16 DE OCTUBRE DE 1988. LEGAZPIA (GUIPÚZCOA) ERTZAINA JUAN JOSÉ PACHECO CANO.
Policía Autónomo Vasco Juan José Pacheco Cano.
Hacia las cuatro de la madrugada del 16 de octubre ETA colocó varias bombas en la línea férrea Madrid-Irún, con el objetivo de sabotearla e intentar con ello el asesinato de varios miembros de la Guardia Civil, que esperaban que acudiesen a desactivarla. Sin embargo quien atendería las llamadas de aviso de la banda fueron artificieros de la Policía autónoma Vasca. Una de las bombas, que escondía una trampa, acabaría con la vida de Policía Vasco JOSE JUAN PACHECO CANO, que junto a tres compañeros, acudió al lugar a inspeccionar las vías férreas.
Hacia las 2.45 horas, la Asociación de ayuda en carretera (DYA) comunicó a la central de la Ertzaintza en San Sebastián que había recibido un aviso en el que se decía que en el tramo de la vía férrea comprendido entre Alsasua y Brincóla habían sido colocados varios artefactos explosivos. El aviso, según informó la DYA, fue efectuado en tres llamadas telefónicas y en todas ellas el comunicante dijo pertenecer a ETA.
El centro de coordinación de la capital guipuzcoana pasó el aviso a la comisaria de la Ertzaintza de Zumárraga, de donde, a las 3.08 horas salieron dos patrullas compuestas por cinco miembros.
Al llegar a Bricóla, uno de los policías autónomos vascos se quedó custodiando los vehículos, mientras los otros cuatro comenzaron la inspección ocular con linternas.
Pasado el primer túnel entraron en el segundo, del que recorrieron unos dos kilómetros y, hacia las 4 horas, explotó en el interior de este túnel un artefacto, por lo que los agentes volvieron sobre sus pasos y comprobaron, entre, el humo, los destrozos ocasionados. Una vez en cielo abierto, mientras seguían la inspección ocular, estalló otro artefacto, alcanzado de lleno al «ertzaina» José Juan Pacheco, que falleció en el acto.
Los artefactos contenían entre los tres 37 kilogramos de amonal. La que estalló primero, dentro del túnel, estaba formada por 30 kilogramos de este explosivo. La segunda, que explosionó, al pisar José Juan Pacheco el mecanismo de ignición, contenía tres kilogramos del mismo explosivo. Un tercer artefacto compuesto por cuatro kilogramos de amonal, colocado en un poste del tendido eléctrico, fue desactivado por especialistas de la Guardia Civil.
La explosión alcanzó de lleno a José Juan Pacheco, destinado en la comisaría de Zumárraga, quien murió en el acto. Los «ertzainas» José García Villanueva, José Zarragoitia y Luis Antonio Fernández Amor, fueron trasladados en ambulancias de Cruz Roja al hospital comarcal Nuestra Señora de la Antigua, en Zumárraga, los dos primeros con traumatismo craneal y el tercero con diversas contusiones. Los tres heridos fueron dados de alta después de ser curados de sus lesiones.
Como consecuencia del atentado, quedó cortado todo el tráfico ferroviario en la zona, teniendo los viajeros que efectuar transbordos por carretera. El levantamiento del cuerpo no se efectuó hasta que los artificieros de la Guardia Civil inspeccionaron la zona, que permaneció acordonada.
La capilla ardiente de José Juan Pacheco quedó instalada en la comisaría de la Ertzaintza de Zumárraga,
Unos días después el diario Egin publicó el comunicado en ETA reivindicaba el atentado, como "un acto de sabotaje contra la empresa española Renfe". La banda lo consideró un accidente, pues no iba destinado a la Ertzaintza "que de momento no supone, un objetivo militar".
