7 DE MAYO DE 1981. MADRID. TENIENTE CORONEL GUILLERMO TEVAR SECO -AYUDANTE DEL TENIENTE GENERAL VALENZUELA, SUBOFICIAL DE ESCOLTA ANTONIO NOGUERA GARCÍA, SOLDADO CONDUCTOR MANUEL RODRÍGUEZ TABOADA.
Teniente Coronel de Infantería del Ejército de Tierra Guillermo Tévar Seco
En la mañana del 7 de mayo de 1981, un comando de ETA, atentaba contra la vida del teniente general Joaquín Valenzuela y Alcibar-Jauregui, jefe del Cuarto Militar de la Casa de Su majestad el Rey, que resultó gravemente herido, en una acción ocurrida a las 10,39 de la mañana, en la calle Conde Peñalver del barrio de Salamanca de Madrid, y que costaría la vida al teniente coronel GUILLERMO TEVAR SECO, ayudante del general Valenzuela; al suboficial ANTONIO NOGUERA GARCÍA, miembro del Regimiento de la Casa Real, que iba de escolta y al cabo MANUEL RODRÍGUEZ TABOADA, conductor del vehículo. Los tres militares acompañaban al teniente General en un coche oficial del Ejército un Dodge Dart, matricula ET-00017 con el banderín de tres estrellas de cuatro puntas de Teniente General.
Suboficial de la Guardia Real Antonio Noguera García.
El vehículo oficial se detuvo en un semáforo, momento que aprovecharon dos terroristas montados en una motocicleta para acercarse al vehículo y colocar sobre el techo del mismo, una bolsa con unos imanes que dejaron adherida al mismo. El piloto de la motocicleta aceleró violentamente y rebasó el paso de peatones con el disco en rojo, huyendo en dirección a Narváez y el Retiro.
Cabo de la Guardia Real Manuel Rodríguez Taboada.
En ese instante una violentísima explosión sacudió toda la zona. La bolsa contenía metralla y estaba formada por clorato potásico y polvo de aluminio, entre otros elementos.
El artefacto perforó el techo del coche oficial, deformando toda la chapa de la carrocería y abriendo un boquete de un metro de diámetro en el lugar del atentado. Restos de la carrocería del vehículo salieron despedidos a varios metros de distancia. Un fuego que surgió en el coche oficial fue apagado con los extintores de un almacén de electrodomésticos, antes de que llegaran los bomberos.
Además del Teniente General Valenzuela, hubo otros veinte heridos que se encontraban en las inmediaciones.
La moto utilizada por los terroristas fue localizada por la Policía a las once y media de la mañana, en la calle Alcalde Sáinz de Baranda, muy cerca del parque del Retiro. Se trataba de una moto marca «Ducatti-Vento», de 350 centímetros cúbicos, y de color rojo.
Poco después del atentado se presentó en el lugar de los hechos el Jefe del Estado Mayor del Ejército, teniente general Gabeiras, acompañado de otros altos cargos militares. El numeroso público que ya se había concentrado en la zona dio vivas a España, Ejército y a la Policía.
Una vez abandonó la zona el general Gabeiras, el gentío aumentó considerablemente, formándose un grupo muy amplio en la calle Goya, que se manifestó al grito de «Libertad para Tejero» «Ejército al poder», «La policía con Franco no moría»; entonaron el «Cara al Sol» y dieron numerosos gritos con ETA y el Gobierno de UCD, así como Vivas a España y al Ejercito.
Ante la imposibilidad de extraer el cuerpo del soldado conductor, Manuel Rodríguez Taboada se decidió por el juez de guardia, personado en el lugar de los hechos, que fuera trasladado en un camión militar con grúa, pero con el cuerpo dentro. En ese momento, el ambiente se crispó todavía más de lo que ya estaba, y se recrudecieron los gritos contra el gobierno. El coche se lo llevaron a las 11,45.
El general Valenzuela fue trasladado al Gran Hospital, donde acudió la Reina con el jefe de la Casa Real, marqués de Mondéjar, y el jefe de la secretaría general del Rey, general Sabino Fernández Campo.
Un coche Zeta de la Policía Nacional, que seguía al vehículo oficial donde viajaba el Teniente General, reaccionó y sus ocupantes dispararon sus armas contra la motocicleta de los terroristas sin alcanzarles.
La capilla ardiente de las víctimas se instaló en el Regimiento de la Guardia Real, en El Pardo, y fue visitada esa misma noche por los Reyes de España.
Al día siguiente, los Reyes de España, Don Juan Carlos y Doña Sofía, presidieron en el acuartelamiento de la Guardia Real de El Pardo el funeral por las almas del teniente coronel Guillermo Tévar Saco, el cabo Antonio Noguera y el soldado Manuel Rodríguez Taboada. El Rey vestía uniforme de capitán general, con la boina de la Guardia Real.
