HOY 21 DE AGOSTO:ASESINADOS POR EL TERRORISMO MARXISTA. ¡ESPAÑOL RECUERDA Y NO OLVIDES!
- calinfernandezbara
- 21 ago 2023
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21 DE AGOSTO DE 1988. ESTELLA.NAVARRA. GRUARDIAS CIVILES ANTONIO FERNÁNDEZ ÁLVAREZ Y JOSÉ ANTONIO FERRI PÉREZ.

Guardia Civil Antonio Fernández Álvarez.
A las siete y media de la mañana del domingo 21 de agosto de 1988 la banda terrorista ETA asesinaba en Estella (Navarra), a los Guardias Civiles de la Agrupación de Tráfico ANTONIO FERNÁNDEZ ÁLVAREZ y JOSÉ ANTONIO FERRI PÉREZ, haciendo explotar un coche-bomba en el instante del paso de un Talbot Horizont del Instituto Armado.

Guardia Civil José Antonio Ferri Pérez.
El coche bomba, que contenía veinticinco kilos de amonal y otros cuarenta de metralla con fragmentos de acero, estaba situado en el paseo de la Inmaculada de Estella, estacionado en un paso de cebra, siendo accionado a distancia por los terroristas al paso del vehículo oficial, produciendo la muerte en el acto de los dos ocupantes los Guardia Civiles Fernández Álvarez y Ferri Pérez.
La extracción de los cadáveres de ambos servidores del orden resultó muy dificultosa pues los cuerpos quedaron completamente carbonizados con el incendio que produjo la explosión que dejaría al vehículo convertido en un gran amasijo de hierros y que convertiría la zona en caótica, dañando varios coches aparcados en la inmediaciones, así como ventanas, balcones y escaparates de casas y establecimientos comerciales colindantes, hiriendo a una vecina. Una vez excarcelados por los bomberos de Estella, el juez ordenaría el levantamiento de los cadáveres.
El coche bomba había sido robado por los integrantes del comando etarra a una pareja muy cerca de Estella, cuando los relojes marcaban las dos y media de la madrugada. Los terroristas dejaron atados a un árbol a los ocupantes al igual que al conductor de otro automóvil, un Renault 7 matricula de Vitoria, que también habían sustraído a punta de pistola alrededor de las doce de la noche, y que le serviría como medio de huida.
La capilla ardiente con los cuerpos de los dos agentes se instaló a la tarde en el salón de plenos del Ayuntamiento de Estella y los funerales se celebraron al día siguiente a las once de la mañana en la Iglesia de San Juan presididos por el ministro del Interior, José Luis Corcuera; secretario de Estado para la Seguridad, Rafael Vera; director general de la Guardia Civil, Luis Roldán; director de la Policía, José María Rodríguez Colorado; el capitán general de la IV Región Militar, Andrés Cassinello, y otras autoridades civiles y militares.
Minutos antes de las 11 horas, los féretros de ambos Guardias Civiles asesinados, envueltos en la Bandera Nacional, fueron sacados del ayuntamiento a hombros por miembros de la Guardia Civil y de la Policía Nacional, y conducidos a pie hasta la iglesia de San Juan Bautista, distante unos 200 metros de la casa consistorial de Estella.
Durante todo el recorrido se sucedieron los “vivas” a la Guardia Civil y a España y gritos de justicia. A la puerta de la iglesia se hallaba formada una compañía de la Guardia Civil que rindió honores.
Andrés López, párroco de la iglesia de Juan Bautista, de Estella, dijo en la homilía que “es preciso que desparezca el ruido de las armas y que oigamos el ruido de la paz y del diálogo porque sólo el respeto nos ayudará a cumplir nuestro deber de hijos de Dios”. Pidió a las autoridades “que sepan actuar responsablemente, con menos palabras, lamentos y quejas y sí con más espíritu para las tareas del bien común”.
