14 DE JULIO DE 1987. OÑATE (GUIPÚZCOA). CABO PRIMERO DE LA GUARDIA CIVIL ANTONIO ÁNGEL LÓPEZ MARTÍNEZ-COLMENERO. GUARDIA CIVIL PEDRO GALNARES BARRERAS.
Cabo Primero de la Guardia Civil Antonio López Martínez-Colmenero. Guardia Civil Pedro Galnares Barrreras.
Dos guardias civiles pertenecientes a los GAR (Grupos Antiterroristas Rurales) el Cabo Primero ANTONIO LÓPEZ MARTÍNEZ-COLMENERO y el Guardia Civil PEDRO GALNARES BARRERAS, resultaban muertos y otros dos Guardia Civiles heridos de gravedad, en un atentado perpetrado a las 10.45 horas de la mañana del 14 de julio de 1987, en las proximidades, de la localidad guipuzcoana de Oñate, por un comando de la organización terrorista ETA.
Todos ellos estaban destinados en Vitoria y realizaban un servicio ordinario en un Nissan Patrol de la Guardia Civil, que formaba parte de un convoy con otros tres vehículos y que fue alcanzado de lleno por un artefacto accionado mediante un sistema de radio a distancia, cuando circulaban por la carretera que unía Oñate y Legazpia, a la salida de la primera población.
Los dos miembros del Benemérito instituto, fallecieron prácticamente en el acto como consecuencia de la explosión. Uno de ellos, el agente Galnares, que conducía el vehículo que abría la marcha del convoy, fue desplazado fuera del vehículo y quedó tendido sobre la hierba, mientras el otro, el cabo primero Antonio López, quedó atrapado en el asiento del copiloto y los bomberos tuvieron que cortar el blindaje del coche para poder excarcelarlo. Dos compañeros, los guardias segundos Andrés Castillejos Martín, de 32 años, nacido en Villanueva del Rey (Córdoba), casado y con un hijo de 8 años, y Antonio Grande Lozano, de 33, soltero y natural de León, sufrieron heridas de gravedad e inmediatamente fueron conducidos al Hospital Comarcal de Mondragón. Tras ser asistidos en el servicio de urgencias de ese centro, fueron trasladados en ambulancias hacia el hospital Santiago Apóstol, en Vitoria, donde quedaron ingresados.
El artefacto compuesto por unos veinte kilos de Goma 2 y diez de metralla, estaba camuflado entre unas zarzas que recubrían el pretil de piedra que bordeaba la carretera, empotrado en el suelo y era del tipo conocido como hornillo, confeccionado a partir de una caja de acero laminado en cuyo interior alojaron el explosivo y la metralla,
Al día siguiente tuvieron lugar los funerales por los guardias civiles asesinados, y que fueron presididos por el ministro del Interior, José Barrionuevo, a quien acompañaron el secretario de Estado para la Seguridad, Rafael Vera, los directores de la Policía y la Guardia Civil, José María Rodríguez Colorado y Luis Roldan, respectivamente, familiares de los dos Guardias Civiles, numeroso compañeros y autoridades militares y civiles. Compañeros de la Guardia Civil, portaron a hombros los féretros, envueltos en la bandera Nacional, con los restos mortales de Antonio y pedro, hasta la iglesia de San Miguel Arcángel donde se celebró el funeral.
Al finalizar el funeral, fue entonado el Himno de la Guardia civil y el ministro del interior dio vivas a España, a al Guardia Civil, al Rey, a la constitución y al pueblo vasco.
Con la asistencia del presidente en funciones del Principado de Asturias, Pedro de Silva; del delegado del Gobierno, Obdulio Fernández; autoridades municipales, regionales y miembros del Ejército y la Guardia Civil, y la inmensa totalidad de los vecinos, se celebró un funeral de cuerpo presente por el cabo primero José Antonio López Martínez en la Iglesia parroquial de San Andrés de Ceares (Oviedo), tras el cual féretro , envuelto en la Bandera Nacional y a hombros de su compañeros, fue conducido al cementerio donde recibió cristiana sepultura.
A la salida del templo, un grupo de las más de trescientas personas, asistentes al funeral dieron gritos en contra de los asesinos de EtA y dieron vivas a España y la Guardia Civil y pidieron insistentemente que “Por Dios, hagan algo», al tiempo que aplaudieron al paso del féretro-.
El féretro con los restos de Pedro Galnares llegaría de madrugada a Potes, en los Picos de Europa, donde fue instalada la capilla ardiente, por la que pasaron numerosos vecinos y familiares de la víctima. Al mediodía, en la parroquia de San Vicente Mártir, repleta de público, se ofició un funeral al que asistieron, junto con la madre y la viuda de la víctima, el presidente en funciones del Gobierno cántabro, Ángel Díaz de Entresotos; el delegado del Gobierno en Cantabria, Antonio Pallarás; los mandos militares de esta comunidad autónoma y alcaldes de la comarca lebaniega.
Tras el funeral, la comitiva con el féretro, envuelto en la bandera nacional, se dirigió hacia el cementerio de Pesaguero, municipio al que pertenece el pueblo de Avellanedo, donde fue cristianamente sepultado.
En 1999, la Audiencia Nacional condenó a los etarras Xabier Ugarte Villar, José Luis Erostegui Bidaguren (que fue quien activó la bomba al paso del convoy), Jesús María Uribetxeberria Bolinaga, José Miguel Gaztelu Ochandorena y Xabier Usandizaga Galarraga a un total de 145 años de cárcel cada uno como autores del atentado, doble asesinato consumado, dos asesinatos frustrados y diez delitos de lesiones.
Antonio Ángel López Martínez-Colmenero, cabo primero de la Guardia Civil,había nacido en Cabreiroá municipio orensano de Verín. Tenía de 31 años, Estaba casado y era padre de una hija de 9 años. El padre de Antonio también era guardia civil.
Pedro Galnares Barrera, de 26 años, era natural de Potes (Cantabria). Estaba casado y su esposa se encontraba embarazada.
De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se les concedió la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior le concedió también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo.
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