11 DE NOVIEMBRE DE 1978. VILLARREAL DE URRECHUA, (GUIPÚZCOA) CABO DE LA GUARDIA CIVIL JOSÉ RODRÍGUEZ DE LAMA GUARDIA CIVIL LUCIO REVILLA ALONSO.
Cabo de la Guardia Civil José Rodríguez de Lama.
A las diez de la mañana del 11 de noviembre de 1978 la banda terrorista ETA asesinaba al cabo de la Guardia Civil JOSÉ RODRÍGUEZ DE LAMA y al agente LUCIO REVILLA ALONSO.
Guardia Civil Lucio Revilla Alonso.
El atentado se produjo hacia las diez y media de la mañana en el kilómetro 58 de la carretera comarcal Beasaín - Durango y a escasos metros del caserío 8agastizábal. En esos momentos, dos «Land Rover» de la Guardia Civil del cuartel de Villarreal. de Urrechua, ocupados por dos cabos y cuatro Guardias, pertenecientes a la Segunda Comandancia Móvil de la Guardia Civil con base en Logroño, regresaban de un servicio.
Los dos vehículos iban distantes uno del otro unos cuarenta metros, ya que se dio la circunstancia de que un camión de servicio local se había interpuesto entre ellos. Al llegar al punto donde se encontraba el artefacto, colocado bajo tierra y piedras en la orilla de la carretera, compuesto por unos veinte kilos de "goma 2» y numerosa metralla, que accionado a distancia, ocasionó !a muerte a dos guardias civiles y heridas de consideración a un tercero,
El primero de los coches oficiales pasó sin ninguna incidencia, así como el camión. No obstante, al hacerlo el segundo de los »Land - Rover» el artefacto, activado desde un pequeño bosque existente a unos cincuenta metros, por medio de un cable y dos pilas, hizo explosión. El coche, En el que viajaban el cabo José Rodríguez de Lama y los agentes Lucio Revilla Alonso y Francisco Córdoba Ramos, como consecuencia de la onda expansiva de la explosión, fue desplazado hasta el otro lado de la calzada, momentos en que el cabo primero conductor del vehículo, José Rodríguez de Lama y uno de los guardias Lucio Revilla fueron violentamente arrojados a más de quince metros del lugar donde se encontraba el artefacto con sus cuerpos destrozados. El techo del vehículo, que saltó por los aires, de chapa reforzada, fue arrancado de cuajo y desplazado a una treintena de metros. Por la inercia, el vehículo siguió rodando unos veinte metros, para volver a la vía en que se encontraba, quedando parado junto a un poste de teléfonos Milagrosamente, una anciana que caminaba a unos diez metros del lugar de los hechos no sufrió daño alguno.
El tercer guardia civil, Francisco Córdoba Ramos, consiguió salir por su propio pie, que resultó herido, cayó sobre el suelo y por instinto de conservación, cruzó la carretera para esconderse entre las zarzas allí existentes, pero perdió el control y cayó a un maizal, en donde uno de sus compañeros yacía muerto. El otro muerto, el cabo primero, se encontraba junto a unas zarzas, a unos diez metros de los anteriores. Los dos cadáveres fueron encontrados con varios de sus miembros amputados, resultando dificultoso su identificación.
Una hora después, ambulancias de la Cruz Roja y de la «DYA» recogían a las víctimas. Los dos muertos fueron trasladados, directamente, al cuartel de Villarreal de Urrechua, y el herido a la clínica de San Miguel de Beasaín, en donde recibió los primeros auxilios, siendo trasladado, posteriormente, hasta Vitoria.
Hacia las cinco de la tarde, quedó establecida en la 341 Comandancia de la Guardia Civil, en San Sebastián, la capilla ardiente de los dos guardias civiles asesinados.
