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HOY 8 DE OCTUBRE:ASESINADOS POR EL TERRORISMO MARXISTA. ¡ESPAÑOL RECUERDA Y NO OLVIDES!

8 de octubre de 1975. MADRID. POLICÍA ARMADO MIGUEL CASTILLA MARTÍN.

Policía Armado Miguel Castilla Martín.


Unos días después del entierro de los tres Policías Amados, asesinados en Madrid, el cabo MIGUEL CASTILLA MARTÍN, el cuarto miembro del Cuerpo que había resultado gravísimamente herido en los atentados del día primero de octubre fallecía en la ciudad sanitaria de La Paz de Madrid . Miguel Castilla tenía 31 años, estaba casado y dejaba una hija de tres años de edad.


El atentado contra Miguel Castilla Martín había tenido lugar en la calle Agustín de Foxá, entre la estación de Chamartín y las dependencias del diario Ya y ante una sucursal que la caja de ahorros de Madrid tenía en dicha calle, donde cumplía su labor de protección y vigilancia el Policía Armado Miguel Castilla Martín.

Eran las nueve y cuarto de la mañana cuando en la puerta de la entidad crediticia apareció un joven armado con una pistola y dirigiéndose en dirección a donde estaba el policía comenzó a disparar. Uno de los disparos alcanzó a Miguel Castilla en la cabeza y cuando este se desplomaba, el terrorista continuó disparando, hiriendo levemente a un cliente en una ceja. A continuación se dio a la fuga hacia un vehículo Renault 12, de color verde, que le esperaba frente al número 26 de la calle con el motor en marcha y ocupado por dos jóvenes. Según averiguó la policía, posteriormente, los terroristas que dispararon contra el agente del orden eran Abelardo Collazo Araujo, autor de los disparos, José Balmón Castell y otro miembro que actuaba como conductor. Miguel Castilla Martín fue trasladado a la Ciudad Sanitaria La Paz, donde fue operado en varias ocasiones durante los días posteriores. La bala, que le había entrado por el cuello, se le había quedado alojada en la cabeza. Al no superar la gravísimas lesiones fallecería el día 8 de octubre.

A las cuatro de la tarde del día 9 de octubre tuvo lugar en el acuartelamiento de la Policía Armada de Moratalaz, donde se había instalado la capilla ardiente, el funeral por el alma del Policía Armado Miguel Castilla Martín. Presidió el acto el sub secretario de Gobernación Luis Peralta España a quien acompañaban el Director General de Seguridad Francisco Dueñas Gavilán, gobernador civil de Madrid, alcalde de Madrid, subdirector General de la Guardia Civil, representaciones militares de los tres Ejércitos, así como jefes, oficiales, suboficiales de las Fuerzas de Policía Armadas y miembros de la Policía Gubernativa.


La Misa fue oficiada por el coronel vicario Castrense Don Jaime Tobar. Al pie del altar se había colocado el féretro, cubierto con la Bandera Nacional y escoltado por soldados de los tres ejércitos, Policías Armados y Guardias Civiles. A un lado del altar se hallaban los padres y la viuda del Policía asesinado junto a otros familiares. En la explanada del cuartel formaban fuerzas de la Policía Armada, Guardia Civil y Policía Municipal de Madrid.


Al finalizar la Misa se rezó un responso por el alma de Miguel Castilla Martín y a continuación se dio lectura al decreto de concesión de la medalla de oro de la orden del merito Policial que el subsecretario de Gobernación, Luis Peralta España, prendió en la bandera de España que cubría los restos del policía asesinado.


De seguido el subsecretario de ministerio de Gobernación tomó la palabra para señalar ”que el Gobierno está dispuesto a erradicar el criminal terrorismo que quiere socavar los cimientos de España y de la civilización cristiana”, “Toda mi simpatía, respeto y admiración hacia las Fuerzas del Orden Público por su honor, su dolor, valentía y dignidad”. “No puedo pronunciar palabras de odio o venganza, pero si levanto muy voz pidiendo justicia inexorable ante este horrendo crimen”


Tras el toque de oración y una vez entonado el Himno del Cuerpo, tuvo lugar el desfile de las compañías que habían rendido honores por delante del féretro del malogrado policía, ante el cual pasaron también todas las comisiones y gran número de público que prorrumpió en gritos de justicia cuando el ataúd fue sacado a hombros por la puerta principal del cuartel y ya en la calle pidieron llevarlo a hombros.


