1 DE JUNIO DE 1994. MADRID. GENERAL DE BRIGADA DEL EJÉRCITO DE TIERRA JUAN JOSÉ HERNÁNDEZ ROVIRA.
General de Brigada de Infantería Juan José Hernández Rovira.
Sobre las 8:40 horas de la mañana del 1 de junio de 1994, la banda terrorista ETA asesinaba en Madrid al general de Brigada del Ejército de Tierra del arma de Infantería, JUAN JOSÉ HERNÁNDEZ ROVIRA.
El general Hernández Rovira abandonó su domicilio de la madrileña calle de Antonio Arias, cerca del parque del Retiro, poco antes de las 8,45 horas de la mañana, acompañado de una de sus hijas, de 25 años de edad. Vestido de paisano, tras despedirse de su hija, se dirigió caminando a su coche oficial para trasladarse a su oficina en el ministerio de Defensa, que le esperaba en la esquina de la calle de Ibiza, pocos metros más arriba del portal de su casa. En ese momento dos personas, un hombre y una mujer, se le acercaron por la espalda y por la derecha, abriendo fuego contra él. Cinco de los disparos alcanzaron al general en el pecho y en el cuello. Otros dos, impactaron en el vehículo oficial, un Ford Orion de color azul, blindado y sin distintivos externos.
Fue un hombre alto, vestido de azul y con botas altas, quien disparó contra el general, que cayó al suelo al recibir los primeros impactos mientras su hija gritaba. Dos albañiles que trabajan en una obra cercana relataron que, una vez en el suelo la víctima, el terrorista le remató disparándole a la cabeza a sangre fría, con total tranquilidad. Tras asesinar al general el terrorista disparó al conductor del vehículo oficial, un soldado que realizaba el Servicio Militar, pero las balas no le alcanzaron. Una mujer le cubrió la retirada, y un tercer etarra les aguardaba en un coche con el que emprendieron la huida.
El hijo mayor del general Hernández bajó a la calle tras oír los disparos. “Han matado a mi padre, han matado a mi padre”, fue la única frase que pudo articular, presa de un ataque de histeria.
El general Hernández Rovira fue atendido inmediatamente por una empleada del Hospital Gregorio Marañón que caminaba por esa calle en dirección a su trabajo. Aun con viva el general Hernández fue trasladado al Hospital Gregorio Marañón, donde ingresó ya cadáver.
Los tres integrantes del comando etarra utilizaron para huir del atentado un vehículo Wolkswagen que abandonaron cargado de explosivos en la calle Walia, justo en medio de dos guarderías que acogían a un centenar de niños. Una de ellas pudo ser desaloja da, pero no así la segunda. Una llamada telefónica a la Cruz Roja alertó de que un coche-bomba haría explosión sobre las 9.30 horas en el citado lugar. La deflagración, que se produjo diez minutos después de lo anunciado, causó es casos desperfectos en la zona.
Al día siguiente, la madre y seis de los siete hijos de Hernández Rovira asistieron al funeral, que se desarrolló en un ambiente de profunda tristeza en el patio del cuartel general de Ejército, presidido por el ministro de Defensa Julián Gracia Vargas. El arzobispo general castrense, José María Estepa, hizo un llamamiento a la templanza y serenidad en momentos que invitan al odio. “No busco desarmar a nadie en la legítima reivindicación de justicia. Sí insto a que todos nos resistamos más y más con la coraza de la fortaleza, y que vosotros, militares españoles, perseveréis en el admirable testimonio que desde hace largo tiempo estáis dando de servicio y paciente amor a la paz de nuestro pueblo”, dijo el Arzobispo. José Manuel Estepa pidió que la existencia de las bandas terroristas fuesen “consideradas por el pueblo español como un baldón que envilece su imagen, particularmente la de aquellas comunidades que los han visto nacer, de cuyos componentes se han marginado y a los que pretenden imponer sus proyectos de muerte”.
Finalizada la Misa Julián García Vargas, impuso sobre féretro del general asesinado la Gran Cruz del Mérito Militar. Tras ello se entonó el himno de Infantería y un homenaje a los que dieron la vida por España. Los restos mortales del General Hernández Rovira serían incinerados en el cementerio de la Almudena, en una ceremonia celebrada en la más estricta intimidad y a la que sólo acudieron familiares y allegados.
En el año 2000 la Audiencia Nacional condenó a Mikel Azurmendi Peñagaricano a 52 años de reclusión por el asesinato de Juan José Hernández. Azurmendi fue quien condujo el coche empleado en la comisión del atentado. En 2003 fue absuelto el supuesto autor material del asesinato, José Luis Aguirre Lete. Pese a que el Ministerio Fiscal había solicitado una pena de 84 años de prisión por encontrarle autor de los disparos que acabaron con la vida del general, el tribunal consideró insuficientes las pruebas aportadas. La etarra que participó dando cobertura al autor material no ha sido juzgada.
En octubre de 2023, un recurso de la Fiscalía de la Audiencia Nacional suspendió el tercer grado aprobado por el Gobierno Vasco a Mikel Azurmendi Peñagaricano. Condenado a 391 años de prisión por los asesinatos del general Hernández Rovira, el matrimonio Jiménez-Becerril, el teniente Miguel Peralta Utrera, el sargento Miguel Ángel Ayllón Díaz-González y el atentado contra el teniente general del Ejército de Tierra y director general de la Política de Defensa Francisco Veguillas, donde también murieron su chófer y un trabajador de la Compañía de Ballet Clásico, regresó a prisión para seguir cumpliendo su encarcelamiento, pues no consta acumulación jurídica de condena.
El general Juan José Hernández Rovira, de 58 años y natural de Madrid, estaba viudo, pues su mujer había fallecido de un cáncer fulminante un año antes de que fuese asesinado. El asesinato del militar dejaba huérfanos de padre y madre a siete hijos, el más pequeño de 11 años y con síndrome de Down. En 1952 ingresó en el Ejército y tres años más tarde salió como alférez de la Academia General Militar de Zaragoza. Era general de Brigada de Infantería desde 1991. Antes había estado destinado en la Academia Especial Militar del Estado Mayor Conjunto; en el Centro de Intendencia de Madrid, en la Academia General Militar, en la Escuela de Geodesia y Topografía del Ejército, en la Escuela de Parques y Talleres de Automovilismo y en la Escuela Superior del Ejército, Subdirector de Centros y Servicios de Defensa. Su nombre había aparecido en una lista de 400 objetivos de la banda terrorista ETA incautada en 1992.
En abril de 2024, el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, inauguró una placa en recuerdo al general de Brigada del Ejército de Tierra Juan José Hernández Rovira, asesinado por la banda terrorista ETA el 1 de junio de 1994 en la calle Ibiza.
De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se le concedió la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior les concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo.
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