Al día siguiente, sábado 12 de noviembre, en un clima de enorme dolor y tensión, en el Hospital Militar de San Sebastián, se celebraron los funerales de cuerpo presente por los dos guardias civiles asesinados. Los féretros del cabo primero José Rodríguez de Lama y del guardia Lucio Revilla Alonso llegaron desde la capilla ardiente al patio a hombros de compañeros, cubiertos con la bandera nacional.
En la presidencia del acto se situaron los familiares de las víctimas, así como las autoridades, gobernadores civil y militar, general jefe de la zona de la Guardia Civil, comandantes de Marina y Aire y jefe superior de Policía de Bilbao y el diputado y presidente de la Comisión de Defensa de las Cortes, Enrique Múgica, En el momento de llegar este, se escuchó varias veces el grito “ese, fuera de ahí”. Entre el público figuraban dirigentes de Alianza Popular y de Fuerza Nueva, así como numerosos miembros de la Guardia Civil y de la Policía Armada.
El capellán del Hospital Militar, que ofició el funeral, en la homilía afirmó: «nuestros ojos difícilmente pueden elevarse al cielo, porque los tenemos fijos en la sangre de nuestros hermanos derramada».
Tras el rezo de un responso se cantó el himno de la Guardia Civil, y se dieron gritos de «Viva España», «Viva el Rey», y «Viva la Guardia Civil» Una vez terminado el acto, varias personas volvieron a increpar e insultar a Enrique Múgica.
En 1987 la Audiencia Nacional condenó a Mercedes Galdós Arsuaga, alias Bitxori, a 27 años de reclusión mayor por cada uno de los dos asesinatos, y a otras cuatro penas de 17 años de prisión menor por los asesinatos frustrados. Salió de prisión en septiembre de 2005, tras cumplir sólo 19 años de cárcel del total de 700 años a los que fue condenada por su participación probada en diecisiete asesinatos.
En 1995, tras ser extraditado por Francia, la Audiencia Nacional condenó a Félix Ramón Gil Ostoaga, alias Zaldi, a una pena de 29 y a otra de 27 años de reclusión mayor como autor del asesinato de los dos guardias civiles. El etarra, que acumulaba condenas que sumaban casi 300 años por otros asesinatos, fue puesto en libertad el 9 de octubre de 2002, tras cumplir sólo 13 años de condena, en una decisión que levantó enorme polémica de la jueza de Vigilancia Penitenciaria del País Vasco, la magistrada Ruth Alonso.
El 23 de noviembre, Gil Ostoaga se suicidó en un descampado de Legazpia (Guipúzcoa) disparándose con una escopeta de caza, en el pecho.
Según investigaciones de la Guardia Civil en el atentado que costó la vida al Cabo Rodríguez de Lama y al Guardia Civil Reviila, participaron también los terroristas José María Zaldúa Corta, alias “Aitona“, Juan Manuel Bereciartúa Echaniz, alias “Pakea” y Ramón Oñaederra, alias Katu.
Zaldúa, que participaría en varios asesinatos y todos ellos quedarían impunes, fallecería en 2010 de un infarto de miocardio mientras paseaba en bicicleta en la localidad francesa de Aix-en-Provence.
Por su parte Bereciartúa huiría a Venezuela donde trabajaría como cocinero, regentando un restaurante y logrando al nacionalidad venezolana otorgada por el gobierno de Hugo Chávez.
Ramón Oñaederra, alias Katu, moriría en atentado perpetrado por los GAL (Grupos Antiterroristas de Liberación) en 1983.
José Rodríguez de Lama, cabo primero de la Guardia Civil de 31 años, era natural de León. Estaba casado con María del Carmen Villar, y tenían dos hijos. Carmen estaba embarazada de ocho meses de su tercer hijo. Lucio Revilla Alonso, guardia civil de 25 años, era natural de Benavente (Zamora). Estaba soltero.
De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se les concedió la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior le concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo.
Cuanto dolor y tristeza tengo en mi corazón y lo peor empieza la semana que viene si los jueces y los fiscales
del Tribunal Constituucional y del Supremo y Felipe VI ignoran el clamor de todo un pueblo.!!!