Una vez introducido el féretro en el vehículo fúnebre, un gran número de personas se colocó delante de la comitiva y tomó a hombros el ataúd que fue conducido de esa forma a lo largo del barrio de Moratalaz en dirección al cementerio de Carabanchel. Al paso de la comitiva se produjeron aplausos, vivas a España, Franco, la Policía Armada, Guardia Civil, al Cuerpo General de Policía y al Ejército, entonándose en más de una ocasión el “Cara al Sol”. Finalmente a la salida de Moratalaz, el féretro fue de nuevo introducido en el furgón fúnebre y este emprendió la marcha hacia el camposanto de Carabanchel donde fue enterrado Miguel Castilla Martín.


De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se le concedió a Miguel Castilla la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior le concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo.


8 DE OCTUBRE DE 1975. BARCELONA. CABO PRIMERO DE LA POLICÍA ARMADA JUAN ANTONIO ALBA ESCALERA. CABO SEGUNDO DE LA POLICÍA ARMADA JOSÉ SAN NICOLÁS SÁNCHEZ. CIVILES JOSÉ MARTÍNEZ VÉLEZ, ANTONIA PÉREZ PUENTES Y ANTONIO MARTÍNEZ PÉREZ.

Cabo Primero de la Policía Armada Juan Antonio Alba Escalera.


Dos cabos de la Policía Armada, el cabo primero JUAN ANTONIO ALBA ESCALERA y el cabo segundo de las mismas fuerzas JOSÉ SAN NICOLÁS SÁNCHEZ y tres civiles JOSÉ MARTÍNEZ VÉLEZ, su esposa ANTONIA PÉREZ PUENTES y el hijo de ambos ANTONIO MARTÍNEZ PÉREZ, resultaban muertos en Barcelona durante un tiroteo acaecido en la madrugada del día 8 de octubre de 1975. Un comando de los GRAPO disparaba desde un vehículo en marcha nutrido fuego de metralleta contra el acuartelamiento de la Policía Armada de La Verneda. Otras dos personas —un civil y un policía armada— resultaron heridas.

Cabo de la Policía Armada José San Nicolás Sánchez.


El Gabinete de Prensa de la Jefatura Superior de Policía de Barcelona facilitaba la siguiente nota: "A la una de la madrugada del día ocho de octubre, y desde un turismo de color claro marca Morris, se efectuaron varios disparos de metralleta contra la fachada del acuartelamiento de la Policía Armada de La Verneda.

José Martínez Vélez


"Los centinelas de dicho acuartelamiento repelieron la agresión, y en ese momento, un turismo en el que viajaban cuatro personas, que pasaba frente al cuartel, y cuyos ocupantes no atendieron o no se apercibieron de las advertencias de los mencionados centinelas, se Interpuso entre los agresores y las fuerzas de la Policía Armada, siendo alcanzado por el fuego cruzado. A consecuencia, de los disparos resultaron muertos instantáneamente don JOSÉ MARTÍNEZ VÉLEZ, de cincuenta años; su esposa, doña ANTONIA PÉREZ PUENTES, de cuarenta y nueve años, el hijo de ambos, don ANTONIO MARTÍNEZ PÉREZ, de veintidós años, y herido de gravedad el cuarto ocupante del turismo, don Rafael Gutiérrez Porras, quien fue trasladado urgentemente al Hospital de San Pablo donde se halla ingresado."

Antonia Pérez Fuentes


"Simultáneamente regresaban al cuartel de La Verneda dos patrullas de la Policía Armada que momentos antes hablan sido comisionadas para prestar servicio en relación con unos tiros oídos desde el acuartelamiento y que hablan tenido lugar en la calle Prim, a la altura de la del Trabajo. Por disparos procedentes del cuartel de la Policía Armada en el tiroteo antes descrito, y ante la falta de visibilidad debida a la hora y a la interposición del otro vehículo, resultaron alcanzados el cabo primero don Juan Antonio Alba Escalera, el cabo segundo de las mismas fuerzas don José San Nicolás Sánchez, que resultaron muertos, y herido de pronóstico reservado el policía armado don Manuel Fernández Brito."

Antonio Martínez Pérez.