A las seis de la tarde del 17 de octubre tuvo lugar el funeral por Juan José Pacheco Cano en la parroquia de Santa María de Tolosa, con la asistencia del lendakari José Antonio Ardanza, el vicelendakari Ramón Jáuregui, y el gobernador civil de Guipúzcoa, José Ramón Goñi Tirapu.
En 1997 la Audiencia Nacional condenó a Jesús María Ciganda Sarratea, Juan Carlos Balerdi Iturralde, Pedro José Echevarría Lete, Fermín Urdian Ciriza y Lourdes Churruca Medinabeitia a sendas penas de 12 años de prisión mayor por un delito de terrorismo y a 30 años de reclusión mayor por un delito de atentado.
Juan José Pacheco Cano tenía 26 años. Era natural de Cáceres y estaba casado. Fue el tercer agente de la Ertzaintza asesinado por la banda terrorista ETA.
De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se le concedió la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior le concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo.
16 DE OCTUBRE DE 1988. PAMPLONA.GUARDIA CIVIL JULIO GANGOSO OTERO.
Guardia Civil Julio Gangoso Otero.
A las once menos cuarto de la noche del 16 de octubre de 1988, un coche-bomba colocado por la banda terrorista ETA en Pamplona provocaba la muerte del Guardia Civil JULIO GANGOSO OTERO y hería gravemente a otros siete agentes.
El atentado se registró a la altura del número 3 de la Cuesta de Larraina de la capital navarra cuando los miembros de la Guardia Civil regresaban a la comandancia en una tanqueta y en un Land Rover después de haber prestado servicio de vigilancia en la cárcel de Pamplona, próxima al lugar del atentado.
Un «Serpa Rover», de color blanco, aparcado en segunda fila, en cuyo interior los autores del atentado habían colocado 30 kilos de explosivos y otros tantos de metralla, explosionó cuando la tanqueta se encontraba a su altura. El artefacto fue accionado por mando a distancia y la onda expansiva alcanzó de lleno a la tanqueta que se desvió contra un árbol de la calzada.
A consecuencia de la misma, el conductor Julio Gangoso Otero fue alcanzado de lleno en la cabeza, provocándole la muerte e hiriendo de gravedad a los otros siete guardias civiles componentes del convoy: Vicente Ollero Montes, natural de El Viso (Córdoba), de 21 años; Francisco Javier Montoya Martínez, natural de Vara del Rey (Cuenca), de 21 años; Rafael Checa Bermúdez, natural de Villagordo, Jaén, de 21 años; Paulino Parrilla Galdón, natural de Santiesteban del Puerto (Jaén), de 23 años; Ángel Segura Coto natural de Málaga, de 22 años; Felipe Luis Cruz Ávila, natural de Martos (Jaén), de 21 años; y José Luis Alonso Gaona, natural de Albanilla (Murcia), de 24 años. El Land Rover que formaba parte del convoy resultó intacto y sus cuatro ocupantes, ilesos. La explosión del coche-bomba alcanzó, además, a otros quince vehículos próximos, varios de los cuales quedaron completamente destrozados, y provocó la rotura de cristales y graves desperfectos materiales en diversos edificios.
El coche bomba quedó irreconocible y grandes trozos del mismo fueron lanzados a varios metros de distancia. De la potencia de la onda expansiva dio muestra el que un vehículo aparcado junto al coche-bomba fue lanzado a unos 15 metros, junto a unos jardines próximos, que dando tan sólo de él un amasijo de hierros. El vehículo utllizado para el ataque contra la Guardia Civil había sido robada en Basauri (Vizcaya) por miembros de la banda, que dejaron a su propietario y a un acompañante atados a un árbol. Con la furgoneta, los terroristas se dirigieron al puerto navarro de Echauri, donde robaron otro vehículo, dejando también a su dueño amarrado a un árbol. Con este vehículo huyeron los asesinos de la banda una vez que activaron la furgoneta-bomba.
