Andrés González de Suso y Fernández de MataucoAndrés González de Suso y Fernández de Matauco,4 DE MAYO DE 1981. MADRID. GENERAL DE BRIGADA DE ARTILLERÍA ANDRÉS GONZÁLEZ DE SUSO Y FERNÁNDEZ DE MATAUCO.
4 DE MAYO DE 1981. MADRID. POLICÍA NACIONAL IGNACIO GARCÍA GARCÍA.
General de Brigada de Artilleria. Excmo. Sr. D. Andrés González de Suso y Fernández de Matauco.
A las 9.25 horas del día 4 de mayo de 1981, el general Andrés González de Suso y Fernández de Matauco, jefe de la Oficina de Información del Ejército, vestido de uniforme, salió del portal de su casa, en la calle de Hermosilla, 87, para encaminarse al coche oficial que le esperaba enfrente de su domicilio. En ese instante se le acercaron dos hombres jóvenes miembros de los Grupos Revolucionarios Antifascistas Primero de Octubre (GRAPO), que empuñaban pistolas y dispararon a quemarropa contra él, y contra el soldado de escolta. El general cayó de seguido mortalmente herido. Los terroristas iniciaron la huida a la carrera hacia la calle de Díaz Porlier.
Cabo de la Policía Nacional D. Ignacio García García.
En el cruce con la de Hermosilla los asesinos fueron descubiertos por la dotación de un vehículo radio-patrulla Zeta de la Policía Nacional, que en esos momentos circulaba por la zona y fue alertado por las detonaciones de las armas de los terroristas. El cabo Ignacio García García, trató de interceptarlos revólver en mano, llegando a forcejear y golpear en la cabeza con la culata a uno de ellos, hiriéndole de forma aparatosa.
El terrorista, un joven con bigote, como de 25 años con cazadora negra al verse herido y sangrando abundantemente, se parapetó tras un automóvil Chrysler que se hallaba aparcado, logrando disparar e hiriendo al Policía Nacional que cayó sobre la calzada. El terrorista remató en el suelo al policía. Todavía siguió el joven su huida, para introducirse en un taxi en la esquina de General Mola, pero según relataron algunos testigos el taxista, dado la situación en que se hallaba, lo abandonó pocos metros más adelante.
Frente al número 87 de la calle de Hermosilla, el general fue urgentemente atendido por su propio conductor y por un médico, vecino del general, que llegaba casualmente al lugar del atentado. La gravedad de las heridas les hizo pronunciarse por un rápido traslado al hospital más próximo, es decir, a la Ciudad Sanitaria Provincial. El cabo de la Policía Nacional fue ingresado de forma simultáneamente en el mismo centro hospitalario, debido a la proximidad entre el lugar del atentado y el del posterior tiroteo. Los médicos de guardia comprobaron que el general González de Suso y el cabo Ignacio García habían ingresado cadáveres.
Entre los gritos y los insultos de vecindario que le vio llegar, el segundo terrorista optó por refugiarse en un garaje de la calle de Francisca Moreno. Varias unidades de vehículos policiales llegaron sólo unos segundos después hasta la puerta del garaje. Los policías decidieron entrar sin más tardanza, entablándose un tiroteo entre el terrorista y los miembros de las Fuerzas del Orden que lograron reducirlo y detenerle. El terrorista gravísimamente herido en la cabeza sería trasladado inmediatamente a la residencia sanitaria provincial.
Posteriormente informaciones policiales confirmaron que, un tercer hombre esperaba al volante de un Seat Ritmo a sus dos cómplices para facilitarles la huida.
De igual modo fuentes policiales comunicaban que el terrorista detenido, que había sido identificado como Emilio Avelino Gómez Gómez, de veintiocho años, natural de Villarín de Campos (Zamora), había utilizado una pistola Llama, del calibre 9 corto. El arma había sido robada a un policía municipal en un asalto al mercado central de pescados de la Puerta de Toledo, el día 12 de abril. Emilio Avelino poseía antecedentes como delincuente común y ya había cumplido una condena de diez meses por un delito de robo perpetrado en Bilbao en 1972.
Los otros dos terroristas eran también identificados, pero la policía no había conseguido detenerlos: uno era Miguel Ángel Bergado Martínez y el otro José Jiménez Fernández, alias el «Tigre, todos ellos miembros de la organización terrorista GRAPO.