El atentado terrorista de los GRAPOS contra el acuartelamiento dejaba un trágico balance de pena, dolor, rabia e impotencia al comprobar que los cinco fallecidos lo habían sido de forma colateral y fortuita, debido al nutrido fuego cruzado entre los centinelas del cuartel y los terroristas. Hasta el lugar de los hechos acudieron numerosas ambulancias que trasladaron a los heridos al hospital de la Santa Cruz y San Pablo de la ciudad condal, donde nada se pudo hacer por salvar sus vidas.


Al día siguiente en la Iglesia del Hospital de la Santa Cruz y San Pablo, se celebraron los funerales por el alma de las cinco víctimas del tiroteo acaecido ante el cuartel de la Policía Armada del barrio barcelonés de la Verneda.


En la presidencia del duelo se encontraban el capitán General de Cataluña, Teniente General Salvador Bañuls Navarro, Gobernador Civil de Barcelona Rodolfo Martín Villa, alcalde de la ciudad Joaquín Viola Sauret, presidente de la Diputación provincial Juan Antonio Samaranch Torelló, jefe Superior de Policía Joaquín Apestegui, autoridades civiles, militares, familiares del matrimonio formado por José Martínez Vélez y Antonia Pérez Fuentes, su hijo Antonio y familiares de los miembros de la Policía Armada, cabo primero Juan Antonio Alba Escalera y cabo José San Nicolás Sánchez.


Asistieron también a la ceremonia religiosa representaciones de las Fuerzas Armadas y un gran número de familiares, amigos y compañeros de los fallecidos que llenaban por completo el amplio templo. Ofició él Santo Sacrificio de la Misa el Vicario general castrense Fray José López Ortiz que tuvo sentidas palabras de condolencia hacia los familiares y compañeros de las víctimas.


Concluida la Santa Misa, en el exterior del templo se exteriorizaron las muestras de profundo dolor entre los familiares de los muertos a quienes dio el pésame el capitán general de Cataluña y las demás autoridades presentes. Un enorme silencio en homenaje a los fallecidos mientras despidió el duelo.


Los restos mortales de la familia Martínez Pérez fueron trasladados al cementerio del sudoeste, donde recibieron cristiana sepultura. Por su parte los féretros de los dos policías se dirigieron a Córdoba y a Abanilla (Murcia)


En el acuartelamiento de la Policía Armada de Córdoba quedó instalada la capilla ardiente y el cadáver del cabo primero Juan Antonio Alba Escalera, muerto en acto de servicio en Barcelona, fue velado por miembros de la Policía Armada, Cuerpo General de Policía y Guardia Civil.


Al día siguiente tuvo lugar en la capilla del acuartelamiento el funeral por el alma del Cabo Primero Juan Antonio Alba. Al acto asistieron las primeras autoridades, gobernador Civil Mariano de Nicolás, Gobernador Militar General Rey Ardid, así como nutridas representaciones del Ejército, Policía Armada, Cuerpo General de Policía, Guardia civil, familiares del difunto y un gran números de público Terminado el funeral los restos del Alba Escalera fueron inhumados en el cementerio de San Rafael donde recibieron cristiana sepultura.


Las honras fúnebres por el alma del cabo José San Nicolás tuvieron lugar en Abanilla (Murcia) y a las que asistieron el Gobernador civil de la provincia, el gobernador Militar accidental y otras autoridades civiles y militares, La Misa fue concelebrada por seis sacerdotes entre ellos el Vicario episcopal Don José María García que ostentaba la representación del obispo de Cartagena.


De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, a los tres miembros de familia Martínez Pérez se les concedió la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo.

Los cabos de la Policía Armada Juan Antonio Alba y José San Nicolás fueron recompensados con la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo.


Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior le concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo.

Aquel asesinato de cinco españoles en Barcelona sigue impune.


8 DE OCTUBRE DE 1977. GUERNICA (VIZCAYA) AUGUSTO UNCETA BARRENECHEA AZPIRI, PRESIDENTE DE LA DIPUTACIÓN DE VIZCAYA, GUARDIAS CIVILES ANTONIO HERNÁNDEZ FERNÁNDEZ-SEGURA Y ÁNGEL RIVERA NAVARRÓN.

Presidente de la Diputación de Vizcaya Augusto Unceta Barrenechea Azpiri.


