12 DE MAYO DE 1985. SAN SEBASTIÁN. POLICÍA NACIONAL MÁXIMO ANTONIO GARCÍA KLEINER.
Policía Nacional Máximo Antonio García Kleiner.
Poco antes de la medianoche del 12 de mayo de 1985, una pareja de miembros de ETA asesinaban en San Sebastián el Policía Nacional MÁXIMO ANTONIO GARCÍA KLEINER.
El agente salía a esa hora vestido de paisano de un bar próximo a su domicilio en el paseo Larracho de la capital donostiarra. Cuando se encontraba a pocos metros del portal de su casa, fue abordado por tres etarras. Uno de ellos se acercó a la víctima por la espalda y le disparó en la nuca. Cuando el cuerpo de Máximo cayó al suelo, el etarra le disparó otros dos tiros en la cabeza. A continuación, los tres terroristas se dieron inmediatamente a la fuga sin utilizar, al parecer, ningún vehículo para ello, camuflándose entre la gente que en aquellos momentos circulaba por el paseo y las calles adyacentes. En una de ellas, se montaron en un turismo ocupado por un cuarto terrorista y se dieron a la fuga.
Nada más conocerse el atentado, se personó en el lugar el gobernador civil de Guipúzcoa, Julen Elgorriaga. En la zona del atentado y en las carreteras próximas a la capital donostiarra se establecieron fuertes controles policiales para intentar localizar a los autores del asesinato.
A primera hora de la tarde del día 13 se celebró en San Sebastián el funeral por el alma del Policía Nacional Máximo Antonio García Kleiner, asesinado la noche anterior por tres personas que le dispararon en la cabeza y cuello. Al acto, que se celebró en la parroquia de Jesús de Nazaret, asistieron el ministro del Interior, José Barrionuevo; el gobernador civil de Guipúzcoa, el consejero de Interior del Gobierno vasco, el general inspector y el director general de la Policía Nacional, representantes de los partidos políticos, compañeros y numeroso público. Durante la misa, concelebrada por tres sacerdotes, el párroco señaló que “se repite la triste historia de la muerte de un cristiano: la muerte violenta de un hombre al que se ha privado del derecho a la vida. Anhelamos una vida sin enfrentamientos ni divisiones entre los hombres”.
Una vez finalizadas las honras fúnebres, el féretro de Máximo Antonio, envuelto en la bandera Nacional, fue sacado a hombros por compañeros y situado en el pórtico de la Iglesia, En ese instante los presentes entonaron el himno de la Policía Nacional que fue interpretado por la unidad de Música del Gobierno Militar de San Sebastián, mientras una compañía de la Policía Nacional y otra de la Guardia Civil, rendían honores al policía caído. Tras la interpretación del Himno, el ministro del Interior lanzó vivas a España, al Rey, a la Constitución, a la Policía y al pueblo vasco.
A continuación, Barrionuevo se trasladó al lugar del atentado, donde hizo una ofrenda floral y rezó un Padrenuestro. Posteriormente manifestó a los periodistas que “estos asesinatos tan cobardes en modo alguno van a conseguir torcer ni un mili— metro nuestra posición, y mantendremos la lucha contra estos criminales”,
Tras el oficio religioso, los restos mortales de la víctima fueron trasladados desde el aeropuerto de Fuenterrabía a Sevilla, en cuya localidad de Los Rosales, de donde era natural su familia, recibirían cristiana sepultura,
En octubre de ese año eran detenidos en Guipúzcoa, nueve miembros del comando de ETA “Oker”, acusados de preparar un atentado contra el ministro del interior. Dos de ellos, Ramón Zapirain Tellechea y José Ángel Aguirre Aguirre, se declararon autores de los asesinatos del Policía Nacional Máximo Antonio García Kleiner, del súbdito francés Joseph Couchot y del joven José Ángel Facal
En 1987 fueron condenados a sendas penas de 29 años Ramón Zapirain Tellechea y José Ángel Aguirre Aguirre. Zapirain Tellechea fue el que descerrajó los tiros al policía nacional. Ambos formaban parte del grupo Oker de ETA, junto a Idoia López Riaño y Arturo Cubillas Fontán. López y Cubillas fueron los encargados de cubrir a Zapirain mientras asesinaba al policía. Aguirre les esperaba en el vehículo en el que, tras cometer el atentado, huyeron del lugar de los hechos.
En enero de 2014 la Sección Tercera de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional decretaba la liberación de Ramón Zapirain Tellechea, el etarra condenado por el asesinato del Policía Nacional Máximo Antonio García Kleiner. Fue condenado a 224 años de cárcel de los que, tras disfrutar de la libertad condicional, apenas ha superó los nueve de prisión.
José Ángel Aguirre abandono la prisión en mayo de 2003 tras ser condenado a 134 años y permanecer en prisión 18 años.
López Riaño fue condenada en 2002 por los mismos hechos y a las mismas penas, tras ser extraditada desde Francia. Idoia López Riaño, 'La Tigresa', abandonó en junio de 2017 la prisión alavesa de Zaballa. La terrorista, condenada a más de quinientos años de prisión por 23 asesinatos cumplió 23 años de pena,
Por su parte, Cubillas Fontán no ha sido juzgado. Fue uno de los once etarras que en mayo de 1989 se trasladó de Argel a Venezuela. En ese país residía cuando se dictó sentencia por el asesinato de García Kleiner.
Diferentes gobiernos han solicitado, sin éxito, su extradición a España. Cubillas trabaja desde el mes de octubre de 2005 como Director adscrito a la Oficina de Administración y Servicios del Ministerio de Agricultura y Tierras de Venezuela, puesto que le facilitó Hugo Chávez y confirmó el actual presidente el sátrapa Nicolás Maduro.
Máximo Antonio García Kleiner era natural de la localidad de Cortes (Navarra). Tenía 29 años y estaba soltero. Tras el funeral, su cuerpo fue trasladado en avión desde Fuenterrabía hasta Sevilla. Ahí esperaban el cadáver de su hijo los padres de Máximo, residentes en el pueblo de Los Rosales, donde sería cristianamente sepultado.
De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se le concedió la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior le concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo.
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