ETA se atribuyó la autoría del atentado el mismo día mediante una llamada telefónica a la Asociación de Ayuda en Carretera Detente y Ayuda (DYA) de Navarra. El comunicante señaló también que tres personas se encontraban atadas a unos árboles cerca de la localidad de Estella.
En el lugar de los hechos se concentraron numerosas personas que vitorearon a la Guardia Civil y dieron vivas a España y gritos contra ETA y Herri Batasuna.
Por expreso deseo del alcalde de Pamplona, Javier Chourraut, dirigente de Unión del Pueblo Navarro, la capilla ardiente del Guardia Civil Gangoso Otero se instaló en el Ayuntamiento, siendo la primera vez que esto se hacía con una víctima del terrorismo.
Al funeral en la Iglesia de San Cernín de la capital navarra acudió, además del alcalde, el director general de la Guardia Civil, Luis Roldán, el presidente del Gobierno de Navarra, Gabriel Urralburu y otras autoridades militares y civiles Al terminar el mismo, y tras interpretarse el Himno de la Guardia Civil por parte de la unidad de música del Regimiento de Infantería de América y una compañía de la Guardia Civil, una gran parte del numeroso público asistente profirió insultos contra las autoridades y pidió la restauración de la pena de muerte.
En 1995 la Audiencia Nacional condenó a los asesinos Juan José Zubieta Zubeldia, Javier Goldaraz Aldaya y Germán Rubenach, miembros del grupo Nafarroa, entre otras a sendas penas de 29 años de reclusión por el asesinato de Julio Gangoso y a 18 años de prisión mayor por cada uno de los siete asesinatos frustrados. En total, cada uno fue condenado a 170 años de cárcel.
El 20 de noviembre de 2013, Juan José Zubieta Zubeldia, tras 22 años en prisión, en virtud de la sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos que derogaba la llamada Doctrina Parot, abandonaba la cárcel de Monterroso en Lugo. Igualmente lo haría por el mismo motivo el etarra Javier Goldaraz Aldaya. En abril de 2014, Germán Rubenach, tras haber cumplido 24 años de cárcel también se beneficiaría de la anulación de la doctrina Parot.
El Guardia Civil Julio Gangoso Otero era natural de Benavente (Zamora) tenía 31 años, estaba casado con Ana María Fidalgo y tenía dos hijos de 7 y 2 años. Sus restos mortales serían cristianamente sepultados en su localidad natal de Benavente el 18 de octubre con la asistencia de cientos de vecinos que secundaron la llamada del Ayuntamiento decretando un día de luto oficial y solicitando el cese de la actividad laboral durante una hora para mostrar su repulsa al asesinato de su vecino.
De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se le concedió la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior le concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo.
16 DE OCTUBRE DE 2000, SEVILLA. ANTONIO EMILIO MUÑOZ CARIÑANOS, CORONEL DEL EJÉRCITO DEL AIRE
Coronel Médico del Ejercito del Aire Antonio Emilio Muñoz Cariñanos.
El lunes 16 de octubre de 2000, dos terroristas de la banda ETA que resultarían ser Jon Igor Solana Matarrán y Harriet Iragi Gurutxaga asesinaban en Sevilla a ANTONIO EMILIO MUÑOZ CARIÑANOS, coronel del Ejército del Aire y otorrinolaringólogo. El médico, especializado en las afecciones de las cuerdas vocales y que tenía entre sus pacientes a muchos periodistas, artistas y políticos, se encontraba en su clínica particular donde pasaba consulta por las tardes. Los etarras hicieron previamente una llamada, para asegurarse de que estaba trabajando. A continuación se dirigieron a la clínica y, mientras Iragi Gurutxaga vigilaba en la puerta, Solana Matarrán entró en el despacho del médico y le descerrajó varios tiros en la cabeza que le provocaron la muerte en el acto.