Hacia las 13:00 horas del sábado 8 de octubre de 1977 la banda terrorista ETA asesinaba en Guernica disparando varias ráfagas de metralleta al presidente de la Diputación de Vizcaya, AUGUSTO UNCETA BARRENECHEA AZPIRI, y a los Guardias Civiles ANTONIO HERNÁNDEZ FERNÁNDEZ-SEGURA y ÁNGEL RIVERA NAVARRÓN, que formaban parte de su escolta.

Guardia Civil Antonio Hernández Fernández-Segura.


Ese sábado trabajó hasta la una menos cuarto en su despacho y luego subió a su coche. Tras él salieron los miembros de la escolta en un «127» color azul. En el frontón Jai-Alai de Guernica le esperaban sus amigos y compañeros de juego, Erezuma, Chusco, Urruchu y otros. Unceta era un gran deportista, aficionado a la pesca y al frontón.

Guardia Civil Ángel Rivera Navarrón.


Al salir de la fábrica, se dirigió hacia el frontón aparcando su coche frente al convento de las Carmelitas, en el aparcamiento del frontó. Los dos guardias civiles de su escolta, que viajaban en otro vehículo, se detuvieron un poco más adelante. En el momento en que el presidente de la Diputación abrió el maletero para coger la bolsa con su ropa de deporte, fue tiroteado desde un SEAT 1430 que con tres terroristas en su interior le estaba esperando en las inmediaciones del frontón Augusto Unceta recibió un primer impacto de bala en la cabeza, al que siguió una ráfaga de ametralladora. Fue acribillado a tiros, recibiendo once impactos de bala que le causaron la muerte en el acto.


Sus escoltas Antonio Rivera y Ángel Fernández dieron marcha atrás con su vehículo pero para alejarse del foco de los disparos, pero chocaron con otro turismo ocupado por tres personas, algo que aprovecharon los terroristas desde el Seat 1430 para acribillarlos a balazos. Uno de los guardias civiles pudo sacar su pistola, ya que al caer muerto sobre el pavimento tenía su arma en la mano, pero no le dio tiempo a realizar ningún disparo. El otro guardia civil que también pudo salir del coche, se desplomó para morir a los pocos minutos. Antonio Rivera recibió diecisiete impactos de bala, mientras que Ángel Fernández fue alcanzado por doce.


Los primeros en llegar al lugar del suceso fueron los camilleros de la Cruz Roja y un médico que prestaba sus servicios en una clínica cercana.

Tras el atentado, el coche de la escolta aparecía cruzado a unos SO metros de distancia de donde cayó muerto el señor Unceta. El vehículo presentaba numerosos impactos de bala en todo el exterior.


Uno de los coches utilizados por los autores del atentado apareció en la localidad

de Zugastieta, en la carretera de Guernica a Amorebieta- En él, fueron hallados unos 15 casquillos de bala, 9 milímetros «Parabellum», y en el lugar desde donde han sido hechos los disparos había unos 30.


Por otro lado, la Guardia Civil continuó buscando otro coche, un «Seat 127» azul marino, que se encontraba en el lugar de los hechos en el momento de producirse y que posteriormente' se dio a la fuga.


El cadáver del presidente de la Diputación de Vizcaya, Augusto Unceta, fue trasladado a su casa situada en el barrio Canala, a unos diez kilómetros de Guernica.


La capilla ardiente de los guardias civiles asesinados en el mismo atentado fue instalada, por la tarde, en la Casa-Cuartel de la Guardia Civil de Guernica.

El atentado, reivindicado por la banda terrorista ETA a través de varias llamadas a medios de comunicación de Bilbao.


En la tarde del domingo 10 de octubre se celebró en la iglesia parroquial de Santa María, de Guernica, un solemne funeral por el alma del presidente de la Diputación Foral de Vizcaya, Augusto Unceta Barrenechea Azpiri, y de los dos guardias civiles de su escolta Antonio Hernández Fernández -Segura y Ángel Rivera Navarrón.


Ofició los actos fúnebres el obispo auxiliar de la diócesis de Bilbao, Juan María Uriarte, y pronunció la homilía el titular, monseñor Añoveros.