A la salida del funeral fue interpretado el Himno de la Guardia Civil y los féretros fueron conducidos hasta el aeropuerto de Noain-Pamplona. Posteriormente, una manifestación de más de cinco mil personas, partió de la plaza de los Fueros donde estaba situada la Iglesia de San Juan, recorriendo diversas calles de la ciudad y finalizando frente a la casa consistorial.
El asesinato de los dos agentes provocaría una gran indignación en Estella, donde eran muy apreciados, pues unos días antes de su asesinato, habían participado en un arriesgado salvamento tras declararse un voraz incendio en una calle de la localidad.
El asesinato de Antonio Fernández y José Antonio Ferri era el primer atentado mortal de ETA en Estella. En esta localidad, diez años después de aquellos asesinatos, todos los partidos vascos nacionalistas y separatistas, incluido Herri Batasuna, firmaron el Pacto de Estella o Lizarra, un documento de traición contra la unidad de España, que buscaba la consecución de la soberanía para la mal llamada " Euskadi,"
En 1992 la Audiencia Nacional absolvió al etarra Germán Rubenach Roig, alias Antxon, de su vinculación con el asesinato de los dos guardias civiles al considerar que no estaba probada su participación en los hechos que le imputaba la Fiscalía.
Rubenach había sido detenido el 25 de junio de 1990 en la Foz de Lumbier (Navarra), tras asesinar al sargento de la Guardia Civil José Luis Hervás Mañas y después de protagonizar un intercambio de disparos entre los tres terroristas, que abrieron fuego para cubrir su fuga, y los demás guardias civiles que componían la patrulla de vigilancia, resultando gravemente herido el sargento de la Guardia Civil José Domínguez Piris, comandante del puesto de la cercana localidad de Yesa. Fue trasladado a la Clínica Universitaria de Pamplona, donde se le intervino quirúrgicamente para intentar extraerle una bala que le había entrado por la cadera derecha y había quedado incrustada en la zona posterior izquierda del sacro.
Los tres terroristas huyeron a pie y en su huida se les cayó una bolsa en la que, entre otros objetos, se encontró una pistola del calibre 9 milímetros parabellum. Inmediatamente se organizaron patrullas de la Guardia Civil que acordonaron y batieron la zona, apoyadas por helicópteros. Cerca de las nueve de la noche, una de las patrullas encontró en la orilla del río Irati a un hombre con una herida de bala en la cabeza, que poco después fue identificado como Germán Rubenach Roig, antiguo integrante del grupo Txalupa de ETA, ya desarticulado. El etarra fue trasladado al Hospital de Navarra donde fue intervenido quirúrgicamente.
Al día siguiente, hacia las 9:00 horas, cuatro guardias civiles que seguían batiendo la zona encontraron los cadáveres de Juan María Lizarralde y Susana Arregui a orillas del río Iratí, a unos quinientos metros de donde había sido asesinado el sargento Hervás el día anterior. Ambos presentaban disparos de bala en la cabeza. Debajo del cuerpo de Arregui encontraron la pistola reglamentaria del sargento asesinado, mientras que debajo del cadáver de Lizarralde se encontró una pistola marca Browning. Esta última pistola es la que se había utilizado para acabar con la vida del ex policía nacional Francisco Almagro Carmona, asesinado en Pamplona el 3 de junio de ese mismo año.
Antonio Fernández Álvarez era natural de Salamanca y tenía 35 años. Había ingresado en la Guardia Civil en el año 1976, en la Agrupación de Tráfico, y estaba destinado en Estella desde 1979. Estaba casado y tenía dos hijos varones de 10 y 6 años de edad.
José Antonio Ferri Pérez, natural de Ibi (Alicante), tenía 34 años. Ingresó en la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil en 1976 y estaba destinado en Estella desde 1986, proveniente de Barcelona. Estaba casado y tenía tres hijos de 10, 8 y 3 años de edad
De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se les concedió la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior le concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo.
21 DE AGOSTO DE 1994. BERANGO, VIZCAYA. POLICÍA NACIONAL JOSÉ SANTANA RAMOS.

Policía Nacional José Santana Ramos.
