17 DE NOVIEMBRE DE 1980. ÉIBAR (GUIPÚZCOA) GUARDIA CIVIL JUAN GARCÍA LEÓN.
Guardia Civil Juan García León.
Pasadas las seis de la mañana del 17 de noviembre de 1980, la banda terrorista ETA asesinaba en Éibar (Guipúzcoa) al Guardia Civil JUAN GARCÍA LEÓN.
El atentado tuvo lugar pasadas las seis de la mañana, cuando dos Land Rover y un SEAT 131 del Cuerpo, donde viajaban siete guardias civiles regresaban desde la fábrica de armas Star Bonifacio Echevarría, después de haber cubierto un turno de vigilancia, hacia el cuartel dela Benemérita en Éibar. Al llegar a un punto de la carretera en dirección a Ermua, en el que discurría paralela y más elevada a donde estaban situadas las Torres de Amaña, varios jóvenes, que se encontraban escondidos en dos sitios distintos: unos en unas escaleras situadas encima de la estación de servicio de Éibar y otros debajo de las denominadas Torres de Amaña, abrieron fuego cruzado contra los vehículos desde la barandilla de esta última, lanzando simultáneamente dos granadas de mano, que no llegaron a hacer explosión. El primer vehículo se desvió, tratando de eludir los disparos, mientras resultaba alcanzado en el costado izquierdo, por siete u ocho balazos, el conductor del segundo. Juan García León.
El Land Rover perdió el control y fue a estrellarse contra un poste, cincuenta metros más adelante..
Los asesinos etarras efectuaron más de cien disparos, recibiendo el impacto de cuarenta y seis el vehículo que conducía Juan García León. El Guardia Civil fue alcanzado por ocho de ellos, que le hirieron mortalmente. En el mismo vehículo iban los Guardias Civiles José Terradillos Piña, y Juan Pinilla Méndez, que resultaron ilesos. Gravemente herido, Juan García León fue trasladado en una furgoneta a la casa de socorro de Éibar, donde falleció poco después de llegar.
Por su parte de los otros Guardias Civiles que viajaban en el convoy, Gregorio González Roldán y Juan Baños López resultaron también heridos de gravedad. Gregorio González Roldán,viajaba en el Seat 131 que fue alcanzado por seis impactos de bala y sin control colisionó contra una valla situada al lado derecho de la calzada.
Juan Baños López, que viajaba en el segundo Land Rover, tardaría cinco meses en curar de sus lesiones. En el segundo Land Rover iban también los agentes Jesús González Díaz y Juan Varela Utrera que salieron ilesos.
Una vez repuestos de la conmoción de la emboscada, incluso heridos, los guardias civiles respondieron con sus armas a los terroristas, pero no llegaron a alcanzar a ninguno de ellos. Los agresores, cinco, se dieron a la fuga en una motocicleta y en un automóvil Citroen GS, robado poco antes en Vergara, cuyo propietario Jesús Arenaza Aguiriano, que salía de un bar de la localidad, fue abandonado en un monte próximo, atado a un árbol en un monte próximo en Arechavaleta. El vehículo se encontraría, posteriormente abandonado, con las llaves de contacto puestas y las puertas abiertas en la carretera que une Éibar y Elgóibar.
El funeral por Julio García León tuvo lugar al día siguiente, en la parroquia de San Andrés Apóstol. Presidido por el gobernador general del País Vasco, Marcelino Oreja: el subdirector de la Guardia Civil, general González Lachantra; los gobernadores civil y militar de Guipúzcoa: la corporación municipal de Eibar, excepto los concejales de Herri Batasuna. Que se negaron a acudir, y familiares del fallecido, así como una gran cantidad de compañeros uniformados de la Guardia Civil, Policía Nacional y Ejército.
Durante la homilía, el capellán castrense, que celebró el acto religioso, pidió a ETA que depusiese las armas o declarase la guerra abierta, para que se la pudiese hacer frente en igualdad de condiciones. Al final del funeral, el féretro envuelto en la Bandera Nacional, fue sacado del templo a hombros de compañeros, mientras se interpretaba el Himno de la Guardia Civil.
En 1983 fueron condenados a 27 años de reclusión mayor por el asesinato de Juan García León, y a dos penas de 13 años de prisión menor por los asesinatos frustrados de Gregorio González y Juan Baños los etarras Fermín Ancizar Tellechea, Ángel María Recalde Goicoechea y Francisco Martín Robles. Se condenó también como cómplices del atentado a Jesús María Retolaza Loidi a 7 años de prisión mayor, por realizar la vigilancia y movimientos horarios e itinerarios de los convoyes de la Guardia Civil, transmitiendo la información a la banda asesina, marxista y antiespañola ETA y José Antonio Arluciaga Iribar a 13 años de prisión menor, que albergaría en su vivienda a los autores del atentado, trasladándoles luego a Vergara, donde robaron el vehículo utilizado en el atentado, y los recogió después del ametrallamiento del convoy, facilitándoles la huida.
En marzo de 2003, la Audiencia Nacional condenó por el mismo asesinato de Juan García León, a 27 años de reclusión mayor y a dos penas de 18 años de reclusión menor a Pedro José Picabea Ugalde.
Ángel Recalde Goicoechea pasaría 18 años en prisión por 16 asesinatos, saliendo en libertad en el año 2000. En la actualidad escribe libros donde dice entre otras cuestiones miserables “lo de ETA fue una revuelta del 58 por la libertad”. Este sujeto recibió en 2021, 21.687 euros de subvención del Gobierno dela socialista pro Bildu María Chivite.
Francisco Martín Robles, condenado por la Audiencia Nacional a penas que sumaban varios cientos de años de cárcel por cinco asesinatos, permaneció en prisión hasta octubre de 1997, en que fue puesto en libertad.
El etarra Jesús Retolaza Loidi, fallecería en 1987 debido a un cáncer de piel.
José Antonio Arluciaga Iríbar, condenado a 48 años de prisión por diversos delitos, entre ellos la complicidad en el asesinato de Juan Gracia León, sin haber cumplido más del 37% de la pena que le fue impuesta por los tribunales, salió en libertad en mayo de 1999.
Por su parte Picabea Ugalde, ya en prisión se acogió a la Vía Nanclares, al igual que otros etarras como Urrusolo Sistiaga o Carmen Guisasola, ya en libertad, pidió perdón a las víctimas. Tras 25 años de prisión, abandonó en libertad la cárcel de Martutene.
Juan García León, de veintiún años, era natural de Málaga, pertenecía a la Guardia Civil desde hacía tres años y se encontraba destinado en Éibar desde quince meses atrás, aunque había solicitado y obtenido el traslado a Tenerife. Estaba soltero y se había prometido con una joven de Elgóíbar. Su padre, brigada de la Guardia Civil, estaba destinado en el Parque de Automovilismo de Madrid.
De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se le concedió la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior le concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo.
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