El cadáver del general Andrés González de Suso y Fernández de Matauco, recibía al día siguiente, los máximos honores militares ante el cuartel general del Ejército, tras una misa de corpore insepulto oficiada en el patio de armas del citado recinto, a la que asistieron el ministro de Defensa y la Junta de Jefes de Estado Mayor en pleno. Sobre el féretro cubierto con la bandera española fue prendida la gran cruz al mérito militar con distintivo blanco, concedida a título póstumo por el rey Juan Carlos.
El féretro con los restos mortales del general González de Suso, cubierto con la bandera Nacional, fue transportado desde la capilla ardiente al lugar donde se ofició el funeral, a hombros de ocho generales, todos ellos compañeros de promoción del fallecido. Una compañía de la agrupación de tropas del cuartel general presentó armas al paso del féretro mientras la banda de música interpretaba la Marcha de infantes.
Una vez que el féretro fue sacado del recinto del patio de armas, se procedió a abandonar el Cuartel General, en el que se habían dado cita más de mil personas, la mayoría miembros de las Fuerzas Armadas.
Los alrededores del Cuartel General del Ejército estuvieron custodiados desde horas antes del inicio de la ceremonia religiosa por efectivos de la Policía Nacional. Las calles próximas al lugar fueron cortadas al tráfico, en previsión de posibles altercados. La policía no pudo evitar, sin embargo, la presencia, a unos doscientos metros del Cuartel General, de numerosos grupos, que profirieron gritos de «¡Tejero, libertad!», «¡Gobierno, dimisión!», «¡Policías, sí; mercenarios, no!», así como insultos al teniente general José Gabeiras.
De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, al General González de Suso, se le concedió la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior le concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo.
A las nueve y media de la mañana se inició el funeral "corpore insepulto" por el alma del cabo de la Policía Nacional, Ignacio García García. El oficio religioso tuvo lugar en la parroquia de la Policía Nacional del Santo Ángel de la Guarda, junto al edificio donde se encontraba la XII Bandera de Radio Patrullas de la Policía Nacional. El féretro fue introducido a hombros de compañeros de la víctima, mientras otros miembros de las Fuerzas de Policía Nacional y Guardia Civil formaban una guardia de honor. Numerosas personas abarrotaron el templo y dieron vivas e España, a la Policía Nacional y ovacionaron el ataúd que contenía los restos de Ignacio García, envuelto en una bandera de España y, sobre él, su gorra.
Terminado el oficio religioso el féretro fue de nuevo sacado a hombros de compañeros del policía asesinado y colocado en un túmulo, a cuyos lados se situaron los familiares y autoridades. La Unidad de música de la Policía Nacional interpretó la marcha fúnebre y el toque de oración. Los asistentes entonaron el himno de la Policía Nacional y el coronel jefe de la XII Bandera a la que pertenecía el fallecido, dio vivas a España, al Rey y la Policía Nacional, que fueron coreados por los asistentes. Antes de que el ataúd que contenía los restos mortales del servidor del orden fuese introducido en una ambulancia, una compañía de la Policía Nacional desfiló ante él, A continuación el cuerpo de Ignacio García fuese trasladado a la localidad abulense de Adanero, donde recibiría cristiana sepultura.
El día 9 de mayo eran detenidos en un piso de Alcorcón (Madrid) los miembros del grupo terrorista GRAPO que había perpetrado en el atentado terrorista contra el general Andrés González de Suso, en el que fue asesinado, además del general, el cabo de la Policía Nacional Ignacio García García.
Los presuntos autores eran José Jiménez Fernández, alias el «Tigre», y responsable del grupo; Manuel Quesada Jiménez, alias “Rojo” y «el andaluz», y Miguel Ángel Bergado Martínez, alias “Jordi”. Por otra parte el mismo día del atentado se había detenido herido en grave estado a otro de los miembros del comando, Avelino García. En el piso se intervinieron dos pistolas “Llama” calibre nueve corto, que habían sido sustraídas a dos policías municipales, una en Madrid y otra en Zaragoza, una escopeta de cañones recortados, munición para las armas, documentos falsos y dinero en efectivo. En la misma operación funcionarios de Policía encargados de la lucha antiterrorista localizaban otro piso del comando de los GRAPO en el barrio madrileño de Vallecas, concretamente en la calle del Puerto de Canfranc, 23, 1º. Ese piso había sido alquilado con nombre falso por el grapo José Jiménez Fernández y en el momento de acceder la policía se encontraba deshabitado. La policía consiguió localizar el piso, tras interrogar, previa autorización médica, al único componente del comando que había sido capturado, Avelino Gómez Gómez.
