15 DE NOVIEMBRE DE 1978. MONDRAGÓN (GUIPÚZCOA) EMILIA LARREA SÁEZ DE ADACIA.
Emilia Larrea Sáez de Adacia.
El 15 de noviembre de 1978 resultó muerta en Mondragón (Guipúzcoa) EMILIA LARREA SÁEZ DE ADACIA, vecina de la localidad que se vio envuelta en un tiroteo entre dos patrullas de la Guardia Civil y miembros de los Comandos Autónomos Anticapitalista (CAA), que acababan de atacar el cuartel de Arechavaleta. Además, en el tiroteo también murieron dos terroristas de la banda, Roberto Aramburu Uribarren y José María Iturrioz Garmendia, y el tercero, Emilio Zurutuza Odriozola, fue herido de gravedad y detenido. En el intercambio de disparos, además de la fatal muerte de Emilia Larrea, otros tres vecinos de Mondragón resultaron heridos de diversa consideración.
La 522 Comandancia de la Guardia Civil de San Sebastián hacia pública, a última hora de la noche de ese día, la siguiente nota oficial sobre el suceso acaecido en Mondragón: "Sobre las 18,15 horas del día de hoy un vehículo «R-12» color verde, matricula BI-S494-J, ocupado por tres personas que circulaba por la carretera comarcal 6213 en dirección a Mondragón, al llegar a la altura del cuartel de la Guardia Civil de Arrechavaleta (Guipúzcoa), que se encuentra al borde de la carretera, se detuvo, empezando a disparar desde su interior con metralletas y una escopeta cargada con postas contra el cuarto donde habitualmente se halla el guardia de servicio de puertas, que afortunadamente se encontraba fuera del alcance de la ventana.
Como resultado de esta agresión se observan en la pared interior veinticuatro impactos, algunos de los cuales atraviesan la pared, llegando al pasillo donde existen los pabellones de las familias. La fuerza de retén repelió inmediatamente con sus armas el atentado, saliendo en su persecución. Al mismo tiempo, fue alertado el puesto de Mondragón, de donde salió fuerza para montar un control en el cruce de Udala. En el momento en que él «R-12» llegaba a la zona, teniendo que detenerse a causa del atasco circulatorio, la fuerza que venía en su persecución le dio el alto, a lo que respondieron haciendo uso de sus armas y saliendo del coche corriendo hacia el cruce.
Al no detenerse y ante el uso de sus armas, la fuerza empleo las suyas, de resultas de lo cual fueron muertos el que en un principio resultó ser José Luis Arapaolaza Uriarte, debido al documento nacional falso que tenía, pero que realmente es José María Kiturrioz Garmendía. También resultó muerto Roberto Aramburu Uribarren, nacido en Mondragón, estudiante; herido grave Enrique Zurutuza Odriozola, natural de Azpeitia. El herido grave fue inmediatamente trasladado a una clínica de Mondragón y de ahí posteriormente a Vitoria. De resultas de esto se cogió al comando dos metralletas tipo «FBP», de culatín plegable ambas; una escopeta repetidora marca «Bereta», con el culatín recortado; una pistola «Browing» 9 milímetros, seis cargadores de metralleta, 87 cartuchos de 9 mm. Parabellum, una granada de pina tipo Sopro, cuatro cartuchos de posta marca «Geberón», calibre 12 fabricados en París, un cartucho, de las mismas características vacío, tres pasamontañas —dos verdes y uno marrón— de lana, una funda para tres cargadores de metralleta tipo militar, unas navajas, un sombrero gris, varios metros de cuerda, dos can dados, dos bolsos de viaje y un chubasquero marrón.
En el mismo acto, y sin que se pudiese afirmar que las heridas fuesen causadas por los componentes del comando etarra, dado lo rápido de la acción y el desconcierto de éstos al verse entre dos fuegos, resulta ron los siguientes lesionados: Emilia Larrea Sáez de Alacia, vecina de Mondragón, que falleció en el centro asistencial de Mondragón; Juana Martín Lorenzo, que regresó a su domicilio después de la primera cura; Alberto Beltrán Heredia, residente en Arrechavaleta, tenía herida en el hombro izquierdo, quedando ingresado en el centro asistencial de Mondragón; y Crescencia Vidaurreta García, residente en Torre Izarra, con herida de bala en muslo derecho con orificio de entrada y salida, que quedó internada en el cen tro asistencial de Mondragón.
