2 DE MAYO DE 1986. SAN SEBASTIÁN. ENRIQUE MORENO ARGUILEA.
Enrique Moreno Arguilera.
En la tarde del dos de mayo de 1986, ENRIQUE MORENO ARGUILEA, jubilado, era asesinado en el centro de San Sebastián por dos individuos que le dispararon en la nuca cuando se dirigía al bar Esnaola, en el que todos los días jugaba a las cartas, dos jóvenes miembros de ETA, que huyeron a pie, realizaron dos disparos, uno de los cuales le entró por la nuca provocándole la muerte en el acto.
Enrique Moreno, de complexión gruesa y que vestía un traje gris oscuro a rayas, quedó tendido en el suelo rodeado de un charco de sangre, con las piernas cruzadas y las manos abiertas, en un paso de peatones de la calle de Moraza, en la que se recogieron dos casquillos de bala marca SF, calibre 9 Parabellum.
ETA emitiría con posterioridad un comunicado en el que admitía que se había equivocado de objetivo, reconociendo "su dramático error" pues los pistoleros de la banda ETA habían confundido al jubilado con un policía.
Por el asesinato de Enrique Moreno, en 1987 la Audiencia Nacional condenó a los miembros de ETA Francisco Javier Sagarzazu Mendibe y Juan Andrés Urquizu Ormazábal a sendas penas de 29 años de reclusión mayor como autores materiales de un asesinato con premeditación y alevosía y como cómplice a Juan Francisco Franco Argibay, a quien condenó a seis años de prisión.
En 2013, Juan Andrés Urquizu, condenado a 41 años, de los que había cumplido 26, era puesto en libertad en aplicación de la derogación de la retroactividad de la doctrina Parot.
Enrique Moreno había estado condenado a muerte durante la guerra de liberación española (1936-1939) por intentar evadirse de la zona nacional para pasar a zona roja. Conmutada la pena saldría en los años cuarenta en libertad. Tenía 71 años, había nacido en Pamplona. Casado y padre de tres hijos, se encontraba en situación de jubilado. Estaba afiliado al Partido Comunista de los Pueblos de España y era vocal de la Asociación de Jubilados de Amara.
De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se le concedió la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo.
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