Tras las investigaciones policiales, se conoció que Jiménez Fernández había disparado al general y Bergado Martínez, al policía, al que acabó rematando en el suelo.
Los autores de dichas muertes fueron juzgados en junio de 1983 ante la Audiencia Nacional. El fiscal acusó a los cuatro procesados -José Jiménez, Avelino Gómez, Miguel Ángel Bergado y Manuel Quesada, de asesinato, en grado de autoría los tres primeros y de inducción, el último. Jiménez a preguntas del fiscal, se declaró autor material del asesinato del general González de Suso, al que disparó en la cabeza, e indicó que la misión de su compañero Bergado Martínez, quien también reconoció haber asesinado al Policía Nacional Ignacio García, era la de cubrir su acción.
Declaró que la orden de matar al militar la había recibido del dirigente de los GRAPO Enrique Cerdán Calixto. Las penas solicitadas e impuestas fueron de 65 años para Gómez, 55 para Bergado, 37 para Jiménez y 28 para Quesada.
Bergado Martínez se pasó treinta años en la cárcel, siendo el preso de la banda GRAPO que más años pasó encarcelado al habérsele aplicado en 2006 la doctrina Parot. Salió en 2011 de la cárcel gaditana del Puerto de Santa María 1.
De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, al Cabo de la Policía Nacional Ignacio García García, se le concedió la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior le concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo.
4 DE MAYO DE 1981 BARCELONA. SARGENTO DE LA GUARDIA CIVIL JUSTINIANO FERNÁNDEZ PESADO Y GUARDIA CIVIL FRANCISCO MONTENEGRO JIMÉNEZ.
Sargento de la Guardia Civil D. Justiniano Fernández Pesado.
Poco después de las diez de la mañana el Sargento de la Guardia Civil, Justiniano Fernández Pesado y el guardia del mismo Cuerpo, Francisco Montenegro Jiménez se dirigieron, como tenían por costumbre, a desayunar al bar “La Parra”, situado en la confluencia de la calle Hedilla con la Avenida Fabra y Puig. Los miembros de la Benemérita que realizaban diariamente un recorrido de vigilancia anti atracos por la zona del Turó de la Peira, Polígono Canyellas y Horta, dejaron estacionado su “jeep” frente al bar.
Guardia Civil D.Francisco Montenegro Jiménez.
Sobre las diez y media, mientras los guardias terminaban sus desayunos, entraron en el bar dos individuos de unos 25 o 30 años de edad vestidos con monos azules, que pidieron un par de cervezas. Estos hacía días que frecuentaban el establecimiento, lógicamente para vigilar a sus futuras víctimas.
Los recién llegados se colocaron en la barra a unos tres metros de distancia de los guardias. Cuando estos pidieron la cuenta los individuos del mono azul sacaron sendas pistolas y al tiempo que gritaban “al suelo” dispararon sobre los desprevenidos guardias que alcanzados, cayeron al suelo uno sobre otro. Los dos asesinos se aproximaron a sus víctimas y las remataron de sendos tiros en la cabeza Acto seguido, en medio de la confusión, se apoderaron de las armas de los agentes—dos subfusiles tipo Z— y huyeron a pie por el paseo Fabra y Puig hasta un .R-12,, verde oscuro robado con el que se dirigieron a la Plaza Maragali donde lo dejaron abandonado junto a la calle Amílcar. Desde allí prosiguieron su huida en un Talbot.
La Policía se hizo cargo de los vasos en los que los terroristas habían tomado las cervezas por si habían quedado huellas dactilares que permitan su identificación. No obstante testigos del crimen a los que la policía mostró fotografías de conocidos terroristas identificaron como uno de los autores del atentado a Francisco Roberto Liñeira, de 22 arios de edad, natural de La Coruña, miembro de los Grupos Revolucionarios Antifascistas Primero de Octubre (GRAPO)..En cuanto al otro miembro del comando autor del doble crimen, medios policiales indicaron que se tenían indicios muy veraces de que se trataba del dirigente del GRAPO, Enrique Cerdán Calixto
El sargento asesinado Justiniano Fernández Pesado, tenía 43 años de edad, estaba casado, tenía tres hijos, y era natural de Sedavilla (Cáceres) y recientemente había sido destinado a Barcelona procedente de Santander. El guardia asesinado, Francisco Montenegro Jiménez tenía 44 años de edad. Estaba casado con tres hijos y era natural de Archldona (Málaga)
De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se le concedió la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior le concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo.
