16 DE OCTUBRE DE 2000, SEVILLA. ANTONIO EMILIO MUÑOZ CARIÑANOS, CORONEL DEL EJÉRCITO DEL AIRE.
Coronel Médico del Ejército del Aire.Antonio Muñoz Cariñanos.
El lunes 16 de octubre de 2000, dos terroristas de la banda ETA, que resultarían ser Jon Igor Solana Matarrán y Harriet Iragi Gurruchaga asesinaban en Sevilla a ANTONIO EMILIO MUÑOZ CARIÑANOS, coronel del Ejército del Aire y médico otorrinolaringólogo. El médico, especializado en las afecciones de las cuerdas vocales y que tenía entre sus pacientes a muchos periodistas, artistas y políticos, se encontraba en su clínica particular donde pasaba consulta por las tardes. Los etarras hicieron previamente una llamada, para asegurarse de que estaba trabajando. A continuación se dirigieron a la clínica y, mientras Iragi Gurruchaga vigilaba en la puerta, Solana Matarrán entró en el despacho del médico y le descerrajó varios tiros en la cabeza que le provocaron la muerte en el acto.
Los dos asesinos, tras cometer su crimen, se perdieron por las calles del casco viejo de la bellísima ciudad hispalense. Sin embargo un grupo de miembros de la Policía les localizaría en el cruce de las calles de Perafán de Ribera y Don Fadrique, gracias a la ayuda de varios testigos, que les habían descrito magníficamente. Los etarras, a tiros, intentaron zafarse de la persecución policial. Solana Matarrán fue detenido con prontitud. El otro terrorista, Iragui Gurruchaga, herido en un hombro, logró en un primer instante huir. Sería posteriormente localizado y detenido en las cercanías del Hospital Universitario Virgen de la Macarena. Iragi, lleno de miedo, gritó que estaba herido, que no portaba armas y se entregó sin oponer resistencia.
Las detenciones de los dos asesinos del coronel médico militar permitieron a la policía detectar parte de la infraestructura terrorista de ETA en Sevilla. Los agentes localizaron dos pisos francos utilizados por los terroristas, uno abandonado desde hacía semanas y otro en el que se encontraron, además de pistolas y explosivos, varias cajas con documentación. En el último piso en el que estuvieron, se hicieron pasar por estudiantes gallegos de Periodismo, según declararía el dueño que les alquiló el inmueble.
Los ciudadanos sevillanos quisieron linchar a uno de los etarras detenidos, Jon Igor Solana Matarranz. Pocos minutos después de las siete de la mañana, la policía condujo a este terrorista hasta el piso franco de ETA, localizado una hora antes. Esposado y con una fuerte custodia policial, Solana Matarranz estuvo presente durante el registro, mientras los vecinos, nerviosos, esperaban en la calle. Cuando, a las ocho de la mañana, los agentes autorizaron a los vecinos a volver a sus domicilios, muchos no quisieron hacerlo. Esperaron en la calle para ver la cara del asesino del coronel médico Antonio Muñoz Cariñanos. Cuando el etarra era trasladado de nuevo a la Jefatura Superior de Policía, recibió empujones, patadas e insultos y el coche donde fue introducido zarandeado, Gracias a la intervención policial no fue linchado.
Además de en su clínica particular, situada en pleno centro de Sevilla, Muñoz Cariñanos trabajaba en el acuartelamiento del Ejército del Aire de Tablada, donde se instaló la capilla ardiente con sus restos mortales.
Al día siguiente se celebraría el funeral al que acudiría el presidente José María Aznar y su esposa, acompañados de Jaime Mayor Oreja, Federico Trillo, autoridades civiles y militares, familiares de la víctima y un gran número de famosos y estrellas de la canción a los que Antonio Muñoz Cariñanos trató, como Isabel Pantoja, María del Monte, Chiquetete, el humorista Paco Gandía, Los del Río, Raphael y su esposa Natalia Figueroa, María José Santiago, entre otros
El funeral por el alma del coronel Muñoz que fue concelebrado por los arzobispos de Sevilla, Carlos Amigo y el general castrense José Manuel Estepa, estuvo marcado por la emoción. Una compañía del Ejercito del Aire rendiría al coronel asesinado los honores pertinentes.
