.13 DE OCTUBRE DE 1978. BILBAO. ELÍAS GARCÍA GONZÁLEZ POLICÍA ARMADO. RAMÓN MUIÑO FERNÁNDEZ POLICÍA ARMADO.
Policía Armado Elías García González.
El día 13 de octubre de 1978 la banda terrorista ETA asesinaba en Bilbao a los Policías Armados ELÍAS GARCÍA GONZÁLEZ Y RAMÓN MUIÑO FERNÁNDEZ y dejaba gravemente herido al agente JOSÉ BENITO DÍAZ GARCÍA, que fallecería doce días después, el 25 de octubre.
Policía Armado Ramón Muiño Fernández.
Los tres agentes se dirigían en un Jeep oficial de la Policía hacia el sanatorio de Santa Marina, donde tenían que dar el relevo a otra dotación policial que custodiaba en el centro sanitario a un recluso de la prisión de Basauri. En una de las curvas de la carretera que conduce exclusivamente al sanatorio, varios miembros de la banda terrorista ETA les tendieron una emboscada. El vehículo policial se vio envuelto en un fuego cruzado, desde ambos lados de la carretera con fuego realizado por diferentes armas, pistolas, subfusiles y escopetas de caza repetidoras. Los terroristas les estaban esperando escondidos en el monte, porque ese tramo de la carretera transcurría por una zona poblada de pinos. Los asesinos de la banda dispararon desde tres puntos distintos y el vehículo policial recibió el impacto de cerca de veinte disparos en sus cuatro lados, mientras que en el lugar de los hechos se recogerían posteriormente veinticinco casquillos de bala de diferentes marcas y cinco cartuchos de caza. Los terroristas huyeron, a continuación, en dirección a la carretera de Santo Domingo, a diez minutos del centro de Bilbao.
Hubo dos testigos presenciales del atentado. Por un lado, un joven que iba en su coche por la misma carretera, pudo ver a un grupo de seis u ocho personas armadas. Para evitar que diera aviso de lo ocurrido, uno de los terroristas disparó contra una de las ruedas del vehículo del testigo. Por otro lado, una chica que volvía del sanatorio después de visitar a un familiar, vio a uno de los terroristas con una metralleta en la mano en el momento en el que se montaba en el coche con el que emprendió la huida. La joven se dio la vuelta y regresó al centro sanitario para dar aviso de lo que había ocurrido.
Elías García y Ramón Muiño consiguieron salir del Jeep, -que se había desviado de su trayectoria chocando contra un talud-, por su propio pie, aunque cayeron materialmente uno encima uno del otro junto a la puerta derecha, con el pecho y la cara cubiertos de sangre por los impactos recibidos. José Benito, que viajaba en la parte trasera del vehículo, fue trasladado gravemente herido al Hospital Civil de Bilbao.
Estos luctuosos hechos fueron el detonante y comienzo de un gravísimos incidentes que se iniciaron en la misma noche del viernes 13, en la capilla ardiente instalada en el cuartel de la Policía Armada de Basauri, horas después del ametrallamiento de los policías armados, Ramón Muiño y Elías García, ocurrido en las cercanías de Bilbao.
Un grupo de medio centenar de policías armados, que después llegaron a ser varios centenares, protagonizaron una sentada en el interior del cuartel, hasta más allá de las doce de la noche. La tensa situación se prolongó durante la madrugada, hasta la mañana del día siguiente, en que tuvieron lugar las honras fúnebres por los dos policías asesinados, quedando desatendidos bastantes servicios de los que habitualmente cubría la Policía Armada.
A las once y media de la mañana del día 14 se inició el funeral por los agentes muertos. El acceso al acuartelamiento estuvo rigurosamente limitado a las autoridades, familiares de las víctimas y miembros de las Fuerzas Armadas. El duelo oficial estuvo presidido por el general inspector de la Policía Armada, director general de Seguridad, gobernador civil de Vizcaya y jefe superior de Policía, contra quienes se centraron las iras y protestas de los policías armados presentes, unos vestidos de uniforme y otros de paisano. El clima de tensión estalló al término del funeral, poco antes de las 12.30 del mediodía, después de que los féretros de los agentes asesinados, envueltos en la bandera Nacional, fueran introducidos en sendos furgones, para ser trasladados a sus pueblos de origen, en Salamanca y Lugo. Un numeroso grupo de policías profirieron diversos gritos de traidores, asesinos y cobardes, Insultos personales contra el inspector del cuerpo, general Timón de Lara, el gobernador civil de Vizcaya, Luis Salazar, y gritos de viva a España intentando salir fuera del cuartel. En la puerta del mismo lograron romper la barrera formada por cinco sargentos, agarrados de la mano, que trataban de impedir la salida del cuartel. Ya en la calle, se sumaron al grupo más policías los cuales zarandearon el coche del general Timón de Lara. Varios periodistas, que se encontraban fuera del cuartel y a quienes no se había permitido la entrada, fueron insultados y zarandeados por miembros de las fuerzas de orden público; un informador tuvo que ser protegido finalmente por otros policías armados.
