HOY 26 DE JULIO:ASESINADOS POR EL TERRORISMO MARXISTA. ¡ESPAÑOL RECUERDA Y NO OLVIDES!
- calinfernandezbara
- 25 jul 2024
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26 DE JULIO DE 1986. ARECHAVALETA (GUIPÚZCOA). TENIENTE DE LA GUARDIA CIVIL IGNACIO MATEU ISTÚRIZ. GUARDIA CIVIL ADRIÁN GONZÁLEZ REVILLA.

Guardia Civil Adrián González Revilla. Teniente de la Guardia Civil Ignacio Mateu Isturiz.
A las ocho de la mañana del 26 de julio de 1986, la banda terrorista ETA perpetraba un atentado contra fuerzas de la Guardia Civil en la localidad guipuzcoana de Arechavaleta causando la muerte del Teniente del cuerpo IGNACIO MATEU ISTÚRIZ y del Guardia Civil ADRIÁN GONZÁLEZ REVILLA.

Teniente de la Guardia Civil Ignacio Mateu Isturiz.
Varios terroristas, en la madrugada de ese día, habían lanzado una granada anticarro de carga hueca contra el cuartel de la Guardia Civil de esa localidad, que afortunadamente no causaría ningún desperfecto. Ante el ataque, efectivos del Benemérito Instituto, concretamente miembros de los Grupos Antiterroristas Rurales (GAR) salieron del cuartel a inspeccionar los alrededores del mismo.

Guardia Civil Adrián González Revilla.
Cerca del cuartel encontraron otra granada. Muy cerca de la misma, los asesinos etarras habían ocultado una bomba trampa entre unos matorrales, que hizo explosión cuando los Guardia Civil rastreaban la zona. La deflagración alcanzó de lleno al teniente Ignacio Mateu y al guardia primero Adrián González, que falleció en el acto, pues la bomba le destrozó la cabeza. El teniente Mateu fue trasladado urgentemente en ambulancia al Hospital Ortiz de Zárate de Vitoria, pero lamentablemente fallecería durante el trayecto al centro sanitario.
Los cuerpos de los dos guardias civiles asesinados fueron trasladados por la tarde a la sede central de los Grupos Antiterroristas Rurales (GAR), en Logroño, a los que pertenecían. La capilla ardiente quedó instalada en la misma unidad, situada en el edificio de la comandancia móvil de la Guardia Civil.
Los funerales el teniente Mateu y el agente González se celebraron a las diez de la mañana del día siguiente en la base de los Grupos Antiterroristas Rurales en Logroño, donde quedó instalada la capilla ardiente.
Los familiares de ambos asesinados solicitaron que ninguna personalidad del gobierno estuviese presente durante los funerales y que los ataúdes estuvieran cubiertos con banderas Nacionales sin escudo. Sin embargo y en contra del criterio familiar estuvieron presididos por el director general de la Seguridad del Estado, por el director y subdirector de la Guardia Civil y por los delegados del Gobierno en Vascongadas, Navarra y la Rioja, además de distintas autoridades militares y civiles de la región. Los dos féretros quedaron cubiertos con Banderas Nacionales con el escudo y con los Tricornios encima.
El sacerdote oficiante capellán del Cuerpo José María López Tejada hizo numerosas referencias a los asesinados, destacando que “merece la pena ser guardia civil y merece la pena, en una sociedad conocida por el ansia de tener, poseer como como principal divisa el servicio y el honor, y como ideal, en medio de tanto materialismo, firmeza y constancia, valor y amor”. “La sangre vertida por Nacho y Adrián no han manchado sus uniformes, sino que han llenado de honor el de toda la Guardia Civil”.
Tras la interpretación del Himno Nacional y el de la Guardia Civil, los féretros, en medio de grandes aplausos y de muchos gritos contra el Gobierno y contra ETA, a hombros de compañeros fueron trasladados a la puerta del cuartel e introducidos en dos furgones que partieron hacia los lugares natales de los dos Guardias Civiles asesinados. Al salir los furgones funerarios cientos de personas que se encontraban en las inmediaciones del cuartel prorrumpieron en gritos favor de la Guardia Civil, así como dieron vivas a España, Franco y Tejero. A la salida del director general de la seguridad del estado fueron lanzadas contra él varias monedas.
El cuerpo de Adrián González fue trasladado a Palencia y los restos del teniente Matéu fueron inhumados en el cementerio madrileño de la Almudena. Al igual que sucedió en Logroño, varios de los asistentes al entierro profirieron gritos contra ETA, el Gobierno y a favor del anterior Jefe del Estado.
El teniente Ignacio Mateu Istúriz, había nacido en Madrid en 1965. Tenía 27 años de edad, era natural de Madrid y estaba soltero. Era uno de los siete hijos del magistrado del Tribunal Supremo y último presidente del Tribunal de Orden Público del Régimen del Generalísimo Franco, José Francisco Mateu Cánoves, asesinado en Madrid por ETA, el 16 de noviembre de 1978. Ignacio Mateu había ingresado en la Academia General Militar de Zaragoza en 1981 y tras finalizar sus estudios, había solicitado al Rey de España Juan Carlos I, una gracia especial, para pasar a la Guardia Civil, algo que le fue concedido. Llevaba destinado tres años en el Grupo Antiterrorista Rural (GAR) del Benemérito Cuerpo.
Ignacio Matéu tenía previsto, ese día, abandonar el cuartel de los GAR, por espacio de dos años para realizar durante ese periodo un curso de idiomas en Madrid. Cuando supo del ataque a los cuarteles de la guardia civil de Arechavaleta y Villafranca de Ordicia, suspendió su marcha a la capital de España.
Adrián González Revilla era natural de la localidad palentina de Cillamayor. Tenía 29 años de edad y desde 1981 pertenecía a la Guardia Civil, destinado desde 1982 en los GAR.
De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se les concedió la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior le concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo.
A día de hoy, los asesinatos del Teniente Mateu Isturiz y del Guardia Civil González Revilla, continúan impunes.
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