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HOY 2 DE AGOSTO. ASESINADOS POR EL TERRORISMO MARXISTA. ¡ESPAÑOL RECUERDA Y NO OLVIDES!

2 DE AGOSTO DE 1968. IRÚN (GUIPÚZCOA) INSPECTOR JEFE DE POLICÍA MELITÓN MANZANAS GONZÁLEZ.

Inspector Jefe del Cuerpo General de Policía Melitón Manzanas González


El 2 de agosto de 1968 la banda terrorista ETA asesinaba en Irún (Guipúzcoa) al Inspector jefe de Policía MELITÓN MANZANAS GONZÁLEZ, casi dos meses después de que el 7 de junio Txabi Echebarrieta acabase a tiros con la vida del agente de la Unidad de Tráfico de la Guardia Civil, José Antonio Pardines Arcay, primer asesinato reconocido por la banda terrorista ETA, pues nunca reconoció la muerte de la niña Begoña Urroz Ibarrola, una niña de apenas 22 meses de edad, ocurrida en la estación de Amara de San Sebastián el 27 de junio de 1960 al hacer explosión una maleta que había sido abandonada en la consigna de la propia estación.


El asesinato de Melitón Manzanas, primer policía en la lista macabra y asesina de la banda terrorista, marxista y antiespañola se produjo hacia las 15:30 horas en el descansillo del primer piso de Villa Arana, una casona de Irún con la forma del típico caserío vasco. La planta baja la ocupaba un negocio de equipos de imagen y sonido, y sobre la tienda había dos pisos. En el primero vivían Melitón Manzanas, su mujer y su hija.


Ese día, Melitón se trasladó en autobús desde la Comisaría de San Sebastián a su domicilio en Irún. Al llegar a Villa Arana, abrió la puerta y subió la escalera. En esos momentos sonó un disparo que alcanzó a Manzanas por la espalda. La mujer vio al asesino, un individuo joven, de estatura media, bigote y largas patillas. Incluso llegó a forcejear con él. El asesino realizó varios disparos más, aunque no llegó a herir a la mujer del policía. También fue testigo la hija de Melitón, que se asomó a la puerta del domicilio al oír el primer disparo. Su madre la empujó al interior de la casa y ella se acercó a una ventana, pidiendo ayuda a gritos. En el lugar de los hechos se recogieron siete proyectiles del calibre 7,65. El etarra, Izko de la Iglesia, había esperado a Melitón Manzanas dentro de la casa, en un pequeño sótano situado a la izquierda de la escalera.


Melitón Manzanas falleció casi en el acto. Había recibido tres tiros en la cabeza, uno en la mano y otro en la muñeca. ETA reivindicó el atentado en una octavilla que difundió en agosto de 1968, donde se podía leer "Melitón Manzanas, ejecutado". Ante los rumores y falsas noticias que se sucedieron poniendo en duda la autoría del atentado, ETA volvió a difundir un comunicado de prensa el 13 de octubre de 1968, para reafirmar que había sido la autora. El crimen y su propaganda eran fundamentales para la banda en esos momentos, que ponía así en práctica su estrategia de acción-represión-acción contra el régimen franquista. Además, en este caso la figura del policía asesinado era propicia para hacer propaganda, pues Melitón Manzanas ya había sido acusado por miembros de la oposición al franquismo de practicar malos tratos y torturas a los detenidos.


En relación con esto es importante señalar que, pese a que la banda terrorista haya alegado históricamente motivos de lo más variopintos para matar (injusticias varias, opresión de las clases populares, defensa del medio ambiente, lucha contra la drogas, la condición de confidente de las víctimas, supuestas torturas y malos tratos...), los verdaderos motivos por los que asesinaba ETA los expuso la propia banda en su revista Zutik en diciembre de 1961 (citado por José Díaz Herrera en Los Mitos del Nacionalismo, pág. 514): "Nuestro enemigo no es Franco. En este momento es la Dictadura de Franco, pero podría serlo la Democracia, la Monarquía o la República. Nuestro enemigo es España, encarnada en cualquier sistema, forma de Estado o de Gobierno que niegue la libertad de los vascos a crear su Estado independiente".