A las ocho menos cuarto de la tarde del domingo 21 de agosto de 1994, un comando etarra asesinaba de un tiro en la cabeza al agente del Cuerpo Nacional de Policía JOSÉ SANTANA RAMOS, cuando jugaba una partida de cartas en el batzoki (sede social del Partido Nacionalista Vasco) de la localidad vizcaína de Berango, donde residía. José Santana Ramos, murió en el acto.
El atentado se produjo cuando Santana Ramos, se hallaba fuera de servicio en el batzoki de Berango, sito en la calle de Sabino Arana, junto a la carretera principal que unía Bilbao con dicha localidad. Un hombre, que posteriormente sería identificado con el miembro de ETA, José Luis Martín Carmona, pistola en mano y a cara descubierta, entró en el local, que en ese momento estaba muy concurrido, junto con una mujer Lourdes Churruca Medinabeitia. Sin mediar palabra, se acercó directamente al agente y le disparó un tiro en la cabeza. Santana Ramos se desplomó sin vida en medio de un enorme charco de sangre. Un segundo disparo del activista contra la víctima alcanzó de rebote en el brazo derecho a José Benedicto Herrero Ramos, de 71 años, que jugaba la partida con el agente.
La Ertzaintza recogió en el lugar dos casquillos de bala calibre 9 milímetros Parabellum, munición habitualmente usada por ETA. Según informaron testigos presenciales, José Santana se encontraba acompañado por una de sus hijas, de 8 años, que presenció el atentado mientras esperaba a su compañera, agente de la Ertzaintza.
El etarra José Luis Martín Carmona, acompañado de Lourdes Churruca Medinabeitia, se bajó de un taxi y entró a cara descubierta en el batzoki de Berango. Acercándose a la mesa donde José Santana jugaba a las cartas, le disparó dos tiros en la cabeza, provocándole la muerte en el acto. A continuación emprendió la huida junto a Lourdes Churruca, etarra que cubrió el asesinato desde la puerta del establecimiento. Ambos se montaron en un taxi, conducido por un tercer terrorista, que había sido robado minutos antes, y su propietario encerrado en el maletero. El taxi, con el taxista, fue abandonado en Algorta, a unos cuatro kilómetros de Berango. Según el testimonio del propietario del taxi que se utilizó en la acción, un vehículo Mercedes de color blanco 7533-BH, los terroristas habían solicitado un servicio normal en la parada de taxi de Algorta, para ir hacia el Camino de Larrañazubi, en Guecho. Al llegar allí, uno de ellos le amenazó con una pistola y le obligó a meterse en el maletero
Una vez cometido el atentado, los terroristas abandonaron el automóvil en la calle San Nicolás de la misma localidad de Algorta. Varias personas avisaron a la Ertzaintza, alertadas por los gritos de socorro del taxista, que permanecía encerrado en el interior del maletero del automóvil. La Ertzaintza acordonó la zona para comprobar que el vehículo no contenía ninguna trampa bomba. Después rescató al taxista y lo trasladó a comisaría para tomarle declaración.
El juez de guardia ordenó el levantamiento del cadáver de Santana poco antes de las diez de la noche. Miembros de la Ertzaina se encargaron de trasladar el féretro de la sede social del PNV a un furgón funerario.
Vecinos de la localidad de Berango comentaron que la víctima el Policía Nacional José Santana era muy conocida en el pueblo y acudía habitualmente al batzoki, donde jugaba a las cartas casi todos los días. Los responsables del mismo explicaron que ninguna persona que se encontraba a cargo del local pudo observar cómo sucedían los hechos, ya que todos ellos se encontraban en la cocina en el momento del atentado. Era habitual verle potear y jugaba muchas veces la partida en el batzoki, señalaron diversas personas. "Era un hombre bueno", dijo otra persona que había jugado en varias ocasiones a las cartas con el policía asesinado.