A la vista del cariz que tomaban los acontecimientos, el director general de Seguridad convocó una reunión de altos mandos militares en el cuartel. Asistieron a la misma el general inspector de la Policía Armada, gobernador militar de Bilbao, comandante de Marina, y coronel jefe de la Guardia Civil, junto con la oficialidad de la Policía Armada.
La reunión se prolongó por espacio de dos horas y media, mientras en el patio del acuartelamiento continuaba el tumulto, al que se habían sumado unos cuatrocientos civiles, en su mayoría esposas de policías armados. El gobernador civil, Luis Salazar, no participó en la reunión, al parecer porque se le había querido dar un carácter eminentemente militar. Tampoco estuvo presente el jefe superior de Policía.
Poco antes de las cuatro de la tarde pudo restablecerse la normalidad en el patio del acuartelamiento, tras la intervención de la oficialidad del mismo. El director general de Seguridad salió inmediatamente para Madrid, a fin de informar al ministro del Interior.
Casi a la misma hora en que terminaba el funeral por los policías muertos -poco después del mediodía-, varios centenares de personas se congregaron en Bilbao ante el edificio del Gobierno Civil, profiriendo, entre otros, gritos de “Muera ETA”, “ETA asesina”, “Bandera a media asta”, “España unida, jamás será vencida” y “PNV culpable, gobierno responsable”. Los manifestantes, que acogieron con aplausos la presencia de una pareja de la Guardia Civil en la puerta del Gobierno civil, cortaron el tráfico hasta casi las dos de la tarde.
A la noche del mismo día de los gravísimos incidentes a Dirección General de Seguridad hizo pública en Madrid una nota oficial en la que daba cuenta de los incidentes ocurridos en el cuartel de Basauri y de las medidas ordenadas al general inspector de la Policía Armada. La nota decía textualmente:”En la noche de ayer, y ante la capilla ardiente instalada en el cuartel de la Policía Armada de Basauri (Vizcaya), un grupo de policías armados iniciaron un movimiento de protesta en el interior del acuartelamiento, que se ha generalizado en la mañana de hoy a la terminación del funeral celebrado por los policías armados don Ramón Muiño Fernández y don Elías García González, asesinados en el atentado terrorista perpetrado, en el mediodía de ayer. Tanto el general inspector de la Policía Armada como diversos mandos de este Cuerpo y el gobernador civil de Vizcaya fueron gravemente insultados cuando con el director general de seguridad, gobernador militar y comandante de Marina, también presentes en el acto, permanecían en el cuartel ante la situación de alteración e indisciplina de mujeres y policías armados que habían asistido al acto religioso.
A la vista de estos hechos, el director general de Seguridad ha ordenado al general inspector de la Policía Armada lo siguiente:
1. º Que, en aplicación del artículo 519 del reglamento orgánico de la policía gubernativa, instruya la in formación preceptiva, por las trámites citados en el Código de Justicia Militar, para la resolución que proceda, previo informe del asesor jurídico militar y remisión de lo actuado a la autoridad judicial militar competente por presunto abandono de servicio de parte de la plantilla de Policía Armada.
2. º Disponga, con carácter inmediato, el traslado forzoso de parte de la guarnición de Bilbao a otras guarniciones.
3. º Organice los servicios de forma que los policías armados de reciente incorporación alternen, en turnos diarios, el servicio ordinario con prácticas de perfeccionamiento.
4. º Se incorporen, de forma inmediata., a la guarnición de Vizcaya dos compañías de la Reserva General de la Policía Armada, las cuales, junto con la Compañía de la Reserva destinada en Bilbao, se harán cargo de los servicios correspondientes. a los policías armados trasladados forzosos y de los que corresponden por la aplicación de la medida indicada en el punto anterior.