4 DE MAYO DE 1983. SAN SEBASTIÁN. CAPITÁN DE LA POLICÍA NACIONAL JULIO SEGARRA BLANCO, CABO DE LA POLICIA NACIONAL PEDRO BARQUERO GONZÁLEZ Y SU ESPOSA MARÍA DOLORES LEDO GARCÍA.
Teniente de la Policía Nacional D Julio Segarra Blanco.
Tres muertos, el Teniente de la Policía Nacional Julio Segarra Blanco, el cabo de la Policía Nacional Pedro Barquero González y la esposa de este María Dolores Ledo García, eran el trágico y espeluznante balance del atentado perpetrado en Bilbao el día 4 de mayo por tres jóvenes terroristas, de ETA Militar. Al parecer, los autores del atentado pretendían secuestrar a una de las víctimas, cuando fueron sorprendidos por las otras dos.
Cabo de la Policía Nacional D. Pedro Barquero González.
Los hechos se produjeron hacia las ocho de la mañana, cuando el teniente de la Policía Nacional Julio Segarra Blanco se dirigió al garaje de la plaza del Carmelo, del barrio bilbaíno de Santuchu, donde tenía aparcado su vehículo, con el que intentaba trasladarse al acuartelamiento de Basauri, en el que estaba destinado en la Segunda Compañía Móvil. En este momento, tres jóvenes que se hallaban ocultos en el garaje se dirigieron a él y le redujeron atándole con alambres los pies y las manos y amordazándole con un esparadrapo. Mientras Ios terroristas procedían a atar al teniente, entró en el garaje un matrimonio formado por el cabo del mismo Cuerpo Pedro Barquero González y su esposa María Dolores Ledo García, embarazada de tres meses, que iban a una consulta médica. Al darse cuenta que el teniente era agredido, hizo uso de su arma reglamentaria contra los terroristas. Estos respondieron inmediatamente, alcanzado con impactos mortales al matrimonio. Posteriormente dispararon contra el teniente Segarra, maniatado en el suelo, el que hirieron mortalmente. A continuación, abandonando los tres cadáveres en el garaje, salieron tranquilamente del lugar de los hechos. Los disparos fueron escuchados por el jardinero que cuidaba la explanada exterior del aparcamiento y que acostumbraba a ponerse la ropa de trabajo en una dependencia de la primera planta del garaje. Este se encontró con los asesinos en la rampa del garaje. Uno de ellos llevaba una pistola en la mano y dijo al empleado: "Tranquilo, somos policías" perdiéndose de seguido entre las calles de Santuchu.
Dña. María Dolores Ledo García, esposa del Cabo de la Policía Nacional D Pedro Barquero González.
Otro transeúnte que intentaba recoger su vehículo y que sería clave como testigo protegido en el posterior juicio contra los asesinos, se topó también con ellos. Uno de los jóvenes terroristas le enseño una placa de policía, que habían arrebatado a uno de los dos agentes asesinados.
El comando, había secuestrado frente al teatro Arriaga, a las 7.30 horas, a punta de pistola y en nombre de ETA, un R-12 propiedad de Donato Hidalgo, al que abandonaron junto al ayuntamiento en compañía de otras dos personas.
Él terrible asesinato, no se descubrió hasta una hora después, cuando un vecino del inmueble fue a recoger su vehículo al garaje. Vio el trágico espectáculo de los tres cadáveres en un gran charco de sangre. El teniente seguía amordazado y atado de pies y manos; el cabo Barquero sostenía todavía en su mano muerta el arma reglamentaria; a su lado yacía eI cadáver de su esposa, alcanzada por varios impactos.
El día del execrable asesinato el cabo libraba, por lo que se proponía acompañar a su mujer, al ginecólogo. El teniente bajó en solitario para recoger su coche. Lo hizo como cada mañana, alrededor de las 8.00 horas.