Asistieron a las exequias el subsecretario del Ministerio del Interior, Eduardo Navarro,

en representación del titular del Departamento; presidentes de las Diputaciones de Guipúzcoa, Navarra, Álava y Logroño: director general de la Guardia Civil, subdirector y general, de la zona, señor Atares: capitán general de la VI Región Militar; miembros de la Diputación Foral de Vizcaya; jefes y oficiales provinciales de la Guardia Civil; autoridades locales y provinciales; amigos, familiares, compañeros, y un numeroso público qué llegó a alcanzar las 10.Q00 personas, de las que sólo alrededor de 3.500 tuvieron cabida en el interior del templo, También estuvo presente el líder de Fuerza Nueva, Blas Piñar, amigo personal de Augusto Unceta, junto a un muy numeroso grupo de sus militantes, quienes se trasladaron, a Vizcaya desde distintos puntos de España.


En los alrededores del templo, la muchedumbre congregada prorrumpió en numerosas ocasiones en gritos de «Eta. Apala, al paredón», «Amnistía para la Guardia Civil», “Para ti, Apala, tenemos una bala”, “Gora España, muera ETA”, “Ejercito al poder” dando vivas a España, la Guardia Civil, La Policía Armada y el Ejercito y profiriendo gritos contra el Presidente del Gobierno y el ministro del Interior.


En el momento en que llegaron los coches oficiales se produjeron los momentos de mayor tensión. Durante el funeral, algunos_ de los asistentes golpearon el automóvil del subsecretario del Interior, Terminada la ceremonia, salieron los féretros a hombros de compañeros, en tanto se cantaba el “Agur Jaunak” (Adiós señor). Los restos mortales del señor Unceta fueron trasladados al cementerio de la villa, donde fueron enterrados en el panteón familiar, y los de los dos guardias civiles fueron llevados a sus respectivos pueblos natales: Baños de Graena (Granada) y Socuéllamos (Ciudad

Real)

Terminada la ceremonia, militantes de Fuerza Nueva, junto a otros numerosos asistentes al funeral, se manifestaron por las calles de Guernica, enarbolando banderas españolas lanzando gritos contra el Gobierno y de «Ejército al poder»


Augusto Unceta Barrenechea miembro de la Comunión Tradicionalista, profundamente español, suscriptor de la revista Fuerza Nueva, con la que simpatizaba, se había opuesto con firmeza a la legalización de la bandera separatista vasca, la ikurriña, negándose a colocarla en la Diputación de Vizcaya por lo cual había mantenido duros enfrentamientos con el ministro de Interior, Rodolfo Martín Villa. Por esa valiente postura había recibido numerosas amenazas de ETA y su entorno, incluso le llegarían a solicitar el impuesto revolucionario, a lo que se negaría en redondo a pagarlo. Tras el asesinato del presidente de la Diputación de Guipúzcoa, Juan María Araluce Villar. en octubre de 1976, el Ministerio de Interior le había asignado escolta. El último acto oficial al que asistió Unceta fue, precisamente, una misa por el primer aniversario del asesinato de Araluce.


En diciembre de 1978 la Policía culminó una gran operación contra ETA, que llevó a la detención de José Antonio Torre Altonaga, alias “Medios”. Sus declaraciones sirvieron para identificar a los autores de diferentes atentados cometidos en los años anteriores, entre ellos en el asesinato de Augusto Unceta y sus escoltas donde, según Torre Altonaga, habían participado, los liberados de la banda marxista y asesina José Manuel Pagoaga Gallastegui, alias “Peixoto”, y Francisco Javier Aya Zulaica, “Trepa”.


En la actualidad en la web de la Guardia Civil se puede leer que los asesinos de Unceta y los dos Guardias Civiles Hernández y Rivera fueron "capturados dos años más tarde. Sólo dos de ellos: Martín Apaolaza Azkargorta y Miguel Ángel Goyonetxea Fradua, se sentaron en el banquillo, pero salieron absueltos por falta de pruebas y prescripción de los delitos. Sumarios 47/89 y 18/90 de la Audiencia Nacional".


Antonio Hernández Fernández-Segura tenía 23 años. Estaba casado y era padre de un niño de seis meses. Había Ingresado en la Guardia Civil el 17 de febrero de 1975. Era natural de Baños de Graena (Granada) y llevaba muy poco tiempo destinado en Guernica.