Monseñor Carlos Amigo afirmó que la justicia contra el terrorismo no "tiene que ver con la venganza», sino que se asienta «en la dignidad de la persona". Concluyó con una petición a ETA para que deje de derramar sangre y oiga "el llanto de los huérfanos y las viudas". Tras la ceremonia, el presidente Aznar entregó a la viuda la bandera Nacional que cubría el féretro y la gorra del militar fallecido.
Antes del funeral, tras interpretarse el himno del Ejército del Aire, el ministro de Defensa Federico Trillo impuso al coronel asesinado, a título póstumo, la Cruz al Mérito Aeronáutico con distintivo amarillo.
En 2002 la Audiencia Nacional condenó a sendas penas de 53 años de cárcel a Jon Igor Solana Matarrán y Harriet Iragi Gurruchaga por el asesinato de Muñoz Cariñanos. La Policía sospechó desde el primer momento que Gorka Palacios, Zigor Merodio y Oihane Errazkin formaban también parte del grupo Andalucía de ETA y tenía el convencimiento de que uno de ellos había participado en el asesinato del coronel médico militar.
En abril de 2010 la Audiencia Nacional condenó a Juan Antonio Olarra Guridi, alias Jon y Ostagi, a 34 años de prisión mayor como instigador principal del asesinato. El tribunal consideró probado que Olarra Guridi formaba parte del "aparato militar" de ETA, con funciones de responsabilidad en la dirección de los "comandos", entre ellos el Erraia, que formaban Solana e Iragi y que operó en Andalucía. El condenado fue el que, según la sentencia, "bajo el manto de una organización jerarquizada y sometida al control de unos pocos sobre la mayoría, cometió el delito dando instrucciones precisas para truncar el derecho a la vida del doctor Muñoz Cariñanos.
A finales de octubre del año 2000, durante la toma de declaración a Jon Igor Solana Matarrán y Iragi Gurruchaga celebrado en la Audiencia Nacional, por parte del Juez Guillermo Ruiz Polanco y donde los etarras se negaron a declarar, Gurruchaga, en tono chulesco y desafiante, amenazó al juez diciéndole: "tú serás el próximo". "Cuéntaselo a tus compañeros en el funeral del magistrado Querol", El general Tocado Querol había sido asesinado por ETA en Madrid, ese mismo día 30 de octubre. El juez respondió de forma admirable, a pesar de que sería sancionado, del siguiente modo:" Si yo no fuera juez y usted no estuviera esposado y con el brazo en cabestrillo, le daría dos hostias".
En noviembre de 2022, el indigno ministro Marlasca, a través de su secretaría General de Instituciones Penitenciarias, traslado al sanguinario Harriet Iragui Gurruchaga del Centro Penitenciario de Logroño a un Centro Penitenciario de la Comunidad Autónoma de Vascongadas. Fue condenado en 2001 por la Audiencia Nacional a 30 años de prisión como autor del asesinato de José Martín Carpena. En 2002 fue condenado a 45 años como autor del asesinato de Luis Portero García. En 2002 también fue condenado a 53 años de prisión como responsable del atentado que acabó con la vida de Antonio Emilio Muñoz Cariñanos.
En agosto de 2022, Igor Solana Matarrán llevó el mismo camino, siendo trasladado de la prisión de Zuera (Zaragoza) a una cárcel de Vascongadas. Este asesino ya se había beneficiado de un trato de favor por Instituciones Penitenciarias, al permitirle tener un hijo en prisión con su pareja, la también etarra Eider Pérez, y de forma insólita dejarles acudir juntos al Registro Civil, escoltados por la Guardia Civil que pagamos todos los españoles.
Pese a nacer el 2 de julio de 1942 en Madrid, pasó la mayor parte de su vida en la provincia de Sevilla. Tenía su casa en Ginés, situada en el Aljarafe sevillano, a unos diez kilómetros de la capital. Estaba separado de su primera esposa y tenía nueva pareja cuando fue asesinado. Muñoz Cariñanos tenía tres hijos. Otorrinolaringólogo por la Universidad de Navarra, el doctor Muñoz Cariñanos era también coronel médico del Ejército del Aire desde 1994, poseía el título de piloto de aviones de guerra y había sido condecorado en la guerra del Golfo.