Fuerzas de la Seguridad del Estado se trasladaron inmediatamente al lugar de los hechos, donde realizaron una minuciosa inspección, mientras eran trasladados los cadáveres a] Hospital Provincial de Basurto, en el que se les practicó la autopsia. En el garaje aparecieron nueve casquillos de bala, cinco del calibre nueve milímetros parabellum, marca SF, munición que solía utilizar habitualmente la organización terrorista ETA Militar y los otros marca “Santa Bárbara”, empleada por la Policía Nacional.
Con la presencia del ministro del Interior José Barrionuevo, el capitán general de la VI Región, Juan Vicente Izquierdo; el general inspector de la Policía Nacional, Félix Alcalá-Galiano y gran número de autoridades civiles y militares de Vascongadas, así como la viuda del teniente Segarra y familiares de las víctimas, se celebró a mediodía del día 5 en el patio del acuartelamiento de Basauri, el funeral por el Teniente Julio Segarra, el cabo Pedro Barquero y su esposa María Dolores Ledo. La ceremonia se desarrolló en un ambiente tenso y entre escenas de dolor incontenido de los familiares de las víctimas. La ceremonia terminó con la interpretación del toque de oración y el himno de la Policía que entonaron todos los presentes en el acto.
Posteriormente, Barrionuevo lanzó gritos de “¡Viva España!, ¡Viva el País Vasco!, ¡Viva la Policía Nacional!”, que fueron coreados por los presentes. Al finalizar el funeral, la madre del cabo asesinado gritó llorando de forma estremecedora: "Les matan como a perros; como a mi hijo, el hijo de mis entrañas". Una compañía de la Policía Nacional, junto a la unidad de música del Regimiento de Infantería de Garellano, rindió honores ante los féretros, que en furgones fueron trasladados hasta los cementerios en que recibirían cristiana sepultura.
El diario “Egin” fue el único medio informativo que se negó en el País Vasco a publicar las esquelas que la dirección de la Seguridad del Estado envió a la prensa vasca, tras el triple asesinato de Bilbao. El texto enviado por la Dirección de la Seguridad del Estado era el siguiente: “Descansen en paz doña María Dolores Ledo García, el cabo de la Policía Nacional Pedro González y el teniente de la Policía Nacional Julio Segarra Blanco, cobardemente asesinados el miércoles 4 de mayo de 1983, por los enemigos de la paz y la convivencia del pueblo vasco. Firmado Dirección de la Seguridad del Estado, Ministerio del Interior”.
Diversos medios informativos recibían a última hora de la mañana un comunicado con la firma de ETA militar, en el que esta organización se atribuía los tres bárbaros asesinatos en un comunicado cargado de su más clásico cinismo, perpetrados en Bilbao contra los Policías Nacionales, además de otro atentado en Guernica, en el que resultó herido un guardia civil.
En 1995 como culpables del asesinato fueron condenados Enrique Letona Viteri, alias Masillas, y José Félix Zabarte Jainaga, alias Juan Luis, a 29 años como autores de un delito de atentado con resultado de muerte, a 29 años por un delito de asesinato, en concurso ideal con uno de aborto, y a 17 años por un delito de homicidio.
En abril de 2001 fueron juzgados en la Audiencia Nacional Juan Manuel Inciarte Gallardo, alias Jeremías, y Félix Ignacio Esparza Luri, alias Iñaki. En ese juicio se conocieron truculentos detalles de aquel triple asesinato como la fuerte discusión que mantuvieron los pistoleros asesinos Letona Viteri y Esparza Luri para deshacerse de sus víctimas. Letona era partidario de pegarle al teniente un tiro en la nuca pero librar de la muerte a la esposa del Policía Pedro Barquero, que se hallaba en avanzado estado de gestación. Esparza Luri no atendió a razones y asesino de forma fría, sanguinaria y calculada a María Dolores Ledo.
En el mismo juicio declaró un testigo que relató al tribunal que ese día cuatro de mayo de 1983 entró en el garaje de la plaza del Carmelo de Bilbao, donde guardaba su vehículo. En se instante escuchó un sollozo, un lamento y se giró viendo al cabo de la Policía Nacional Pedro Barquero González y a su esposa, María Dolores Ledo García. De inmediato se introdujo en su coche preso de un gran pánico, dando marcha atrás y vio nítidamente los fogonazos de varios disparos. Pudo observar por el espejo retrovisor a uno de los pistoleros empuñando un arma y “disparando a una distancia corta a los cuerpos del cabo y de su mujer”. “Uno de los asesinos estaba agachado rematando a las víctimas”, "No pude más y salí temblando de allí", cuando salió del turismo uno de los terroristas le enseñó una placa de Policía.
