7 DE ABRIL DE 1979. SAN SEBASTIÁN. SARGENTO DE LA POLICÍA NACIONAL GINÉS PUJANTE GARCÍA, CABO PRIMERO DE LA POLICÍA NACIONAL MIGUEL ORENES GUILLAMONT Y POLICÍA NACIONAL JUAN BAUTISTA PERALTA MONTOYA.
De izquierda a derecha: Policía Nacional Juan Bautista Peralta Montoya, Cabo primero Miguel Orenes Guillamont y Sargento Ginés Pujante García.
El 7 de abril de 1979 la banda terrorista ETA asesinaba en San Sebastián, a los Policías Nacionales, sargento GINÉS PUJANTE GARCÍA, Cabo primero MIGUEL ORENES GUILLAMONT y Policía JUAN BAUTISTA PERALTA MONTOYA.
Sargento de la Policía Nacional Ginés Pujante García.
El sargento Ginés Pujante, el cabo primero Miguel Orenes y el policía Juan Bautista Peralta estaban destinados en la Compañía de Reserva General de la Policía Nacional con base en Murcia, habían llegado el viernes anterior a San Sebastián y, aquella tarde del día 7, salieron a dar un paseo por la ciudad vestidos de paisano. Cuando regresaban al cuartel de Loyola fueron ametrallados por varios terroristas desde un taxi robado.
Cabo Primero de la Policía Nacional Miguel Orenes Guillamont.
Las ráfagas alcanzaron de lleno a los tres agentes y, según las fuentes policiales, los disparos fueron hechos con metralleta y con fusil CETME. Dos de los policías fallecieron en el acto. El tercero llegó todavía con vida al Hospital Militar, pero murió al poco de ingresar. Eran aproximadamente las 23:15 horas, y los tres policías estaban muy cerca del cuartel, en la calle Sierra de Aralar, junto al río Urumea y el Bar Americano. Los etarras efectuaron tres o cuatro ráfagas de ametralladora y después los remataron en el suelo. En el lugar de los hechos se recogieron numerosos casquillos 9 milímetros parabellun y uno de Cetme. El taxi, robado a punta de pistola pocas horas antes en la estación de ferrocarril de Amara, apareció en torno a las 6:30 horas en Astigarraga.
Policía Nacional Juan Bautista Peralta Montoya.
El Gobierno Civil de Guipúzcoa hacía pública el domingo a primera hora de la mañana, una nota -informativa sobre la actuación de algunos “grupos incontrolados” en un bar de San Sebastián, en la noche del sábado y madrugada del domingo, poco después de haberse producido el atentado en el que fueron asesinados tres policías Nacionales.
La nota decía: “que varios Individuos dé paisano penetraron violentamente en el bar “Bordatxo”, en el barrio de Eguía, a las dos de la madrugada. Según la denuncia presentada por varias personas, los citados individuos Insultaron y golpearon a cuantos clientes se hallaban en el establecimiento. Un grupo de personas que salían de un festival popular oyeron el alboroto y acudieron al lugar. Ya en la calle, rodearon a los individuos autores del altercado. Estos hicieron algunos disparos, a consecuencia de los cuales resultaron heridos Enrique Iraola y Joaquín Guillermo Múgica”. “Con este motivo” —agregaba el Gobierno Civil— “algunos Jóvenes del barrio de Eguía protagonizaron diversos incidentes, cruzando vehículos en la calzada y quemando un coche, que quedó totalmente destruido. Los denunciantes presentaron ante la policía un casquillo de bola de 9 milímetros, que recogieron en el lugar de los hechos, cerca del bar “Bordatxo”.
Según testigos presenciales, los jóvenes Incontrolados eran siete y efectuaron unos 20 disparos. En el lugar de los incidentes se encontraron un Documento Nacional de Identidad, número 11054469, perteneciente al parecer a un policía nacional, y el recibo de un aparcamiento del Cuartel de ingenieros, para un coche matrícula de Oviedo, número 0-9202-1, no pudiéndose comprobar y verificar, si ese hallazgo, tenía alguna relación con los Incidentes ocurridos en el barrio.
A las cuatro de la tarde del domingo día 8, en el patio del Hospital Militar de San Sebastián, tuvo lugar el funeral de cuerpo presente por el alma, de los tres policías nacionales asesinados por un comando terrorista, en el barrio donostiarra de Loyola.
A la ceremonia, oficiada por el capellán castrense del hospital, asistieron el gobernador civil de Guipúzcoa, Antonio Oyarzábal; el gobernador militar, comandante de Marina, jefes y miembros de la Guardia Civil y de la Policía Nacional de la provincia de Guipúzcoa, así como familiares y amigos de las víctimas.
