top of page

HOY 17 DE JUNIO:ASESINADOS POR EL TERRORISMO MARXISTA. ¡ESPAÑOL RECUERDA Y NO OLVIDES!

17 DE JUNIO DE 1986. MADRID. TENIENTE CORONEL DE INFANTERÍA CARLOS VESTEIRO PÉREZ. COMANDANTE DE INFANTERÍA RICARDO SÁENZ DE YNESTRILLAS MARTÍNEZ. SOLDADO CONDUCTOR FRANCISCO CASILLAS MARTÍN.

Teniente Coronel de Infantería Carlos Vesteiro Pérez; Comandante de Infantería Ricardo Sáenz de Ynestrillas Martínez; Soldado Francisco Casillas Martín.


A las 14:30 horas del 17 de junio de 1986, cuando regresaban a sus domicilios, a la hora de comer desde la Capitanía General, donde estaban destinados en la jefatura de personal, el Teniente Coronel CARLOS VESTEIRO PÉREZ, el Comandante RICARDO SÁENZ DE YNESTRILLAS MARTÍNEZ, y el soldado conductor FRANCISCO CASILLAS MARTÍN, que conducía el vehículo oficial donde viajaban los dos jefes militares, eran ametrallados por dos terroristas de la banda asesina, marxista y antiespañola ETA.

Teniente Coronel de Infantería del Ejercito de Tierra Carlos Vesteiro Pérez.


El suceso ocurrió en uno de los laterales de la avenida de circunvalación M-30, en las proximidades del estadio «Vicente Calderón», cercano a una zona de viviendas militares.

Comandante de Infantería del Ejercito de Tierra Ricardo Sáenz de Ynestrillas Martínez.


Los terroristas, una pareja con “buena pinta» según testigos presenciales; la mujer tenía unos veinte años y el pelo corto y rizado, e iba vestida con un pantalón vaquero azul y una camisa blanca; su acompañante llevaba unos vaqueros similares y una camisa de color claro, apostados en la acera de la Avenida del Manzanares frente a la vivienda del comandante Sáenz de Ynestrillas, en las inmediaciones del estadio Vicente Calderón, cubrían sus armas con papeles de periódico liados con cinta aislante, según testigos presenciales, dispararon en el instante en que un «Seat 124», de color azul y matrícula ET-70031-1, en que viajaban los militares, se iba detener para que bajara el comandante Sáenz de Ynestrillas.

Soldado de Infantería del Ejercito de Tierra Francisco Casillas Martín.


La pareja de terroristas se acercó y, uno por cada lado, efectuaron varios disparos que alcanzaron mortalmente a los tres militares. Los disparos hicieron añicos los cristales del coche y agujerearon la chapa, lo que produjo un gran estruendo, que alertó a los vecinos del inmueble, que se asomaron a los balcones.


Tras el atentado, los dos asesinos corrieron en busca de un «Renault-9», donde iba un tercer terrorista que llevaba gafas y que salió del aparcamiento de la calle de San Conrado hacia la Avenida del Manzanares, a unos cien metros por delante del coche ametrallado.


La pareja, antes de llegar al vehículo, efectuó varios disparos a! aire para asegurar la huida y varios transeúntes tuvieron que arrojarse al suelo.


El coche, un Renault 9 gris metalizado, cuya matrícula correspondía a la de una motocicleta, sería localizado poco después en una calle próxima, a apenas un kilómetro de distancia del lugar del atentado. Un equipo de artificieros acudió al lugar para examinarlo y descartar que estuviese cargado de explosivos.


Un testigo presencial del atentado relató que "uno de los terroristas metió la metralleta por la ventanilla del coche para rematar al comandante Sáenz de Ynestrillas que ocupaba el asiento de atrás". El comandante y el conductor murieron en el acto, y el teniente coronel, minutos después.


