29 DE ENERO DE ENERO DE 1984. MADRID..TENIENTE GENERAL DEL EJERCITO DE TIERRA GUILLERMO QUINTANA LACACI.
Teniente General Guillermo Quintana Lacaci.
El teniente general GUILLERMO QUINTANA LACACI, hasta hacía dos años capitán general de la I Región Militar, era asesinado poco después del mediodía del domingo 29 de enero de 1984, por terroristas de ETA Militar, muy cerca de la puerta de su domicilio madrileño.
El Teniente general Quintana Lacaci regresaba a su hogar, después de haber escuchado misa y comulgado, a las 12,45 de la tarde, en compañía de su esposa y tras haberse despedido del coronel Esquivias, cuando dos hombres le abordaron en la calle Romero Robledo, donde tenía su domicilio.
Tanto su esposa, María Elena Ramos, que se arrojó sobre el cuerpo de su marido poco antes de ser rematado en el suelo, como el coronel retirado Francisco Gil Pachón, que pasaba accidentalmente por el lugar de los hechos, resultaron heridos de bala en las piernas.
Los autores del atentado dispararon a bocajarro sobre el teniente general, que murió en el acto, y huyeron en un coche «Renault -18» blanco, que fue encontrado poco después abandonado en el aparcamiento de la Plaza de las Descalzas. El general cayó con varios impactos de bala, alguno mortal de necesidad, puesto que le afectó en la cabeza y le produjo salida de masa encefálica.
La primera persona que atendió al general fue el doctor Lozano Guillen, que vivía muy cerca del lugar del atentado. El doctor se hallaba en su domicilio cuando oyó los disparos; se asomó a la ventana y vio un hombre caído en el suelo. Inmediatamente bajó para prestarle ayuda, pero comprobó que el teniente general estaba muerto. En el lugar del asesinato la Policía Nacional encontraría dieciocho casquillos de marca FN Parabellum, munición habitualmente utilizada por ETA.
La esposa del teniente general, María Elena Ramos Gutiérrez, de 58 años, que fue trasladada al hospital del Generalísimo Franco, tenía una herida de bala —con entrada y salida— en un muslo, y el coronel retirado dos heridas superficiales, por rebote de bala, en una pierna. A la tarde del día del atentado, fue visitada por La Reina doña Sofía, que permaneció durante algunos minutos en el interior del complejo hospitalario acompañada por el marqués de Mondéjar, el jefe del Estado mayor de la Defensa, Liberal Lucini y el jefe del Estado Mayor del Ejército, Sáenz de Tejada.
El Presidente del Gobierno, Felipe González, acudió al Instituto Anatómico Forense donde fue llevado el cadáver del teniente general, y pidió colaboración, a todos para encontrar a los asesinos.
El Rey Juan Carlos, que se encontraba en Barcelona, al igual que el ministro de Defensa, suspendió sus actividades y regresó a Madrid poco después de las siete de la tarde, para asistir al funeral que se ofició en el Cuartel General del Ejército. Los Reyes estaban visiblemente afectados.
El solemne funeral por el alma del teniente general Guillermo Quintana Lacaci fue presidido por el presidente del Gobierno y se caracterizó por la serenidad y dolor mostrados por los compañeros de armas del militar asesinado. El acto se desarrolló en dos partes. Una, en el patio de armas del Cuartel General del Ejército, con acceso restringido a invitados y, otra, en la calle de Alcalá, donde representaciones militares y una compañía de la agrupación de tropas del Cuartel general del Ejército desfilaría ante el féretro.
Poco antes de las doce se personó en el patio de armas el presidente del Gobierno, acompañado por el vicepresidente del ejecutivo, el ministro de Defensa, miembros de la Junta de Jefes de Estado Mayor y el líder de la oposición, Manuel Fraga.
A las 12,55, el féretro con los restos mortales del teniente general, cubierto con la Bandera Nacional entró en el patio de armas, llevado a hombros por sus cuatro hijos varones y otros cuatro familiares, flanqueados por ocho miembros de la Policía Militar.
