25 DE SEPTIEMBRE DE 1978 SAN SEBASTIÁN. GUARDIAS CIVILES, LORENZO SOTO SOTO, JOSÉ ZAFRA RÉGIL.
Guardias Civiles Lorenzo Soto Soto y José Zafra Régil
A las ocho y media de la mañana del 25 de septiembre de 1978, los Guardias Civiles LORENZO SOTO SOTO y JOSÉ ZAFRA RÉGIL, adscritos al economato del Cuerpo, eran ametrallados por cuatro etarras en el mercado de Atocha de San Sebastián.
Guardia Civil Lorenzo Soto Soto.
A primera hora de la mañana, las dos víctimas, el conductor Lorenzo Soto Soto y el Guardia José Zafra Regil, que iban vestidos con monos azules de faena, adquirieron en el mercado de frutas y verduras de Atocha dieciocho bolsas y cajas de estos productos, que cargaron posteriormente en el «Land - Rover» matrícula PGC - 0428- T. El vehículo estaba aparcado junto al muelle de carga correspondiente al número 8 de «Frutas Unión».
Guardia Civil José Zafra Régil.
Ya se disponían a marcharse para salir del mercado, cuando aparecieron cuatro jóvenes armados que dispararon casi a bocajarro al interior del vehículo, sobre los dos guardias civiles. Tanto el conductor como su ayudante resultaron mortalmente heridos, con veintiún orificios de bala José Zafra Regil y diecisiete el conductor, Lorenzo Soto Soto. El «Land - Rover» recibió impactos de bala en el lateral derecho, principalmente y en el cristal delantero.
Los terroristas etarras iban con las cabezas cubiertas con medias negras, y uno de ellos, probablemente en un rebote de bala, resultó herido, como pudo comprobarse más tarde por un rastro de sangre dejado. Una vez cometido el atentado, se dieron a la fuga a pie parte de ellos, para dirigirse a un «Renault 8» matricula de San Sebastián, de color amarillo, aparcado a unos cien metros del lugar, y a poca distancia de una de las salidas del mercado.
Los autores del atentado tuvieron problemas para arrancar el vehículo y so vieron obligados a dirigirse a una parada de servicio público, ubicada junto al mercado, ante el hospital militar, donde a punta de pistola robaron un «taxi» con el que continuaron la huida.
Junto con el »R - 8» amarillo, fue utilizado también en el atentado un «Seat 127», de color metálico, matrícula de Logroño, en el que huyeron parte de los autores del ametrallamiento. Este vehículo fue encontrado más tarde en las proximidades de la Venta Perurena, junto al monte San Marcos, entre las localidades de Oyarzun y Rentería.
En el interior del «Seat 127» se encontró una bolsa vacía de las que utilizaba habitualmente ETA para el transporte de armas.
El Renault 8, amarillo, que abandonaron los autores del atentado en el mercado, había sido robado a las siete de la mañana, a punta de pistola, en el barrio de Alza. Tres individuos armados y con la cabeza cubierta con medias negras, abordaron al propietario, Diosdado Cantera Rojo, cuando se dirigía a su trabajo. Le obligaron a subir al vehículo y le abandonaron atado en un monte cercano.
Cuando logró soltarse, dos horas más tarde, dio cuenta de lo sucedido al cuartel de la Guardia Civil de Rentería.
Después del atentado, al ser inspeccionado el «R - 8», se observó que había manchas de sangre en el automóvil, lo que confirmaba que uno de los autores del mismo había resultado herido, probablemente de un rebote, ya que los dos guardias civiles no tuvieron tiempo de repeler la agresión. Asimismo, se encontró una granada de mano en el interior del vehículo.
El taxi utilizado, al no poder arrancar el «R - 8», también robado a punta de pistola, apareció en el barrio de Herrera, asimismo con manchas de sangre en su interior.
Hora y media después del atentado los cuerpos sin vida de los dos guardias civiles llegaban al Hospital Militar, situado a pocos metros del lugar de los hechos. A primeras horas de la tarde se les practicó la autopsia y se instaló la capilla ardiente en el cuartel de la Guardia Civil del paseo de Heriz.