5. º Se modifiquen, a partir de mañana, todos los servicios ordinarios de la Policía Armada de Vizcaya, en orden a obtener una mayor eficacia y autoprotección en el desarrollo de los mismos.”
El incidente del acuartelamiento de Basauri, provocó una gravísima crisis en el seno de la Policía. Por un lado, se decidió el traslado inmediato de una parte de la guarnición de Bilbao –unos trescientos– a otros lugares, que tuvieron que ser sustituidos por dos compañías de reserva. Fueron expulsados del Cuerpo veinticinco agentes que habían participado en los incidentes.
Elías García González tenía 21 años. Estaba casado y tenía una hija de dos meses. Era natural de Fuenterroble de Salvatierra (Salamanca) y estaba destinado en la quinta compañía de la Policía Armada con base en Vizcaya. En el año 2012 el ayuntamiento de su pueblo dedicó a su memoria le nombre de un paseo de la localidad.
Ramón Muiño Fernández, conductor del vehículo policial tiroteado, tenía 30 años, era natural de Baleira, una aldea de Lugo, cerca de Fonsagrada (Lugo), donde los compañeros de Muiños, llevaron a hombros desde la minúscula capilla de la aldea hasta el contiguo cementerio el féretro del servidor del orden asesinado por la sinrazón terrorista. Centenares de personas de la capital lucense y ayuntamientos, parroquias y aldeas limítrofes con Baleira, quisieron acompañar a la humilde familia de Ramón.
En el momento de recibir cristiana sepultura las escenas de dolor se sucedieron entre familiares amigos y compañeros, uno de los cuales, embargado por la emoción sostuvo durante toda la ceremonia una bandera Nacional y la gorra de plato de Ramón Muiño bajo su brazo. Ramón Muiño estaba soltero, pertenecía a la tercera compañía de la Policía Armada, con sede en Vizcaya, y vivía en el barrio de Santuchu (Bilbao).
De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se les concedió la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior le concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo.
El asesinato de Elías García González y Ramón Muiño Fernández continua a día de impune.
Nota del Autor:
Por aquel suceso de Vitoria y por defender la memoria de aquellos Policías Armadas, víctimas del aquel ignominioso atentado terrorista, me vi involucrado en un gravísimo asunto. Por aquellas fechas, octubre de 1978, escribí una carta al ministro del interior, el amoldable y chaquetero Rodolfo Martín Villa, en la que solicitaba su dimisión, debido al ametrallamiento y posterior asesinato en Vitoria de los policías Armadas, Ramón Muiño Fernández y Elías García González.
Entre los párrafos de la carta destacaba uno que decía textualmente: “Si usted no ha sabido o no ha querido detener la conspiración contra España y su sagrada unidad, es hora que deje en paz a miles y miles de españoles, presentando su dimisión”. Por esa frase, Martín Villa, inició contra mí, a través de los tribunales de justicia, un proceso por desacato, al seguir la política cobarde y miedosa de UCD a quien le molestaban profundamente aquellos muertos, que eran considerados como de tercera, escondiéndolos en entierros subrepticios, prácticamente sin honores, con funerales realizados a puerta cerrada sin la presencia de civiles, que podían con sus gritos y reproches afear la actitud amilanada del gobierno.
El delito de desacato estaba penado hasta con seis años de cárcel y 250.000 pesetas de multa. En 1981 fui juzgado en la Audiencia Provincial de Madrid. El fiscal llegó a pedir para mí, en sus conclusiones, una pena de tres años de cárcel y 150.000 pesetas de multa. Afortunadamente salí absuelto del proceso, debido sobre todo a la pericia de mi abogado, el entrañable amigo, Antonio Muñoz Perea, quien le recordó, -con pelos y señales-, al tribunal que me juzgaba, el pasado político del ínclito Martín Villa, perejil de todas las salsas, uno de esos seres que como reza el dicho popular, “van con los de la feria y vuelven con los del mercado”, para significar a aquellas personas que no tienen ningún tipo de escrúpulo o rubor para acomodarse a todas las circunstancias y épocas con tal de acentuar su medro personal.
Carlos Fernández Barallobre
13 DE OCTUBRE DE 1980. SAN SEBASTIÁN. TENIENTE CORONEL DE INGENIEROS, LORENZO MOTOS RODRÍGUEZ.
Teniente Coronel de Ingenieros Lorenzo Motos Rodríguez.
