4 DE JUNIO DE 2000. DURANGO (VIZCAYA) JESÚS MARÍA PEDROSA URQUIZA, CONCEJAL DE PARTIDO POPULAR EN DURANGO.
Jesús María Pedrosa Urquiza. Concejal del Partido Popular de Durango.
El domingo 4 de junio de 2000 la banda terrorista ETA asesinaba en Durango (Vizcaya) al concejal del Partido Popular de esa localidad JESÚS MARÍA PEDROSA URQUIZA.
Pasaban veinte minutos de la una de la tarde cuando, a escasos doscientos metros de su domicilio, en la calle de Fray Juan de Zumárraga, que en ese instante se encontraba llena de gente, un joven se acercó por la espalda a Jesús María Pedrosa y le descerrajó un único disparo en la cabeza. Jesús María se desplomó fulminado sobre el suelo, herido de muerte. La rápida presencia de un médico que paseaba por el lugar sólo sirvió para certificar su fallecimiento. El concejal regresaba a su domicilio tras tomar un aperitivo en un cercano Batzoki, sede social del PNV.
Varias personas confundieron la detonación de la pistola del etarra con el estallido de un petardo, propio de las fiestas que estaba celebrando un barrio próximo al lugar del asesinato.
La Ertzaintza acordonó de in- mediato la zona e inició las primeras investigaciones para determinar la identidad de los dos presuntos integrantes del comando asesino. El cuerpo del concejal permaneció cubierto con una sábana, sobre el asfalto, cerca de tres horas, hasta que el juez de guardia ordenó el levantamiento del cadáver y su traslado al Instituto Anatómico Forense del Hospital de Basurto, donde se le practicó la autopsia.
El atentado causó una gran conmoción en Durango, donde Jesús María Pedrosa era muy conocido y apreciado. Jesús había sido amenazado por parte del entorno radical proetarra en numerosas ocasiones. Su nombre, junto al de los otros tres concejales populares en la localidad Juan José Gaztañazatorre, Eduardo Barrutia y Juan Agustín Villafranca, había aparecido en una diana en las calles del pueblo y se habían repartido y pegados carteles que decían "Si queréis guerra, la vais a tener", junto a sus direcciones y números de teléfono. Les hacían responsables “de la dispersión y de la tortura» de los presos de ETA y, por tanto, “culpables”. A Jesús, el entorno etarra le envió en las Navidades de 1999, una botella de agua vacía con una nota que decía: “Qué poca vergüenza, usted va a cenar tranquilamente y, sin embargo, los presos de ETA están en la cárcel". A pesar de las amenazas, Jesús Pedrosa no llevaba escolta. Por eso, anunció que, “con guardaespaldas o sin guardaespaldas, ninguna presión va a impedir mi trabajo en el Ayuntamiento y ningún miedo me va a hacer abandonar mi pueblo. No sé si voy a ir al cielo o al infierno... procuraré ir al cielo, lo que sí sé es que voy a ir desde Durango”.
La capilla ardiente quedó instalada en el Salón de Plenos del Ayuntamiento de Durango, hasta la que se allegaron miles de personas para acompañar a la familia y rendir homenaje póstumo al concejal asesinado. El féretro de Jesús estaba cubierto por una bandera del Partido Popular y rodeado por numerosas coronas de flores enviadas desde diversos lugares de España.
Los funerales se celebraron al día siguiente, a las seis de la tarde, en la Iglesia de Santa María de Durango. Multitud de personas asistieron al funeral que fue oficiado por el obispo de Bilbao, Ricardo Blázquez, que pidió “sabiduría y prudencia” para las autoridades en su labor en pro de la paz.
Al acto fúnebre asistieron numerosos políticos, encabezados por el presidente del Gobierno, José María Aznar —quien fue aplaudido a sus llegada a la iglesia, y varios ministros, como el de Interior, Jaime Mayor Oreja; o el de Justicia, Ángel Acebes. Entre los representantes del PP destacaba su secretario general, Javier Arenas. La presidenta del Congreso, Luisa Fernanda Rudi, estaba también entre los asistentes. El Gobierno vasco en pleno, con su lendakari Juan José Ibarretxe al frente, acudió asimismo al funeral.
El asesinato de Jesús María Pedrosa fue reivindicado por la banda terrorista ETA. Dos meses después, cuatro miembros de la banda asesina morían al estallarles el vehículo con el que circulaban por una calle de Bilbao, cargado de explosivos y con el que iban a comerte un atentado. Los etarras muertos eran Patxi Rementería, Ekain Ruiz Ibarguren, Zigor Aranbarri Garamendi y Urko Gerrikagoitia Aguirre. Entre sus pertenencias, encontradas tras la explosión, figuraba una pistola, que una vez realizadas las pertinentes pruebas balísticas, se confirmó como la utilizada en el asesinato del concejal Popular Jesús Pedrosa.
Jesús María Pedrosa Urquiza tenía 57 años. Estaba casado con Mari Carmen Hernández y tenía dos hijas, Ainhoa y Estíbaliz.
De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se le concedió la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo.
A día de hoy, el asesinato de Jesús María Pedrosa continúa impune.
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