Ángel Rivera Navarrón era natural de Socuéllamos (Ciudad Real) y estaba soltero. Había ingresado en el Cuerpo el 16 de diciembre de 1976, destinado al Servicio de Información. En agosto de 2008 el Ayuntamiento de Socuéllamos aprobó una propuesta del grupo municipal popular para dedicar una calle al guardia civil asesinado.


Augusto Unceta Barrenechea nació en Guernica, el 5 de diciembre de 1923. Fue alcalde de Guernica y diputado provincial. Posteriormente fue vicepresidente de la Corporación vizcaína y, tras la dimisión del presidente, Pedro Aristegui, fue nombrado presidente. Era propietario de la empresa de armas Astra, Unceta y Cía., y tenía participaciones en otras empresas de Guernica, como Trébol y Jipsal dedicadas a la elaboración de objetos de cubertería. Gran deportista, aficionado a la pesca y al frontón, estaba casado con María Dolores Ugalde y el matrimonio tenía tres hijos.


De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se le concedió al presidente de la Diputación de Vizcaya Augusto Unceta la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo.

De igual forma fueron recompensados los Guardias Civiles Antonio Hernández Fernández-Segura Ángel Rivera Navarrón. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior le concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo.


El asesinato del presidente de la Diputación de Vizcaya Augusto Unceta Barrenechea y de los dos Guardias Civiles de su escolta Antonio Hernández Fernández-Segura Ángel Rivera Navarrón, a día de hoy sigue sin esclarecerse.


8 DE OCTUBRE DE 1979. PAMPLONA. INSPECTOR DE POLICÍA CARLOS SANZ BIURRUN.


Inspector-jefe de la Brigada Regional de Investigación Criminal de Policía de Pamplona Carlos Sanz Biurrun.


A las 14:45 horas del día 8 de octubre, la banda terrorista ETA asesinaba a tiros en la bajada de Labrit de Pamplona al inspector-jefe de la Brigada Regional de Investigación Criminal de Policía de Pamplona, CARLOS SANZ BIURRUN.


A Carlos Sanz lo habían intentado asesinar meses antes, el 29 de julio, pero no lo encontraron en su casa. Esta vez sí lo consiguieron. Carlos acababa de aparcar su coche en la bajada de Labrit y estaba cerrando la puerta del vehículo cuando dos jóvenes, con la cara descubierta, dispararon sobre él. Instintivamente, el inspector del Cuerpo Superior de Policía intentó hacer uso de su arma reglamentaria, tras esquivar los primeros disparos, pero el fuego cruzado, realizado por los atacantes, le alcanzó en la cabeza, muriendo casi al instante. Otros disparos impactaron en vehículos aparcados junto al de Carlos Sanz. Dos testigos presenciales del atentado, que se encontraban en el balcón de un edificio próximo al lugar de los hechos, informaron a la policía que los terroristas estaban dentro de un Simca 1200 de color gris aparcado en la bajada de Labrit.


Cuando vieron que Carlos Sanz descendía de su vehículo, dos de ellos salieron y le dispararon desde ambos lados de la calle. A continuación regresaron corriendo al Simca 1200, en el que les esperaba un tercer terrorista con el motor del vehículo en marcha. Cruzaron la calle e hicieron parar a los coches que circulaban en dirección al barrio de la Chantrea, haciendo ademanes con las pistolas, huyendo en dirección a ese barrio. El vehículo que utilizaron para la huida, y que lo dejarían abandonado con las puertas abiertas en el propio barrio de la Chantrea, había sido robado esa misma mañana. Su propietario fue encontrado a media tarde, encadenado a un árbol, en la localidad navarra de Berrioplano.


Fuerzas de la Policía Nacional y del Cuerpo Superior de Policía, tanto de la Brigada Antiterrorista como de la Criminal, a la que pertenecía Carlos Sanz, procedieron a lo largo de la tarde a un minucioso rastreo del barrio de la Chantrea y sus alrededores.


Poco después del atentado el cuerpo del inspector fue trasladado urgentemente al Hospital de Navarra por una ambulancia del Parque Municipal de Bomberos, ingresando cadáver en el centro sanitario.


Carlos Sanz recibió dos impactos de bala en la cabeza mortales de necesidad y otros dos en el pecho. Fueron siete las detonaciones escuchadas en el atentado. Varios de los proyectiles se incrustaron en un vehículo estacionado junto al del policía.