A las diez menos diez de la mañana del 13 de octubre de 1980 la banda terrorista ETA asesinaba en San Sebastián a LORENZO MOTOS RODRÍGUEZ, teniente coronel de Ingenieros, mientras se dirigía desde su domicilio en el barrio de Amara de la capital donostiarra al acuartelamiento de Loyola. Allí se encontraban las dependencias del Patronato de Huérfanos del Gobierno Militar de Guipúzcoa, donde el militar estaba destinado.
El teniente coronel subió al coche de su propiedad, el «Seat 1 3 3, de color blanco, y se dirigió por el Paseo de Vizcaya hasta la confluencia de éste con la Plaza de Álava, donde un semáforo se encontraba en rojo para los vehículos. El teniente coronel Motos, al igual que otros conductores, paró su vehículo, En esos momentos, varios jóvenes armados con metralletas, tres formaban el comando — que se encontraban apostados junto a unos árboles próximos al semáforo, efectuaron varias ráfagas. El teniente coronel Motos, que no se había percatado de la presencia de los agresores, hizo ademán de agacharse bajo el asiento contiguo, pero resultó alcanzado por varios impactos.
Minutos después de producirse el atentado, una ambulancia de la «DYA» recogió al señor Motos y lo trasladó a la ciudad sanitaria de la Seguridad Social, en donde, ingresó cadáver. El teniente coronel presentaba tres impactos: dos en el pecho y otro en el cuello. El segundo fue el causante de la muerte. A primeras horas de la tarde, el cadáver de Lorenzo Motos fue trasladado al Hospital Militar de San Sebastián, en donde quedó instalada la capilla-ardiente.
Una vez cometido el atentado, los terroristas huyeron a pie en dirección al puente de María Cristina, en donde esperaba un cuarto individuo en un «Seat 127». Ese vehículo fue encontrado horas más tarde estacionado en los aparcamientos de la Estación del Norte. Según fuentes policiales, el turismo tenía colocadas placas falsas y en él interior del maletero fueron encontradas las auténticas. El vehículo fue robado el 6 de octubre, a punta de pistola, en la localidad guipuzcoana de Andoain. El propietario fue atado a un árbol, y, tras soltarse, denunció los hechos en el cuartel de la Guardia Civil de la localidad.
Respecto a la munición utilizada por el comando, inspectores de Policía recogieron más de una veintena de casquillos calibre 9 m m . «Parabellum», de la marca «SF»
A la una de la tarde quedó instalada la capilla ardiente en el Hospital Militar. Allí acudieron a lo largo de la tarde autoridades civiles y militares. Al día siguiente, 14 de octubre, se celebró el funeral en el templo parroquial de la Sagrada Familia, abarrotado de fieles.
Entre los asistentes se encontraban numerosos compañeros de armas del militar asesinado, además del delegado especial del Gobierno en el País Vasco, general Sáenz de Santamaría; gobernadores civil y militar, jefes de Estado Mayor de la VI Región Militar y de la zona marítima y numerosos jefes y oficiales de uniforme; el alcalde de la ciudad, Jesús María Alcain del PNV, así como representaciones de otras fuerzas políticas.
Con anterioridad, a las doce de la mañana, se había celebrado en la capilla del Hospital Militar una misa privada a la que asistieron la esposa de Lorenzo Motos, sus hijos y algunos amigos y compañeros allegados. Una vez finalizado el funeral el féretro fue trasladado a la localidad navarra de Elizondo, donde recibiría cristiana sepultura,
En 1988 la Audiencia Nacional condenó al etarra del grupo Donosti Ignacio Esteban Erro Zazu, alias Pelos, a 29 años de prisión mayor por el asesinato del Teniente coronel Motos y a los que habría de sumarle otras condenas hasta alcanzar los 947 años, 9 meses y 14 días por cuatro asesinatos, 22 asesinatos frustrados y seis atentados con muerte, de los cuales tan solo cumplió veintiséis, pues alcanzaría la libertad tras beneficiarse de la derogación de la doctrina Parot en 2013.
Según las declaraciones de Erro Zazu, el grupo Donosti estaba formado por Miguel Ángel Apalategui, alias Apala, uno de los que, tras beneficiarse de la Ley de Amnistía en 1977, continuó asesinando y se integró en el grupo Donosti junto a Agustín Arregui Perurena, alias “Txuria”; Luis María Lizarralde Izaguirre, “Beltxa”; Ángel María Galarraga Mendizábal, alias “Pototo”; Félix Manzano Martínez, alias “ Rioja”; y Erro Zazu, “el Pelos”.