Inmediatamente los pistoleros de la banda emprendieron la huida a pie por las calles del casco histórico sevillano, Quince minutos después, en el cruce de las calles de Perafán de Ribera y Don Fadrique, fueron sorprendidos por agentes de la Policía que contaban con la descripción que de los terroristas habían hecho los pacientes que aguardaban en la sala de espera del doctor asesinado. Al intentar arrestarlos, los etarras no atendieron el alto que les dieron y opusieron resistencia, iniciándose un intenso tiroteo por las calles de Sevilla. Solana fue detenido enseguida, mientras Iragi conseguía huir, aunque con una herida en el hombro. Fue localizado pocas horas después en las cercanías del Hospital Universitario Virgen Macarena. Iragi gritó que estaba herido, que no portaba armas y se entregó sin oponer resistencia.
Las detenciones de los dos asesinos del coronel médico militar permitieron a la policía detectar parte de la infraestructura terrorista de ETAen Sevilla. Los agentes localizaron dos pisos francos utilizados por los terroristas, uno abandonado desde hacía semanas y otro en el que se encontraron, además de pistolas y explosivos, varias cajas con documentación. En el último piso en el que estuvieron, se hicieron pasar por estudiantes gallegos de Periodismo, según declararía el dueño que les alquiló el inmueble.
Los ciudadanos sevillanos quisieron linchar a uno de los etarras detenidos, Jon Igor Solana Matarranz. Pocos minutos después de las siete de la mañana, la policía condujo a este terrorista hasta el piso franco de ETA, localizado una hora antes. Esposado y con una fuerte custodia policial, Solana Matarranz estuvo presente durante el registro, mientras los vecinos, nerviosos, esperaban en la calle. Cuando, a las ocho de la mañana, los agentes autorizaron a los vecinos a volver a sus domicilios, muchos no quisieron hacerlo. Esperaron en la calle para ver la cara del asesino del coronel médico Antonio Muñoz Cariñanos. Cuando el etarra era trasladado de nuevo a la Jefatura Superior de Policía, recibió empujones, patadas e insultos y el choche donde fue introducido zarandeado, Gracias a la intervención policial no fue linchado.
Además de en su clínica particular, situada en pleno centro de Sevilla, Muñoz Cariñanos trabajaba en el acuartelamiento del Ejército del Aire de Tablada, donde se instaló la capilla ardiente con sus restos mortales.
Al día siguiente se celebraría el funeral al que acudiría el presidente José María Aznar y su esposa, acompañados de Jaime Mayor Oreja, Federico Trillo, autoridades civiles y militares, familiares de la víctima y un gran número de famosos y estrellas de la canción a los que Antonio Muñoz Cariñanos trató, como Isabel Pantoja, María del Monte, Chiquetete, el humorista Paco Gandía, Los del Río, Raphael y su esposa Natalia Figueroa, Maria José Santiago, entre otros.
El funeral por el alma del coronel Muñoz que fue concelebrado por los arzobispos de Sevilla, Carlos Amigo y el general castrense José Manuel Estepa, estuvo marcado por la emoción. Una compañía del Ejercito del Aire rendiría al coronel asesinado los honores pertinentes.
Monseñor Carlos Amigo afirmó que la justicia contra el terrorismo no "tiene que ver con la venganza», sino que se asienta en la dignidad de la persona". Concluyó con una petición a ETA para que deje de derramar sangre y oiga "el llanto de los huérfanos y las viudas". Tras la ceremonia, el presidente Aznar entregó a la viuda la bandera Nacional que cubría el féretro y la gorra del militar fallecido.
Antes del funeral, tras interpretarse el himno del Ejército del Aire, el ministro de Defensa Federico Trillo impuso al coronel asesinado, a título póstumo, la Cruz al Mérito Aeronáutico con distintivo amarillo.
En 2002 la Audiencia Nacional condenó a sendas penas de 53 años de cárcel a Jon Igor Solana Matarrán y Harriet Iragi Gurutxaga por el asesinato de Muñoz Cariñanos. La Policía sospechó desde el primer momento que Gorka Palacios, Zigor Merodio y Oihane Errazkin formaban también parte del grupo Andalucía de ETA y tenía el convencimiento de que uno de ellos habia participado en el asesinato del coronel médico militar.
