9 DE AGOSTO DE 1994. BILBAO. JOSÉ ANTONIO DÍAZ LOSADA.
José Antonio Díaz Losada.
En la noche del martes 9 de agosto de 1994, la banda terrorista ETA asesinaba frente a su domicilio en Bilbao al albañil de profesión, JOSÉ ANTONIO DÍAZ LOSADA.
José Antonio fue asesinado sobre las 11.30 horas del martes cuando regresaba a su domicilio, en el barrio bilbaíno de Recalde. El joven, que estaba acompañado por su esposa y su hija de corta edad, aparcó su vehículo en las proximidades de su vivienda y en el momento en que su mujer se adelantó hacia el portal, dos individuos que le estaban esperando se acercaron por la espalda, y sin mediar palabra le dispararon un tiro en el pómulo izquierdo, interesándole la cabeza, que le causó la muerte. José Antonio Díaz se desplomó quedando tendido en la calle mientras que sus asesinos, a la carrera, huyeron del lugar hasta un vehículo donde les esperaba un tercer terrorista.
El ruido del disparo fue oído por un miembro de la Ertzaina, que vivía en las inmediaciones, quien no pudo ver prácticamente nada, según informó la Policía Autónoma Vasca, porque los dos individuos desaparecieron rápidamente. Una dotación de la asociación de ayuda en carretera DYA se personó en el lugar y al comprobar que el joven estaba aún con vida le trasladó al hospital de Basurto, donde ingresó cadáver.
La banda terrorista ETA emitió un comunicado donde se hacía responsable del asesinato de Díaz Losada, acusándole, como venía siendo su costumbre sin pruebas, de estar vinculado con el tráfico de drogas. José Antonio Díaz se estaba rehabilitando del consumo tras haber pasado un año en la cárcel por consumo y tráfico de droga a pequeña escala, atentado contra la autoridad, resistencia, desobediencia y robo con violencia e intimidación. Había encontrado un trabajo de albañil y en esos momentos, alejado del consumo, se dedicaba su familia y trabajo.
José Antonio Díaz Losada, había nacido en Bilbao, tenía 29 años de edad. Estaba casado y tenía una hija de catorce meses. A su funeral celebrado el 11 de agosto en la parroquia bilbaína de Nuestra Señora del Rosario, no acudió ninguna autoridad, pero si cientos de personas.
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