante, la vida gracias a que sospechó que el paquete, que simulaba ser una cinta de vídeo, podía contener una bomba, por lo que decidió abrirlo en la terraza de su domicilio, situado en el número 33 de la calle de Clara del Rey, un edificio de viviendas militares. La explosión de la carga oculta en el paquete pudo ser escuchada por los vecinos del inmueble.
La víctima fue reanimada en su propio domicilio por la dotación de una UVI móvil minutos después de la deflagración, para ser trasladado más tarde al hospital Gregorio Marañón, con la cara y las manos totalmente ensangrentadas y donde fue sometido a una intervención quirúrgica,
El artefacto explosivo fue llevado por un cartero. El envío explosivo, que tenía un peso de unos 250 gramos estaba entre la correspondencia que recogió un hijo del coronel. Vasco y su esposa llegaron a comentar sus sospechas sobre el contenido del paquete. Pese a eso el coronel decidió abrirlo, pero tomó la precaución de hacerlo en la terraza.
La Policía no conseguiría determinar si el paquete iba dirigido a la víctima o a su hijo, que era también coronel del Ejército del Aire y se llamaba igual que su padre, ya que la falsa cinta iba destinada a Joaquín Vasco. José Joaquín Vasco Gil era jefe de la base aérea militar de Gando (Gran Canaria) y vivió en el domicilio familiar hasta que fue destinado a las Canarias, hacía unos dos meses. Nada más conocer la noticia del atentado, se trasladó a Madrid en avión.
Joaquín Vasco Álvarez tenía 78 años. Estaba casado y era padre de varios hijos. Su funeral tuve lugar en la mañana del 3 de abril, en la capilla del Hospital General del Aire, oficiado por el vicario general castrense, José Manuel Estepa. Posteriormente sus restos fueron cristianamente sepultados en el panteón del Ejército del Aire del cementerio madrileño de La Almudena.
De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se le concedió la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior le concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo.
A día de hoy el asesinato del coronel Aquilino Joaquín Vasco continúa impune.
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