Dos de las víctimas, el comandante Sáenz de Ynestrillas y el conductor, Francisco Casillas, quedaron abatidos sobre los asientos, trasero y delantero respectivamente, del Seat 124  en el que viajaban. El cuerpo del teniente coronel Vesteiro Pérez se encontró tendido sobre el suelo en la parte posterior derecha del automóvil, hecho que podría indicar que el militar intentó salir del mismo.


Así  narró a la prensa una testigo de los hechos la enfermera María Sánchez: "Yo venía de comprar el pan. Fue entonces cuando escuché el ametrallamiento. Me aproximé allí para ver qué sucedía y vi a los dos jóvenes, uno a cada lado de la avenida, que huían, abriendo fuego, en dirección a la calle de San Conrado, donde les esperaba un vehículo de color gris plateado. Estaba muy asustada. Los autores del atentado dispararon para amedrentar a los transeúntes, algunos de los cuales se echaron al suelo para protegerse. Inmediatamente corrí hacia el vehículo, porque soy enfermera y pensé que podría ayudar a los heridos. Dos de sus ocupantes estaban muertos. Un tercero, que viajaba atrás, en la parte derecha, conservaba un hálito de vida. Un joven se aproximó corriendo. '¡Es mi padre!', dijo el muchacho".


Los cuerpos de las víctimas fueron trasladados en un furgón judicial al Instituto Anatómico Forense, donde les fue practicada la autopsia. La capilla ardiente quedó instalada a media tarde en el Hospital Militar Gómez Ulla. Un numeroso grupo, militares en su mayoría, de entre los centenares de personas que estaban allí congregados, abucheó e insultó al jefe del Estado Mayor del Ejército, general José María Sáenz de Tejada, cuando llegó al recinto.


Las familias de Sáenz de Ynestrillas y de Vesteiro Pérez criticaron en la capilla ardiente la política "dialogante" del Gobierno socialista con ETA y renunciaron al funeral oficial.


Al día siguiente en un ambiente tenso, se celebró en la capilla del Hospital Militar Gómez Ulla un funeral de cuerpo presente, de carácter estrictamente privado, por el teniente coronel Vesteiro, el comandante Sáenz de Ynestrillas y el soldado Francisco Casillas.


Una hora antes de dar comienzo los actos fúnebres ya se habían distribuido en las calles cercanas al Hospital Gómez Ulla un importante despliegue de furgonetas y efectivos antidisturbios de la Policial Nacional.


Centenares de personas, en su mayoría jóvenes, se hallaban también a esa hora en la Glorieta del Ejército, próxima a la entrada del Gómez Ulla, para esperar a los féretros en la salida. Algunas de estas personas lanzaron octavillas en las que se podía leer: “ETA 463 asesinatos, GRAPO 67. Basta ya de falsas y electoreras condenas por el poder tiránico y la falsa oposición. Comandante Ricardo Sáenz de Ynestrillas, teniente coronel Vesteiro Pérez y soldado conductor Francisco Casillas, presentes”. Estas hojas, firmadas por un grupo denominado Vanguardia fueron repartidas por jóvenes que más tarde entonaron gritos y consignas contra el Gobierno e increparon y lanzaron monedas contra un grupo de periodistas a los que no se permitió el acceso al hospital por deseo expreso de los familiares.


Una hora antes, el ministro de Defensa y los jefes del Estado Mayor presidieron el funeral oficial en el Cuartel General del Ejército donde no estuvieron presentes los féretros de los tres militares asesinados por expreso deseo de sus familias, quienes habían condicionado la presencia de los ataúdes en el patio del cuartel general a que estuviesen envueltos en la Bandera Nacional con el escudo del Águila de San Juan, que no asistiera al funeral el ministro de Defensa ni político alguno y se permitiera la entrada al recinto militar al pueblo madrileño.


Al acto religioso de carácter privado asistieron más de mil personas, por lo que la mayor parte no pudieron acceder al interior de la iglesia. El féretro del comandante Sáenz de Ynestrillas estaba cubierto por la Bandera Nacional con el escudo del Águila de San Juan.


