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HOY 17 DE DICIEMBRE:ASESINADOS POR EL TERRORISMO MARXISTA. ¡ESPAÑOL RECUERDA Y NO OLVIDES!

17 DE DICIEMBRE DE 2002. COLLADO VILLALBA (MADRID) GUARDIA CIVIL ANTONIO MOLINA MARTÍN.

Guardia Civil Antonio Molina Martín.


El martes 17 de diciembre de 2002 en la carretera Nacional VI, a su paso por Collado Villalba, dos miembros de la banda terrorista y asesina ETA, atentaban y disparaban de forma indiscriminada y a quemarropa contra el Guardia Civil ANTONIO MOLINA MARTÍN y su compañero, Juan Aguilar Osuna, que acudió en su ayuda, cuando el primero solicitaba la documentación a dos individuos que les habían resultado sospechosos.


Los agentes Antonio Molina y Juan Aguilar, adscritos a la comandancia de Villalba, patrullaban a primera hora de la tarde la vía de servicio que transcurría paralela a la autovía A-6 (la antigua Nacional VI) a la altura del kilómetro 38. Se habían apostado muy cerca de una estación de servicio BP para evitar atracos en la gasolinera y como medida preventiva ante los asaltos en viviendas cercanas.


Sobre las 15 horas, los agentes sospecharon de los ocupantes de un Ford Escort azul MA-4823- CL, que transitaba por la zona en dirección a Madrid. La pareja de la Guardia Civil decidió dar el alto al vehículo.


Antonio Molina se dirigió directamente a la ventanilla del conductor para pedirle la documentación. El Guardia Civil Antonio Molina no había terminado de saludar cuando, sin mediar palabra, uno de los ocupantes de vehículo, el que conducía, abriendo la portezuela y saltando atierra, le disparó, alcanzándole en pleno abdomen y en un brazo y causándole la muerte instantánea.


Su compañero Juan Aguilar, al ver los hechos, bajó del coche-patrulla y comenzó a disparar contra el vehículo. De inmediato, los ocupantes del turismo respondieron y dispararon contra el agente, que fue alcanzado en un brazo, cerca del hombro.


Pese a la herida, Aguilar logró acertar a uno de los terroristas, que resultaría ser Gotzon Aramburu Sodupe con un disparo que le atravesaría el cuello, mientras que una segunda bala se le incrustó en el abdomen.


En el intercambio de disparos participaría también un tercer Guardia Civil César Silos Lázaro, que casualmente se dirigía junto a su esposa en su vehículo particular hacia Madrid y que presencio el tiroteo. Sería él, a pesar de estar desarmado, que detendría al etarra que se encontraba caído en el suelo, tras los disparos recibidos. Sin embargo César Silos no pudo evitar la huida del segundo pistolero, quien saltando la mediana de la autovía logró abalanzarse sobre un Renault Clio que conducía una mujer y, a punta de pistola, se hizo con su control. Con la conductora como rehén, el etarra emprendió la huida con dirección a La Coruña y tras comprobar que nadie le perseguía, unos centenares de metros después, dejó bajar del vehículo a la mujer.


El etarra que consiguió huir del tiroteo, Jesús María Etxebarria Goikoetxea, sería detenido a última hora de la noche en San Sebastián, tras una rocambolesca fuga que le llevó en un principio a Valladolid donde abandonaría el coche en el que huyó y que sería localizado en una céntrica calle de Valladolid, muy cerca del conocido Paseo Zorrilla.


Tras dar el Guardia Cesar Silos aviso de lo ocurrido, fuerzas de la Guardia Civil, llegadas al lugar de los hechos, pudieron comprobar el Ford Escort de los terroristas iba cargado con ciento treinta kilos de explosivos por lo que las Fuerzas de la Benemérita establecieron un amplio cordón de seguridad antes de que los miembros del grupo de explosivos del instituto Armado, procediesen a explosionar controladamente el vehículo a las 19:20 horas. La detonación fue tan fuerte que muchos vecinos de la zona se quedaron sin luz. La explosión igualmente provocó un intenso fuego que obligó a la Guardia Civil a pedir inmediatamente la presencia de los Bomberos del parque de Collado Villalba.