Hechas las oportunas averiguaciones, se ha tenido en conocimiento de que el vehículo «R-12» matrícula BI-3494-J, utilizado por los miembros del comando en el ametrallamiento, huida y posterior enfrentamiento, había sido sustraído a punta de pistola a su propietario, cuando circulaba por la carretera 6213, en dirección, a Vitoria, sobre las 18 horas”
Según confirmaría posteriormente la Guardia Civil la pistola que se le incautó a Emilio Zurutuza Odriozola había sido utilizada para asesinar al cabo de la Guardia Civil Aurelio Salgueiro López el 28 de agosto y al cabo Anselmo Durán Vidal el 9 de octubre, fechas ambas de 1978.
A partir de aquí las versiones difieren. Desde el Gobierno Civil de Guipúzcoa se dijo que los terroristas se apearon del vehículo, iniciándose un intercambio de disparos entre ellos y los guardias civiles, en el curso del cual falleció Emilia Larrea. Sin embargo, los vecinos del pueblo denunciaron que los heridos civiles se produjeron cuando, tras el primer tiroteo entre guardias civiles y terroristas, llegaron más agentes de Mondragón en otro vehículo. Éstos vieron a sus compañeros, que iban de paisano, armados con metralletas, y los confundieron con terroristas. Se produjo entonces un nuevo tiroteo (esta vez entre guardias civiles) que provocó que Emilia Larrea fuese herida mortalmente.
El socialista Chiqui Benegas, titular de la Consejería de Interior del Consejo General vasco, emitiría un comunicado que se hizo público al día siguiente. En él se relataba que dos de los terroristas intentaron darse a la fuga, sin llevar armas, y fueron abatidos por los guardias civiles de paisano que les estaban siguiendo desde el cuartel de Arechavaleta. Al tercer terrorista, que estaba en el interior del vehículo, le dispararon y lo sacaron herido fuera del mismo. Muy pocos minutos después de ese primer intercambio de disparos, llegó a Mondragón otro vehículo con más guardias civiles, también de paisano. Al ver a varios hombres armados con metralletas, y creyendo que eran los terroristas, abrieron fuego en esa dirección, provocando la muerte de Emilia Larrea. En la lamentable nota hecha pública por Benegas se podía leer: "La irracional lógica de la violencia es la que explica tanto la agresión al cuartel de la Guardia Civil como la respuesta que causa la muerte de los agresores. (...) En todo caso, lo que resulta evidentemente inexplicable es la actuación posterior de una fuerza pública que irreflexivamente dispara de forma que causa una muerte y varios heridos en la población civil. Tal acto debe ser enjuiciado con una gran serenidad, pues obedece a una de estas dos causas: o bien una irresponsable falta de reflexión, o bien una actitud todavía más peligrosa: la de una fuerza que actúa sobre una población como sociedad enemiga".
El ministro de Interior, Rodolfo Martín Villa, que criticaría con dureza el comunicado de Benegas donde equiparaba a víctimas con asesinos, justificando la acción de los terroristas en una carta enviada a Ramón Rubial, presidente del Consejo General vasco. En la misma calificaba de "intolerable" la postura de algunos partidos políticos y señalaba que "o se apoya al terrorismo, o se apoya a quienes han elegido la dura y abnegada misión de hacerle frente".
Por aquellos sucesos de Mondragón varios partidos nacionalistas provocaron una huelga general en Guipúzcoa, que paralizó gran parte de la actividad económica el día 17.
Al día siguiente del ametrallamiento del cuartel y el enfrentamiento entre la Guardia Civil y los terroristas etarras unas dos mil personas se manifestaron en Mondragón y, al llegar al lugar donde tuvo lugar el tiroteo, dieron gritos a favor de ETA y contra las Fuerzas de Orden Público. Al funeral de Emilia Larrea, asistieron familiares y amigos.
Sin embargo al funeral por los dos terroristas muertos, Kiturrioz Garmendíay Aramburu Uribarren, la asistencia fue multitudinaria. El sacerdote oficiante dijo sin pudor en la homilía: "si estos dos hombres luchaban por buscar la libertad, ahora la encontrarán en el Señor".
Emilia Larrea Sáez de Adacia tenía 54 años. Estaba casada y tenía tres hijos. Tras el funeral por su alma celebrado en la Iglesia de Nuestra Señora de la Esperanza de Mondragón, sus restos mortales fueron trasladados al cementerio de la localidad guipuzcoana, donde fueron inhumados.
El asesinato de Emilia Larrea continúa a día de hoy sin resolver.
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