13 DE JULIO DE 1980. ORIO (GUIPÚZCOA) GUARDIAS CIVILES ANTONIO GÓMEZ RAMOS Y AURELIO NAVÍO NAVÍO.
Guardias Civiles Aurelio Navío Navío y Antonio Gómez Ramos.
A la tarde del domingo 13 de julio de 1980, un comando de la organización terrorista ETA atentaba contra un convoy de la Guardia Civil compuesto por tres vehículos, con ocho Guardias Civiles a bordo, que circulaba en dirección al cuartel donostiarra de Inchaurrondo, desde el polvorín de Explosivos Río Tinto en Aya (Guipúzcoa), tras ser relevados del servicio.
Guardia Civil Aurelio Navío Navío.
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A su paso por las cercanías de Orio, fueron sorprendidos por unos terroristas que apostados convenientemente, en dos flancos, lanzaron en primer lugar tres granadas, disparando seguidamente de forma indiscriminada contra los vehículos. La explosión de una de las granadas, alcanzó al vehículo oficial donde viajaban los Guardias Civiles ANTONIO GÓMEZ RAMOS, AURELIO NAVÍO NAVÍO y Jesús Díaz Blanco, que lograron apearse del coche y repeler con sus armas reglamentarias la agresión. Sin embargo Antonio Gómez y Aurelio Navío serían alcanzados por las balas asesinas de ETA, cayendo muertos en la calzada, Su compañero Jesús Blanco quedo herido.
Guardia Civil Antonio Gómez Ramos.
El atentado se llevó a cabo a las dos menos cinco de la tarde, a esa hora, un comando, de unos cinco etarras emboscados, disparó desde distintos ángulos contra un convoy policial, utilizando granadas y armas largas, en un atentado similar al perpetrado en Ispaster, el primero de febrero de ese mismo año, con un balance entonces de seis guardias civiles muertos.
Tras las explosiones y los primeros disparos, los guardias civiles que viajaban en los otros vehículos del convoy y que también resultaron afectados por las granadas y las balas, dispararon contra los miembros del comando, abatiendo a dos de ellos que resultarían ser Carlos Lucio Fernández e Ignacio Gabirondo Agote, cuyos cuerpos con chalecos antibalas puestos, quedaron abandonaron en el lugar por el resto del comando etarra que escapó del lugar en un vehículo «Seat-131», que habla sido robado en Lasarte-Orio, a punta de pistola a su propietario Claudio Rivero. Otros dos guardias civiles heridos, Francisco Villaoria y Ramiro Cervino resultarían heridos. Tanto ellos como su compañero Jesús Díaz fueron trasladados al hospital de la Cruz Roja de San Sebastián.
Antonio Gómez y Aurelio Navío fueron trasladados a la residencia sanitaria Nuestra Señora de Aránzazu, de la capital donostiarra y serles realizada la autopsia, fueron trasladados al Hospital Militar, donde se instaló la capilla ardiente .
Por su parte los cuerpos de los dos etarras fueron llevados al cementerio de Polloe de San Sebastián.
En el lugar del atentado se encontraron dos metralletas marca «FN», una escopeta «Remington», granadas de mano marca «ETA» y casquillos de distintas armas. También se recogieron dos documentos de identidad falsos.
Nada más tenerse noticia del atentado el delegado especial del Gobierno en el País Vasco, general Sáenz de Santamaría, se trasladó a San Sebastián para dirigir la operación de búsqueda de los asesinos en la que se emplearon perros y un helicóptero. El general Aramburu, director general de la Guadua Civil, se trasladó desde Madrid a la capital donostiarra, donde llegó a última hora de la tarde, para asistir a los funerales de los dos agentes asesinados
Al día siguiente en la capilla instalada en el Hospital Militar de San Sebastián, se ofició, a prisa y corriendo, casi a escondidas, una misa de «córpore in sepulto» por el alma de los dos guardias civiles muertos.
Al acto religioso acudieron varios familiares de las víctimas, así como los generales Sáenz de Santamaría y Aramburu, autoridades militares y civiles y numerosos compañeros de los dos guardias civiles.
Finalizada la ceremonia religiosa, los cuerpos de Antonio Gómez y Aurelio Navio fueron colocados en sendos furgones, que emprendieron viaje a Orense y Manresa, éste último por vía aérea.
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Por aquel atentado que costó la vida a Antonio Ramos y Aurelio Navío, en marzo de 1989 la Audiencia Nacional condenó como encubridores a Juan María Tapia Irujo, Jerónimo Azcue Arrizabalaga e Isidro Etxabe Urrestrilla, por dos delitos consumados y nueve frustrados de asesinato a dos penas de 9 años de prisión mayor y nueve penas de 3 años de prisión menor.
Los asesinos de Antonio y Aurelio continúan libres sin ser juzgados.
Antonio Gómez Ramos había nacido hacía veintidós años en el pueblo orensano de Vilardebós, en el seno de una familia numerosa, de catorce hermanos, siete de los cuales eran también guardias civiles, al igual que su padre, que había fallecido meses antes del asesinato de su hijo. Estaba casado. Destinado en la Comandancia de Pontevedra se encontraba en comisión de servicio desde hacía siete meses en Vascongadas. Había ingresado en la Benemérita a los dieciséis años.
Aurelio Navío Navío, había nacido en Tordelloso (Guadalajara) Tenía 33 años y estaba soltero, aunque tenía previsto casarse el 10 de marzo. Estaba destinado forzoso en Vascongadas, trasladado desde su puesto en la localidad barcelonesa de Vic, donde se encontraba cumpliendo servicio desde 1973,
De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se les concedió a ambos la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior les concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo.
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