Carlos Sanz solía acompañarse por un perro pastor alemán, pero ese día, en el momento del atentado, se encontraba solo.


Los funerales por el eterno descanso de Carlos Sanz se celebraron al día siguiente, 9 de octubre, a las siete de la tarde, en la Iglesia de San Miguel, de Pamplona. Al oficio asistieron los gobernadores civil y militar de Navarra, el vicepresidente de la Diputación de Navarra, el presidente del Parlamento Foral y el alcalde de Pamplona, así como otros altos mandos de la Policía Nacional, Ejercito y Guardia Civil. Una vez finalizada la ceremonia religiosa, unas mil personas se dirigieron hasta el edificio del Gobierno Civil, dando gritos de "Gobierno, traidor", "UCD, culpable", "ETA, asesina", "Navarra sí, Euskadi no" “España unida, jamás será vencida”.


El entierro de los restos mortales del jefe de la Brigada de Investigación Criminal Carlos Sanz, se había realizado, de nuevo a hurtadillas, a las tres de la tarde en el cementerio de Pamplona.

El féretro partió una hora antes del Gobierno Civil donde se encontraba instalada la capilla ardiente, a hombros de compañeros, llegando hasta la plaza del Príncipe de Viana donde fue introducido en un furgón fúnebre que lo trasladaría hasta el cementerio de la capital pamplonica, seguido de una gran caravana de vehículos . En la comitiva figuraban miembros del Cuerpo Superior de Policía, Policía Nacional, Guardia Civil, A pesar de la hora, numerosísimo público aplaudió con calor el paso de comitiva, lanzando vivas a España, mueras a Eta y gritos contra el gobierno de la UCD.


Al finalizar el entierro numerosas personas dieron gritos contra el Gobierno y a favor de una intervención militar.


La banda terrorista ETA asumió la autoría del atentado el 10 de octubre, así como un ametrallamiento que tuvo lugar el mismo 8 de octubre en un bar de San Sebastián en el que resultaron heridos varios Policías Nacionales.


Carlos Sanz Biurrun tenía 39 años cuando fue asesinado. Era natural de Guenduláin, localidad a situada a unos quince kilómetros de Pamplona, donde los padres de los hermanos Sanz Biurrun (Carlos, Paquita y María Elena), trabajaban como jornaleros. En 1953 ingresó en el seminario diocesano de Pamplona, donde durante años estudió Filosofía y Teología, aunque no llegó a ordenarse. En Guenduláin conoció a un policía de Astráin que acabó contagiándole su entusiasmo por el trabajo policial. Durante dos años se desplazó diariamente a Pamplona para preparar el ingreso en el cuerpo.


En 1962 ingresó en el cuerpo de Policía siendo destinado a Bilbao, regresando al poco tiempo a Pamplona e integrándose en la Brigada de Investigación Criminal. Cuando lo asesinaron le quedaban dos meses para acceder al puesto de comisario. Casado con Teresa Ilarregui, el matrimonio no tenía hijos.


El mismo día de su asesinato el féretro se había instalado en el Salón del Trono del Gobierno Civil, y estaba siendo velado por sus compañeros del Cuerpo Superior de Policía, además de algunos amigos y familiares. De pronto un hombre de aspecto desaliñado, probablemente un delincuente habitual al que Carlos hubiese detenido alguna vez, se acercó al ataúd y, abrazándolo lloroso, exclamó: "¡Inspector eras como mi padre!" La escena no extrañó a nadie próximo a Carlos pues todos conocían la estima y el cariño que los habituales de los calabozos policiales tenían por él. El presidente de la Diputación Foral, Jaime Ignacio del Burgo declararía que el inspector Sanz Biurrun “una excelente persona y gran compañero, había sido asesinado por defender la unidad y la libertad de España”.


De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se le concedió a Carlos la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior le concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo.


8 DE OCTUBRE DE 1982.PAMPLONA. ALBERTO TOCA ECHEVARRÍA.

Alberto Toca Echevarría.


Sobre la una de la tarde del viernes 8 de octubre de 1982 la banda terrorista ETA asesinaba en Pamplona a ALBERTO TOCA ECHEVARRÍA, director de la mutua de accidentes de trabajo Asepeyo. Alberto Toca se encontraba en su despacho de la delegación de Asepeyo de la capital navarra, en la calle Castillo de Maya, acompañado por un médico de la mutua.


