7 DE OCTUBRE DE 1980. ÉIBAR (GUIPÚZCOA) CARLOS GARCÍA FERNÁNDEZ.
Carlos García Fernández.
El estaquero y vendedor de prensa, CARLOS GARCÍA FERNÁNDEZ, era asesinado por un comando de la banda terrorista ETA, el martes 7 de octubre de 1980, en Éibar.
Según declaración de la esposa del fallecido, Cristina Flórez Martínez, los hechos ocurrieron hacia las ocho menos cuarto dé la mañana. A esa hora su esposo, Carlos García, se encontraba detrás del mostrador empaquetando una serie de revistas que debía devolver al distribuidor. Esta operación la observaba una joven de veintiún años, a la que el fallecido había traspasado recientemente el estanco. En esos momentos penetraron en el establecimiento dos jóvenes, a cara descubierta, que, sin mediar palabra, dispararon sobre Carlos García quien, al primer impacto, cayó desplomado, quedando recostado junto a una ventana. Poco después los autores de los disparos huyeron a pie en dirección desconocida.
Además de las dos testigos, los primeros que se apercibieron del atentado fueron algunos vecinos que escucharon las detonaciones.
A los pocos minutos se personaron en el lugar miembros de la Policía Municipal, Guardia Civil y del Cuerpo Superior de Policía.
El cadáver de Carlos García presentaba dos impactos de bala, uno de entrada en el pómulo, con salida por la nuca y otro en el pecho. Según dictamen del forense, el primer proyectil le causó la muerte en el acto. Hacia las diez y cuarto de la mañana el cadáver fue levantado y conducido al depósito municipal para la práctica de la autopsia. En el lugar de los hechos fueron recogidos dos casquillos y una bala, calibre nueve milímetros Parábéllum, de la marca Sis.
Carlos García y su esposa esperaban abandonar Éibar dentro de diez días para trasladarse a residir a la localidad riojana de Arnedo. De hecho, el matrimonio había vendido ya el piso que tenía en Éibar y traspasado el estanco.
La víctima había recibido muchas amenazas de la banda asesina, acusándole de fascista y colaborador de la Policía. Algunas de ellas se habían materializado, pues hasta en dos ocasiones le quemaron su coche y en julio de 1977 le prendieron fuego al estanco causándole cuantiosas pérdidas.
Considerado políticamente como muy vinculado al régimen del 18 de julio, había sido miembro de la Guardia de Franco. Llevaba residiendo en Éibar unos treinta años.
Primeramente trabajó en la empresa «Orbea», donde ocupó el puesto de enlace sindical. Regentaba el estanco y puesto de venta dé prensa desde hacía dieciséis años.
En el comunicado de reivindicación del asesinato de Carlos Gracia, la banda asesina, marxista y antiespañola, le acusó de no haber querido abandonar Euskadi sur, a pesar de las amenazas e intimidaciones de las que fue objeto. De forma textual, malvada y cínica el comunicado finalizaba “que no había sabido aprovechar la oportunidad que se le brindaba de abandonar y nos hemos visto en la obligación de ejecutarlo".
El mismo día del asesinato, por la tarde, se celebró un funeral por su alma en la parroquia de El Salvador de Éibar. El día 8 sus restos mortales fueron trasladados a Columbres, donde fue enterrado.
En 1981 la Audiencia Nacional condenó a Jesús María Retolaza Loidi y Apolinar Bilbao Inzunza por suministrar a ETA la información sobre Carlos García que provocó su asesinato. Condenados por complicidad en el crimen, Retolaza fue sentenciado a 13 años de reclusión menor, y Bilbao Inzunza a 12. Dos testigos Francisco Martín Robles y Fermín Ancizar Tellechea, acusados de ser miembros liberados de ETA, declararon haber oído a Juan Oyarbide Aramburu, alias Txiribita (fallecido en un enfrentamiento con la Guardia Civil en septiembre de 1989), y a Pedro Picabea Ugalde, alias Kepa, que estaban vigilando al estanquero de Éibar para transmitir la información a Juan Lorenzo Lasa Mitxelena, Txikierdi, que estaba en Francia.
El etarra Jesús Retolaza Loidi, fallecería en 1987 debido a un cáncer de piel. Apolinar Bilbao Inzunza, es hoy funcionario en el Ayuntamiento de Guecho, habiendo concurrido además, a las elecciones municipales de 2007 por ANV, en esa misma localidad.
Pedro José Picabea Ugalde, al que las fuerzas de seguridad le señalan como autor del asesinato, jamás fue juzgado por este crimen y goza igualmente de libertad tras acogerse a las medidas de reinserción de la “vía Nanclares”.
Carlos García Fernández, de 55 años, estaba casado con Cristina Flores Martínez y tenía cinco hijos, todos ellos mayores de edad. Natural de Astillero (Cantabria), había pertenecido al Movimiento Nacional y era conocido en Éibar, donde residía desde treinta años antes, por ser de ideología falangista.
De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se les concedió la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo.
A día de hoy su asesinato continúa sin ser esclarecido, como tantos otros.
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