24 DE MAYO DE 1989. BILBAO, POLICÍAS NACIONALES JOSÉ MARÍA SÁNCHEZ GARCÍA Y MANUEL JÓDAR CABRERA Y AGENTE DE LA POLICÍA AUTÓNOMA VASCA LUIS HORTELANO.
Policía Nacional José María Sánchez García.
A las ocho y diez de la mañana del 24 de mayo de 1989, un comando de la banda terrorista, marxista y antiespañola ETA asesinaba en Bilbao, mediante la explosión de un coche-bomba, a los Policías Nacionales, especialistas en desactivación de explosivos, JOSÉ MARÍA SÁNCHEZ GARCÍA Y MANUEL JÓDAR CABRERA, y al ertzaitna LUIS HORTELANO GARCÍA, jefe de la Unidad de Desactivación de Explosivos de la Policía vasca. La explosión causó además heridas a siete personas, una de ellas de gravedad. Entre los heridos se contaron un bombero y dos civiles, que se encontraban a cierta distancia.
Policía Nacional Manuel Jódar Cabrera
El atentado se produjo alrededor de las ocho de la mañana en la calle Cordelería del barrio bilbaíno de Zorroza, casi tres horas después de que otra bomba de menor potencia hubiera hecho explosión en un concesionario de vehículos de la marca Peugeot, situado en las proximidades. La mortal acción fue cuidadosamente preparada por la organización terrorista. La primera bomba tenía por objetivo servir de señuelo para atraer a la policía hacia el lugar, donde se había dejado aparcado un taxi, marca Peugeot.
Policía Autónomo Vasco Luis Hortelano García.
El vehículo había sido robado sobre las diez de la noche en Amorebieta por dos individuos que solicitaron el servicio del taxista para que los condujera a Sondica. En un momento del trayecto, los dos individuos amenazaron al conductor con una pistola, advirtiéndole: “se ha acabado el viaje”. El taxista fue abandonado atado a un árbol en la zona de Lezama, donde fue localizado por la Policía Autónoma Vasca, que lo liberó. Al tenerse conocimiento del robo del turismo, se alertó a todos los cuerpos policiales que iniciaron operaciones de búsqueda del vehículo robado.
Cuando estalló el primer artefacto, llegaron al lugar varios miembros de los equipos de desactivación de explosivos de la Policía Nacional y de la Ertzaintza. Tras inspeccionar los alrededores, repararon en el taxi que comprobaron que tenía dentro un dispositivo, posiblemente conectado a explosivos, con el objetivo que se produjesen numerosas víctimas.
Antes de iniciarse la intervención del equipo de desactivación, la policía desalojó a todos los vecinos de un inmueble de doce pisos que se encontraba próximo adonde se encontraba situado el vehículo sospechoso. Al ser localizado el vehículo, a escasa distancia del concesionario, los miembros del equipo de desactivación del Cuerpo Nacional de Policía, acompañados de un ertzaintza, se acercaron al turismo y observaron que tenía un mecanismo conectado a las cerraduras de las puertas. Por este motivo, temiendo que hubiera una bomba dotada de un temporizador, decidieron retirarse del lugar y esperar durante media hora. Al cabo de este tiempo, los artificieros volvieron al coche y utilizaron dos cebos activados a distancia para provocar la apertura del maletero mediante una explosión controlada. Una vez abierta la puerta, los tres policías se pusieron a inutilizar los mecanismos de activación de la bomba. Según informaron fuentes policiales, los artificieros estuvieron trabajando durante media hora antes de que se produjera la explosión que les causó la muerte. Durante ese tiempo habían logrado inutilizar varios mecanismos-trampa del artefacto. Durante el tiempo que duró la operación, los artificieros comunicaron por radio con la base del 091 a la que indicaron que “está claro que hay trampas, vamos a trabajar muy despacio”.
Los terroristas habían colocado un sistema de iniciación oculto entre cemento para que no pudiese ser detectado por los especialistas en desactivación de explosivos. La potente explosión del artefacto, compuesto por unos 50 kilos de amonal cuarenta de metralla y un multiplicador de pentrita, colocado en el maletero del taxi robado causó la muerte instantánea de los tres agentes, cuyos cuerpos destrozados quedaron diseminados en un radio de treinta metros. El inspector del Gabinete de identificación, Miguel Ángel de Diego Ballesteros, que se encontraba realizando fotografías de la bomba tras los miembros del EDEX, salvó milagrosamente la vida al quedar parcialmente protegido de la onda expansiva por los cuerpos de sus compañeros. Otros tres policías del 091, José Antonio Cobos, Miguel Gómez Vásquez y Miguel Quesada Muela, así como el bombero Francisco Javier Navas Perdiguero, resultaron heridos, cuando se encontraban a cincuenta metros del coche.