El acto del sepelio del jefe de la Brigada da Investigación Social de Guipúzcoa, Melitón Manzanas, vilmente asesinado, constituyó una impresionante manifestación de duelo. Miles de personas se asociaron a la fúnebre comitiva. Desde su residencia, "Villa Arana", el féretro, cubierto con la Bandera Nacional, fue llevado a hombros por sus compañeros, miembros del Cuerpo de Policía, que se iban turnando por la Avenida del Generalísimo, Colón y Plaza de Urdaviria, sobre un recorrido de algo más de un kilómetro. Presidió el duelo el director general de Seguridad, Eduardo Blanco, llegado expresamente de Madrid, al que acompañaban los gobernadores civil y militar, jefe superior de Policía de Bilbao, autoridades locales, procuradores en Cortes, jefes y oficiales del Ejército, Vieja Guardia, ex combatientes, ex cautivos, cónsules de España en Hendaya y Bayona y numeroso público. En la Plaza de Urdaviria se rezó un responso y se despidió él duelo. Jóvenes del Frente de Juventudes portaban numerosas coronas. Los restos mortales de don Melitón Manzanas recibieron sepultura en el cementerio de Irún. Por la tarde, a las seis, en la parroquia de Nuestra Señora del Juntal se celebraron los funerales.


Unos días después el Ministro de Trabajo, Jesús Romeo Gorría, al que acompañaban los presidentes del Tribunal Supremo y de Cuentas, Gobernador Civil de Guipúzcoa que ostentaba la representación del Ministro de la Gobernación, Gobernador Militar de Guipúzcoa, alcalde de San Sebastián y otras autoridades y representaciones militares y civiles, presidía en la Iglesia parroquial de la Sagrada Familia del barrio donostiarra de Amara, que fue incapaz de albergar a los miles de personas que se dieron en ella cita, quedando varios miles en el exterior, el funeral oficial por el eterno descanso de su vida de Melitón Manzanas. En enero de 2001, el gobierno de la Nación, presidido por José María Aznar, concedió a Melitón Manzanas González la Real Orden de Reconocimiento Civil a las víctimas de Terrorismo a título póstumo de 2001.


2 DE AGOSTO DE 1975, MADRID.GUARDIA CIVIL CASIMIRO SÁNCHEZ GARCÍA.

Guardia Civil Casimiro Sánchez García.


A los once y media de la noche del día 2 de agosto de 1975, un comando terrorista, asesinaba muy cerca de las instalaciones del Canódromo de Madrid al Guardia Civil CASIMIRIO SÁNCHEZ GARCÍA y hería al Guardia Civil Inocencio Cabezón Sánchez.


El atentado tuvo en la calle Juan José Bautista, esquina a la del Portal en el barrio del Tercio de Carabanchel.


La pareja de la Guardia Civil regresaba del canódromo, donde habían estado prestando servicio durante la tarde. Al llegar al citado punto, tres individuos que aparentaban unos diecinueve años de edad hicieron fuego contra ellos.


El mayor número de impactos lo recibió el guardia civil asesinado, Casimiro Sánchez García, que marchaba en primer lugar y que intentó refugiarse en el número 10 de la propia calle Juan José Bautista. Se arrastró unos quince metros, dejando un gran reguero de sangre.


Su compañero Inocencio Cabezón se parapetó detrás de un automóvil Renault matrícula M-5165-H, de color azul, estacionado en la calle y les hizo frente. Los terroristas se dieron a la fuga corriendo por la calle del Portal donde se subirían a vehículo SIMCA 100 de color blanco, dándose a la fuga. El guardia civil herido pudo llegar por su propio pie hasta el hospital, donde avisó que su compañero había muerto.


Los agresores utilizaron dos pistolas del nueve corto y un revólver.


Aunque en el primer momento se creyó que el atentado había sido obra de miembros del FRAP (Frente Revolucionario Antifascista y Patriótico) tras averiguaciones posteriores de la Guardia Civil el asesinato del Guardia Civil Casimiro Sánchez fue realizado por un comando del PCE(r)- Partido Comunista de España reconstituido, que pasaría a llamarse GRAPO (Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre) al darse a conocer con esa denominación, precisamente el primero de octubre de ese año de 1975, cuando asesinaron en Madrid a cuatro Policías Armados.


A primeras horas de la madrugada habían acudido al hospital Gómez Úlla el subdirector general de la Guardia Civil, el jefe superior accidental de Policía de Madrid, el director general de Política Interior, el jefe de Orden Público y varios altos mandos de la Guardia Civil.


A las 11 de la mañana del día siguiente, en la Dirección General de la Guardia Civil, se celebró un funeral de “corpore insepulto” por el alma del guardia civil Casimiro Sánchez García, asesinado cuando prestaba servicio de vigilancia en las proximidades del canódromo madrileño.


Asistieron al funeral el vicepresidente primero del Gobierno y ministro de la Gobernación, señor García Hernández; los ministros de Justicia, señor Sánchez Ventura; de la Presidencia, señor Carro, y de la Vivienda, señor Rodríguez de Miguel, así como el subsecretario de Gobernación, director y subdirector general de la Guardia Civil, y otras autoridades civiles y militares. Entre los asistentes se encontraban numerosos jefes y oficiales de los tres Ejércitos. A su llegada a la Dirección General de la Guardia Civil le fueron rendidos los honores de ordenanza al señor García Hernández.


