29 DE MARZO DE 1975 SAN SEBASTIÁN. SUBINSPECTOR DE POLICÍA JOSÉ DÍAZ LINARES.
Subinspector de Policía José Díaz Linares.
El 29 de marzo de 1975 el Subinspector de Policía JOSÉ DÍAZ LINARES, salió de su domicilio de San Sebastián para dirigirse, como todos los días, a su trabajo. En ese momento, dos miembros de ETA, abrieron fuego contra él causándole la muerte. El Subinspector cruzaba la calle en dirección hacia donde tenía estacionado su vehículo cuando de detrás de una furgoneta salieron dos jóvenes armados con metralletas que abrieron fuego contra él de forma indiscriminada. El policía trató de refugiarse detrás de un automóvil pero le fue imposible. Uno de los asesinos intentó rematarle a lo que el otro miembro del comando le contestó. “No lo hagas pues ya está muerto”. ”Tiene la cabeza destrozada”.
La esposa del Subinspector al oír los disparos salió precipitadamente al balcón y contempló horrorizada el cuerpo de su marido que yacía inerte en la calle y corrió a la calle a auxiliarle al igual que lo hicieron otras personas. El Subinspector Linares recibió nueve impactos de bala en la cabeza y espalda. Quedó tendido en el suelo, boca abajo y con las llaves de su vehículo en la mano derecha.
Apenas una hora antes del atentado contra el Subinspector, los terroristas habían robado una furgoneta marca Avia, dejando, tras amenazarlo con una pistola, al hijo de su propietario, Luis Egaña, el joven Javier Egaña, que en esos momentos se encontraba descargando artículos de pastelería, maniatado, amordazado y encapuchado en el interior de la furgoneta, mientras los terroristas se dirigieron al barrio de Inchaurrondo, donde perpetraron el cobarde atentado contra Díaz Linares.
Una vez cometido el atentado los terroristas amenazaron al joven Egaña para que no saliese de la furgoneta hasta pasados unos momentos. Javier Egaña logró soltarse de sus ligaduras y dio aviso a la Policía.
El comando que asesinó a José Díaz Linares estaba formado por los terroristas Francisco Javier Celaya Echave, Antonio Campillo Alcorta alias “Andoni”, Pedro Ignacio Pérez Beótegui alias “Wilson” y Juan Paredes Manot alias “Txiki”. Ninguno de ellos fue juzgado por aquel asesinato.
El servidor del orden público, de treinta años de edad, era natural de Vilela, Taboada (Lugo). Estudió magisterio en Lugo, aunque no ejerció, ingresando en la Escuela de Policía. Al finalizar sus estudios en 1973, fue destinado a la Brigada Social de San Sebastián. Estaba casado y tenía una hija de dos años. Era la primera víctima mortal de las 16 que habría en aquel 1975, año de la muerte del Jefe del Estado, Generalísimo Francisco Franco.
Al día siguiente de su asesinato, en el Hospital Militar de San Sebastián, tuvo lugar el funeral por el alma del Subinspector asesinado. El Director General de Seguridad, Francisco Dueñas Gavilán, impuso sobre el féretro del servidor del orden, que estaba cubierto con la enseña Nacional, la Medalla de Oro al Mérito policial concedida por el Ministro de la Gobernación José García Hernández. Seguidamente a hombros de sus compañeros el féretro del Subinspector Díaz Linares salió del hospital Militar y llevado hasta un furgón mortuorio que le trasladaría a Taboada (Lugo) de donde era natural el policía asesinado.
Millares de personas de todas las zonas de Taboada y otros lugares y ciudades de Galicia, quisieron darle el último adiós y manifestar su más enérgica repulsa por el cobarde e incalificable asesinato del policía. Más de quinientos autocares se allegaron hasta el Ayuntamiento de Taboada, en cuya casa consistorial se instaló la capilla ardiente. Presidieron el entierro el capitán General de la VIII Región Militar Teniente General, Ernesto Sánchez Galiano, Gobernador Civil de Lugo, que ostentaba la representación del Ministro de la Gobernación, Jefe Superior de Policía de Galicia y otras autoridades civiles y militares.
El féretro con los restos mortales de José Diaz Linares, cubierto con la bandera Nacional donde iba prendida la Medalla de oro al mérito policial, fue llevado a hombros por compañeros, desde la casa Consistorial hasta un furgón que lo traslado a la Iglesia parroquial de Vilela, donde tuvo lugar el funeral de corpore insepulto por el eterno descanso de su alma. En la homilía el Vicario general de la Diócesis, pidió la unión de los corazones, valentía cristiana, señalando que la el Subinspector Díaz Linares había ofrendado su vida en defensa de la sociedad española y en aras de su deber. El Subinspector fue enterrado en el panteón familiar.
El asesinato de José Díaz Linares ha quedado impune
Comments