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HOY 23 DE DICIEMBRE: ASESINADOS POR EL TERRORISMO MARXISTA. ¡ESPAÑOL RECUERDA Y NO OLVIDES!

23 DE DICIEMBRE DE 1985. PAMPLONA. GENERAL DE BRIGADA DE LA GUARDIA CIVIL JUAN ATARÉS PEÑA.

General de Brigada de la Guardia Civil Juan Atarés Peña.


A las doce y cuarto de la mañana del 23 de diciembre de 1985, víspera de Nochebuena, la banda terrorista, marxista y antiespañola, ETA asesinaba en Pamplona al general de Brigada de la Guardia Civil JUAN ATARÉS PEÑA.


El general de la Guardia Civil, Juan Atarés Peña, de 67 años, fue asesinado de un disparo en la cabeza y dos en la espalda, cuando paseaba por la vuelta del Castillo. El general Atarés paseaba por esa céntrica calle de Pamplona cuando dos individuos, un hombre y una mujer jóvenes, se le acercaron por la espalda y le dispararon.


La mujer la autora material de los disparos. Inmediatamente, los dos jóvenes se dieron a la fuga en un turismo Renault 5 de color blanco, en el que les esperaba otro individuo el dirección a la plaza de los Fueros.

El general paseaba solo, como era su costumbre, y no llevaba escolta por haber renunciado a ella hacía tiempo.


El cuerpo sin vida del general quedó tendido en la hierba a la espera de la llegada del juez para que se ordenara el levantamiento del cadáver, que presentaba dos impactos de bala en la espalda y otro en la cabeza.


Los autores de los disparos se acercaron al cadáver para comprobar si el general había muerto, con el fin de rematarle.


Poco después llegaba al lugar la esposa del general, María Luisa Ayuso, que mostró una gran entereza. Se abrazó al cadáver de su marido llorando y musitó palabras, según testigos, de que «quiero perdonar a todos» Los medios de comunicación recogieron la desgarradora foto de la viuda arrodillada y abrazada al cadáver de su marido acompañada de varios de sus hijos.


Un sacerdote impartió al general los últimos sacramentos, ante la presencia de las autoridades, la esposa y dos hijas. El delegado del Gobierno en Navarra, Luis Roldán, se desplazó al lugar en compañía de mandos de la Guardia Civil.


El juez de instrucción ordenó el levantamiento del cadáver, que fue trasladado al Instituto Anatómico Forense en una ambulancia de la DYA. La Policía recogió en el lugar del asesinato tres casquillos de bala del calibre 9 milímetros parabellum, de fabricación checa. En el lugar en que se cometió el atentado, varias personas colocaron,de forma inmediata, ramos de flores rojas y cintas con la bandera española.


La policía localizó pasadas las dos de la tarde el turismo Renault-5 dé color blanco que utilizaron los terroristas. El vehículo fue hallado en la calle de Alfonso el Batallador, a las afueras de Pamplona, en el barrio de Iturrama.


Había sido robado y un equipo de artificieros de la Policía Nacional hizo explosionar un cebo a distancia, poco después de localizarlo, en previsión de que en su interior se hubiera colocado alguna carga explosiva.


La Policía no encontró, en un principio, en el interior del vehículo ningún rastro de los autores del atentado,


La viuda del general asesinado, algo más tranquila, manifestaría a los medios informativos: “Más que la muerte de mi marido, me duele España. Mi marido era un hombre espléndido, que hizo de la dignidad, el amor a Dios y a España un culto. Tenemos que morir todos y eso es una cosa que aceptamos, pero lo que más me duele es que España no tiene solución. Bueno, sí que tiene, lo que hace falta es que exista un Gobierno que maneje las cosas con mano derecha”. “Mi marido era un hombre íntegro, perfectamente digno y honrado. ·No ha tenido más pena que España”. Hacia un mes que habían cumplido cuarenta años de casados.


En la Comandancia de la Guardia Civil de Pamplona se instaló la capilla ardiente por deseo expreso de la viuda, que se negó a que se instalase en la sede del Gobierno Civil.

Asesinato del General Juan Atarés.


El general Juan Atarés Peña, un militar de honor, estaba en la reserva desde 1979. Un año antes siendo jefe de la III Zona de la Guardia Civil, protagonizaría un sonoro enfrentamiento con el vicepresidente del Gobierno, ministro de Defensa, teniente general Gutiérrez Mellado, al llamó “traidor» y «embustero”


Durante una reunión del vicepresidente del Gobierno y ministro de Defensa con mil generales, jefes, oficiales y suboficiales en el Arsenal de Cartagena en noviembre de 1978, el general Atarés pronunció diversas frases en favor de la Unidad de España y contra el ministro y el propio gobierno, abandonando la sala, entre los aplausos de una gran cantidad de los asistentes. Cuando estaba llegando a la puerta de salida, el general Atarés volvió sobre sus pasos y, dirigiéndose a Gutiérrez Mellado, le llamó "traidor" y"«embustero".


El incidente había comenzado, cuando uno de los asistentes, el capitán de corbeta Casado, leyó unos folios comentando los últimos atentados terroristas, con una dura crítica a la Constitución y al gobierno en su actuación contra el terrorismo y los enemigos de la unidad nacional. Atarés Peña era entonces jefe de la III Zona de la Guardia Civil, correspondiente a Levante.