Era la primera vez que la banda terrorista cometía un atentado en una sede social del PNV, y tuvo lugar un día después de que el grupo Vizcaya de ETA, intentara llevar a cabo un atentado terrorista en Basauri.
A las 12:00 horas del día siguiente se celebró el funeral por el agente de la Policía Nacional en la Iglesia de los Agustinos de Bilbao, próxima al Gobierno Civil, al que acudió el ministro de Justicia e Interior, Juan Alberto Belloch, acompañado del consejero de Interior, Juan Maria Atucha, del director general del Cuerpo Nacional de Policía, Ángel Olivares, entre otras autoridades civiles, militares y policiales, con el Jefe Superior de Policía de Bilbao a la cabeza.
El féretro con los restos mortales del policía, envuelto en una bandera Nacional, acompañado por la Unidad de Música del Regimiento de Infantería de Garellano, fue trasladado a hombros por sus compañeros, seguido por una comitiva encabezada por los padres del agente, su esposa, sus dos hermanos y una veintena de coronas de flores. Tras entrar el féretro en la iglesia, el ministro Belloch impuso la medalla de oro al mérito policial, concedida a título póstumo. A la salida de la iglesia, numerosas personas que se encontraban en los alrededores de la iglesia recibieron con gritos contra los asesinos, vivas a España, a la Policía Nacional y Guardia Civil, así como con silbidos e insultos hacia las autoridades presentes.
Al finalizar el oficio religioso, el ministro Juan Alberto Belloch, hacía un llamamiento al Partido Popular para recuperar "el sentido común y el sentido del Estado" en la política antiterrorista, Por su parte, el portavoz del Vascongadas, Gregorio Ordóñez, subrayó que lo realmente grave era que a José Santana "ni dentro de cinco ni de cincuenta años le reinserta nadie. Si la reinserción no sirve para acabar con ETA, si sólo sirve para que los criminales se den un golpe en el pecho y salgan a la calle, ¿para qué la queremos?", argumentó. Ordóñez insistió que el PP sólo es radical en un tema: "Acabar con ETA, porque hasta ahora sólo la eficacia policial y el rechazo social han hecho retroceder a los mañosos criminales de ETA y todo lo demás no tiene utilidad alguna''. Según Ordóñez, "la estrategia unilateral del Gobierno de ofrecer barra libre de reinserción al primer criminal que se le pone delante sólo sirve para alentar a ETA, para que continúen con sus salvajadas, porque saben que en cinco años están en la calle si le cantan unas sevillanas al superministro".
Los días previos al asesinato de José Santana las Fuerzas de la Policía Nacional, y Guardia Civil, habían alertado sobre la posibilidad de un recrudecimiento de los atentados en vísperas de la Semana Grande de Bilbao. Simpatizantes de Herri Batasuna se habían manifestado en San Sebastián en apoyo a la banda asesina ETA coreando gritos como "Contra la represión, coche-bomba solución". Por las mismas fechas, dos ertzainas recibieron una paliza a manos de un grupo de proetarras en un bar-sede de Herri Batasuna de la parte vieja de San Sebastián, y días después del asesinato de José Santana, el 27 de agosto, un policía salvó la vida al tirarse al río Oyarzun abrasado por las llamas de un cóctel molotov que lanzaron contra el vehículo en el que patrullaba.
Cuando se produjo el asesinato de José Santana, el Partido Nacionalista Vasco, y más concretamente Xabier Arzalluz, presionaba a favor de una política de reinserción de los presos etarras, además de repetir hasta la saciedad que no era conveniente una victoria policial sobre la banda sino una salida negociada. Pero lo más lamentable y significativo fue que Arzalluz propuso que las víctimas del terrorismo no pudieran cobrar indemnizaciones ni del Estado ni de sus asesinos, lo que condenaría a la indigencia a muchas de ellas, sin que sus palabras tuviesen adecuada respuesta por parte del Gobierno central.
