29 DE SEPTIEMBRE DE 1974. CIUDAD SANITARIA PROVINCIAL FRANCISCO FRANCO MADRID. ATENTADO DE ETA CAFETERÍA ROLANDO. GERARDO GARCÍA PÉREZ.
Gerardo García Pérez.
El 29 de septiembre de 1974 fallecía en la Ciudad Sanitaria provincial Francisco Franco GERARDO GARCÍA PÉREZ a consecuencia de las gravísimas heridas sufridas por la explosión de la bomba que en los aseos de la cafetería Rolando de la calle del Correo de Madrid había hecho explosionar la banda terrorista ETA el 13 de septiembre. Era la duodécima segunda víctima de aquella masacre ideada y perpetrada por miembros del partido comunista de España y la organización separatista y antiespañola ETA.
Sus gravísimas lesiones internas y en la cara, sufriendo también la amputación de una pierna no superaron su fase crítica, falleciendo a las 10:45 horas del 29 de septiembre. Fue enterrado al día siguiente en el madrileño cementerio de Carabanchel
Gerardo García Pérez estaba casado y tenía tres hijos. Trabajaba como camarero en la cafetería Rolando y fue uno de los tres empleados del establecimiento que perdió la vida en el atentado, junto al cocinero Francisco Gómez Vaquero y otro de los camareros Manuel Llanos Gancedo.
De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se le concedió a Diego del Río la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo
29 DE SEPTIEMBRE DE 1975. BARCELONA. POLICÍA ARMADO DIEGO DEL RÍO MARTÍN.
Policía Armado Diego del Río Martín.
El día 29 de septiembre a las 8,45 de la mañana, el Policía Armado DIEGO DEL RÍO MARTÍN prestaba servicio de vigilancia en las dependencias de la pagaduría de la Residencia de la Seguridad Social Francisco Franco, de Barcelona. Cinco miembros del grupo terrorista FRAP, tres hombres y dos mujeres, mezclados con el personal que guardaba cola para el cobro de sus haberes, vestidos con batas blancas y mascarillas, armado uno con una pistola y los restantes con metralletas, asaltaron las oficinas para robar los 21 millones de pesetas que había en ellas. Para lograrlo y sin mediar palabra abrieron fuego con pistolas y metralletas contra la pareja de Policías Armadas que se encontraban en el local de vigilancia, alcanzado mortalmente al policía Diego del Río e hiriendo a su compañero, Enrique Camacho Jiménez, que prestaba servicio con él. Estos cayeron al suelo gravísimamente heridos y a continuación los asaltantes se apoderaron del dinero y huyeron del lugar de los hechos.
Diego del Río Martín recibió cinco impactos de bala en el estomago y un sexto en la cabeza, El funcionario de Policía fue trasladado al Hospital Militar donde fallecería; Diego del Río era natural de Algeciras, de veinticuatro años de edad, estaba destinado en la V compañía de la 45 Bandera Móvil, en cuyo acuartelamiento de la barriada de la Verneda, quedó instalada la capilla ardiente por la que pasaron para testimoniar sus condolencias gran número de personas.
A las cinco de la tarde del día siguiente llegó al cuartel de la Policía Armada, situado en la Verneda, el Capitán General de la IV Región MIlitar que recibió los honores de ordenanza y pasó revista a la segunda compañía de la 45 Bandera móvil. Seguidamente tuvo lugar el funeral de corpore in sepulto por el alma del policía asesinado. La celebración eucarística se realizó en la capilla del cuartel con la asistencia del Capitán General de la IV Región Militar Teniente General Bañulls Navarro, Gobernador Civil Martín Villa, presidente de la Diputación Samaranch, alcalde de Barcelona Joaquín Viola y otras autoridades civiles y militares. En lugar preferente se halaba la viuda del malogrado servidor del orden, Magdalena Perinan, sus padres y otros familiares. El oficiante padre Gaspar Cardona pronunció una sentida homilía donde puso de manifiesto el origen humilde del policía Diego del Río.