En la iglesia se encontraban también los féretros con los restos mortales del teniente coronel Carlos Vesteiro y del soldado Casillas Martín, a quien en un principio se pensaba trasladar al Cuartel General del Ejército para celebrar allí su funeral. La razón de que no se hiciera así se debió al deseo expreso de sus familiares.


Las primeras filas del interior de la iglesia estaban ocupadas por los familiares directos y los amigos de los tres militares, algunos de los cuales se mostraban visiblemente emocionados. Dentro y fuera del recinto religioso se hallaban numerosos militares, amigos y compañeros de las tres víctimas del atentado etarra.


Al finalizar la Misa, cuando los féretros iban a ser introducidos en furgones para su posterior traslado a los cementerios, varios nutridos grupos de personas, desde la calle, corearon lemas en favor de la libertad del Teniente General  Miláns y del Teniente coronel Tejero, y entonaron el “Cara al Sol”. A este grupo se sumaron otras muchas personas. Finalizado el Himno de la Falange se entonó el himno de Infantería, Arma a la que pertenecían las víctimas.


Tras ello, se sucedieron sin cesar gritos como: “Franco, resucita, el pueblo te necesita”, “ETA asesina, Gobierno culpable”, “Gobierno asesino”, “Gobierno socialista, sois los terroristas”, «Tejero al poder», “Viva la Guardia Civil de Tejero”, “Gobierno al paredón”, “Ejército al poder”, “Contra ETA, metralleta”, “Ni amnistía ni perdón, ETA al paredón”. Asimismo, se volvió a entonar el “Cara al Sol” y “Yo tenía un camarada”.


Un grupo de jóvenes intentó acercarse en dos ocasiones al capitán general de Madrid, Gustavo Urrutia, pero el servicio de orden evitó que este hecho se produjera. En esos momentos de oyeron gritos de «pesetero, pesetero», y se vivieron varios minutos de gran tensión. Los furgones no salieron por la puerta principal, sino por una posterior, por lo que los grupos que se encontraban en la plaza del Ejército expresaron su protesta.


A las dos de la tarde en el cementerio de la Almudena, el comandante Sáenz de Ynestrillas recibió cristiana sepultura en presencia de su familia y alrededor de una 500 personas que le despidieron entonando el “Cara al Sol”. Sobre la tumba depositaron varios ramos de cinco rosas con los colores de la bandera Nacional.


Al finalizar la inhumación un señor evocó en alta voz la figura y trayectoria del Comandante Sáenz de Inestrillas en el Frente de Juventudes y Falange Española, invitando a los asistentes a no desfallecer “hasta que sepamos ganar para España la cosecha que él sembró”.


A  la misma hora recibieron cristiana sepultura en el panteón de la Brigada Paracaidista en Alcalá de Henares los restos del Teniente coronel Vesteiro Asistieron, además de su viuda, María Amada Cabanas Rubio, otros familiares próximos, compañeros del teniente coronel y jefes de la Brigada Paracaidista. Miembros de esta Brigada colocaron coronas en la tumba del teniente coronel asesinado y entonaron el Himno de Infantería.


El cadáver del soldado Francisco Casillas Martín, recibió cristiana sepultura en el cementerio municipal de Alcobendas (Madrid), localidad en la que residía. Al acto asistieron familiares, amigos y compañeros del soldado, así como el general gobernador militar de Madrid, Ángel Guerra.


En 1989 la Audiencia Nacional condenó a José Ignacio de Juana Chaos, Antonio Troitiño Arranz, Inés del Río Prada e Inmaculada Noble Goicoechea a sendas penas de 87 años de cárcel por un delito de atentado con resultado de muerte y otros dos delitos de asesinato. En el año 2000, era condenado a las mismas penas que los cuatro anteriores Juan Manuel Soares Gamboa. Y en 2002, Idoia López Riaño fue igualmente condenada a tres penas de 29 años de reclusión mayor. En el juicio contra López Riaño el arrepentido Soares Gamboa declaró que fueron él mismo e Idoia López Riaño quienes efectuaron los disparos.