Los féretros con los restos mortales de las víctimas, envueltos en la Bandera Nacional, fueron trasladados desde la capilla ardiente hasta la plaza, donde se celebró el funeral, a hombros de compañeros de armas. Mientras se efectuó el traslado, fue interpretada una marcha fúnebre. Colocados los ataúdes frente al altar, fueron depositadas coronas de flores sobre los mismos.
El Rey impuso sobre los féretros, cruces-de la Orden del Mérito Militar, que les fueron concedidas a las víctimas a título póstumo.
Monseñor Benavent, que concelebró la ceremonia con el capellán del Regimiento, teniente coronel Flores de Prieta, y con ocho sacerdotes tuvo en su homilía palabras de esperanza. Expresó el dolor de! pueblo español por los atentados contra los miembros de las Fuerzas Armadas. El vicario general castrense quiso en sus palabras llamar al deber y al compromiso de la familia militar. Ningún miembro del Gobierno estuvo presente en las honras fúnebres porque el Consejo de Ministros celebraba en esos momentos reunión en el Palacio de la Moncloa. “No es momento de pensar” —dijo— “lo que quienes no están aquí deben hacer. Tenéis et deber de defender, heroicamente si es preciso, la paz e integridad de la Patria.”
En la consagración fue interpretado el Himno Nacional, y tras la ceremonia religiosa fue cantado el Himno de la Guardia Real y colocada, una corona de laurel ante el monumento a los caídos por España.
Seguidamente, las tropas que habían rendido honores a los Reyes y a las víctimas desfilaron ante los féretros y ante los asistentes. A continuación, los ataúdes fueron introducidos en furgones para el traslado de los cuerpos a sus lugares de nacimiento, donde recibirían cristiana sepultura. En ese momento, numerosas personas presentes en el funeral dieron gritos de «Caídos por Dios y por España, presentes», «Viva España», «Viva el Rey», «Viva la unidad de la España”
Durante la ceremonia, la Policía Nacional tuvo numerosas dificultades para contener en la plaza del pueblo a cientos de manifestantes que se congregaron en las aceras portando banderas españolas con crespones negros, iguales a las que colgaban de muchos de los balcones de las casas militares que daban frente al acuartelamiento de la Guardia Real. Entre los congregados, numerosos jóvenes, a los que no se les permitió el paso en el acuartelamiento. Cuando fueron saliendo los coches oficiales de los generales y jefes, los congregados dieron vivas al Ejército y gritaron “¡Ejército al Poder!” “¡Tricornios, sí; Corona, no!”, varias veces, y gritos de “¡Franco, Franco!”. En varios sectores distintos de la plaza se entonó el Cara al sol». Las calzadas de algunas calles de El Pardo, quedaron repletas de octavillas con textos contra los partidos políticos, el gobierno de Adolfo Suárez y en las que se pedía la intervención del Ejército y la libertad del teniente Coronel Antonio Tejero.
El triple asesinato provocó, ese mismo día, una respuesta ciudadana sin precedentes hasta entonces. Millones de españoles, siguiendo el llamamiento de partidos y sindicatos, paralizaron su actividad durante unos minutos para expresar su enorme rechazo.
Más de 2.000 personas asistieron en Guadalajara al entierro del teniente coronel Guillermo Tevar Seco. El cadáver llegó a las dos de la tarde al cementerio municipal, en donde esperaban el gobernador civil de la provincia, la Corporación Municipal y una nutrida representación de las fuerzas de la Guardia Civil y de la Policía Nacional con acuartelamiento en esta capital. Asistieron también a la inhumación altos jefes militares y familiares y compañeros del fallecido.
Entre la multitud ondeaban numerosas banderas nacionales y el cadáver fue recibido por numerosos grupos cantando el «Cara al Sol» brazo en alto y con gritos de «Tejero, libertad», y «Ejército al poder», así como vivas a la Guardia Civil y mueras a «ETA». En el momento de depositar los restos mortales del teniente coronel fue rezado un responso por un capellán militar y se cantó el himno de Infantería, que fue iniciado por el propio hermano de la víctima, teniente coronel Amador Tevar.
Antonio Noguera fue enterrado en su localidad natal de Frigiliana. A la salida del féretro de la iglesia, una gran multitud que llenaba la plaza prorrumpió en vivas a España, a las Fuerzas Armadas, a la Guardia Civil y a los cuerpos de seguridad. Se oyeron también gritos de «ETA asesina», y «ETA al paredón». A lo largo del recorrido, desde la iglesia al cementerio, efectuado en medio de un sobrecogedor silencio. Al paso de la comitiva fúnebre por la casa natal de Antonio Noguera se sucedieron escenas de gran emoción por parte de familiares y amigos. Bares y establecimientos cerraron sus puertas, hubo sábanas blancas con crespones negros en muchos balcones y todos los habitantes acompañaron el entierro.