Los restos mortales de José Santana llegaron al aeropuerto sevillano de San Pablo a las cinco de la tarde de ese lunes día 22 y de seguido fueron trasladados a la localidad de Dos Hermanas, donde tuvo lugar un solemne funeral, celebrado en la Iglesia de Santa María Magdalena, que se quedó pequeña, ante la asistencia de centenares de personas, la mayoría vecinos, que acompañaron en el dolor a la familia del malogrado agente, junto a autoridades civiles, militares, entre ellas la delgada del Gobierno en Andalucía, Amparo Rubiales y los alcaldes de Dos Hermanas y Riotinto, de donde era natural José Santa Ramos. Igualmente estaban presentes en el entierro el Jefe Superior de Policía de Sevilla y numerosos compañeros de la Policía Nacional y Guardia Civil. Los vecinos despidieron a José Santana con grandes aplausos y gritos de Viva España e insultos a los asesinos.
En 1997 la Audiencia Nacional condenó a 30 años de reclusión mayor a los terroristas José Luis Martín Carmona y Lourdes Churruca Medinabeitia. En 1999 se condenó a 14 años de reclusión a Aitor Bores Gutiérrez como cómplice del atentado, siendo el etarra que consiguió información sobre los horarios, trayectos y lugares visitados por el Policía Nacional Santana Ramos. Además, la noche anterior al asesinato, los autores materiales durmieron en el domicilio de Bores Gutiérrez.
Por último, en 2003 la Audiencia Nacional condenó, también en concepto de cómplice, a Jorge Martínez Aedo a 17 años de reclusión menor. Este cómplice de los asesinos dijo en el juicio que lo único que recordaba del asesinato del policía era que se rió "un montón viendo a Arzalluz en televisión con un rebote de la hostia" después de que "le dieran matarile a un txakurra". Martínez Aedo fue detenido en Francia en noviembre de 1997 y entregado a España en julio de 2002. Estaba integrado en un grupo de apoyo al Vizcaya de ETA, el grupo Manguis, que se dedicaba a proveer de vehículos y matrículas falsas a los asesinos de la banda.
La política de libertades, concedidas por Instituciones Penitenciarias con el apoyo de la Audiencia Nacional también ayudó a salir de la cárcel mucho antes de lo que le correspondería al preso de ETA Joseba Martín Carmona, alias 'Koldo', En el auto firmado por el juez de la Audiencia José Luis Castro, destacaba que Martín Carmona se había desvinculado de la banda y había pedido perdón a las víctimas a pesar de que la Fiscalía se había manifestado en contra.
En Marzo de 2015, la etarra Lourdes Churruca Madinabeitia abandonaba la prisión provincial de Huelva, donde permanecía encarcelada desde finales de la década de los 90, en cumplimiento a una orden de la Audiencia Nacional. Churruca abandonaba la cárcel después de que la Audiencia Nacional hubiese decretado su excarcelación en aplicación de la sentencia del 21 de octubre de 2013 del Tribunal Europeo de Derechos Humanos que anuló la denominada 'doctrina Parot', que computaba los beneficios penitenciarios sobre el total de las penas y no sobre el límite máximo de cumplimiento de 30 años de prisión, lo que suponía un alargamiento de la estancia en la cárcel.
La Secretaría General de Instituciones Penitenciarias disponía en octubre de 2018 la progresión a tercer grado del miembro arrepentido de ETA, Aitor Bores Gutiérrez, que ingresó en prisión el 24 de marzo de 1998. Aitor Bores Gutiérrez, había sido en su día miembro liberado (a sueldo) del comando Araba de ETA.
José Santana Ramos, de 37 años, era natural de Minas de Riotinto (Huelva). Tenía tres hijos, estaba casado en segundas nupcias con una agente de la Ertzaintza y residía en Berango. Ingresó en el Cuerpo Nacional de Policía en 1979 y fue destinado a Bilbao en 1982, donde prestaba servicios en el Puerto de Santurce, en la sección de documentación para el control de pasajeros del ferry que comunicaba la capital vizcaína con Portsmouth (Reino Unido).
De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se le concedió a José Santa Ramos la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior le concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo
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