Unos días después del incidente, el 17 de noviembre de 1978, Atarés fue arrestado por orden de Gutiérrez Mellado. En consejo de guerra celebrado en Valencia el 28 de mayo de 1979, el general Atarés fue absuelto del delito de insultos a un superior, pero se le apreció una falta leve, por la que se le impuso un arresto de seis meses, siguiendo las recomendaciones del Tribunal del consejo de guerra.


El funeral por el general Juan Atarés se inició pasadas las 12,30 horas del martes 24, día de Nochebuena, en la capilla de la comandancia de la Guardia Civil en Pamplona, en un ambiente de enorme tensión y crispación.


Estuvieron presentes en el acto el presidente del Gobierno de Navarra, Gabriel Urralburu; el presidente del Parlamento de Navarra; el delegado del Gobierno, Luis Roldán; el capitán general de la Región Pirenaica Occidental, Teniente General Miguel Iñíguez del Moral; el director general de la Guardia Civil, Sáenz de Santamaría; el jefe del Estado Mayor de la Guardia Civil, general Cassinello, y otras autoridades civiles y militares. Una vez finalizada la Misa funeral y tras ser interpretado el Himno de la Guardia civil, y cuando las autoridades, entre continuos abucheos, y gritos de desprecio en contra del Gobierno y de ETA, así como los vivas a España, la Guardia Civil y al general asesinado, se dirigían a los vehículos que les iban trasladar al cementerio se produjeron los mayores incidentes.


Un numeroso grupo de personas arrojó monedas e intentó abalanzarse sobre el vehículo en el que viajaba el director general de la Guardia Civil, general Sáenz de Santamaría, llamándole “traidor”. El grupo de personas no pudo llegar al coche y agredir al general, al intervenir fuerzas de la Policía Nacional que habían acordonado la zona y que no pudieron impedir una continua lluvia de monedas, tanto contra el propio Sáenz de Santamaría, como contra el capitán general Miguel Iñíguez del Moral; el delegado del Gobierno, Luis Roldán, y el presidente del ejecutivo navarro Gabriel Urralburu y otras autoridades. Varios periodistas que cubrían la información del funeral sufrieron las iras de las personas concentradas, que les increparon con gritos como “fuera de aquí, canallas. Id a contar mentiras a otro lado”, al tiempo que lanzaban una lluvia de monedas contra los informadores. Un equipo de Euskal Telebista fue objeto de un intento de agresión por parte de un señor de paisano, quien no llegó a agredir a los informadores con su paraguas gracias a la intervención policial.


En el año 1987 la Audiencia Nacional condenó a Juan José Legorburu Guerediaga y a Mercedes Galdós Arsuaga a sendas penas de 29 años de años de prisión por el asesinato de Juan Atarés Peña. En la misma sentencia fue condenada María Cruz Azcona Larreta como cómplice del asesinato a 10 años de prisión mayor.


En septiembre de 2011, la Audiencia Nacional absolvió a María Jesús Arriaga del asesinato del general de Brigada. El fiscal, que pedía 28 años para Arriaga, sostuvo en la vista oral que ésta alojó en su vivienda a los autores materiales del atentado, los dos ya condenados en 1987 y un tercero, Juan María Lizarralde, muerto en junio de 1990 en un enfrentamiento con la Guardia Civil en la Foz de Lumbier, en el que también fallecieron la etarra Susana Arregui Maiztegui y el sargento de la Guardia Civil José Luis Hervás Mañas.


Mercedes Galdós Arzuaga, condenada a 829 años de prisión, la terrorista etarra que más atentados criminales había cometido, quedaba en libertad, en septiembre de 2005, tras cumplir 19 años del límite máximo de 30 de cumplimiento efectivo de condena. Redimió más de 10 años gracias a sus estudios de pedagogía y sus actividades de limpieza, aerobic, mecanografía o fútbol sala. Sus víctimas, no tuvieron la misma suerte.


En noviembre de 2013 Juan José Legorburu Guerediaga, abandonaba la cárcel castellonense de Albocáser, saliendo en libertad tras anularse la doctrina Parot.


El general Juan Atarés había nacido en Huesca, en 1918. Se incorporó como voluntario al Ejército a los 18 años y durante la guerra de liberación española (1936-1939), en noviembre de 1938, fue herido de metralla en Burriana (Castellón). Tras un período de formación en Zaragoza y Guadalajara, ingresó en 1945 en la Guardia Civil como teniente, mando que ejerció en Santander, Jaca (Huesca) y Madrid.


Con grado de coronel, estuvo destinado siete años en Navarra, hasta su ascenso a general, tras lo cual fue destinado a León, Barcelona, Logroño y Valencia, ciudad esta última donde tomó posesión de la jefatura de la III Zona, en abril de 1978.


En agosto de 1983, el general Atarés, ya en la reserva, publicaría en el diario madrileño “El Alcázar” una carta en la que sugería que se concediese el extrañamiento y dos millones de pesetas a cada uno de los participantes en el 23-F. La carta se titulaba “De entierro en entierro” y comenzaba diciendo: “Mientras tengamos gobiernos débiles y desleales”. En su carta expresaba su compañerismo y afecto a los condenados por el 23- F.


Juan Atarés Peña de 67 años, era natural de Huesca. Estaba casado con María Luisa Ayuso y tenía ocho hijos. Dos de sus hijos siguieron la carrera militar y el mayor en el instante del asesinato de su padre era comandante, mientras que el menor había recibido ese año su despacho dé teniente del Ejército.


De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se le concedió la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior le concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo.

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