El cabo Rodríguez Taboada seria enterado en Orense. Al funeral celebrado en la iglesia de la Asunción acudieron más de un millar de personas. Muchas más visitaron la capilla ardiente que estuvo situada en el Gobierno Militar. El féretro, envuelto en la bandera Nacional, fue trasladó a hombros de compañeros, hasta el templo, en donde el Obispo de la diócesis Monseñor Temiño, acompañado por siete sacerdotes ofició la misa por el eterno descanso de su alma.
En 1992 la Audiencia Nacional condenó por aquel triple asesinato al etarra Henri Parot a penas de 30 años por cada uno de los tres asesinatos y a otros 26 por el asesinato frustrado del teniente general Valenzuela. En 1993 fueron condenados a las mismas penas Juan Lorenzo Lasa Michelena, Txikierdi, como inductor y cooperador necesario, e Isidro Garalde Bedialauneta, alias “Mamarru” como cooperador necesario.
En 2013, al ser anulada la doctrina Parot por el tribunal de derechos humanos europeo, Isidro Garalde, condenado a 169 años de cárcel por diversas acciones terroristas, entre ellas, tres asesinatos, salía de la cárcel gaditana del Puerto de Santa María I, tras permanecer 28 años en prisión.
Lorenzo Lasa Michelena Txikierdi fue detenido en 1985 en Francia y luego extraditado a España, tras cumplir siete años de prisión en Francia. En 1996 fue condenado por sus crímenes en España con varias condenas que sumaban 250 años de cárcel. En 2021 salió en libertad, tras permanecer 28 años encarcelado.
El sanguinario francés Henri Parot, fue acercado en agosto de 2022 a una prisión de Vascongadas, donde sigue cumpliendo condena, pues estando en ella siguió dando instrucciones y órdenes a la banda y, tras una reveladora carta, se le abrió nuevo juicio que ha permitido añadir una nueva condena a todas las anteriores, no estando prevista su salida hasta 2029. Ingresó en prisión el 7 de abril de 1990 y cumple una condena acumulada de 41 años por asesinatos, homicidios, atentados, organización terrorista, colaboración con banda armada, estragos, lesiones, falsificación y tenencia de explosivos y armas.
Henri Parot dio su nombre a la aplicación de la doctrina de jurisprudencia que se basaba en un dictamen del Tribunal Supremo de febrero de 2006 por el que la ejecución de la totalidad de la condena comenzaba con las penas más graves y los beneficios se aplicaban individualmente para cada una de ellas, y no sobre el máximo legal de 30 años de permanencia en prisión. De este modo, una vez cumplida la pena más grave, se debía cumplir la siguiente, y así sucesivamente hasta el límite legal de 30 años, lo que alargaba la estancia en la cárcel. Parot fue condenado por 26 asesinatos consumados y 166 frustrados a un total de 4.797 años de prisión.
El Teniente Coronel de Infantería, Guillermo Tévar Seco tenía 56 años. De origen aragonés, estaba casado y era padre de tres hijos. Era diplomado en carros de combate y en automóviles.
Antonio Noguera García, cabo de la Guardia Real, de 39 años de edad, estaba casado y tenía tres hijos. Era natural de Frigiliana (Málaga).
Manuel Rodríguez Taboada, Cabo de la Guardia Real, tenía 36 años. Natural de Orense, con 23 años se trasladó a Madrid para ingresar en la guardia motorizada del Regimiento de su Excelencia el Jefe del Estado Generalísimo Franco. De aquí pasaría al servicio de la Casa Real. Estaba casado y tenía tres hijos. Rodríguez Taboada, era muy querido en la ciudad de As Burgas. Su padre era un conocido comerciante con negocio en la Avenida de Buenos Aires. En 2020, su viuda envió una carta al consejo de ministros presidido por Pedro Sánchez, solicitando el abono de la indemnización de 25 millones de pesetas a que fueron condenados los asesinos de ETA, y que no hicieron efectiva tras declararse insolventes. En el escrito Carmen Fernández denunció el desamparo legal en el que se encuentra desde que se produjo ele asesinato de su marido en atentado, en el mes de mayo de 1981, fundamentalmente ante la imposibilidad del cumplimiento de la sentencia condenatoria, apelando al sentido de "justicia y humanidad" del Gobierno socialista. A día de hoy, no se tiene noticia de que el gobierno le haya contestado.
De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se les concedió la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior le concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo.
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