30 DE ENERO DE 1987. ZARAGOZA. COMANDANTE DE INGENIEROS DEL EJÉRCITO DE TIERRA MANUEL RIVERA SÁNCHEZ. ÁNGEL JOSÉ RAMOS SAAVEDRA, CONDUCTOR DE UN AUTOBÚS MILITAR.
Comandante del Ejército de Tierra Manuel Rivera Sánchez.
El 30 de enero de 1987 la organización terrorista hacia estallar en Zaragoza, al paso de un autobús militar, que se dirigía a la Academia General Militar de Zaragoza, un coche bomba asesinando al conductor ÁNGEL JOSÉ RAMOS SAAVEDRA, y dejando muy herido al comandante de Ingenieros del Ejército de Tierra MANUEL RIVERA SÁNCHEZ, que fallecería poco después.
Ángel Ramos Saavedra.
El atentado se produjo a las 8.10 horas en la plaza de San Juan de los Pañetes, una de las más concurridas de la ciudad, adyacente a la del Pilar y al edificio de los juzgados. Los terroristas habían colocado, 50 kilos de explosivos, mezclados con tuercas, tornillos y diversos materiales, en una furgoneta, con matrícula falsa de Zaragoza, y fueron activados cuando pasaba un autobús de cincuenta plazas en el que viajaban unos treinta mandos militares que se dirigían a la Academia Militar de Zaragoza. La explosión afectó a la parte delantera del autobús y destrozó al conductor, el civil Ángel José Ramos Saavedra, que falleció en el acto. El comandante de Ingenieros Manuel Rivera, gravemente herido, fue trasladado al Hospital Clínico, donde falleció hacia las diez de la mañana. La potente deflagración causaría lesiones de diferente gravedad a veintisiete militares y trece civiles. Entre los heridos, cuatro lo fueron de gravedad.
Los efectos de la onda expansiva afectaron al atrio y a la puerta de la iglesia de San Juan de los Pañetes, frente a la que se produjo el atentado, y a las murallas romanas situadas en las inmediaciones. También resultaron dañados trece coches y los edificios de los alrededores, entre ellos el de los juzgados y el del Gobierno Civil de Zaragoza, cuyos cristales quedaron destruidos.
Tras la brutal explosión, la Policía localizaría, en el barrio de la Jota, en Zaragoza el vehículo que utilizaron los terroristas para huir del lugar del atentado. Se trataba de un automóvil marca Peaugeot 505, que se encontraba abierto y con las llaves puestas. El automóvil tenía una placa de matrícula falsa de Logroño, pues era en realidad de San Sebastián, localidad en la que había sido sustraído en mayo de 1985.
El ministro del interior, José Barrionuevo, ordenaría el envío a Zaragoza dé personal de la Brigada Central de Información, de la Dirección General de la Policía y de efectivos uniformados de compañías de reserva de otras regiones para cooperar en la investigación del atentado,
Al día siguiente, en el patio de armas de la Academia General Militar, oficiado por el arzobispo de Zaragoza, Elías Yanes, ayudado por siete sacerdotes castrenses, tuvo lugar el funeral por las almas del comandante Rivera Sánchez y del conductor Ángel ramos, ante más de tres mil personas
asistentes: El silencio, sólo interrumpido por los toques militares, fue lo que marcaría el acto. En su homilía el arzobispo destacó que «ningún acto de ideología puede justificar este odio generador de muerte y destrucción».
Frente al altar, se colocaron los féretros del comandante Manuel Rivera y del conductor civil del vehículo destrozado, Ángel José Ramos Saavedra, cubiertos con la bandera de Nacional y custodiados por ocho cadetes de la escuadra de gastadores.
Al funeral en la Academia asistieron el Jefe del Estado Mayor del Ejército, teniente general Jaime Iñiguez, el Gobierno aragonés y el Ayunta miento de Zaragoza en pleno, el presidente de las Cortes de Aragón y el delegado del Gobierno en la comunidad autónoma, entre otras autoridades civiles y militares.
Al finalizar el acto litúrgico, los cadetes entonaron el himno de Ingenieros mientras los banderines de las diversas compañías de la Academia general, portados por alumnos, rendían ante el monolito erigido en honor a los caídos por España, su homenaje, depositando una corona de laurel ante los féretros.
Después de entonar el himno de la Academia general Militar, los compañeros de promoción del comandante asesinado cargaron sobre sus hombros el féretro y un grupo de funcionarios civiles del Ministerio de Defensa hizo lo mismo con el del conductor asesinado.
Jefes, oficiales, profesores y cadetes del centro, que se turnaron para velar los restos de las víctimas durante toda la noche, acompañaron también a la comitiva fúnebre que trasladó el cadáver del comandante Rivera hasta el zaragozano cementerio de Torrero, donde recibiría cristiana sepultura. La comitiva fúnebre tardaría cerca de una hora, el doble en cubrir el trayecto de la academia General al cementerio, en medio de los aplausos, vivas a España y el ejército, y gritos de repulsa contra ETA y el terrorismo asesino, por parte de varios miles de personas que se dieron cita en las calles de la capital de Aragón para despedir el duelo.
Los restos mortales del coruñés Ángel José Ramos Saavedra, conductor del autobús militar, fueron inhumados en el cementerio de Cerdañola del Vallés (Barcelona). A la ceremonia fúnebre asistieron familiares y amigos del fallecido, así como representantes militares de la guarnición barcelonesa.
En 1993, la Audiencia Nacional condenaría por este atentado a Henri Parot, determinando en la sentencia que fue quien estacionó y activó el mecanismo de la bomba al paso del autocar militar. Tras la explosión, Parot huyó del lugar en un vehículo conducido por otro etarra. En 2002 fueron condenados, como cooperadores necesarios en el atentado, Francisco Múgica Garmendia y José María Arregui Erostarbe.
El comandante Manuel Rivera Sánchez, de 45 años, era natural de Viveros (Albacete). Casado y con tres hijos, ejercía como profesor en la Academia General Militar. Falleció pocas horas después de ingresar en el Hospital Clínico de Zaragoza.
Ángel José Ramos Saavedra tenía 47 años y murió en el acto. Natural de La Coruña, estaba casado y tenía dos hijos.
De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se le concedió a al comandante Rivera Sánchez la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior le concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo.
De igual forma se concedió a Ángel José Ramos Saavedra, la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo.
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