2 DE ABRIL DE 1984. BILBAO. POLICÍA NACIONAL BERNARDO PÉREZ SOBRINO.
Policía Nacional Bernardo Pérez Sobrino.
En torno a las cuatro de la tarde del día 2 de abril de 1984, y mientras tomaba un café en el Bar Bautista del barrio bilbaíno de Uretamendi, un etarra disparaba dos veces por la espalda contra el Policía Nacional BERNARDO PÉREZ SOBRINO, hiriéndolo mortalmente en la cabeza.
Los hechos tuvieron lugar a las cuatro menos diez de la tarde, cuando el Policía Nacional Bernardo Pérez Sobrino, vestido de paisano y acompañado de varios amigos, se encontraba tomando café en el citado establecimiento. Según relataron testigos presenciales, el asesino había entrado al local con posterioridad a la víctima, y tras tomar una consumición, esgrimió una pistola con la que, a escasa distancia del Policía Nacional, realizó dos disparos a bocajarro. Los proyectiles alcanzaron a Bernardo Pérez Sobrino en la parte posterior del cuello, cayendo fulminado al suelo en medio de un charco de sangre.
Una de las dos balas disparadas contra el Policía Nacional hirió en el brazo izquierdo al dueño del establecimiento, Liberto Landeta Olalde, casado y de 54 años de edad y con domicilio en la misma calle Uretamendi. El proyectil, tras atravesar el cuerpo de Bernardo Pérez alcanzó en el brazo al dueño de la cafetería, con orificio de entrada y salida, alojándose finalmente en una pared del local.
Una vez cometido el asesinato, el agresor, de quien sólo se indicó que tenía aspecto joven, huyó rápidamente del local a bordo de un vehículo en el que le esperaba otra segunda persona, con el motor en marcha. Según señalaron fuentes oficiales, el turismo empleado, un Seat 133, de color blanco, matrícula BI—85l8—K—, había sido robado a punta de pistola en el mismo barrio de Uretamendi, 20 minutos antes del asesinato. Sobre las cuatro y cuarto de la tarde, efectivos policiales localizaron al turismo abandonado en la céntrica calle bilbaína de Sabino Arana.
En el lugar de los hechos, inspectores del Cuerpo Superior de Policía localizaron dos casquillos de la marca “FN” 9 milímetros “Parabellum”, munición habitualmente utilizada por ETA —militar, así como un proyectil del mismo calibre sin percutir, al parecer por habérsele encasquilladlo el arma al agresor. La esposa del policía Nacional asesinado, María del Carmen Medina González, de 27 años de edad y vecina de la misma calle en la que se produjo el atentado, hubo de ser asistida de un ataque de nervios y trasladada a una clínica bilbaína, al tener conocimiento del asesinato de su marido.
El cadáver de Bernardo Pérez fue trasladado al depósito del Hospital Civil de Basurto por una ambulancia de la Asociación de Ayuda en Carretera, para que el forense pudiera practicarle la preceptiva autopsia. El cadáver presentaba dos impactos de bala. Uno de ellos afectaba la zona intercostal y el otro en la nuca. Posteriormente los restos mortales de Bernardo Pérez fueron trasladados al cuartel de la Policía Nacional de Basauri.
El autor del asesinato que costó la vida al Policía Nacional Bernardo Pérez Sobrino, dejó sus huellas en un vaso, antes de efectuar los disparos sobre la víctima por lo que pudo ser identificado como José Félix Zabarte Jainaga.
En medio de un clima de gran emoción sé celebraron al día siguiente en Bilbao los funerales por el Policía Nacional asesinado. El ministro del Interior José Barrionuevo Peña asistió a las honras fúnebres y acompañó al féretro hasta el cementerio de Derio, donde sería inhumado.
En la parroquia de Nuestra Señora de Belén, a escasos metros de donde se había cometido el asesinato, tuvieron lugar los funerales. En el momento de entrar en el templo lo restos mortales de Bernardo Pérez Sobrino, que iban envueltos en la Bandera Nacional, el padre de la víctima se dirigió al ministro Barrionuevo gritando: “Esos asesinos no tienen derecho a vivir. Hay que acabar con ellos como sea”.
Al salir del templo volvieron a oírse gritos de: “Que acaben con esos asesinos”, “Eta asesina”, “Eta al paredón” y vivas a España y la Policía Nacional. El ministro Barrionuevo respondió dando vivas a España, al País Vasco, al Rey, a la Constitución y a la Policía Nacional, después de que la Unidad de Música del Regimiento de Infantería de Garellano interpretase “La Muerte no es el Final”, el toque de Oración y el Himno de la Policía Nacional .
Tras el entierro, el ministro del Interior manifestó a los medios informativos: “La mafia etarra ha asesinado a un hombre del pueblo que vivía en uno de los barrios más humildes de Bilbao, en Uretamendí, cubierto y rodeado por el pueblo. La firmeza en el mantenimiento y en la aplicación de la legalidad democrática no se va a ver menoscabada en un ápice”.
Un familiar de la víctima declaró tras el atentado: "Yo sé que Bernardo no ha hecho nada malo de lo que se hubiera tenido que arrepentir. Sé que sus asesinos han ido sólo a asesinar un uniforme".
En 1986 fue condenado a 29 años de prisión mayor, como autor material del asesinato de Bernardo, el etarra José Félix Zabarte Jainaga, un sanguinario individuo que había participado, en mayo de 1983, en el asesinato también en Bilbao, del Teniente de la Policía Nacional Julio Segarra, del Policía Nacional Pedo Barquero y su esposa María Dolores Ledo. Los dos cómplices que le ayudaron a cometer el atentado contra Bernardo Pérez Sobrino no han sido juzgados todavía.
Zabarte Jainaga, miembro del grupo Vizcaya de ETA, fue detenido en julio de 1985 junto a otros 17 miembros de la banda terrorista. Zabarte fue condenado a centenares de años de cárcel por su participación en varios asesinatos terroristas. La aplicación de la doctrina Parot impidió que saliese de prisión en marzo de 2008, haciéndolo en 2015 después de haber cumplido 30 años de cárcel.
Bernardo Pérez Sobrino era natural de Carrión de Calatrava (Ciudad Real), pero vivía en el País Vasco desde hacía más de diez años. Tres años antes de su asesinato había ingresado en el cuerpo de la Policía Nacional y desde ese instante su destino fue en Bilbao. Tenía 27 años. Estaba casado con María del Carmen Medina González, también de 27 años y tenían dos hijos.
De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se le concedió la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior le concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo.
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