Los agentes fallecidos estaban adscritos a los grupos de especialistas en desactivación de explosivos de sus respectivos cuerpos.
El atentado coincidió con la víspera de la campaña para las elecciones al Parlamento Europeo del 15 de junio, que se inició a las 00:00 horas del mismo día 24 de mayo. Todos los partidos políticos vascos, con excepción de Herri Batasuna, acordaron en señal de luto y repulsa suspender los actos de la primera jornada de campaña y retrasar 24 horas el inicio de las actividades de ésta.
El oficio religioso por el alma de los dos Policías Nacionales asesinados se celebró en la parroquia de San José, muy próxima al Gobierno Civil de Vizcaya, donde se encontraba instalada desde hacía dos días la capilla ardiente de los dos policías nacionales. La Policía Nacional y la Guardia Civil desplegaron en torno al templo y sus inmediaciones un fuerte dispositivo de seguridad. Un helicóptero sobrevoló la zona durante el desarrollo del acto.
Una compañía la Policía Nacional, otra de la Guardia Civil, junto a una de la Ertzaintza, estuvieron presentes en el oficio religioso.
La misa se inició pasadas las 10.30 con la iglesia llena de público con los féretros de los agentes del Cuerpo Nacional de Policía Manuel Jódar y José María Sánchez García, envueltos en la Bandera Nacional, situados delante del Altar Mayor. La familia del ertzaintza Luis Hortelano decidió celebrar un funeral por separado en la basílica de Begoña.
El breve acto religioso, de unos veinte minutos de duración, celebrado en lugar de la Misa de difuntos dado que la Iglesia no permite en su liturgia funerales el día del Corpus, se inició a las diez y media de la mañana. A esa hora los dos féretros con los restos mortales de los policías José María Sánchez García y Manuel Jódar Cabrera fueron trasladados hasta la iglesia a hombros por agentes de la Policía Nacional y la Guardia Civil. A su llegada, numerosas personas del público dieron vivas a España y gritos contra los asesinos de ETA. Tras los féretros marchaban los familiares de las víctimas y un grupo de autoridades civiles y militares encabezadas por el ministro del Interior, José Luis Corcuera, y el gobernador civil, Daniel Vega. Estuvieron asimismo presentes el presidente del Gobierno vasco, José Antonio Ardanza, y el consejero de Interior, Juan Lasa, que fueron recibidos por el vicepresidente del Ejecutivo autónomo, Ramón Jáuregui, y el delegado del Gobierno en el País Vasco, Julen Elgorriaga.
A la salida de la iglesia y tras interpretarse la marcha La Muerte no es el final y el toque de Oración, un grupo de mujeres increpó con dureza a las autoridades, mientras pedía la pena de muerte para los miembros de ETA. Todos los alrededores de la iglesia estaban estrechamente vigilados por la Policía Nacional. Al término del acto religioso el ministro del Interior se refirió, aunque sin citar su nombre, al dirigente de HB Txema Montero, señalando que “estos hechos han sido valorados por alguien como normales. Yo creo que lo que es una anormalidad es que alguien con sentido común pueda depositar un voto en estas u otras elecciones en favor de quien dice semejantes barbaridades. Eso me parece absolutamente anormal. Si hay gentes en Euskadi que ven algún atisbo de heroísmo en quienes cometen estas barbaridades, me gustaría decirles que si los gudaris levantaran la cabeza se morirían de vergüenza ante las barbaridades que comete esta banda de desalmados”.
Al término de la ceremonia, el lendakari abandonó la iglesia sin unirse a la comitiva que acompañó a los féretros hasta los respectivos furgones.
Posteriormente, los restos mortales de Manuel Jódar fueron conducidos al cementerio de Derio, donde recibieron cristiana sepultura, mientras que los de su compañero José María Sánchez fueron trasladados al aeropuerto de Sondica, desde donde partieron por vía aérea, para ser enterrados en su localidad natal de Galinduste (Salamanca).
El Sindicato Nacional de Policía (SNP) destacaba en un comunicado el estado de crispación que sufría el Cuerpo Nacional de Policía ante los asesinatos constantes de que eran víctimas, añadiendo que “los policías españoles no tenemos derecho a la vida, porque ETA lo ha decidido unilateralmente”. Luego señala: “no entendemos cómo alguien se puede rasgar las vestiduras cuando se habla de legalizar la pena de muerte para asesinos envenenados de odio”.