Ejercía como director de la Policlínica del mando aéreo del Estrecho en el acuartelamiento de Tablada y por la tarde trabajaba en su consulta privada en el centro de Sevilla. También se encargaba del área de relaciones con la Sanidad Militar del Colegio de Médicos de Sevilla. Era un médico muy conocido en el mundo del espectáculo por ser el encargado de cuidar las cuerdas vocales de estrellas como Rocío Jurado, Isabel Pantoja, Julio Iglesias, Juan Peña El Lebrijano, Mónica Naranjo o María José Santiago, los del Río, entre otros. También había cuidado las cuerdas vocales de políticos y comunicadores como el sevillano Carlos Herrera.
El 30 de junio de 2006 Macarena Muñoz, hija de Antonio, escribió una carta abierta al malvado presidente Rodríguez Zapatero, criticando duramente el mal llamado proceso de paz con ETA. Decía así: “Mi nombre es Macarena. Soy hija del Coronel Médico Antonio Muñoz Cariñanos, asesinado por la ETA el 16 de octubre de 2000, en Sevilla. (...) Mi padre era médico. Una tarde, mientras pasaba consulta, dos asesinos de la ETA acabaron con su vida, delante de sus pacientes. Le metieron seis tiros. No sólo acabaron con su vida, sino con la esperanza de muchos enfermos de cáncer. Porque, Sr. Presidente, mi padre era una eminencia en la lucha contra el cáncer (...) Nunca olvidaremos cómo la gente de Sevilla se echó a la calle aquel 16 de octubre para ayudar a capturar a los asesinos. Armados de valentía, lo consiguieron. Gracias al valor de todos esos sevillanos se hizo posible que los asesinos de mi padre, hoy cumplan su castigo (...) Señor presidente, rechazamos la violencia tanto o más que nadie. Y precisamente porque hemos renunciado a la venganza en la confianza de que se haga justicia, estamos más legitimados que nadie para decir alto y fuerte que queremos el fin de la violencia. Y es que lo que usted nos ofrece no es la paz, Sr. Rodríguez Zapatero. Ni mucho menos. Cualquier persona con sentido común se da cuenta de ello. Al parecer usted va a negociar con los asesinos el traslado de los presos a las cárceles vascas y el cambio de la ley para que el gobierno vasco les aplique el tercer grado y salgan a la calle. ¿Es ése su sentido de la justicia, Sr. Rodríguez Zapatero? Lo que usted llama la "paz" se va a traducir en que dentro de poco tiempo los asesinos de mi padre se permitan el lujo de mirarme a los ojos de la misma forma en que los asesinos de Miguel Ángel Blanco han mirado a su madre y a sus restantes familiares durante estos días de juicio. Con esa nauseabunda mezcla de chulería y repugnancia por la vida ajena. Señor Presidente, usted dice que hay que mirar a los ojos a los terroristas. ¿Es ésa la mirada de los terroristas la que usted nos invita a disfrutar? Lo siento mucho, Sr. Rodríguez Zapatero, los españoles tenemos dignidad. Pedirle a la gente que miremos a los ojos a esa gentuza nos parece indecente. Señor Zapatero, es cobarde ser duro con los que, como nosotros, no tenemos más arma que nuestra palabra, y en cambio blando con los de las pistolas. Esa cobardía nos dolería de cualquier otra persona, pero nos resulta profundamente humillante en la persona de quien nos debería representar. Señor Zapatero: la paz de los presos a la calle es la paz de la humillación, la paz de la victoria del terror y la paz de la rodilla en la tierra. Yo no entiendo de política, no tengo ni he tenido nunca carné de ningún partido político. Pero, Sr. Zapatero, tengo la sensación de que es usted rehén voluntario de los terroristas, y que hará lo que le pidan, porque si a los terroristas se les ocurriera mañana entrar en una consulta médica y pegarle seis tiros a otro médico, como le hicieron a mi padre, seguramente usted dejaría de ser presidente del gobierno. Acabo ya, pero antes, Sr. Rodríguez Zapatero, quiero leer lo que en su programa electoral usted nos prometió. Leo textualmente: ‘Rechazamos cualquier negociación que implique el pago de un precio político democrático por el fin de la violencia’. Le exigimos que cumpla su palabra y que los asesinos cumplan íntegramente las condenas que les han sido impuestas. No nos resignaremos jamás a vivir de rodillas. Espero su contestación, señor Presidente.” Por supuesto el cobarde y traidor Zapatero no le contestó.
De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se le concedió la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior le concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo.
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