29 DE DICIEMBRE DE 1982. IRÚN (GUIPÚZCOA) GUARDIA CIVIL JUAN MANUEL GARCÍA MENCÍA. GUARDIA CIVIL MANUEL LÓPEZ FERNÁNDEZ.
Guardia Civil Juan Manuel García Mencía.
Sobre las 7:45 horas del 29 de diciembre de 1982, dos guardias civiles JUAN MANUEL GARCÍA MENCÍA y MANUEL LÓPEZ FERNÁNDEZ, eran asesinados por un comando de la banda terrorista ETA, cuando se encontraban de servicio en el control de aduanas en la estación ferroviaria de Irún, al ser ametrallados por dos individuos apostados en las proximidades.
Guardia Civil Manuel López Hernández.
Los hechos tuvieron lugar sobre las ocho menos diez de la mañana. A esa hora los guardias Juan García Mencía y Manuel López Hernández realizaban los trámites ordinarios de control de aduanas sobre un tren de mercancías a punto de partir hacia la localidad francesa de Hendaya. En ese preciso momento dos individuos, apostados en los accesos de un subterráneo que enlaza los andenes, concretamente en la vía 6, abrieron fuego de metralleta contra ambos agentes, uno de los cuales intentó sin fortuna sacar su arma reglamentaria para repeler la agresión.
A resultas de los disparos, el guardia civil Juan García Mencía falleció prácticamente en el acto, mientras que su compañero, Manuel López Hernández, era trasladado inmediatamente en una ambulancia de la Cruz Roja a la Residencia Sanitaria Nuestra Señora de Aránzazu, en cuyo servicio de urgencias fallecía minutos después de su ingreso como consecuencia de las graves heridas sufridas en el hombro y pulmón izquierdo. Ambos agentes recibieron las primeras atenciones de compañeros de la Benemérita que se encontraban en la propia estación.
Cometido el criminal atentado, los terroristas se pusieron en fuga mezclados entre la gente que a esa hora se encontraba en la estación, muchas de ellas cumpliendo los habituales trámites de aduana para pasar a Francia. Según comentarían testigos presenciales, se registraron casos de histeria, y algunos transeúntes optaron por tumbarse en el suelo, mientras otros corrían hacia la aduana al oír tos disparos.
Fuera del recinto aguardaba a los terroristas un vehículo Ford, de color rojo, a cuyo volante se encontraba otro miembro de la banda y en el que finalmente prosiguieron la huida. El coche había sido sustraído momentos antes por dos elementos que se identificaron ante su propietario como miembros de ETA militar. En el lugar de los hechos, la Policía recogió diecisiete casquillos calibre 9 mm. Parabellum, marca SF, utilizada habitualmente por la mencionada organización terrorista.
Inmediatamente las Fuerzas de Segundad del Estado procedieron a montar rigurosos controles en los accesos a la ciudad, al objeto de localizar el comando agresor. Medidas similares fueron adoptadas por las autoridades del país vecino, que procedieron a reforzar la vigilancia de la frontera, incrementando los efectivos de su Policía del Aire y de Fronteras.
Por fuentes oficiales francesas se conoció que el comando terrorista podría haber llegado a España, momentos antes de perpetrar el atentado, en un tren procedente de Francia.
El guardia civil Juan García Mencía estaba casado y era padre de dos hijos. Natural de la provincia de León, era muy conocido entre el personal de la estación, ya que hace algún tiempo perteneció a la Brigada de Ferrocarriles. Era, según atestiguaron varios empleados, una persona abierta y simpática. Manuel López Hernández estaba soltero y contaba veintidós años de edad. Era natural de Málaga. Ambos estaban adscritos desde hacía varios años al puesto que la Guardia Civil tenía en la estación fronteriza de Irún.
Al día siguiente, concelebrado por cuatro sacerdotes, se celebró en el Gobierno Civil el funeral por el alma de los dos guardias civiles asesinados, con la asistencia, entre otras autoridades, del ministro de Interior José Barrionuevo, el consejero de Interior del Gobierno Vasco, José María Retolaza, el diputado general de Guipúzcoa, Xabier Aizarna, y los alcaldes de San Sebastián e Irún, representantes de partidos políticos y la viuda del agente Juan Ramón Joya Lago asesinado el día 12 en Tolosa.