El funeral, que se celebró en la capilla de la propia Drección General, fue oficiado por don Ramón Valero, teniente capellán de la Benemérita; ocuparon lugares de preferencia los ministros y autoridades asistentes, así como la viuda y familiares del guardia civil asesinado.


Terminado el funeral, se dio lectura a las órdenes por las que se concedían a Casimiro Sánchez García las cruces del mérito policial con distintivo rojo y del mérito militar con distintivo blanco de cuarta clase, que fueron impuestas sobre la bandera nacional que envolvía el féretro del finado, por el ministro de la Gobernación y por el jefe del Estado Mayor Central, Teniente general Villaeseusa.

A continuación, el vicepresidente del gobierno, señor García Hernández pronunció unas palabras —interrumpidas varias veces por los aplausos de los asistentes—, en las que dijo:” No es momento de convergencias ni plataformas y tampoco de hablar de las buenas intenciones del Partido Comunista, que, a través de uno de sus grupos armados, es el responsable de este asesinato”. “Hay que acabar para siempre con las raíces de esta serle de asesinatos”. “Nuestro ánimo no se doblegará con este chantaje de la violencia”. Tenemos que arrasar a esos grupos de asesinos que pululan por la sociedad española”.


Tras las palabras del Vicepresidente, el féretro fue sacado a hombros de miembros de la Guardia Civil y de la Policía Armada hasta la puerta de la Dirección General, donde fue despedido el duelo, Ante el féretro de Casimiro Sánchez desfiló la V Compañía de la Primera Comandancia de la Benemérita con bandera, escuadra y música. Su paso fue acogido por los- presentes con grandes aplausos y vítores. Un gran parte del numeroso público- que se había congregado en la salida de la Dirección General entonó el “Cara al sol” y se oyeron gritos de «justicia», «muerte al terrorismo», y vivas a España a la Policía y a la Guardia Civil.


Asimismo, en el momento en que el féretro fue introducido en el coche fúnebre que lo trasladaría al cementerio de Carabanchel, en Madrid, donde Casimiro Sánchez García fue cristianamente sepultado, se produjeron escenas de intenso dolor por parte de los familiares, amigos y compañeros del Guardia civil asesinado.


Casimiro Sánchez García, fue alcanzado por nueve impactos de bala, uno de ellos en la boca. Tenía cuarenta y cuatro años de edad y había nacido en el pueblo de Herreros de Suso (Avila). Llevaba un año destinado en Madrid. Deja viuda y cuatro hijos.


El guardia civil herido, Inocencio Cabezón Sánchez, de cuarenta y ocho años de edad, sufrió derrame en el hombro izquierdo y heridas en el tórax, aunque, al parecer, en sitios no vitales. Natural de Santiago del Campo (Cáceres) estaba casado y era padre de cuatro hijos.


De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se concedió al Guardia Civil Casimiro Sánchez la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior le concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo.


2 de agosto de 1979. MADRID. ATENTADO ESTACIÓN DE ATOCHA. POLICIA NACIONAL RETIRADO DIONISIO REY AMEZ.

Policía Nacional retirado Dionisio Rey Amez.


El 29 de julio de 1979 a las 13.15 horas, una bomba, colocada por un comando de ETA, explotaba en la oficina de facturación de coches-cama en la estación madrileña de Atocha, detrás de la caseta de información a los viajeros, en una cabina de consigna de equipajes, al igual que otras dos, colocadas por la siniestra organización terrorista separatista vasca en el aeropuerto de Barajas y en la estación de trenes de Chamartín.


La explosión de la bomba de la estación de Atocha alcanzó de lleno al guardia civil retirado Juan Luna Azol, al joven Jesús Emilio Pérez Palma, que falleció pocas horas después en la residencia sanitaria Primero de Octubre y a tres miembros de una misma familia: Guadalupe Redondo Vian, que falleció en el acto, su marido DIONISIO REY AMEZ, Policía Nacional en situación de retirado, que ingresaría en estado crítico en la Ciudad Sanitaria Francisco Franco y la hija de ambos, Carmen Rey Redondo, que consiguió sobrevivir pese a la gravedad de sus heridas.


El 2 de agosto de 1979 fallecía en la residencia sanitaria Francisco Franco, DIONISIO REY AMEZ, cuatro días después de que estallase en la estación de Atocha la tercera bomba de una cadena de atentados indiscriminados que la banda terrorista ETA realizó en el aeropuerto de Barajas y las estaciones de tren de Chamartín y Atocha. Dionisio Rey Amez era Policía Nacional en situación de retiro. Natural de León, tras su fallecimiento fue trasladado a su tierra natal, donde, en la intimidad familiar, fue cristianamente sepultado.


