28 DE SEPTIEMBRE DE 1984. ALEGRÍA (ÁLAVA). SARGENTO DE LA GUARDIA CIVIL JOSÉ LUIS VEIGA PÉREZ. CABO DE LA GUARDIA CIVIL AGUSTÍN DAVID PASCUAL JOVÉ. GUARDIA CIVIL VICTORIANO COLLADO ARRIBAS.
Guardia Civil Victoriano Collado Arribas. Cabo de la Guardia Civil Agustín David Pascual Jové. Sargento de la Guardia Civil José Luis Veiga Pérez.
En la madrugada del 28 de septiembre de 1984, la banda terrorista ETA asesinaba al Sargento de la Guardia Civil JOSÉ LUIS VEIGA PÉREZ, el cabo AGUSTÍN DAVID PASCUAL JOVE y el guardia civil VICTORIANO COLLADO ARRIBAS y hería a otros cinco, uno de ellos, Manuel Gallardo Jiménez, de gravedad, en un atentado con bomba-trampa en una zona situada entre las localidades alavesas de Elburgo y Alegría.
Sargento de la Guardia Civil José Luis Veiga Pérez.
Sobre las 23,40 horas del jueves 27 de septiembre, la Policía Municipal de Vitoria avisó al 091 de que se había recibido un aviso anónimo según el cual en media hora haría explosión un artefacto colocado junto a la vía férrea, en las inmediaciones del cementerio municipal de Alegría.
Cabo de la Guardia Civil Agustín David Pascual Jové.
La Policía avisó a Renfe para que se paralizara la circulación de trenes en la zona, a la vez que un equipo del servicio de desactivación de explosivos de la Guardia Civil (TEDEX), junto a miembros de los grupos antiterroristas rurales del Benemérito Cuerpo (GAR) se desplazó al lugar. La patrulla del GAR, que escoltaba y protegía al equipo de desactivación de explosivos, estaba integrada por el cabo primero Manuel Antonio López Cano y los guardias Manuel Gallardo Jiménez, José Pérez Vergara, Esteban Jesús Torres Rodríguez, Juan Antonio Pérez Pérez, Miguel Jorge Godoy, Antonio Ruiz Urbano, Juan Redondo Morales y José Antonio Marín Zafra. La patrulla rural del puesto de Alegría estaba compuesta por el sargento Gabriel Pedraza Pardal, el cabo Agustín Pascual Jove y los guardias Victoriano Collado Arribas, Juan Pérez Cervantes, Vicente Castro Cajete, Fernando Cristóbal Rodríguez, José Sánchez Jodar, Antonio Carlos Hernández López y Felisindo Álvarez Atanes. En total, veintiún guardias civiles participaron en el dispositivo.
Guardia Civil Victoriano Collado Arribas.
Sobre las 0,30 horas de la madrugada, y mientras miembros de la Guardia Civil y del TEDEX se dirigían al punto anunciado por un camino que discurría paralelo a la vía y a una distancia de cuatro metros de la misma, para iniciar un reconocimiento a pie, hizo explosión una carga situada en el talud de la vía férrea, que contenía unos 8 kilos de Goma 2.
El artefacto, tipo hornillo, estaba colocado en un camino de acceso a la vía férrea, junto al cementerio municipal de Alegría y fue activado cuando algún miembro de la Guardia Civil pisó un cable o sedal que actuaba como cebo o detonante, escondido entre la maleza del camino.
Los guardias civiles muertos eran el sargento José Luis Veiga Pérez, el cabo Agustín Pascual Jove y el guardia segundo Victoriano Collado Arriba, estos dos últimos pertenecientes- al puesto de Alegría.
El cabo y el guardia segundo fallecieron en el acto y el sargento José Luis Veiga Pérez ingresó cadáver en el Hospital General de Santiago, de Vitoria.
El Sargento José Luis Veiga presentaba politraumatismo en situación de parada cardiorrespiratoria y el parte médico señaló que no reaccionó a la maniobra de recuperación.