Finalizada la ceremonia religiosa, el Gobernador Civil de Barcelona, Rodolfo Martín Villa, en nombre del ministro de la Gobernación José García Hernández, impuso a título póstumo sobre el féretro del policía asesinado la Medalla de Oro del Mérito Policial.
A continuación el féretro con los restos mortales del Policía Diego del Río, cubierto con la Bandera Nacional, fue bajado al patio del acuartelamiento, donde junto a representaciones del Ejército, Guardia Civil y Policía se arremolinaron alrededor de ochocientos policías vestidos de paisano, los únicos a los que se les habían permitido la entrada en el cuartel. Posteriormente, ante las autoridades presentes, desfiló la segunda compañía de la Bandera Móvil, que había rendido los honores de ordenanza y se entonó el Himno del Cuerpo. En las afueras del cuartel se dieron cita más de dos mil personas que prorrumpieron en vítores a España, Franco, al Ejército, a la Policía Armada y Guardia Civil. Los momentos fueron de gran emoción pues con los gritos de los ciudadanos se mezclaron los lamentos y lloros de los familiares. Los asistentes rompieron entonces el cordón policial y se acercaron al féretro con intención de sacarlo a hombros del cuartel. El gobernador civil, Martín Villa, pronunció unas palabras indicando que serían los compañeros de Diego del Río quienes sacasen a hombros su ataúd hasta el exterior del acuartelamiento, como así se hizo, siendo colocado en una ambulancia que le trasladó por carretera a su ciudad natal de Algeciras donde recibiría cristina sepultura.
Seguidamente y una vez que la ambulancia, que contenía los restos mortales del servidor del orden asesinado, se alejó del cuartel, se formo una manifestación espontanea que recorrió diversas calles de Barcelona hasta llegar a la Vía Layetana, donde se hallaba situada la Jefatura Superior de Policía y donde los manifestantes entonaron el himno de la Policía Armada, vitoreando al coronel Apestegui cuando este se asomó a un balcón del edificio. Los manifestantes que portaban diversas pancartas donde se podía leer:” Viudas y Huérfanos NO, justicia Si”; “ ETA al paredón” y “El extranjero nos bloquea, Justicia contra el terrorismo”; “Comunismo NO” y “España unida, jamás será vencida”, realizaron paradas en la Plaza de San Jaime, ante el Ayuntamiento de la Ciudad y la Diputación. Una vez descendidas las Ramblas, en el paseo de Colón, ante el edificio de Capitanía, los manifestantes entonaron el “Cara al Sol” y se dieron vivas a España, Franco, Ejército, Policía Armada y Guardia Civil. La manifestación finalizaría ante el edificio del Gobierno Civil en donde de nuevo entonaron el “Cara al Sol” y corearon gritos a favor de la Unidad de España, para disolverse, posteriormente, de forma pacífica.
Diego del Río estaba casado y era padre de un niño de un año de edad. Su compañero Enrique Camacho, al que le fue extirpado el bazo, evolucionó satisfactoriamente.
De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se le concedió a Diego del Río la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior le concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo.
Diego del Río Martín sería la última víctima de los siniestros FRAP, que dos días después se verían reemplazados por otra banda mafiosa y extorsionadora de asesinos marxistas y antiespañoles, el GRAPO (Grupos revolucionarios antifascistas primero de octubre).
El asesinato de Diego del Río nunca fue juzgado. Sus asesinos y sus cómplices se beneficiaron de aquella injusta y aborrecible amnistía de 1977 que, no serviría para nada pues ETA no dejaría de matar. Eso sí engordó de nuevo las filas etarras muy quebrantadas por las detenciones que se habían realizado durante el periodo 1968-1976, saldado la responsabilidad penal de 258 individuos vinculados a varios grupos terroristas marxistas y de izquierdas, muchos de los cuales volverían a asesinar.
29 DE SEPTIEMBRE DE 1980. VITORIA. JOSÉ IGNACIO USTARÁN RAMÍREZ,MIEMBRO DE LA EJECUTIVA DE UNIÓN DE CENTRO DEMOCRÁTICO (UCD)
José Ignacio Ustarán Ramírez.