Lorenzo Motos Rodríguez había nacido en Valladolid, en enero de 1919. Ingresó voluntario en el Ejército el 18 de julio de 1936 y participó activamente en la campaña de Sidi-Ifni El último destino lo tuvo en la capital guipuzcoana, en donde residía desde el año 1965. Estaba casado con una navarra, de Elizondo.
El fallecido, que era responsable del Patronato de Huérfanos del Ejército en la capital guipuzcoana, no contaba con mando de armas y entre las condecoraciones, que poseía destacan la Cruz de Guerra, la Cruz del Mérito Militar con distintivo rojo, la Medalla de la Campaña, varias cruces del Mérito Militar con distintivo blanco, la Medalla de la Campaña Ifni -Sahara, así como la placa de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo.
De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se le concedió la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior le concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo.
13 DE OCTUBRE DE 1983 RENTERÍA (GUIPÚZCOA) GUARDIA CIVIL ÁNGEL FLORES JIMÉNEZ.
Guardia Civil Ángel Flores Jiménez.
A las 14:30 horas del 13 de octubre de 1983, la banda terrorista ETA asesinaba en la localidad guipuzcoana de Rentería al Guardia Civil ÁNGEL FLORES JIMÉNEZ.
El atentado se produjo cuando Ángel Flores, vestido de paisano y desarmado, se apeaba de su vehículo., un «Simca 1200», que acababa de aparcar en la calle Norberto Almandoz, del barrio de Beraun. El guardia civil regresaba a su domicilio, ubicado en este barrio, después de haber prestado sus servicios en las dependencias de la intervención fiscal en la estación del Norte de Irún, donde estaba destinado.
Flores fue abordado por dos jóvenes que le dispararon varias veces. Uno de los proyectiles le alcanzó en el cuello y le produjo la muerte, prácticamente en el acto. Los pistoleros huyeron a continuación en un vehículo estacionado en las inmediaciones, a cuyo volante esperaba, a cara descubierta, un tercer individuo. En el lugar de los hechos se recogieron tres casquillos del calibre 9 milímetros parabellum.
Los autores del atentado huyeron en un SEAT 131» de color blanco y matrícula SS-6323-L, que con anterioridad habían robado en Oyarzun, a punta de pistola a su propietario, a quien dejaron abandonado en las inmediaciones del lugar, atado a un árbol.
El propietario del turismo fue liberado más tarde por miembros de las «GAR» Grupos Antiterroristas Rurales de la Guardia Civil, a quienes declararía que había sido secuestrado a las 13:30 horas a la salida de su vivienda, en Oyarzun, por un joven armado que dijo pertenecer a ETA, al que luego se le sumaron dos o tres individuos más. Le sustrajeron el DNI, advirtiéndole de que no debía denunciar el hecho cuando fuese liberado. El vehículo robado fue también localizado después en las inmediaciones de la estación de Rentería.
El cadáver del guardia civil fallecido fue trasladado, después de que el juez ordenara su levanta miento, al cementerio de Polloe, en San Sebastián, donde le fue practicada la autopsia. La capilla ardiente se instaló en el salón del trono del Gobierno Civil de Guipúzcoa.
Al mediodía del día siguiente, 14 de octubre, con la presencia de la familia, se celebró en Rentería el funeral por el alma de Ángel Flores con la asistencia de cientos de personas, en su mayoría vecinos del barrio. Presidido por el ministro del Interior José Barrionuevo a quien acompañaron el director general de la Guardia Civil, Aramburu Topete, el viceconsejero de Interior del Gobierno Vasco, Eli Galdós, el director general de la Policía, Rafael del Río, y mandos militares de los tres Ejércitos, Una compañía de la Policía Armada, otra de la Guardia Civil y una tercera de los Grupos Antiterroristas Rurales, junto a la unidad de música del regimiento de Infantería Sicilia, le rindieron honores al féretro que iba cubierto con la Bandera Nacional, interpretando la marcha “La Muerte no es el final” y el Himno de la Guardia Civil.
Terminada la ceremonia religiosa, el ministro Barrionuevo dio vivas a España, al Rey, al pueblo vasco, a la Constitución, a la Guardia Civil y a las Fuerzas de Seguridad del Estado, que fueron contestadas unánimemente por el numeroso público asistente.