Otros cinco guardias ingresaron, a la una de la madrugada, en el Hospital de Santiago Apóstol de Vitoria. El más grave, Manuel Gallardo Jiménez, presentaba a su ingreso fractura craneoencefálica, politraumatismo, estallido del globo ocular izquierdo (perdió la visión en ese ojo), herida penetrante en tórax, fractura del codo izquierdo y traumatismo abdominal. También fueron ingresados, con pronóstico "menos grave", los guardias José Pérez Vergara y Manuel Antonio López Cano. Fueron dados de alta a las pocas horas José Antonio Marín Zafra y Esteban Jesús Torres Rodríguez.
Miembros de los GAR, tras el atentado, acordonaron la zona para continuar el reconocimiento de la misma a la luz del día, localizando adosado a uno de los raíles de la vía férrea un artefacto simulado, envuelto en una bolsa de plástico similar a las de basura.que en su interior sólo contenía piedras.
La capilla ardiente de los guardias civiles fue instalada a primera hora de la mañana en el Gobierno Civil de Álava por donde pasaron los ministros Barrionuevo y Serra, así como el director de la Guardia Civil, que consolaron a los familiares, entre sollozos y desesperación. Una mujer, familia de una de las víctimas, dijo con voz firme dirigiéndose al ministro del Interior: "Barrionuevo, no les perdones". Un momento después, la madre de uno de los guardias asesinados dijo: "Aquí todos somos personas, los guardias son personas como los demás".
A la tarde del día siguiente, 29 de septiembre, los funerales por los tres guardias civiles asesinados se oficiaron en la parroquia de San Miguel, en Vitoria. Presidieron la ceremonia religiosa los ministros de Interior y Defensa, Barrionuevo y Serra, el lendakari Garaicoechea, y el director general de la Guardia Civil, teniente general Sáenz de Santamaría. También estuvieron presentes el delegado del Gobierno en el País Vasco, Ramón Jáuregui, y representantes de los partidos políticos PSE - PSOE, Coalición Popular y PNV.
El templo y las inmediaciones, a las 6,30, estaban abarrotados de público, lo que hizo que la policía municipal cortara la circulación en las calles adyacentes.
Los tres féretros envueltos en banderas Nacionales fueron conducidos desde el Gobierno Civil a hombros de sus compañeros hasta la iglesia de San Miguel. Abría el cortejo fúnebre la banda de música del CIR, interpretando una marcha fúnebre. Le seguían formaciones de la Guardia Civil y de los GAR que portaban numerosas coronas de flores.
Detrás iban los féretros con los cuerpos de los tres guardias civiles asesinados, e inmediata mente, las autoridades y familiares.
A lo largo del trayecto, el público que se encontraba en las aceras aplaudió al paso de los féretros y se dieron vivas a España y a la Guardia Civil.
Finalizada la ceremonia religiosa, la banda de música interpretó en el pórtico de la iglesia el himno de la Guardia Civil y el ministro Barrionuevo dio vivas a España, la Constitución, el Rey y la Guardia Civil. Una persona, vestida de paisano, colocada inmediatamente detrás de varios mandos de la Policía Nacional y la Guardia Civil, gritó con voz potente: "Señor ministro, ¿hasta cuándo vamos a soportar esto? Aquí hay democracia para todos menos para la Policía y la Guardia Civil".
El atentado terrorista fue reivindicado el día 1 de octubre, mediante llamada telefónica anónima, por la organización terrorista ETA militar.
El cabo Agustín Pascual Jove había nacido en Madrid hacía 23 años. Estaba casado y no tenía hijos. Su padre era teniente de la Guardia Civil y estaba destinado en Madrid en la Agrupación de Tráfico.
Los restos mortales del cabo Pascual Jove fueron enterrados al día siguiente en el madrileño cementerio de Carabanchel. A las 10 horas, fue oficiada una misa funeral en el Hospital Militar Gómez Ulla, a la que asistieron, además de los familiares de Agustín, el general jefe de la primera zona de la Guardia Civil, Pedro Sosa Hurtado, y el gobernador civil de Madrid, José María Rodríguez Colorado, así como otras autoridades civiles y militares y mandos de la Guardia Civil, y Policía Nacional.