Los atentados habían costado siete vidas humanas, más de cien heridos y unos veinticinco millones de pesetas en pérdidas, incluyendo muchas pertenencias que los viajeros habían guardado en las consignas próximas, al hacer explosión tres artefactos de relojería, con unos seis kilos de explosivo cada uno, situados en las consignas de equipajes de las estaciones madrileñas de tren de Chamartín y Atocha y en la zona de llegadas nacionales del aeropuerto de Barajas. A las víctimas mortales de la estación de Atocha se les añadieron José Manuel Amaya Pérez, de 30 años. Submarinista, fallecido en el atentado del Aeropuerto de Barajas; Dorothea Fertz, 20 años. Estudiante y turista alemana, fallecida en el atentado de la Estación de Chamartín y José Manuel Juan Boix. Estudiante, fallecido el día 18 de agosto tras permanecer en coma desde el día 31 de julio en que fue herido en la estación de Chamartín. José Manuel se había proclamado, unas semanas antes del atentado, campeón del mundo de campo a través formando parte del equipo español junior de la modalidad.


La organización terrorista anunciaba que proseguirían los atentados en tanto permaneciesen en Soria presos vascos. En un alarde de cinismo intentó culpar a la policía y al Gobierno de UCD por haber paralizado —decía el comunicado— “intencionadamente” y con “finalidad de desprestigiar a ETA” el normal desarrollo de las operaciones de desalojo, provocando lo acontecido en Madrid. Aseguraba que ETA político militar, a las doce del mediodía, y a través de los mismos canales de ocasiones anteriores, había dado aviso de la-existencia de las bombas.


De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se concedió al Policía Nacional en situación de retirado Dionisio Rey la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior le concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo.


A día de hoy los hechos no han sido juzgados.


2 DE AGOSTO DE 1980. ÉIBAR (GUIPÚZCOA). MARIO GONZÁLEZ BLASCO.

Mario González Blasco.


El 2 de agosto de 1980 la banda terrorista ETA secuestraba y asesinaba en Éibar (Guipúzcoa) a MARIO GONZÁLEZ BLASCO, trabajador de la empresa Agruminsa en Vizcaya.


El secuestro de Mario González se produjo poco después de las seis de la mañana. Tras finalizar su turno de trabajo como soldador en el pozo minero Bodovile perteneciente a Agruminsa, la víctima se dirigió a su domicilio en la localidad minera de San Salvador del Valle a bordo de un Land Rover de su propiedad acompañado por otro trabajador de la misma empresa. El vehículo fue interceptado por varios terroristas encapuchados que, tras dejar atado al vehículo al acompañante en un monte cercano, secuestraron a Mario y huyeron a bordo de otro automóvil.


Sobre las tres de la tarde de ese día, una voz anónima comunicó en nombre de ETA, a varias redacciones de periódicos, el secuestro y la ejecución de Mario González, dando la situación exacvta de donde se encontraba el cadáver en un barranco del barrio de Aguinaga, en las afueras de Éibar, "muy cerca del lugar donde había sido asesinado seis meses antes, el 2 de febrero, en un atentado reivindicado por el Batallón Vasco Español. Jesús María Zubikaray Badiola" militante de EIA (Partido para la Revolución Vasca), simpatizante de la coalición Euskadiko Ezkerra y antiguo militante de ETA,


Sin embargo aquella llamada llegó, tarde pues un vecino de la zona encontró el cadáver de Mario González alrededor de la una de la tarde dando aviso a la Policía Municipal de Éibar. El cuerpo de Mario, presentaba ocho impactos de bala: uno en la cabeza, con orificio de entrada a la altura del pómulo derecho, y el resto en el tórax, cerca del corazón, todos ellos mortales de necesidad. Los terroristas habían colocado sobre el cadáver un recorte de prensa en el que aparecía una fotografía de Zubikaray que pegaron con un esparadrapo en la camisa de la víctima. La banda terrorista ETA acusó a Mario González de tener relación con aquel asesinato del miembro de EIA.


Los trabajadores de los tres turnos de la empresa Agruminsa acordaron realizar un paro de veinticuatro horas en señal de duelo por el asesinato de su compañero. La corporación municipal de San Salvador del Valle se unió a la muestras de repulsa, condenando en sesión extraordinaria el atentado. Varios concejales del Ayuntamiento, además de familiares, amigos y compañeros de la víctima, asistieron al funeral por su alma celebrado en la parroquia de María Magdalena de La Arboleda en San Salvador del Valle, en cuyo cementerio fue sepultado.


Mario González Blasco, tenía 51 años y, desde veinticinco años antes, trabajaba como soldador en la empresa Agruminsa de la localidad vizcaína de Gallarta. Era natural de La Arboleda, barrio de San Salvador del Valle (Vizcaya) . Estaba casado y tenía dos hijos.


De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se le concedió la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo.

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