La noche del 29 de septiembre de 1980 la banda terrorista ETA secuestraba y asesinaba de dos tiros a JOSÉ IGNACIO USTARÁN RAMÍREZ, militante y miembro de la ejecutiva de Unión de Centro Democrático (UCD), y casado con Rosario Muela, concejala del mismo partido en el Ayuntamiento de Vitoria. Su cadáver apareció hacia las 22:30 horas en el asiento de su vehículo apenas hora y media después de que hubiese sido sacado por la fuerza de su domicilio.
Alrededor de las 21 horas entraron en su domicilio, avenida de Gasteiz número 68, dos hombres y una mujer con la excusa de entregar un regalo. La familia Ustarán estaba preparando el cumpleaños de su hija pequeña de siete años que tendría lugar al día siguiente.
Los individuos sacaron sus armas, tumbaron a José Ignacio y le amordazaron, llevándoselo a continuación. Amenazaron a su esposa, Rosario Muela Vélasco, concejal de UCD, diciendo que no denunciara el hecho hasta pasadas las 24 horas. Le encerraron junto a sus cuatro hijos en una habitación contigua al salón de donde se llevaron a José Ignacio., cortando con anterioiridad la línea telefónica.
Sobre las 22,30 horas se recibió una llamada en el 091 avisando que en el interior de un automóvil de color blanco, «Talbot-150», matrículaVI-5.514-E, se hallaba el cadáver de un hombre. Personada la Policía en el lugar, se comprobó que se trataba de José Ignacio Ustarán Ramírez, nacido en el año 1929, en Vitoria, miembro del comité ejecutivo de Unión de Centro Democrático en la capital alavesa.
El cadáver, que estaba en el asiento trasero del coche, presentaba dos heridas de bala una en la frente y otra en la espalda, además de lesiones en el pecho. El atentado, según las primeras conclusiones de forense y policía, debió producirse hacia las nueve y media de la noche. La Policía no encontró casquillos de bala dentro del vehículo, por lo que lo más probable es que José Ignacio fuese asesinado en un lugar distinto del coche en el que apareció su cadáver.
A la familia le habían enviado unos días antes un anónimo que no lo comentaron con nadie, pues no les pareció que tuviera mucho fundamento, manifestaría la esposa de José Ignacio a los medios informativos.
La capilla ardiente se instaló por la mañana en el Hospital Santiago Apóstol, hasta la celebración del funeral al día siguiente en la parroquia de San Mateo, tras el cual fue enterrado en el cementerio de Santa Isabel de la capital alavesa.
ETA político-militar asumió el asesinato de José Ignacio Ustáran a través de llamadas a medios de comunicación de Bilbao. En el comunicado la banda asesina señalaba que el motivo por el que había secuestrado y asesinado a José Ignacio era que militaba en UCD y, además, amenazaba con seguir asesinando a militantes y dirigentes de ese partido, a los que culpaba de la situación en el País Vasco.
José Ignacio Ustarán Ramírez, de 51 años, estaba casado desde hacía diecisiete años y era padre de cuatro hijos. Profesionalmente era perito industrial y había dedicado su vida profesional a temas relacionados con la industria del automóvil. Estaba casado con Rosario Muela y tenían cuatro hijos. Procedente de una familia nacionalista, se había afiliado a UCD Su esposa Rosario Muela, que se quedó viuda con 36 años, se trasladaría con sus hijos a Sevilla para intentar a pesar de que quedo en una muy mla situación económica rehacer su vida tras el asesinato de su marido.
De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se les concedió la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo.
A día de hoy se desconocen a los asesinos de José Ignacio Ustarán.
29 DE SEPTIEMBRE DE 1989. IRÚN. GUIPÚZCOA. POLICÍA NACIONAL JUAN PEDRO GONZÁLEZ MANZANO.
Policía Nacional Juan Pedro González Manzano.
