23 DE SEPTIEMBRE DE 1979.SAN SEBASTIÁN. GENERAL DE DIVISIÓN LORENZO GONZÁLEZ-VALLÉS SÁNCHEZ GOBERNADOR MILITAR DE GUIPÚZCOA.
Gobernador Militar de Guipúzcoa General de Brigada Lorenzo González-Vallés Sánchez
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Sobre las doce menos cuarto del domingo 23 de septiembre de 1979, un terrorista de la Banda separatista, marxista y antiespañola ETA, asesinaba en el paseo de La Concha de San Sebastián, al gobernador militar de Guipúzcoa, el general de Brigada LORENZO GONZÁLEZ-VALLÉS SÁNCHEZ.
Ei gobernador militar se encontraba en esos instantes paseando por el paseo de la Concha y le acompañaban su esposa y uno de sus hijos, haciendo tiempo para asistir a Misa de doce y media. Al llegar a la altura de la zona conocida por “Los Relojes”, el general y su esposa se detuvieron unos instantes junto a la barandilla del paseo observando el mar. En ese momento, un individuo se le acercó por detrás y le efectuó un disparo a bocajarro en la cabeza, que le causó la muerte instantánea. El asesino, aprovechado la gran cantidad de personas que paseaban por el lugar, en medio de la confusión, junto a otro terrorista que le acompañaba, huyó a pie hasta el coche, que se encontraba aparcado en las proximidades del lugar del hecho, frente al hotel Orly. El vehículo aparecería posteriormente abandonado en la calle Marina.
Los autores del atentado, lo habían robaron sobre las nueve horas a punta de pistola. Era un «Seat 131» de color rojo, cuyo dueño se encontraba limpiando el turismo en la calle Secundino Esnaola, del barrio de Gros. Dos individuos le intimidaron y, al alegar que se encontraba en delicado estado de salud, le dejaron libre tras conminarle a que no denunciara el hecho hasta pasadas dos horas y media.
El gobernador militar, paseaba sin escolta, vestido de paisanoSu cuerpo quedó tenido en el suelo, abrazado por su esposa y su hijo, que se había quedado algo rezagado y no vio como disparaban a su padre. El general Lorenzo González-Vallés había rechazado reiteradamente la protección que se le puso a fin de garantizar su seguridad. En el lugar de los hechos la Policía recogió un casquillo de 9 milímetros «Parabellum».
El cadáver del gobernador militar, tras ordenar el juez de guardia, su levantamiento, fue trasladado, posteriormente al hospital militar de la capital donostiarra. Desde allí seria llevado al Gobierno Militar de san Sebastián donde en el salón del Trono, quedaría instalada la capilla ardiente.
El lunes 24 de septiembre, tendría lugar en la capilla ardiente, una misa de carácter estrictamente privado, oficiada por un capellán castrense, a la que asistieron solamente la familia y los más allegados a la misma.
Al Gobierno Militar de San Sebastián fueron llegando diferentes autoridades militares y civiles, entre ellas, el teniente general Coloma Gallegos, el capitán general de la VI Región Militar, Teniente General Pascual Galmes, el general jefe del Estado Mayor de la región y el coronel de la Guardia Civil de la zona, en representación del director general de la Guardia Civil. También llegaría para presidir el funeral, el ministro de Defensa Agustín Rodríguez Sahagún.
Sobre las doce menos veinte de la mañana, el féretro que contenía los restos mortales del general González-Vallés fue trasladado, cubierto por la bandera Nacional y a hombros de compañeros de la víctima, al exterior del Gobierno Militar, donde la segunda compañía del regimiento de Infantería «Sicilia número 67», con guarnición en San Sebastián, rindió honores con banda de música.
E n el momento en que apareció el féretro en la puerta del Gobierno, la banda interpretó el Himno Nacional y posteriormente la Marcha de Infantes.
Tras el féretro, varios soldados portaban catorce coronas de flores, y entre ellos un comandante del Ejército llevaba un cojín donde reposaba el sable del general asesinado así como el fajín de general, la gorra y las condecoraciones del General.
Tras este grupo, marchaba un hijo del general y, posteriormente,- el ministro de Defensa, el capitán general de la Sexta Región, el gobernador civil de Guipúzcoa y un hijo de la víctima, un teniente del cuerpo de Ingenieros destinado recientemente a San Sebastián. Asimismo, figuraban varios jefes y oficiales de los tres ejércitos, así como representaciones de la Policía Nacional y de la Guardia Civil.
Al llegar a la calle Perujuancho, a unos 50 metros del Gobierno Militar, el féretro del gobernador Militar asesinado fue introducido en un furgón fúnebre, que transportó los restos mortales de la víctima por la Calle Mayor hasta la basílica de Sarita María, donde tuvo lugar el funeral.
La comitiva fúnebre estaba formada así: abriendo el cortejo, cinco motoristas del sector de tráfico de la Guardia Civil; a continuación, el furgón fúnebre, escoltado por compañeros de la víctima y soldados portando coronas de flores; el comandante del Ejército con los efectos militares del general; el ministro de Defensa, capitán general de la Sexta Región Militar, gobernador civil de Guipúzcoa y los hijos del general muerto; la banda de música del Regimiento cerraba la comitiva, interpretando marchas fúnebres. Alrededor de la comitiva se había montado un importante dispositivo policial que impedía el acceso del público.