En abril de 2010 la Audiencia Nacional condenó a Juan Antonio Olarra Guridi, alias Jon y Ostagi, a 34 años de prisión mayor como instigador principal del asesinato. El tribunal consideró probado que Olarra Guridi formaba parte del "aparato militar" de ETA, con funciones de responsabilidad en la dirección de los "comandos", entre ellos el Erraia, que formaban Solana e Iragi y que operó en Andalucía. El condenado fue el que, "bajo el manto de una organización jerarquizada y sometida al control de unos pocos sobre la mayoría" cometió "el delito dando instrucciones precisas para truncar el derecho a la vida" del doctor Muñoz Cariñanos.
A finales de octubre del año 2000, durante la toma de declaración a Jon Igor Solana Matarrán y Iragi Gurruchaga celebrado en la Audiencia Nacional, por parte del Juez Guillermo Ruiz Polanco y donde los etarras se negaron a declarar, Gurruchaga, en tono chulesco y desafiante, amenazó al juez diciéndole: “tú serás el próximo”. “Cuéntaselo a tus compañeros en el funeral" del magistrado Querol”, El general Tocado Querol había sido asesinado por ETA asesinado en Madrid, ese mismo día 30 de octubre. El juez de respondió de forma admirable, a pesar de que sería sancionado, del siguiente modo:” "Si yo no fuera juez y usted no estuviera esposado y con el brazo en cabestrillo, le daría dos hostias".
En noviembre de 2022, el indigno ministro Marlasca, a través de su secretaría General de Instituciones Penitenciarias, traslado al sanguinario Harriet Iragui Gurruchaga del Centro Penitenciario de Logroño a un Centro Penitenciario de la Comunidad Autónoma de Vascongadas. Fue condenado en 2001 por la Audiencia Nacional a 30 años de prisión como autor del asesinato de José Martín Carpena. En 2002 fue condenado a 45 años como autor del asesinato de Luis Portero García. En 2002 también fue condenado a 53 años de prisión como responsable del atentado que acabó con la vida de Antonio Emilio Muñoz Cariñanos.
En agosto de 2022, Igor Solana Matarrán llevó el mismo camino, siendo trasladado de la prisión de Zuera (Zaragoza) a a una cárcel de Vascongadas. Este asesino ya se había beneficiado de un trato de favor por Instituciones Penitenciarias, al permitirle tener un hijo en prisión con su pareja, la también etarra Eider Pérez, y de forma insólita dejarles acudir juntos al Registro Civil, escoltados por la Guardia Civil que pagamos todos los españoles.
Pese a nacer el 2 de julio de 1942 en Madrid, pasó la mayor parte de su vida en la provincia de Sevilla. Tenía su casa en Ginés, situada en el Aljarafe sevillano, a unos diez kilómetros de la capital. Estaba separado de su primera esposa y tenía nueva pareja cuando fue asesinado. Muñoz Cariñanos tenía tres hijos. Otorrinolaringólogo por la Universidad de Navarra, el doctor Muñoz Cariñanos era también coronel médico del Ejército del Aire desde 1994, poseía el título de piloto de aviones de guerra y había sido condecorado en la guerra del Golfo.
Ejercía como director de la Policlínica del mando aéreo del Estrecho en el acuartelamiento de Tablada y por la tarde trabajaba en su consulta privada en el centro de Sevilla. También se encargaba del área de relaciones con la Sanidad Militar del Colegio de Médicos de Sevilla. Era un médico muy conocido en el mundo del espectáculo por ser el encargado de cuidar las cuerdas vocales de estrellas como Rocío Jurado, Isabel Pantoja, Julio Iglesias, Juan Peña El Lebrijano, Mónica Naranjo o María José Santiago, los del Río, entre otros. También había cuidado las cuerdas vocales de políticos y comunicadores como el sevillano Carlos Herrera.