Minutos después de las siete de la tarde del día 29 de septiembre la banda terrorista ETA asesinaba en Irún (Guipúzcoa) al Policía Nacional JUAN PEDRO GONZÁLEZ MANZANO mediante una bomba colocada debajo del asiento del conductor de su coche particular. La bomba hacia explosión cuando el funcionario policial entraba con su coche en el cuartel del Cuerpo Nacional de Policía de Irún, junto al antiguo hospital asilo en la parte vieja de la ciudad, y se disponía a aparcar el vehículo en el patio del acuartelamiento. Juan Pedro falleció en el acto.
El artefacto explosivo había sido colocado en los bajos del coche del agente dos días antes en Basauri. Así lo reconoció la banda asesina en el comunicado de reivindicación del atentado publicado por el diario Egin el 17 de octubre. Sin embargo, el dispositivo de iniciación falló, por lo que Juan Pedro llevó durante cuarenta y ocho horas la bomba sin percatarse de ello. Los turnos que realizaba el agente le habían permitido que el día anterior a su muerte se encontrase en Basauri, lugar en el que, según todos los indicios, fue colocado el artefacto. El vehículo fue conducido por el policía por las calles de Bilbao y, el día de su asesinato, por la autopista Bilbao-Behobia, donde recorrió muchos kilómetros, y por diversas zonas de Irún. Finalmente, la bomba se activó de forma espontánea cuando entraba en el cuartel de la ciudad fronteriza.
La explosión, que causó la muerte del policía, se produjo en torno a las 19.15, en el momento en el que Juan Pedro González Manzano entraba en el patio del cuartel de la Policía Nacional en Irún y cuando éste se encontraba aparcando el automóvil. En medios policiales se pensó en un principio que la bomba había sido accionada con mando a distancia; sin embargo, se pudo comprobar posteriormente que esta hipótesis era errónea, dado que horas después de la explosión ETA avisó de que en Basauri se encontraba un coche con un artefacto que no había hecho explosión y que estaba circulando. Concretamente en la central de la Asociación de Ayuda en Carretera (DYA) de Vizcaya, a las 0.32 del 30 de septiembre se recibió una llamada en nombre de ETAm en la que se comunicaba que en Basauri, en la zona de Pozokoetxe, había un R-14 de color rojo con matrícula de Murcia y cuya letra final era O con un artefacto que no había explotado. Los datos coincidían con los del vehículo de Juan Pedro González.
Antes de conocerse la llamada de ETA a la central de DYA en Vizcaya, según indicaron fuentes policiales, se pensó que esta organización había comenzado a utilizar una nueva técnica en sus atentados terroristas. Este método consistía en introducir a través de los vehículos particulares de los agentes de policía un artefacto y accionarlo en el momento en el que éste se encontraba en el interior de un recinto.
Los funerales por el policía asesinado en Irún, Juan Pedro González Manzano, previstos para el día siguiente a la tarde en la parroquia de los Agustinos de Bilbao, no se celebraron por expreso deseo de la familia del agente fallecido. Ese deseo fue respetado y aceptado por el Gobierno Civil de Vizcaya. El féretro con el cadáver de Juan Pedro González Manzano fue expuesto en el Gobierno Civil de Vizcaya para que sus compañeros pudieran despedirle. Asimismo, tuvo lugar un responso litúrgico al que sólo tuvieron acceso familiares y amigos. A las seis de la tarde se convocó también un funeral en la parroquia San José Obrero de Irún, próxima al lugar donde se produjo el asesinato. Inmediatamente después, el féretro fue trasladado al aeropuerto de Sondica, desde donde un avión lo trasladó hasta Murcia puesto que la familia quiso que el funeral y entierro tuvieran lugar en la localidad de Espinardo.
El Ayuntamiento de Irún condenó el asesinato del agente de Policía y arremetió duramente contra Herri Batasuna, a la que calificó de "partido fascista que jalea y sostiene las acciones de ETA". Los concejales de HB presentaron una moción alternativa que fue rechazada por el resto de los partidos políticos. Atendiendo a la convocatoria del consistorio, varios miles de personas se manifestaron a las siete de la tarde por las calles de Irún en repulsa por el asesinato de Juan Pedro González.