El coche fúnebre, seguido de un «jeep» de la Guardia Civil con coronas de flores y de varios vehículos ocupados por la joven viuda y familiares y amigos del cabo asesinado, llegó a las 11,30 al cementerio, Se encontraban en el camposanto miembros de las 11 y 13 banderas de la Policía Nacional y miembros del Escuadrón de Caballería del mismo cuerpo, así como más de un centenar de personas, amigos y conocidos del guardia civil. Con el cortejo fúnebre, llegaron al cementerio miembros de la Dirección General de la Guardia Civil, de la primera zona y de la Agrupación de Tráfico de la Benemérita.
El guardia segundo Victoriano Collado Arriba, también destinado en el puesto de Alegría, tenía 21 años y había nacido en la localidad cacereña de Arroyomolinos de la Vera. Estaba soltero y su padre, también guardia civil, estaba destinado en el puesto de Alcaudete de la Jara, en Toledo.
La capilla ardiente fue instalada en el colegio público de Arroyomolinos de la Vera, y por la misma pasó prácticamente toda la población, para rendir un último homenaje a Victoriano Collado Arribas.
A las cuatro de la tarde, tras una misa celebrada en la iglesia del pueblo, a la que asistieron las primeras autoridades de la Junta de Extremadura, de la provincia de Cáceres civiles y militares y del ayuntamiento, así como mandos de la zona de la Guardia Civil y varios cientos de vecinos del pueblo, se efectuó el sepelio en el cementerio de la localidad, en medio de una gran emoción y dolor tanto de los familiares como de los compañeros de la víctima y de los vecinos de Arroyomolinos de la Vera.
El sargento José Luis Veiga se encontraba en Vascongadas de forma eventual por motivos de servicio. Su destino habitual era La Coruña ciudad en la que residía desde hacía ya varios años.
Era natural de Amorebieta (Vizcaya), donde había nacido hacía cuarenta años. Estaba casado con Charo Sierra y era padre de dos hijos: José Luis, de 8 años, y David, de 4. Además de sargento primero de la Guardia Civil en la Comandancia de La Coruña y especialista en desactivación de explosivos, era licenciado en Derecho y profesor de EGB. En 1981 aprobó los cursos organizados por el equipo de desactivación de explosivos de la Guardia Civil (TEDAX) Estaba en posesión de la Cruz de la Constancia.
El funeral tuvo lugar en la iglesia de los Redentoristas de La Coruña, donde el superior de la Orden en su homilía dijo:” José Luis Veiga, lo dio todo, incluso su vida, por el bien de la Patria. Murió en el puesto de honor, en defensa de sus ideales, como si de un mártir se tratase. Esto es un honor para él, su apenada familia, compañeros de armas y todos nosotros. Una vez más el terrorismo cobarde mata sin atreverse a dar la cara a los que han dedicado su vida en defensa de una Patria España unida, en paz y justicia”.
A la salida de la iglesia hubo vivas a España, Guardia Civil y Ejército, y muchos aplausos, que se repitieron a su llegada al cementerio, a donde la comitiva llegó sobre las dos menos cuarto de la tarde. Allí, momentos antes de que el ataúd fuese depositado en un nicho del panteón del Ejército en el cementerio coruñés, fuerzas de la Guardia Civil dispararon una salva de honor.
Varios centenares de coruñeses se dieron cita, en el cementerio de San Amaro, para dar con su presencia un adiós definitivo al sargento de la Guardia Civil José Luis Veiga Pérez, asesinado en Vitoria. El sepelio, al que asistieron el presidente de la Xunta de Galicia Gerardo Fernández Albor, el capitán general de la Octava Región Militar, ,teniente general Casado Cepeda, así como otras autoridades civiles y militares, constituyó un sentido duelo.
Muchos ciudadanos al paso del féretro, y posteriormente a la salida del entierro, dieron vivas a España, a la Guardia Civil y al Ejército y gritos de «abajo el Gobierno» “Eta asesina”,
En 1985, con motivo del día de las Fuerzas Armadas, que presidió S.M. El Rey Don Juan Carlos I, el alcalde de La Coruña, Francisco Vázquez, inauguraba, unos días antes del desfile, una calle con el nombre del Sargento Veiga en la zona de la Urbanización Soto.
De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se les concedió la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior le concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo.
A día de hoy, el asesinato del Sargento de la Guardia Civil José Luis Veiga Pérez, el cabo Agustín David Pascual Jove y el guardia civil Victoriano Collado Arribas continua impune.
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