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HOY 26 DE ABRIL:ASESINADOS POR EL TERRORISMO MARXISTA. ¡ESPAÑOL RECUERDA Y NO OLVIDES!


26 DE ABRIL DE 1.982. BARCELONA POLICÍA NACIONAL DIEGO GARCÍA CALDERÓN.

 

Policía Nacional Diego García Calderón.


A las 20,30 horas del día 26 de abril de 1982, un comando de los Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre (Grapo), compuesto por dos hombres y dos mujeres, asesinaban a tiros en Barcelona, al Policía Nacional DIEGO GARCÍA CALDERÓN y herían de gravedad a su compañero Antonio Guirau Colón.

 

A las ocho y cuarto de la tarde, los policías Nacionales Antonio Guirao Colón y Diego García Calderón pertenecientes a la 43 bandera, efectuaban una ronda a pie por la calle Garcilaso. Tras detenerse en un bar de la calle de la Sagrera reemprendieron su ronda. Segundos después caían heridos, uno de ellos, Diego García Calderón, mortalmente, al ser tiroteados a bocajarro por cuatro individuos, dos hombres y dos mujeres, pertenecientes al GRAPO, como se supo con posterioridad, que estaban esperándoles en plena calle.

 

Los disparos fueron efectuados por los dos hombres, mientras que las mujeres esperaron a que los agentes cayeran al suelo para apoderarse de las pistolas reglamentarias que llevaban consigo. El autor de los disparos, de unos 35 o cuarenta años, era de complexión fuerte y de una estatura aproximada de 1,78 metros. La Policía recogió en el lugar del atentado media docena de casquillos del calibre 9 largo y 7,65 milímetros.

 

El conductor de un “Land Rover” que circulaba por la zona recogió a los policías para conducirlos al Hospital de San Pablo, donde fueron intervenidos quirúrgicamente con toda urgencia. Pese al esfuerzo desesperado del personal médico, Diego García Calderón natural de Melilla, falleció en la mesa de operaciones. Tenía 34 años y vivía en Badalona. Antonio Guirao Colón, de 25 años, natural de Alicante, domiciliado en Barcelona, casado y con dos hijos, resultó herido de bala en el cuello y la mejilla. Al cabo de una hora y media de intervención quirúrgica quedó ingresado en la Unidad de Cuidados Intensivos, recuperándose de forma progresiva, manteniendo sus constantes vitales con normalidad.

 

El despliegue de las fuerzas del orden público, tras conocerse el atentado, fue espectacular, con rastreo de toda la zona y principalmente afectando al servicio de metro puesto que algunos testigos, interrogados por la Policía, aseguraron que los terroristas habían huido a pie introduciéndose en la estación de La Sagrera, donde confluían dos líneas del metropolitano de Barcelona. En aquellos momentos, las ocho y media de la tarde, la circulación rodada y la utilización del metro se encontraban en su máxima intensidad al ser la hora de finalización de la jornada laboral. Uno de los terroristas llevaba un anorak claro y el otro oscuro. Un de las mujeres vestía de negro e iban todos ellos enmascarados.

 

La policía ordenó la paralización del servicio del metro para comprobar si los autores del atentado se encontraban aún en su interior. Simultáneamente se ordenó que las bocas de todas las estaciones fuesen vigiladas. Una espectacular batida se organizó por los sectores de Horta, San Andrés, Vía Favencia y plaza Maragall. Después de desalojar el subterráneo del metropolitano, numerosos efectivos de la policía Nacional provistos de perros, penetraron en el interior de los túneles que enlazaban las estaciones de Virrey Amat, Maragall y Lluchmayor. El rastreo emprendido por la policía en el interior del ferrocarril se prolongó hasta la una de la madrugada.

 

Cerca de la medianoche, los bomberos inspeccionaron las alcantarillas de la zona, al sospecharse que los autores del atentado habían abandonado el Metro por una de ellas. El despliegue resultó infructuoso. Como se conoció más tarde los terroristas, huyeron por una salida de emergencia existente en el túnel que enlazaba la estación de Maragall con la de Lluchmayor. Una nota oficial del Mando Único para la Lucha Contraterrorista (MULC), distribuida en la medianoche por el gobierno civil de Barcelona a los medios de información, señalaba la sospecha de que el atentado era obra de la organización terrorista GRAPO (Grupo Revolucionarios Antifascistas Primero de Octubre), como así se confirmó posteriormente, debido a una llamada anónima de la siniestra organización. Las sospechas policiales se centraron en el activista del Grapo Juan Martín Luna, que todavía seguía en libertad tras evadirse de la cárcel de Zamora en diciembre de 1979.

 

La capilla ardiente de Diego García fue instalada al día siguiente, 27 de abril, en la 43 Bandera de la Policía Nacional, situada en la comandancia que el cuerpo poseía en el barrio barcelonés de la Verneda, donde al mediodía, en medio de una tensa emoción y de un ambiente claramente hostil al ministro del Interior Juan José Rosón, tenía lugar el funeral por el alma del Policía Nacional Diego García Calderón.

 

La Misa, fue oficiada por el capitán capellán del cuartel. Asistieron al acto, además de los familiares del policía asesinado, el ministro del interior Juan José Rosón; el presidente de la GeneraIidad, Jordi Pujol; el delegado de Gobierno, Juan Rovira Tarazona; el Capitán General de la IV Región Militar, Ricardo Arozarena Girón; el gobernador civil, Jorge Fernández Díaz; el general inspector de la Policía Nacional, Félix Alcalá Galiano; Narcís Serra, alcalde de la ciudad, y el ex presidente de la Generalidad Jose Tarradellas. Nada más comenzar la ceremonia, tuvo que abandonar el templo la hermana del difunto, presa de un ataque de nervios. Durante todo el funeral se escucharon gritos contra el Gobierno.

 

El sacerdote en su homilía pidió serenidad en la lucha contra el terrorismo pero afirmó que se tenía que hacer algo contra la acción criminal y que la lucha tenía que ser conjunta del pueblo, las fuerzas de seguridad y e! Gobierno. Más adelante el capellán agradeció la labor ejemplar y desinteresada de las dos personas que, en la tarde del lunes, condujeron a los dos policías heridos en el atentado al Hospital de San Pablo. “Acciones como esta”, afirmó el sacerdote, “hacen que pensemos que el pueblo está cada vez más junto a nosotros”.

 

Una vez finalizada la ceremonia religiosa, el féretro, cubierto por la bandera Nacional, fue conducido a hombros de sus compañeros hasta el coche fúnebre, que esperaba a las afueras del acuartelamiento para poner rumbo a Calasparra (Murcia), pueblo natal del difunto. .En ese instante varios jóvenes con pegatinas de la bandera de España increparon verbalmente y con dureza al ministro del Interior, Juan José Rosón

 

Diego García Calderón fue enterrado al día siguiente en Calasparra (Murcia), rodeado por  la presencia de las primeras autoridades de Murcia, familiares, amigos, compañeros y de todos los vecinos, donde la familia de Diego era muy apreciada.

 

De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se le concedió la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior le concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo.

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