En 1995 la Audiencia Nacional condenó a José Luis Martín Carmona a 76 años de reclusión mayor como autor del atentado. El jefe del comando Vizcaya de ETA, José Luis Martín Carmona, Koldo, fue detenido por la Ertzaintza en noviembre de 1994. La policía vasca desarticuló su comando después de que Carmona y dos liberados (a sueldo de la banda terrorista) más intentaran asesinar a un sargento de Infantería en la localidad vizcaína de Larrabetzu. El militar abrió fuego al verse encañonado por dos etarras, que huyeron a escape y disparando. Los terroristas lograron llegar tras sufrir un accidente de tráfico y robar un coche a Loiu (Vizcaya), donde la Ertzaintza les cortó el paso. En un segundo tiroteo moría el etarra Ángel Irazabalbeitia y resultaban heridos el agente Jesús Marzán Otero y la activista Lourdes Txurruka.
Joseba Martín Carmona, alias 'Koldo' quedó en libertad en octubre de 2014. En un auto firmado por el juez de la Audiencia José Luis Castro, se destacaba que el preso Martín Carmona se había desvinculado de la banda y había pedido perdón a las víctimas. La Fiscalía General del Estado se había manifestado en contra de la libertad de Martín Carmona. En enero de 2011 la banda terrorista ETA expulsó de su organización a Martín Carmona quien a requerimiento del juzgado, escribió en diciembre de 2010 una carta en la que aseguraba estar "profundamente arrepentido de los delitos cometidos" y decía también sentir "mucho el daño causado" a sus víctimas. En esa misiva, en la que afirmaba estar "totalmente desvinculado de la banda terrorista ETA", también decía que iba a hacer todo lo posible por "hacer frente a la responsabilidad civil" y garantizó que tenía "un proyecto de vida en el que no tiene ninguna cabida la actividad terrorista". La banda terrorista, marxista y asesina lo tildó de traidor y chivato.
Por su parte los etarras Fernando del Olmo Vega e Inmaculada Pacho Martín habían sido condenados también por su participación en el mismo atentado que costaría la vida a los Policías Sánchez y Jódar. Del Olmo Vega fue detenido en 1991 y condenado a 88 años. En octubre de 2015 el pistolero de ETA Fernando Del Olmo quedó en libertad, saliendo de la cárcel de Almería donde cumplía condena, tras permanecer en prisión 24 de los más de 500 años a los que fue condenado por participar en nueve asesinatos, entre otros muchos crímenes. Ni pidió perdón ni se arrepintió de forma pública por sus fechorías y por el daño causado. De no ser por la decisión de la Corte Europea, que abolió la doctrina Parot, este terrorista habría salido en libertad en 2020.
En cuanto a Inmaculada Pacho Martín, condenada en nueve sentencias a penas que sumaban 500 años de cárcel por cinco asesinatos, fue detenida en Bilbao en enero de1991 junto a Fernando del Olmo. Condenada a 88 años por el asesinato mediante coche-bomba de los policías Nacionales José María Sánchez y Manuel Jódar Cabrera y el ertzaina Luis Hortelano en Bilbao el 24 de mayo de 1989, En noviembre de 2013 quedó en libertad al abolirse la doctrina Parot.
El agente del Cuerpo Nacional de Policía Manuel Jódar Cabrera había nacido hacía 35 años en la localidad granadina de Rubite, estaba casado y tenla dos hijos. Desde 1.981 se encontraba destinado en Vascongadas. José María Sánchez García, había nacido en Galinduste (Salamanca) hacía 34 años. Estaba casado y, como su compañero tenía dos hijos.
El miembro de la Policía Autónoma Luis Hortelano García ingresó en la Ertzaintza en julio de 1985 procedente del Cuerpo Nacional de Policía en el que había estado destinado durante varios años dentro del grupo de desactivación EDEX. En aquel momento era el máximo responsable de la Jefatura del Grupo Central de la Unidad de Desactivación de Explosivos de la Ertzaintza. Luis Hortelano García, natural de Bilbao, de 33 años, estaba casado y tenía dos hijas. Pertenecía a la quinta promoción de la Ertzaintza y estaba terminando estudios de criminología en San Sebastián.
De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se les concedió a Manuel Jódar Cabrera, a José María Sánchez García y al Ertzaintza Luis Hortelano la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior le concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo.
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