En 2013 Inmaculada Noble Goicoechea abandonó la cárcel algecireña de Botafuegos, tras cumplir 26 años de prisión, tras su detención en 1987.


En 2017 Idoia López Riaño, La Tigresa, asesina de 23 personas entre 1984 y 1986) y responsable de algunos de los atentados más sanguinarios de la banda terrorista,  salió definitivamente de la cárcel de Nanclares de Oca (Álava) después de cumplir 23 años de prisión.


Antonio Troitño autor de veintidós asesinatos fue puesto en libertad tras cumplir veinticuatro años de prisión el 13 de abril de 2011 por orden de la Audiencia Nacional al entender ésta que había cumplido las penas impuestas en aplicación de la conocida como doctrina del doble cómputo penal que estableció el Tribunal Constitucional en 2008. Falleció en Irún en 2021, a consecuencia de un cáncer. Pese a tener pendientes un elevado número de condenas por sus asesinatos, había obtenido la libertad condicional el 5 de febrero de 2021 en la prisión de Estremera, por el cáncer que padecía.


Por su parte Inés del Río Prada fue detenida en Zaragoza en julio de 1987 y condenada a 3828 años de cárcel.​ Juzgada con el Código Penal de 1973, su salida de la cárcel estaba prevista para 2008 pero la aplicación retroactiva de la doctrina Parot pospuso su puesta en libertad hasta 2017.​Ante esta situación, Inés del Río recurrió la revisión de su condena a los tribunales Supremo y Constitucional, que rechazaron sus recursos. Del Río y sus abogados apelaron en última instancia al Tribunal Europeo de Derechos Humanos, que se pronunció de manera definitiva el 21 de octubre de 2013 fallando a favor de Inés del Río y ordenando su puesta en libertad de manera inmediata,​ algo que ocurrió el día siguiente.


El sanguinario Ignacio de Juan Chaos condenado judicialmente por su participación en 25 asesinatos a casi 3.000 años de prisión, de los que cumplió 18 años de acuerdo al Código Penal bajo el que fue juzgado. Se encuentra fugado desde 2008,​ y en búsqueda y captura por orden de la Audiencia Nacional.


Juan Manuel Soares Gamboa, deportado a  la Republica Dominicana, se entregó  a la policía Española en 1995. Está considerado posiblemente como el máximo arrepentido de la banda, pues tras su detención colaboraría a esclarecer algunos asesinatos de la banda marxista y anti española. Permaneció en la cárcel hasta 2003 en que saldría de la misma.


El comandante Ricardo Sáenz de Ynestrillas Martínez tenía 51 años y era natural de Madrid. Estaba casado y tenía tres hijos. Falangista convencido, había pertenecido al Frente de juventudes. Durante su larga trayectoria militar había servido cinco años en el Sáhara, en la X Bandera de la Legión, y dos años en el Batallón de Montaña de Barbastro. También fue profesor de oficiales en la Academia General de Policía durante seis años. En 1980 fue procesado y condenado a seis meses de prisión, junto al  teniente coronel Antonio Tejero, “por aquella intentona golpista de charla de café”,   conocida como Operación Galaxia del año 1978. La Audiencia Nacional lo absolvió por falta de pruebas.


El teniente coronel Carlos Vesteiro Pérez había nacido en La Coruña el 4 de agosto de 1935, por lo que tenía 51 años cuando fue asesinado. Pertenecía al Arma de Infantería y era especialista en automovilismo y carros de combate.


Francisco Casillas Martín era natural de Madrid y tenía 19 años. Llevaba seis meses cumpliendo el servicio militar y, en el momento del atentado, estaba destinado como conductor de vehículo militar.

De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se les concedió la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior les concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo.

 
 
 

Entradas recientes

Ver todo

Comments


Publicar: Blog2_Post

Formulario de suscripción

¡Gracias por tu mensaje!

  • Twitter
  • Facebook
  • Instagram

©2021 por Asociación Nacional Cultural e Histórica de Víctimas del Frente Popular. Creada con Wix.com

bottom of page