El féretro con los restos mortales de Ángel Flores fue introducido en un furgón que le trasladaría al aeropuerto de Fuenterrabía con destino a Madrid. En la capital de España seguiría trayecto por carretera hasta la localidad abulense de San Martín del Pimpollar donde recibiría cristiana sepultura.
José Barrionuevo recorrería las calles del centro de la localidad acompañado por el delegado del Gobierno en el País Vasco, Ramón Jáuregui, y los gobernadores de Guipúzcoa y Vizcaya, Julen Elorriaga y Julián Sancristóbal. En su recorrido se dirigieron a pie al lugar del atentado, donde un sacerdote rezó un padre nuestro entre el silencio de los vecinos de Beraun, donde Ángel Flores era muy popular.
En 1985 la Audiencia Nacional condenó a Jesús María Zabarte Arregui, “el carnicero de Mondragón” jefe del grupo Donosti de ETA, a un total de 32 años de cárcel por el asesinato de Ángel Flores. Zabarte Arregui fue detenido en junio de 1984 en una operación en la que resultaron muertos los etarras Agustín Arregui Perurena, alias Txurrilla, y Juan Luis Elorriaga, Patxi.
Debido a la derogación de la doctrina Parot por parte del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, Zabarte Arreguí “el carnicero de Mondragón”, tras pasar 29 años y medio entre rejas, de una condena total de más de 620 años de cárcel por 17 asesinatos y una veintena de atentados terroristas, fue puesto en libertad en noviembre de 2013 abandonando la prisión de Jaén si arrepentirse de su cruel y malvada carrera de asesinatos.
Ángel Flores Jiménez era natural de la localidad abulense de San Martín del Pimpollar. Estaba casado y tenía cinco hijos, de edades comprendidas entre los 22 y los 10 años.
Desde abril del 83 prestaba sus servicios en la intervención fiscal de la estación del Norte de Irún. Con anterioridad había estado destinado en la localidad de Pasajes.
De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se le concedió la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior le concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo.
13 DE OCTUBRE DE 1997. BILBAO. AGENTE DE LA ERTZAINTZA JOSÉ MARÍA AGUIRRE LARRAONA.
Agente de la Ertzaintza José María Aguirre Larraona.
A las cuatro de la tarde del lunes 13 de octubre de 1997, tres miembros de la banda terrorista ETA tiroteaban por la espalda al agente de la Policía vasca JOSÉ MARÍA AGUIRRE LARRAONA cuando procedía a identificarles en los alrededores del Museo Guggenheim de Bilbao, donde se estaban realizando los preparativos para su inauguración por los Reyes cinco días después, el 18 de octubre. El museo bilbaíno constituyó un objetivo principal de la banda terrorista desde su construcción, como se pudo conocer a través de una documentación incautada en 1994 a la etarra Soledad Iparraguirre en la que afirmaba que "el Guggenheim era el objetivo y había que tirarlo patas arriba".
Tres miembros del grupo Katu de ETA que resultarían ser -Kepa Arronategi Azurmendi, Eneko Gogeaskoetxea e Ibon Gogeaskoetxea- “accedieron a las inmediaciones del museo haciéndose pasar por operarios”, según se puede leer en el auto de procesamiento realizado por del titular del Juzgado número 2 de la Audiencia Nacional, Ismael Moreno, dictado el 18 de febrero de 1998 contra cinco miembros de ETA Soledad Iparraguirre, que fue quien dio la orden de atentar, Javier Abaunza Martínez, Kepa Arronategi Azurmendi, Eneko Gogeaskoetxea e Ibon Gogeaskoetxea por el atentado frustrado contra el Rey en el Museo Guggenheim de Bilbao. Continua describiendo los hechos el auto judicial: “Arronategi y Eneko Gogeaskoetxea, en unión del hermano de este último, Ibon, prepararon tres jardineras grandes con diez granadas anticarro y dos minas antipersona en su interior. Los dos primeros las trasladaron en una furgoneta, el 13 de octubre, hasta las inmediaciones del museo, mientras Ibon estaba en un coche próximo por si debían huir precipitadamente. Una vez en el lugar de los hechos, procedieron a colocar una de las jardineras que portaban en la furgoneta en los jardines del Museo Guggenheim, y antes de que llegaran a ubicar las otras dos, son requeridos por miembros de la Ertzaintza para que justifiquen identidad, estancia en el lugar y mercancía o material que transportan. Al comprobar que la matrícula de la furgoneta era falsa, José María Aguirre se acercó a los terroristas. Uno de los etarras, al verse descubierto, respondió disparando al ertzaina, que fue trasladado inmediatamente al Hospital de Basurto en estado muy grave, mientras los tres terroristas huían a pie y dejaban en el interior del vehículo las otras ocho granadas y dos subfusiles.
