17 DE AGOSTO DE 1992. OYARZUN. GUIPÚZCOA. GUARDIAS CIVILES JOSÉ MANUEL FERNÁNDEZ LOZANO Y JUAN MANUEL MARTÍNEZ GIL.
Guardia Civil José Manuel Fernández Lozano.
Minutos después de las cuatro de la tarde del 17 de agosto de 1992, la banda terrorista ETA asesinaba en el aparcamiento de un hipermercado de la localidad guipuzcoana de Oyarzun a los jóvenes guardias civiles JOSÉ MANUEL FERNÁNDEZ LOZANO y JUAN MANUEL MARTÍNEZ GIL.
Guardia Civil Juan Manuel Martínez Gil.
Los dos agentes, vestidos de paisano y desarmados, acababan de salir del hipermercado, tras realizar unas compras, y se subieron al vehículo de Fernández Lozano, un Renault 19 con matrícula de Granada. En ese momento un terrorista se acercó al coche y efectuó nueve disparos, que les alcanzaron en la cabeza y el cuello, emprendiendo inmediatamente la huida en una furgoneta donde le esperaba un segundo terrorista. Fernández Lozano, con tres impactos en la cabeza, murió en el acto, mientras que Martínez Gil, alcanzado por un proyectil en la garganta, fue trasladado en estado muy grave al Hospital de Nuestra Señora de Aránzazu de San Sebastián, falleciendo poco después. Los dos guardias civiles residían en el cuartel de Inchaurrondo de San Sebastián y llevaban menos de un año destinados en Vascongadas.
Al funeral celebrado en la Iglesia de la Sagrada Familia en San Sebastián y presidido por el ministro José Luis Corcuera, asistieron, ademas de mas de tres mil personas, los padres de los dos guardias civiles asesinados, José Manuel Fernández Lozano y Juan Manuel Martínez Gil, así como la mujer del primero y otros familiares, quienes protagonizaron repetidas escenas, de dolor y profirieron gritos pidiendo “justicia”
El sacerdote oficiante, Bartolomé Auzmendi, leyó una misiva del obispo Setien. Tras dar lectura a esa misiva se registraron momentos de enorme tensión cuando el sacerdote Auzmendi, comenzó a cantar el Padrenuestro en euskera, a lo que muchos de los asistentes respondieron abandonando indignados el templo mientras proferían gritos de “Viva España”, “Esto es España”, “Canallas, sinvergüenzas”, «Esto es una burla, una tomadura de pelo” y “Viva la Guardia Civil”.
Al término del funeral, y tras entonarse el Himno de la Guardia Civil y cuando los féretros fueron introducidos en los coches fúnebres, se repitieron los “vivas” a España, la Guardia Civil y la Policía y los gritos de “sinvergüenza” dirigidos al ministro Corcuera.
Los restos mortales de Fernández Lozano fueron trasladados a su localidad natal de Alfacar (Granada), mientras que el cadáver de Martínez Gil fue conducido en avión hasta el aeropuerto de Lavacolla, desde, donde fue trasladado por carretera hasta Sarreaus (Orense), donde más dos mil personas asistieron a sus funerales celebrados en la pequeña iglesia de la parroquia de Padroso. El féretro de José Manuel cubierto con la bandera de España, iba precedido por más de medio centenar de coronas que portaban una numerosa representación de jóvenes de la zona, entre los que Juan Manuel gozaba de un gran aprecio. El gran silencio reinante en todo el pueblo fue roto al final con un grito “viva la Guardia Civil”, pronunciado por una mujer desde un balcón próximo a la parroquia.
José Manuel Fernández Lozano, de 25 años, estaba casado y tenía un hijo que no había cumplido el año. Era natural de Alfacar (Granada) y pertenecía a la Guardia Civil desde tres años antes de su asesinato. Antes de ser destinado a Oyarzun, estuvo en Alustante (Guadalajara). El funeral por su alma se celebró en Alfacar, donde fueron inhumados sus restos mortales.
Juan Manuel Martínez Gil, de 23 años, era natural de Orense, aunque desde niño residió en Gondomar (Pontevedra), donde estuvo destinado su padre, José Martínez, sargento de la Guardia Civil durante varios años. Juan Manuel llevaba tres meses prestando servicio en Guipúzcoa. Anteriormente había estado destinado en Burgos.
De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se les concedió la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior le concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo.
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