A la salida de los tres féretros que iban envueltos en la Bandera Nacional se escucharon gritos de “ETA asesina” y vivas a España y a las Fuerzas de Orden Público, al tiempo que se interpretaba el himno de la Policía Nacional. Una vez terminada la ceremonia religiosa, los cuerpos de los tres policías asesinados, Ginés Pujante, Miguel Orenes y Juan Peralta, fueron introducidos en furgones fúnebres y trasladados por carretera hasta el aeropuerto de Fuenterrabía donde por vía aérea viajarían hasta el aeropuerto de San Javier (Murcia) para ser enterrados en sus respectivas localidades de origen.
El cuerpo sin vida del policía Juan Bautista Peralta Montoya fue trasladado desde el aeródromo de San Javier al acuartelamiento de la Policía en la capital murciana, donde sería velado durante toda la noche por compañeros de la Policía Nacional, Policía Gubernativa y Guardia Civil. Los otros dos policías asesinados fueron trasladados desde el aeropuerto de San Javier, a sus localidades de origen, donde los familiares velaron a los extintos, produciéndose escenas de gran dolor.
El funeral por el eterno descanso del policía Nacional Juan Bautista Peralta Montoya se celebró a las nueve y media de la mañana del lunes día 9, en el acuartelamiento de la Policía Nacional de Murcia. Asistieron al acto el jefe de la Circunscripción de la Policía nacional coronel Zubiri, el capitán general de la Zona Marítima del Mediterráneo, almirante Muñoz Delgado, Gobernadores civil y militar, presidente del consejo Regional Murciano, presidente de la Diputación y alcalde de Murcia. La Santa Misa fue oficiada por el obispo de Murcia Monseñor Azagra que condenó la violencia y las acciones terroristas que intentaban alterar la paz de los españoles.
Una vez finalizado el funeral el coronel de la Policía Nacional pronunció unas palabras en las que resaltó que por encima del odio y del rencor estaba el amor a España y la sagrada misión de los Policías de proteger a la sociedad española. A continuación se entonó el himno de la Policía Nacional que logró acallar los numerosos y continuos gritos contra los asesinos terroristas proferidos por muchos de los presentes en el acto.
El féretro policía Nacional Juan Bautista Peralta Montoya, envuelto en la bandera Nacional, fue conducido -desde el acuartelamiento de la bandera de la Policía Nacional en Murcia hasta el cementerio, donde un grupo de unas doscientas mujeres y madres de policías destinados en Vascongadas se manifestó en medio de vivas a España y gritos de "los vascos no os quieren, nosotros sí" y "Gobierno asesino", pidiendo la salida de sus familiares de vascongadas, y asegurando estar dispuestas a encerrarse en la Iglesia del Carmen de la capital murciana si el Gobierno no aceptaba sus peticiones.
El cabo primero Miguel Orenes Guillamón fue conducido a las tres y media de la tarde desde el Rincón de la Seca al cementerio de la localidad. El sargento Ginés Pujante García fue trasladado a San Ginés, donde a las seis y media de la tarde fue llevado al cementerio de la localidad para recibir cristiana sepultura.
En la conducción de los féretros estuvo presente, prácticamente, todo el vecindario de ambas localidades, así como numerosos miembros de la Policía Nacional, que se trasladaron desde la capital. Igualmente asistieron las primeras autoridades civiles y militares de la región.
Ese lunes 9 de abril, ETA militar reivindicó las muertes de los tres policías y la del propietario de la cafetería El Mohicano de Pamplona, Pedro Fernández Serrano.
A las cuatro de la tarde del día 11 de abril se produjo una nueva manifestación delante de la comisaría de policía de Murcia, protagonizada también por mujeres y madres de policías nacionales destinados en el País Vasco. Las manifestantes no sólo solicitaban que los policías murcianos fuesen destinados a otro lugar, sino que exigían que los dieciocho agentes que acompañaron el domingo anterior los cadáveres de Ginés, Miguel y Juan no volviesen a Vascongadas. Para impedirlo, unas trescientas mujeres pincharon las ruedas de los vehículos policiales para que no pudiesen regresar al País Vasco. Las mujeres portaban pancartas en las que se podía leer "No queremos más medallas". ”Queremos Justicia”.
Ginés Pujante García tenía 41 años y era sargento de la Policía Nacional. Natural de San Ginés (Murcia), estaba casado y tenía dos hijos.
Miguel Orenes Guillamont tenía 29 años. Era cabo de la Policía Nacional. Casado y con un hijo, era natural de Rincón de Seca (Murcia), donde fue enterrado.
Juan Bautista Peralta Montoya, natural de Murcia, tenía 30 años. Era cabo de la Policía Nacional. Estaba casado y tenía dos hijos.
De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se les concedió a los tres Policías Nacionales asesinados la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior les concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo.
El asesinato de los tres Policías Nacionales, continúa a día de hoy, impune.
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