Al acto, concelebrado por cuatro sacerdotes, asistieron, además de las familias de las víctimas, el ministro del Interior, José Barrionuevo; el-director general de la Guardia Civil, teniente general Aramburu Topete; los gobernadores civil y militar, y otras autoridades de la provincia.
En su homilía, el oficiante, tras hacer una invitación a no perder la calma, agregó que, desde el punto de vista humano "la muerte de Juan y Manuel es un hecho sin sentido, inútil".
Tras el acto, uno de los sacerdotes leyó la pastoral del obispo de la diócesis de San Sebastián, en la-que hace un llamamiento a la paz y en la que condenaba el doble asesinato pidiendo a los etarras que dejasen de matar y liberasen "a quien tenéis secuestrado", haciendo referencia también a la situación de Saturnino Orbegozo, industrial de 69 años secuestrado desde mediados de noviembre, y al que sus captores de ETA-pm VIII Asamblea habían anunciado que iban a "ejecutar" por la falta de acuerdo con la familia sobre la cuantía del rescate.
Posteriormente los féretros, cubiertos con banderas españolas, fueron transportados por los compañeros de las víctimas al patio exterior, donde se entonó el Himno de la Guardia Civil. Una vez finalizada la interpretación del Himno, el ministro del Interior en una alocución, señaló que el acto había supuesto un testimonio fraternal. «Unidos venceremos», dijo. “En un día triste, tengo dos motivos para estar orgulloso. Por una parte, pertenecer al Gobierno de España; y por otra, ser el ministro de los hombres de los cuerpos de seguridad del Estado, de dos hombres del pueblo, con la sangre del pueblo, derramadas por el pueblo”.
Tras referirse a la Guardia Civil como “compañeros en la lucha por la paz de todos los días y compañeros en el dolor y la esperanza”, dio vivas a España, al Rey, a la Guardia Civil, a La Policía nacional, a la democracia al pueblo vasco, que fueron unánimemente respondidos por los presentes.
Posteriormente, la comitiva fúnebre se trasladó a los furgones mortuorios, donde fueron introducidos los féretros, para ser transportados a sus respectivos lugares de origen, donde recibirían cristiana sepultura.
Una vez finalizado el acto, el ministro del interior presidió un acto de homenaje celebrado en la estación de Irún, en el mismo lugar donde cayeron muertos los dos guardias civiles. El acto se retrasó debido a la notificación de la liberación de Saturnino Orbegozo por la Guardia Civil, hecho que retuvo al ministro más tiempo del calculado en las dependencias del Gobierno Civil de Guipúzcoa,
Asistieron a! homenaje cerca de mil personas. El homenaje dio comienzo con el toque de oración interpretado por la Banda de Cornetas y Tambores del Regimiento Sicilia. A continuación se realizó una ofrenda floral.
El ministro del Interior, acompañado por diversos mandos militares, por los alcaldes de San Sebastián e Irún, se dirigió a los asistentes y comenzó afirmando que se sentía emocionado por celebrar este acto «donde dos miembros del cuerpo de la Guardia Civil, defensores de la paz, han sido asesinados por los enemigos de! pueblo». El ministro afirmó que «había que perder el miedo al miedo», y dijo: «Entre la gente honrada y los criminales, no puede haber neutros. La gente honrada tiene que estar con la Guardia Civil y no con los criminales».
Juan Manuel García Mencía, de 48 años, había nacido en Gordalizo del Pino (León). Estaba casado con Aquilina Peña Crespo y tenía dos hijos. Era muy conocido entre el personal de la estación ya que anteriormente había pertenecido a la Brigada de Ferrocarriles. Antes de ser destinado a Irún estuvo prestando servicio en Behovia.
Manuel López Fernández tenía 22 años y estaba soltero. Era natural de Málaga y llevaba muy poco tiempo destinado en el puesto de Irún. En abril de 2009 el alcalde de la localidad malagueña de Rincón de la Victoria, concejales de la corporación municipal y familiares de Manuel López participaron en un homenaje por el guardia asesinado en el transcurso del cual se dedicó una calle con su nombre en el rincón de Los Olivos.
De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se les concedió la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior les concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo.
A día de hoy, el asesinato de los Guardias Civiles García Mencía y López Fernández, continua impune.
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