El 30 de junio de 2006 Macarena Muñoz, también hija de Antonio, escribió una carta abierta al malvado presidente Rodríguez Zapatero, criticando duramente el mal llamado proceso de paz con ETA. Decía así: “Mi nombre es Macarena. Soy hija del Coronel Médico Antonio Muñoz Cariñanos, asesinado por la ETA el 16 de octubre de 2000, en Sevilla. (...) Mi padre era médico. Una tarde, mientras pasaba consulta, dos asesinos de la ETA acabaron con su vida, delante de sus pacientes. Le metieron seis tiros. No sólo acabaron con su vida, sino con la esperanza de muchos enfermos de cáncer. Porque, Sr. Presidente, mi padre era una eminencia en la lucha contra el cáncer (...) Nunca olvidaremos cómo la gente de Sevilla se echó a la calle aquel 16 de octubre para ayudar a capturar a los asesinos. Armados de valentía, lo consiguieron. Gracias al valor de todos esos sevillanos se hizo posible que los asesinos de mi padre, hoy cumplan su castigo (...) Señor presidente, rechazamos la violencia tanto o más que nadie. Y precisamente porque hemos renunciado a la venganza en la confianza de que se haga justicia, estamos más legitimados que nadie para decir alto y fuerte que queremos el fin de la violencia. Y es que lo que usted nos ofrece no es la paz, Sr. Rodríguez Zapatero. Ni mucho menos. Cualquier persona con sentido común se da cuenta de ello. Al parecer usted va a negociar con los asesinos el traslado de los presos a las cárceles vascas y el cambio de la ley para que el gobierno vasco les aplique el tercer grado y salgan a la calle. ¿Es ése su sentido de la justicia, Sr. Rodríguez Zapatero? Lo que usted llama la "paz" se va a traducir en que dentro de poco tiempo los asesinos de mi padre se permitan el lujo de mirarme a los ojos de la misma forma en que los asesinos de Miguel Ángel Blanco han mirado a su madre y a sus restantes familiares durante estos días de juicio. Con esa nauseabunda mezcla de chulería y repugnancia por la vida ajena. Señor Presidente, usted dice que hay que mirar a los ojos a los terroristas. ¿Es ésa la mirada de los terroristas la que usted nos invita a disfrutar? Lo siento mucho, Sr. Rodríguez Zapatero, los españoles tenemos dignidad. Pedirle a la gente que miremos a los ojos a esa gentuza nos parece indecente. Señor Zapatero, es cobarde ser duro con los que, como nosotros, no tenemos más arma que nuestra palabra, y en cambio blando con los de las pistolas. Esa cobardía nos dolería de cualquier otra persona, pero nos resulta profundamente humillante en la persona de quien nos debería representar. Señor Zapatero: la paz de los presos a la calle es la paz de la humillación, la paz de la victoria del terror y la paz de la rodilla en la tierra. Yo no entiendo de política, no tengo ni he tenido nunca carné de ningún partido político. Pero, Sr. Zapatero, tengo la sensación de que es usted rehén voluntario de los terroristas, y que hará lo que le pidan, porque si a los terroristas se les ocurriera mañana entrar en una consulta médica y pegarle seis tiros a otro médico, como le hicieron a mi padre, seguramente usted dejaría de ser presidente del gobierno. Acabo ya, pero antes, Sr. Rodríguez Zapatero, quiero leer lo que en su programa electoral usted nos prometió. Leo textualmente: ‘Rechazamos cualquier negociación que implique el pago de un precio político democrático por el fin de la violencia’. Le exigimos que cumpla su palabra y que los asesinos cumplan íntegramente las condenas que les han sido impuestas. No nos resignaremos jamás a vivir de rodillas. Espero su contestación, señor Presidente.” Por supuesto el cobarde y traidor Zapatero no le contestó.
De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se le concedió la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior le concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo.
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