Mientras, sonaba la Marcha de Infantes, el féretro se colocó en un túmulo en el que se apoyaban dos grandes coronas y en cuya parte superior se colocaron los atributos del generalato: gorra, bastón y guantes.
En la parte izquierda se colocaron las autoridades civiles y militares. Al lado derecho, la familia, y al fondo, una compañía de tropas con bandera, escuadra, banda y música.
Ofició la misa el vicario general castrense, monseñor Estepa Llaurens, quien dijo en la homilía: “Ha sido asesinado un auténtico soldado y un ciudadano ejemplar”.
El canto de la marcha “La Muerte no es el Final”, el toque de oración por los caídos de la Patria y el canto del himno de Infantería, fueron momentos intensamente emotivos.
Acto seguido, mientras se interpretaba de nuevo la Marcha de Infantes, ocho tenientes generales cargaban a hombros el féretro para llevarlo a la salida.
En la acera del Banco de España, en la calle de Alcalá, frente al lugar donde se dispuso el túmulo con los restos mortales del general Quintana Lacaci, se habían congregado más de cinco mil personas, muchas de ellas, lanzaron gritos contra el Gobierno y entonaron el “Cara al sol”. Los gritos más repetidos fueron “Gobierno dimisión”, “Ejército al poder”, “Franco, Franco, Franco”, “ETA culpable, Gobierno responsable^ “ETA al paredón” y “Tejero libertad”.
El desfile de la compañía de honores ante los restos mortales transcurrió con perfecto orden y entre grandes aplausos. El presidente del Gobierno se despidió de los hijos, y la comitiva, fúnebre, sobre las dos de la tarde, se trasladó al cementerio de El Pardo, donde ante la presencia de numerosas autoridades civiles y militares y público en general, el hijo mayor del teniente general Lacaci, comandante Guillermo Quintana Ramos, arrojó la primera paletada de tierra, antes de que se procediese a colocar la losa de la sepultura, que quedó cubierta por numerosas coronas de flores.
En 1996 la Audiencia Nacional condenó a Henri Parot Navarro y a Juan Lorenzo Lasa Michelena a 30 años de prisión por su participación en el atentado contra Guillermo Quintana.
Lorenzo Lasa Michelena Txikierdi fue detenido en 1985 en Francia y luego extraditado a España y condenado por sus crímenes en 1996. En 2021 salió en libertad.
El sanguinario francés Henri Parot, por su parte, fue acercado en agosto de 2022 a una prisión de Vascongadas, donde sigue cumpliendo condena, pues estando en ella siguió dando instrucciones y órdenes a la banda y, tras una reveladora carta, se le abrió nuevo juicio que ha permitido añadir una nueva condena a todas las anteriores, no estando prevista su salida hasta 2029.
Guillermo Quintana Lacaci, hijo y nieto de militares, había nacido en El Ferrol en 1916, estaba casado y tenía siete hijos, cuatro de los cuales siguieron la tradición familiar e hicieron carrera dentro de las Fuerzas Armadas. En la Guerra de Liberación Española (1936-1939) combatió en el bando Nacional. Concluyó la guerra como teniente en el Tabor de Regulares de Ceuta y se alistó después en la División Azul, participando en la campaña de Rusia, a las órdenes del capitán general Agustín Muñoz Grandes, siendo condecorado con la Cruz de Hierro. Ya con el rango de general, mandó en la Brigada de Montaña de Jaca y la Academia General para pasar en 1976 al Gobierno Militar de Pontevedra y en 1978 al de La Coruña.
Quintana pasó a la situación “B”, de reserva activa en 1982, al dejar el puesto de capitán general de la I Región Militar, donde el 23 de febrero de 1981 había tenido un papel relevante a la hora de abortar el golpe de Estado. Desde su puesto como capitán general de la I Región de Madrid evitó que la División Acorazada Brunete se sumase al golpe.
De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se le concedió la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior les concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo.
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