La Audiencia Nacional condenó a 85 años de prisión a Esparza Luri por el triple asesinato. Juan Manuel Inciarte Gallardo fue absuelto del asesinato de uno de los agentes y del de María Dolores, por lo que sólo fue condenado a 39 años de prisión.
La sentencia explicaba que “los dos acusados, junto a los ya condenados Enrique Letona Viteri, alias “Masillas”, José Félix Zabarte Jainaga, alias “Juan Luis”, y otros dos que tenían los alias de 'Endika' y 'Sebas', se trasladaron a Bilbao desde el sur de Francia al objeto de secuestrar al teniente de la Policía Nacional Julio Segarra Blanco.
A las 8.00 horas del citado día, Letona, Zabarte y los dos acusados abordaron al teniente Segarra en el garaje de su domicilio, trasladándole hasta un extremo del mismo, donde le amordazaron con cinta aislante y le ataron de manos y pies. En ese momento apareció el cabo de la Policía Nacional Pedro Barquero González y su esposa, María Dolores Ledo García, que se encontraba embarazada de 31 semanas.
Al percatarse de la situación, el cabo sacó su pistola, lo que provocó que Letona disparara a quemarropa al teniente al que querían secuestrar, lo que le causó la muerte en el acto. Después Zabarte, Esparza, Inciarte y 'Endika' dispararon al cabo, que sufrió cuatro impactos en zonas vitales, y a su esposa, que recibió tres impactos de bala”.
La sentencia ponía de manifiesto que dos de los disparos recibidos por la mujer -"en avanzado y ostensible estado de gestación", dice- fueron efectuados "a quemarropa con el propósito de rematarla, hallándose indefensa y provocando la muerte de la madre y el feto".
El tribunal tuvo en cuenta a la hora de tomar su decisión que en el lugar de los hechos, de los que los etarras huyeron a bordo de un Renault 12, se hallaron 16 huellas dactilares de los acusados. Según indica la sentencia, en el garaje fueron localizadas también 15 casquillas de las pistolas utilizadas en los asesinatos.
Algunos de estos personajes se hacen llamar ahora “hombres de la paz”. Que no caigan en el olvido ni su ignominia ni el merecido recuerdo y homenaje a sus víctimas.
El teniente de la Policía Nacional Julio Segarra Blanco natural de Cabanillas deI Campo (Guadalajara), tenía 50 años; estaba casado con María Nieves Echevarría Sáinz, natural de Bilbao. El matrimonio tenía tres hijos, de 14 y 13 años los dos mayores, y de sólo ocho días el tercero. El teniente Segarra se hallaba destinado en Bilbao desde 1966. Vivía en una calle próxima al garaje, donde guardaba su coche en una plaza junto a la que su compañero el cabo Barquero utilizaba para guardar también su vehículo. En cuanto a las otras dos víctimas, el matrimonio Barquero-Echevarría, el esposo Pedro Barquero era natural de Alcalá del Valle, provincia de Cádiz, aunque sus primeros 20 años de vida los pasó en La Atalaya, entre Almargen y Cañete la Real. Tenía 33 años de edad. Su esposa, María Dolores Ledo García, natural de Baracaldo tenía 25 años de edad y era profesora de EGB en el colegio Zumalacárregui y, se encontraba embarazada de tres meses. Ambos habían contraído matrimonio recientemente.
De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se concedió la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo al teniente Julio Segarra, al Policía Nacional Pedro Barquero y a su esposa María Dolores Ledo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo al Teniente Segarra y al Policía Nacional Barquero.
En su localidad natal de Cabanillas del Campo, el teniente Julio Segarra tiene una calle dedicada a su memoria, en uno de los laterales de la plaza del Ayuntamiento,
En 2012 en el pueblo gaditano de Almargen dedicó al Cabo de la Policía Nacional Pedro Barquero González, una calle con su nombre y un monolito en el que también se recuerda al Guardia Civil Francisco Ramón Ruiz Fernández ametrallado por dos etarras junto a otro guardia civil el 16 de mayo de 1980 mientras cenaban en un bar de Goizueta (Navarra).
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