Los agresores, tras dirigirse a una empleada que se encontraba en el mostrador y preguntar por Alberto Toca,. Esta les indicó cual era el despacho del señor Toca. Se dirigieron hacia él, abrieron la puerta penetraron en su despacho preguntando: "¿tú eres Alberto Toca?", a lo que la víctima contestó que sí. Sin mediar palabra, los asesinos efectuaron cuatro disparos contra Toca, uno de ellos en la cabeza, que se desplomó sobre la mesa del despacho cayendo después al suelo. Allí los terroristas lo remataron con un quinto disparo.


Junto Alberto Toca se encontraba en ese momento en su despacho un médico de la entidad de seguros, quien le prestó los primeros auxilios, sin que pudiera hacer nada por salvarle la vida


Los autores del atentado se marcharon a pie, hacia la calle Paulino Caballero, y en su huida, según manifestaron testigos presenciales, tropezaron con una mujer, que cayó al suelo.


En la tarde del 9 de octubre se celebró el funeral por Alberto Toca en la parroquia de San Miguel de Pamplona, con la presencia del delegado del Gobierno en Navarra, Francisco Javier Ansuátegui, y el presidente del Parlamento, Víctor Manuel Arbeloa. El acto se desarrolló sin incidentes, pero con numerosos gritos proferidos al término del mismo contra ETA y en contra de la integración de Navarra en el País Vasco.


Alberto Toca Echevarría, tenía 54 años de edad, estaba casado y era padre de siete hijos, con edades comprendidas entre los 11 y los 29 años. Natural de Estella, llevaba veinte años residiendo en Pamplona. Era delegado de Asepeyo desde 1962. Alberto Toca había militado en la Comunión Tradicionalista, motivo esgrimido por los Comandos Autónomos Anticapitalistas (CAA) para asesinarlo. En el comunicado de reivindicación enviado el 9 de octubre a la delegación del diario Egin en Pamplona la banda terrorista señalaba a su víctima como "uno de los elementos más representativos de la extrema derecha españolista".


De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se le concedió a Alberto la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo.


8 DE OCTUBRE DE 1983. HERNANI (GUIPÚZCOA) JUAN JOSÉ PULIDO PAVÓN.


Juan José Pulido Pavón.


El sábado 8 de octubre de 1983 la banda terrorista ETA asesinaba en Hernani (Guipúzcoa) a JUAN JOSÉ PULIDO PAVÓN. Sobre las 20:30 horas, Juan José salió del Bar Justo en la calle Txirrita de la localidad guipuzcoana, acompañado por dos amigos, Juan Carlos Valdés y José Echevarria. Cuando se disponían a entrar en el coche de este último, un terrorista se acercó y le disparó a muy poca distancia, primero una ráfaga y después tres tiros sueltos. Ninguno de los amigos resultó herido. Los terroristas hicieron, además, varios disparos intimidatorios al aire al observar que algunos vecinos se habían asomado a la calle a ver qué pasaba.


Trasladado urgentemente por la Asociación Detente y Ayuda (DYA) al hospital, falleció en torno a las 22:00 horas, mientras era intervenido quirúrgicamente. La víctima presentaba cuatro impactos de bala en el tórax y otro en el cuello. En el lugar de los hechos se recogieron 5 casquillos de bala del calibre 9 milímetros parabellum.


Aunque algunos rumores apuntaban que la banda lo había asesinado por sus relaciones con el tráfico de drogas, el 16 de octubre ETA militar reivindicó el asesinato de Juan José Pulido, acusándolo de vinculaciones con el Batallón Vasco Español (BVE) y la Triple A.


En 1985 la Audiencia Nacional condenó a Jesús María Zabarte, miembro del grupo Donosti de ETA, y a Pedro Miner, a sendas penas de 25 años de cárcel por un delito de asesinato cualificado con alevosía.


Juan José Pulido Pavón, de 50 años, era natural de Montánchez (Badajoz). Estaba separado y tenía tres hijos. En su tierra natal era conocido como el Yerbas, debido a su actividad como herborista y experto en el uso de plantas medicinales para el tratamiento de enfermedades.


De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se le concedió a Alberto la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo.

 
 
 

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