La Basílica de Santa María, donde se celebró el funeral oficial, estaba abarrotada de gente, en su mayor parte personal militar. La misa funeral fue concelebrada por siete sacerdotes y oficiada por el capellán castrense del batallón Colón de Irún, que en su homilía pidió a los asistentes que rezaran por España, porque "está enferma y ojalá no sea de muerte. A los males hay que buscarles remedio y hemos de pedir que los gobernantes tengan fuerza para poner el medicamento, el remedio adecuado, porque si no será precisa una operación quirúrgica. Debemos pedir que nuestros gobernantes tengan las manos firmes para extirpar el tumor que padecemos".
Concluida la ceremonia religiosa, el féretro fue conducido fuera de la basílica a hombros de compañeros de la víctima. Tras recibir honores militares, y ser entonado el Himno de infantería, los restos mortales del general González-Vallés fueron conducidos al aeropuerto de Fuenterrabía para ser trasladados a La Coruña, a bordo de un avión del Ejército del Aire, en el que también viajaban su viuda y familiares.
Cuando Rodríguez Sahagún iba a introducirse en el coche para abandonar la basílica de santa María, una señora salió de entre los jefes militares y en voz alta, le increpó llamándole cobarde y rogándole que se marchara. Posteriormente, cuando los asistentes al acto, la mayor parte militares, regresaban a pie hasta el Gobierno Militar, fueron recibidos con gritos de "Ejército al poder", "ETA, asesina" y "Gobierno traidor" por numerosas personas que fueron contenidas por los cordones policiales de seguridad. De seguido un nutrido grupo de personas, que portaba una bandera Nacional, volvieron a proferir gritos de «Ejército al poder» y «ETA asesina», así como «Franco, presente», «Viva España una, grande y libre», e iniciaron un manifestación espontánea, entonado varias veces el Cara al Sol, llegando por diferentes calles, al lugar donde cayó asesinado el gobernador militar. Allí un joven de forma provocadora gritó "Gora Euskadi Askatuta", sin que se produjese ninguna reacción por parte de los manifestantes, que sí lo hicieron cuanto otro joven profirió gritos de "Gora Euskadi Askatuta" y "Gora ETA militar" emprendiéndola a golpes con él.
El entierro, presidido por el general Gabeiras Montero, Jefe del Estado Mayor del Ejército, tuvo lugar en el cementerio de San Amaro de La Coruña y estuvo cargado de una ambiente de dolor y rabia contenida. Miles de personas le dieron el último adiós al general González Vallés, entre gritos de apoyo al Ejército, vivas a España, canto del Cara al Sol, empujones y algún que otro porrazo por parte de las fuerzas del orden. El momento de mayor tensión se produjo cuando a la salida del general Gabeiras, un joven le increpó con dureza: ¡No te da vergüenza estar con Suárez y con el traidor de Gutiérrez Mellado! ¡Que poco valor y honor! Gabeiras en vez de seguir su camino, se detuvo mirando de forma desafiante al joven. En ese instante un nutrido grupo de personas, rompió el cordón policial y arreció en insultos contra el general, que no tuvo más remedio que abandonar el lugar escoltado por Policías Nacionales y Militares. Aquel joven era yo.
El general Lorenzo González – Vallés Sánchez había nacido en Ceuta, el 29 de julio de 1920. Ingresó voluntario en la Armada, en plena guerra de liberación española (1936-1939) para prestar sus servidos en el buque «Almirante Cervera». Posteriormente, hizo los cursos de alférez provisional. Finalizada la guerra, ingresó en la Academia de Transformación de Infantería. Formó parte de la división Azul, unidad española de voluntarios en el frente de Rusia durante la II guerra mundial, y su vida militar transcurrió en las guarniciones de Melilla, La Coruña, Lanzarote, Cáceres, Barcelona y Lérida. En este último lugar, mandó como coronel el Regimiento de Cazadores de Montaña Barcelona Número 63, hasta su ascenso a General de Brigada.
Con éste rango, tomé mando de la Brigada de Montaña 11 y del Gobierno Militar de Guipúzcoa desde finales de marzo de ese año 79. Estaba casado con Josefina Seco y era padre de cinco hijos; un teniente de Ingenieros, dos licenciados en Periodismo, y otros dos estudiantes. Uno de los periodistas trabajaba en la Agencia «Efe». El teniente de Ingenieros también fue destinado a San Sebastián hace mes y medio.
A pesar de haber nacido en Ceuta el general González -Vallés vivió gran parte de su vida en La Coruña, donde su padre, el Teniente coronel de la Guardia Civil Florentino González Vallés, tuvo diferentes cargos. En esta ciudad estudió el Bachillerato y contrajo matrimonio con Josefina Seco. Prestó servicios militares en diversas guarniciones—entre ellas La Coruña— y estuvo varios años destinado en la Legión.
En toda su carrera militar se distinguió por su gran espíritu castrense. Practicó el deporte de la Hípica y era un gran tirador de pistola.
En el mes de agosto había estado durante unos días de vacaciones en La Coruña visitando a sus familiares y amigos. En esta ciudad contaba con una gran cantidad de amigos, los cuales no dudaron en afirmar que González-Vallés era un gran padre y un magnífico esposo. Tenía cuatro hermanos, José, coronel de Máquinas, residente en El Ferrol; Florentino, Pilar, viuda del doctor Llamas y María de Sánchez Mariñas.
El general González -Vallés Sánchez, estaba muy vinculado a la provincia de Lugo, ya que había sido, en la década de los años sesenta. Jefe de Instrucción en el Campamento Militar de Santa Cruz de Parga. Durante su etapa como militar en la provincia de Lugo, ostentaba la graduación de teniente coronel. Era una persona muy conocida en la capital lucense, destacando por sus aficiones literarias y artísticas.
De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se concedió al General González Vallés la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior le concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo.
El asesinato del General González Valles sigue sin esclarecerse.
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