28 DE MAYO DE 1983. PAMPLONA. CABO DE LA GUARDIA CIVIL ANTONIO CONEJO SALGUERO. GUARDIA CIVIL FIDEL LÁZARO APARICIO.
Cabo de la Guardia Civil Antonio Conejo Salguero y Guardia Civil Fidel Lázaro Aparicio.
En la mañana del sábado 28 de mayo de 1983, el cabo de la Guardia Civil ANTONIO CONEJO SALGUERO, y el guardia primero FIDEL LÁZARO APARICIO resultaban muertos a consecuencia de un atentado cometido por un comando de la banda terrorista ETA, sobre las 11,10 horas en el edificio central de Correos, situado en el Paseo de Sarasate de la capital navarra. Ese mismo día se celebraban en Burgos con la presencia de los Reyes de España, los actos del día de la Fuerzas Armadas con el homenaje a la Bandera.
Cabo de la Guardia Civil Antonio Conejo Salguero.
En el momento del atentado había en el interior de la oficina de Correos unas SS personas, de ellas 15 empleados de Correos y tres miembros de la Guardia Civil, que efectuaban servicio de vigilancia.
Los dos guardias muertos se encontraban en la sala central donde se atendía al público, mientras que un tercer guardia civil resultó ileso. Se encontraba en otro lugar, dentro del edificio de Correos, y no se enteró del atentado hasta que éste se hubo consumado. Al escuchar los disparos salió corriendo pero no pudo hacer nada por salvar la vida de sus compañeros.
Guardia Civil Fidel Lázaro Aparicio.
Sobre las 11,10 horas entraron dos jóvenes, quienes efectuaron unos seis u ocho disparos, con un revólver del calibre 38. Inmediatamente, las personas que allí se encontraban se tiraron al suelo, y una joven que iba a certificar una carta manifestó que vio a un individuo disparando a la cabeza de un guardia civil que se encontraba tendido en el suelo.
Los autores del atentado huyeron en un vehículo que les esperaba en las inmediaciones. El cabo Antonio Conejo Salguero, fue trasladado al Hospital de Navarra, donde ingresó cadáver. El Guardia primero, Fidel Lázaro Aparicio fue trasladado a la Clínica Universitaria donde también ingresó cadáver.
El asesinato de Antonio y Fidel fue reivindicado por los Comandos Autónomos Anticapitalistas.
A la mañana del día siguiente, ante de iniciarse en Burgos los actos del día de las Fuerzas Armadas, el Rey don Juan Carlos, con uniforme de Capitán General, llegó a las 09,30 horas a la sede de la Delegación General del Gobierno en Navarra, donde estaba instalada la capilla ardiente con los restos mortales de los dos guardias civiles asesinados. Esperaban a Su Majestad en la puerta de la delegación del Gobierno, el ministro del Interior, José Barrionuevo; el de Transportes y Comunicaciones, Enrique Barón; el presidente de la Diputación Foral de Navarra, Juan Manuel Arza; el delegado general del Gobierno; el director general de la Guardia Civil; el alcalde de Pamplona, y otras autoridades civiles y militares. Don Juan Carlos subió al salón del trono, donde expresó su condolencia a los familiares de las víctimas y oró unos instantes ante los féretros con los restos mortales de los dos guardias civiles.
Tras la marcha del Rey, los féretros, cubiertos con la bandera nacional, fueron trasladados a hombros de guardias civiles, policías nacionales, y miembros del Cuerpo Superior de Policía hasta la iglesia de San Miguel.
Miembros de la Guardia Civil portaban 28 coronas de flores y numerosos ramos de flores, e iban seguidos por una unidad de los "GAR", Grupos Antiterroristas Rurales, que desfilaba delante de los féretros.
Detrás de los féretros marchaban el ministro del Interior, el de Transportes y Comunicaciones, el presidente de la Diputación Foral, el delegado del Gobierno en Navarra, el director general de la Guardia Civil y otras autoridades civiles y militares.
Al llegar a la puerta de la iglesia de San Miguel, el público allí concentrado arrojó claveles sobre los féretros, al tiempo que daba gritos de "ETA asesina"!, "Menos palabras y más justicia".
Cuando las autoridades efectuaban su entrada en el templo, los asistentes les increparon y sus gritos fueron dirigidos principalmente contra el ministro del Interior, gritos que se reprodujeron en el interior del templo, así como al final de los funerales.
La misa fue concelebrada por cuatro sacerdotes y estuvo presidida por el párroco de San Miguel, José María Conget, quien en la homilía dijo que “más allá de todas las condenas, que todas son pocas, y ojalá fueran unánimes, más allá de la justa indignación de los hombres, con el deseo de que la paz entre en esta casa nuestra, que es Navarra, que la queremos en paz con todos y para siempre”.
Terminada la misa, y tras ser entonado el Himno de la Guardia Civil, el féretro del cabo Antonio Conejo Salguero fue trasladado al cementerio de Burlada, donde fue inhumado, y el que contenía los restos mortales del guardia primero Fidel Lázaro Aparicio fue trasladado por carretera a la lo calidad zaragozana de Torrehermosa.
Al final del funeral se volvieron a reproducir los gritos contra ETA, HB y en petición de justicia. También se dirigieron otra vez fuertes insultos hacia el ministro del Interior, quien en algún momento llegó a ser zarandeado. Finalmente, numerosos de los asistentes marcharon en manifestación por diversas calles de Pamplona hasta el edificio de Correos, donde se registró el atentado. En la manifestación se dieron gritos de "ETA asesina", "Herri Batasuna al paredón" “Navarra es España” y “Navarra sí, Euskadi no", entre otros, así como vivas a España y al Guardia Civil..
Antonio Conejo Salguero, de 41 años, era de Valle de Santa Ana (Badajoz). Estaba casado con Mercedes Pérez y tenía dos hijas de 12 y 11 años. Cabo primero de la Guardia Civil, pasó muchos años trabajando en las oficinas de la Comandancia de la Guardia Civil. El día de su asesinato estrenaba destino en Correos.
Fidel Lázaro Aparicio era natural de Torrehermosa (Zaragoza). Tenía 48 años y estaba soltero. Unos minutos antes había comentado a un oficial de Correos que tenía pensado marcharse de vacaciones en los próximos días. Llevaba catorce años destinado en Navarra y tenía planeado pasar a la reserva y volver a su tierra natal. El 27 de agosto de 2010 el Ayuntamiento de Torrehermosa organizó un homenaje al guardia civil asesinado, con asistencia de la Asociación de Víctimas del Terrorismo. Durante el acto se descubrió una placa en la calle en la que nació, junto a la Plaza Villarreal de la localidad.
De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se les concedió la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo a los Guardias Civiles Antonio Conejo Salguero y Fidel Lázaro Aparicio.
El asesinato del Cabo Antonio Conejo y del Guardia Civil Fidel Lázaro, continúa, a día de hoy, impune.
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