La fuga de los asesinos de la banda provocó escenas de pánico entre los numerosos ciudadanos que circulaban por una zona especialmente abarrotada por su actividad comercial y dio lugar a una espectacular persecución por parte de las fuerzas del orden. Dos de los terroristas comenzaron a correr hacia el centro de Bilbao por la calle Iparraguirre. Detrás, dos agentes de la Policía Municipal y otro policía motorizado iniciaron la persecución. Los terroristas dispararon, al menos en una ocasión, contra sus perseguidores, lo que provocó que el policía motorizado cayera al suelo. Además intimidaron a varios transeúntes que, durante la carrera, les gritaron "asesinos". La Policía Municipal de Bilbao pudo detener, finalmente, a Kepa Arronategi. Los otros dos Eneko e Ibon Gogeaskoetxea consiguieron escapar robando tres coches a punta de pistola, uno de ellos a una mujer que viajaba con su hija”.
En 1999, Kepa Arronategi, que sería juzgado por la Audiencia Nacional y condenado a 30 años de reclusión mayor por el asesinato del ertzaina.
En mayo de 2020 Kepa Arronategi, fue trasladado de la cárcel zaragozana de Zuera al centro médico Aita Menni de Guipúzcoa, donde cumple condena.
Ibon Gogeaskoetxea fue detenido en febrero de 2010 en la región francesa de Normandía, mientras que su hermano Eneko, que llevaba una plácida vida en Cambridge (Reino Unido), fue detenido en julio de 2011 en una operación conjunta de la Policía Metropolitana de Londres y la Guardia Civil, abierta a raíz de una comisión rogatoria cursada al Reino Unido por el titular del Juzgado Central de Instrucción número 2 de la Audiencia Nacional, Ismael Moreno. En Francia, Eneko ha sido condenado en rebeldía en dos ocasiones: la primera el 10 de junio de 2006, a tres años de prisión, por asociación de malhechores con fines terroristas, y la segunda el 24 de mayo de 2011, a otros tres años de prisión, por estar integrado en la estructura logística de ETA desmantelada en noviembre de 2006. En España tiene también una decena de requisitorias en la Audiencia Nacional por delitos de terrorismo, y figura desde 2001 en la lista de terroristas más buscados de la Unión Europea.
En septiembre de 2020, Ibon Gogeaskoetxea, fue recibido a su llegada a Bilbao "como un auténtico héroe" tras su llegada a la capital vizcaína después de salir de prisión en libertad condicional, tras diez años y medio de prisión. Tras abandonar la cárcel de Mont de Marsan y ser posteriormente entregado a España, fue finalmente puesto en libertad. Gogeaskoetxea había sido trasladado en julio de 2018 a la cárcel de Mont de Marsan, dentro de los acercamientos que llevó a cabo el Gobierno francés.
Por su parte su hermano Eneko fue trasladado en julio de 2022 por orden de la secretaria de instituciones penitenciarias, del Centro Penitenciario de El Dueso en Santoña(Cantabria) a un centro penitenciario de Vascongadas.
Eneko Gogeaskoetxea,ingresó en prisión el 20 de julio de 2012 y cumple una condena acumulada de 30 años por homicidio, tentativas de asesinato, delito contra la Corona y delitos de detención ilegal, de atentado, de estragos, coacciones, lesiones, depósito y tenencia de armas y falsificación. Cumplirá las 3/4 partes de la condena en diciembre de 2033.
José María Aguirre Larraona, tenía 35 años. Era natural de Zalla (Vizcaya), estaba casado con Maite Mollinedo y era padre de un hijo. La plaza donde cayó asesinado lleva hoy su nombre y ahí tuvo lugar un homenaje diez años después de su asesinato, en octubre de 2007. Asimismo, el Ayuntamiento de Zalla ha dedicado a su memoria una plaza céntrica de la localidad.
De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se le concedió la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior le concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo.
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