Al día siguiente, martes 26 de septiembre, se celebró el funeral por los dos guardias civiles asesinados en la parroquia de San Sebastián Mártir, en el barrio del Antiguo.
Los féretros, envueltos con Banderas nacionales fueron conducidos a hombros de compañeros del cuerpo desde la capilla ardiente, instalada en el cuartel del Paseo de Heriz, hasta la parroquia. Delante marchaban miembros de la Guardia Civil, Policía Armada y Policía Municipal, que portaban coronas de flores. Tras los féretros iban los familiares de las víctimas y las autoridades civiles y militares, que presidieron el funeral.
Al llegar los féretros al atrio del templo, se dieron gritos de "Caídos por Dios y por España" ¡Presentes!, "ETA asesina", "Viva la Guardia Civil", "Hasta cuándo", así como frases ofensivas contra el gobernador civil de la provincia Ramón Oyarzábal.
Al ser introducidos los féretros en el templo, que se encontraba abarrotado de público, éste prorrumpió en aplausos, y se inició seguidamente la ceremonia fúnebre, oficiada por el párroco de la iglesia, que su homilía destacó :" que estos hechos no han de abrir el camino al odio. Es difícil la serenidad y los impulsos del corazón pero son los momentos en que con gallardía cristiana hay que demostrar que, sin renunciar a la justicia y al amor, el perdón es mejor que el odio y la venganza".
Finalmente, afirmó que «no podemos volver a las cavernas, hemos de diferenciar a todo hombre como hermano y luchar por una sociedad en que el amor, la verdad y la justicia ha de imperar». En el transcurso de la homilía fue interrumpido por gritos de «Viva España», y «ETA asesina». La mujer del guardia civil José Zafra sufrió un desvanecimiento, teniendo que ser sacada de la iglesia a la sacristía, para incorporarse al final de la ceremonia a su sitio.
Terminada la Misa, y tras cantarse un responso y el Himno de la Guardia Civil, los féretros fueron transportados al atrio de la iglesia entre los aplausos de los asistentes, donde se encontraban loa furgones que conducirían a los cadáveres a sus localidades natales.
A la salida volvieron a repetirse gritos de “ETA asesina”, “Viva la Guardia Civil” ”Viva España” y el gobernador civil tuvo que ser protegido por fuerzas de la Policía Armada, ante los insultos y la gente que se intentó abalanzar sobre él. Cuando el gobernador civil se dirigió, hacia su automóvil, una persona intentó acercarse con ánimo de agredirle, siendo sujetada por las fuerzas de la Policía Armada.
Ese mismo día 26 de septiembre, ETA militar reivindicaba el asesinato de los dos guardias civiles, exigiendo en el comunicado la aceptación de la alternativa KAS (Coordinadora de Grupos Socialistas Abertzales) como única solución a los problemas del País Vasco.
Por aquel atentado fueron detenidos José Miguel Azurmendi Albizu y Miguel Sarasqueta Zubiarrementeria, miembros del grupo Goyerri Costa de ETA, que fueron condenados por la Audiencia Nacional en diciembre de 1979. Azurmendi Albizu fue encontrado culpable del asesinato de Lorenzo Soto y José Zafra, por lo que fue condenado a una pena de 30 años de prisión mayor. Sarasqueta, que había intervenido en la preparación del atentado, fue condenado por un delito de conspiración de terrorismo a 7 años de prisión mayor.
El guardia civil conductor del «Land - Rover», Lorenzo Soto Soto, de 24 años de edad, soltero, natural de Lorca, (Murcia), que había ingresado en el cuerpo en 1974 y prestaba servicio en Guipúzcoa desde 1975.
José Zafra Regil, de 30 años de edad, natural de Puigcerdá (Gerona), casado y padre de un niño de cuatro años, había ingresado en el cuerpo en 1968 y desde agosto de este año estaba destinado en la Comandancia de San Sebastián, Su familia residía en Granada.
De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se les concedió a ambos Guardias Civiles la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior le concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo.
Kommentare