El cadáver de Juan Pedro González Manzano, recibió sepultura en el cementerio de Espinardo, tras un acto religioso al que asistieron la práctica totalidad de los vecinos de la pedanía de El Puntal, donde Juan Pedro había nacido hacía 33 años. Los restos de González Manzano llegaron en la noche del sábado 30 de septiembre desde Bilbao, a la casa de sus padres, desde donde fueron trasladados al día siguiente a la iglesia de Santa Cruz, distante unos 300 metros. Entre el domicilio de su familia y el templo, se habían concentrado los vecinos de la pedanía de El Puntal, que presenciaron en silencio el paso del cortejo fúnebre y prorrumpieron en aplausos, cuando el féretro, cubierto con la bandera de España, fue introducido y sacado del templo a los acordes del himno Nacional. Al acto religioso asistieron el presidente del gobierno autónomo murciano, Carlos Collado; el director general de la Policía, José María Rodríguez Colorado; el delegado del Gobierno en Murcia, Juan Manuel Eguiagaray; el gobernador civil de Vizcaya, Daniel Vega, y el presidente de la Asamblea Regional, Miguel Navarro.
Antes del acto religioso, un amigo del policía asesinado leyó desde el altar de la iglesia “una carta de unos amigos de Juan Pedro” en la que se afirmaba: “No han robado un amigo en circunstancias inútiles, en nombre de la libertad, y nosotros nos preguntamos ¿qué libertad es esa?”. El obispo de la diócesis de Cartagena-Murcia Javier Azagra que ofició la ceremonia, se dirigió a los familiares del policía asesinado y aseguró que “todo Murcia, toda España y todos los compañeros de Juan Pedro están con vosotros”. Terminado el acto religioso, el féretro fue sacado a hombros por familiares y amigos y, entre los llantos de la esposa y demás familiares, trasladado al cementerio del Santo Cristo de la Salud, en la pedanía de Espinardo, muy próxima a la del Puntal, donde recibió cristiana sepultura.
La Audiencia Nacional en sentencias dictadas en 1993 y 1995, probó que el etarra José Luis Martín Carmona, alias Koldo, fue quien hizo el seguimiento de los hábitos del agente de Policía, y que otro etarra, Fernando del Olmo Vega confeccionó el artefacto explosivo que acabó con su vida. Ambos, junto a Inmaculada Pacho Martín, fueron condenados a penas de 28 años de reclusión mayor como autores criminalmente responsables de un delito de atentado con resultado de muerte.
José Luis Martín Carmona, Koldo, fue detenido por la Ertzaintza en noviembre de 1994. La policía vasca desarticuló su comando después de que Carmona y dos liberados intentaran asesinar a un sargento de Infantería en la localidad vizcaína de Larrabetzu. El militar abrió fuego al verse encañonado por dos etarras, que huyeron disparando. Los terroristas lograron llegar tras sufrir un accidente de tráfico y robar un coche a Lujua (Vizcaya), donde la Ertzaintza les cortó el paso. En un segundo tiroteo moría el etarra Ángel Irazabalbeitia y resultaban heridos el agente Jesús Marzán Otero y l terrorista Lourdes Txurruka.
Koldo Martín Carmona, quedó en libertad en octubre de 2014. En un auto firmado por el juez de la Audiencia José Luis Castro, se destacaba que el preso Martín Carmona se había desvinculado de la banda y había pedido perdón a las víctimas. La Fiscalía General del Estado se había manifestado en contra de la libertad de Martín Carmona. En enero de 2011 la banda terrorista ETA expulsó de su organización a Martín Carmona quien a requerimiento del juzgado, escribió en diciembre de 2010 una carta en la que aseguraba estar "profundamente arrepentido de los delitos" cometidos y decía también sentir "mucho el daño causado" a sus víctimas. La banda terrorista, marxista y asesina lo tildó de traidor y chivato.