Los explosivos que transportaban iban a ser utilizados para cometer una serie de atentados escalonados en varios centros comerciales de Madrid el 31 de diciembre, según declararon los dos etarras tras su detención.


El funeral por el alma de Antonio Molina, se celebró en el acuartelamiento de la Guardia Civil de Las Rozas (Madrid), debido a una enorme polémica entre sus compañeros que indignados manifestarían a los medios de comunicación: “Queríamos qu la capilla ardiente se hubiese instalado en nuestra casa cuartel, donde Antonio vivía, pero a nuestros mandos les ha dado vergüenza recibir a los medios en un edificio casi en ruinas y se lo han llevado a un cuartel nuevo en Las Rozas”.


La Asociación Unificada de Guardia Civiles (AUGC) denunciaría que la casa cuartel de Villalba estaba en muy mal estado, con grandes humedades en las paredes y algunas dependencias estaban semi destruidas.


Minutos antes de las once de la mañana, el féretro de Antonio Molina, envuelto en la bandera Nacional, abandonó por la puerta principal del recinto de la Guardia Civil entre un pasillo de honor formado por una docena de sus compañeros y amigos del cuerpo. Centenares de vecinos de Collado Villalba arroparon a los familiares y compañeros del malogrado funcionario, que en su último acto oficial recibió tratamiento de héroe en palabras del ministro del interior, Ángel Acebes, que presidiría el acto, al manifestar en su intervención: “Acabamos de enterrar a alguien que, con su vida, ha salvado, y estoy absolutamente convencido, la vida de otras muchas personas. Molina es un héroe".


En una muy breve ceremonia, el ministro del interior Ángel Acebes impuso a Antonio Molina la Gran Cruz al Mérito Civil a título póstumo. Después, de entonarse el Himno de la Guardia Civil, el cortejo fúnebre se trasladó a la base aérea de Getafe, donde el féretro de Antonio Molina, acompañado por sus familiares embarcaron en un avión militar hacia Melilla, su ciudad natal, donde los restos mortales del agente recibieron cristiana sepultura en el cementerio de la Purísima Concepción. El pleno de la Asamblea de Melilla le otorgó la Medalla de Oro y lo nombró hijo predilecto de la ciudad autónoma y una calle de Melilla llevaría su nombre.


En 2005 la Audiencia Nacional condenó a Ángel Aramburu Sudupe y Jesús María Etxebarria Garaikoetxea a sendas penas de 26 años de reclusión mayor por el asesinato de Antonio Molina y a 16 años más por el asesinato frustrado de Juan Aguilar. Ambos formaban parte de un grupo itinerante de la banda.


En 2022 Aramburu Sudupe, dejaba la cárcel de Dueñas para ir a la de Zaballa en Vascongadas. De igual modo, Jesús María Etxebarria Garaikoetxea fue acercado a otra prisión de Vascongadas

Antonio Molina Martín tenía 27 años y era natural de Melilla. Hijo de un Brigada de la Guardia Civil destinado en la frontera de Melilla con Marruecos y sobrino de varios guardias civiles, Molina, impidió con su heroica que los etarras llevaran hasta Madrid casi 180 kilos de explosivos en 8 paquetes que pretendían hacer estallar en centros comerciales durante la Navidad del año 2000. Era el mayor de cinco hermanos, estaba soltero .Llevaba cinco años destinado en Collado Villalba. Antonio Molina tenía solicitada una plaza en Melilla.


Las heridas que sufrió Juan Aguilar Osuna, de 26 años y natural de Baeza (Jaén), provocaron su inhabilitación permanente para el desempeño de su oficio. El agente era hijo de guardia civil, y su hermano, también miembro de la Benemérita, estaba destinado en el mismo cuartel de Collado Villalba.


En recuerdo del héroe Molina Martín se erigió un pequeño monumento frente al cuartel al que pertenecía en la localidad de Collado Villalba.


De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se le concedió la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior les concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo.

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