Por su parte el etarra Fernando del Olmo Vega fue detenido en 1991. En octubre de 2015 el pistolero quedó en libertad, saliendo de la cárcel de Almería donde cumplía condena, tras permanecer en prisión 24 de los más de 500 años a los que fue condenado por participar en nueve asesinatos, entre otros muchos crímenes. Ni pidió perdón ni se arrepintió de forma pública por sus fechorías y por el daño causado. De no ser por la decisión de la Corte Europea, que abolió la doctrina Parot, este terrorista habría salido en libertad en 2020.
En cuanto a Inmaculada Pacho Martín, condenada en nueve sentencias a penas que sumaban 500 años de cárcel por cinco asesinatos, fue detenida en Bilbao en enero de1991 junto a Fernando del Olmo. En noviembre de 2013 quedó en libertad al abolirse la doctrina Parot.
Juan Pedro González Manzano, casado y con una hija de corta edad, residía en la localidad vizcaína de Basauri y estaba destinado por un mes como agregado a la frontera hispano francesa de Irún. Le faltaban dos días para regresar a su destino en la Jefatura de Policía de Bilbao. Anteriormente, había estado destinado en el Gobierno Civil de Vizcaya, donde efectuó labores como guardaespaldas del anterior gobernador civil, Iñaki López. Un hermano de Juan Pedro, también policía nacional, contó que sólo le quedaban tres días de servicio en el País Vasco antes de que lo trasladasen a su nuevo destino en la localidad murciana de Molina de Segura.
De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se le concedió a Juan Pedro González Manzano la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior le concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo.
29 de septiembre de 1992. RENTERÍA. GUIPÚZCOA. JOSÉ LUIS LUENGOS MARTÍNEZ.
José Luis Luengos Martínez.
Hacia las 20:30 horas del 29 de septiembre de 1992 la banda terrorista ETA asesinaba a tiros en la estación de tren de Rentería al joven JOSÉ LUIS LUENGOS MARTÍNEZ, empleado de una subcontrata de Telefónica. José Luis se encontraba dentro de su vehículo aparcado en doble fila cuando dos asesinos de la banda se acercaron por detrás y uno de ellos le disparó un único tiro en la nuca.
Pese a que la herida era mortal de necesidad, la víctima logró salir del vehículo y caminar unos cinco metros hasta caer desplomado en el suelo. Antes de caer con la cabeza completamente destrozada llegó a preguntarse "¿por qué me han hecho esto a mí?" según relató un familiar. José Luis falleció poco después en el Hospital General de Guipúzcoa a donde había sido trasladado urgentemente. El asesino y su acompañante huyeron a la carrera hasta un coche donde les esperaba un tercer terrorista. De ahí emprendieron la huida en dirección a Lezo.
Ciertos rumores apuntaron a la supuesta vinculación de la víctima con la banda del Cocoliso, un grupo de traficantes que operaba en el triángulo Irún-Rentería-Oyarzun. Sin embargo, la Ertzaintza reconoció que el nombre de José Luis Luengos no figuraba en sus ficheros de sospechosos y que era posible que lo hubiesen confundido con un inspector del Cuerpo Nacional de Policía de Rentería que tenía un coche de similares marca, modelo, color y matrícula de León que el que tenía .
Muchos meses después, el 16 de diciembre de 1992, el diario Egin difundió un comunicado de ETA en el que la banda asesina asumía el atentado contra José Luis y lo intentaba justificar acusando a la víctima de ser "un colaborador de los servicios especiales de la Guardia Civil".
Aquel atentado ha quedado, como tantos otros, impune.
José Luis Luengos Martínez, de 31 años, era natural de León, aunque llevaba cuatro años residiendo en Guipúzcoa. José Luis trabajaba junto a su hermano Javier en la empresa Elitel, subcontratada por Telefónica. La misa funeral por el alma de José Luis Luengos, se celebró en la Iglesia de la Sagrada Familia de León, con la asistencia de las máximas autoridades civiles de la provincia. Posteriormente seria cristianamente sepultado en el cementerio municipal de San Froilán de la capital leonesa.
De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se le concedió a Juan Pedro González Manzano la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo.
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