9 DE ENERO DE 1979. MADRID. MIGUEL CRUZ CUENCA. MAGISTRADO PRESIDENTE DE LA SALA SEXTA DEL TRIBUNAL SUPREMO.
Miguel Cruz Cuenca presidente de la Sala VI del Tribunal Supremo.
MIGUEL CRUZ CUENCA, presidente de la Sala VI del Tribunal Supremo, era alcanzado por dos disparos efectuados por dos jóvenes que le esperaban frente a la puerta de su domicilio, situado en la avenida de Felipe II, número 12, de Madrid. El señor Cruz, que falleció a los pocos minutos, fue trasladado primero al portal de su casa y luego a su vivienda, en tanto los dos asesinos, uno de ellos con la pistola en la mano, huían en un Seat 131 de color blanco, que tenían aparcado en doble fila y con el motor en marcha a unos veinte metros del lugar del atentado.
El señor Cruz Cuesta salió de su domicilio, como era habitual, sobre las diez menos cinco de la mañana, hora a la que era trasladado en un coche del Parque Móvil ministerial a su despacho del Tribunal Supremo. A pesar de que este recorrido era conocido, al magistrado no se le había puesto ningún tipo de vigilancia policial ni se había cambiado el recorrido del automóvil.
Cuando el señor Cruz, a la salida de su domicilio, se dirigía al coche oficial, un Seat 1500 de color negro aparcado en doble fila, dos jóvenes, uno de ellos de treinta años, alto, moreno, de complexión fuerte, con bigote y vestido con un anorak azul, y el otro más joven, de pelo rizado y corto y vestido con una chaqueta o anorak verde, se acercaron al magistrado y sin que mediara palabra el del anorak azul le disparó a la cabeza, a la altura de la sien derecha. La rápida acción de los asesinos que esperaban cerca de la esquina impidió que el conductor interviniera; a continuación y cuando el señor Cruz caía al suelo, el mismo joven efectuó un segundo disparo que alcanzó al señor Cruz a la altura del estómago.
Entre las personas que se acercaron al cuerpo se encontraba la esposa del magistrado, que salía en ese momento de su domicilio camino de la iglesia donde iba a asistir a misa. Al ver a su marido en el suelo, comenzó a pedir ayuda en unión del chófer, que repetía: “Es mi jefe, es mi jefe”.
Al domicilio del magistrado llegarían, poco después el ministro de Justicia, Landelino Lavilla, el subsecretario de Justicia, señor Ortega y Díaz Ambrona, el fiscal general del Estado, Juan Manuel Fanjul, y el jefe superior de Policía. Miembros del Cuerpo General de Policía recogieron dos casquillos de bala que fueron enviados al Gabinete Central de Balística, y examinaron las huellas dactilares existentes en los dos automóviles entre los que había caído el señor Cruz.
Ante la posibilidad de que en un Reanult 12, de color blanco, uno de los jóvenes se hubiera apoyado para rematar al señor Cruz, los inspectores de las dependencias policiales ordenaron el traslado del automóvil. Posteriormente tomaron muestras del charco de sangre que había sido tapado por un cartón. Numerosas personas se concentraron ante el domicilio del magistrado asesinado mostrando una gran repulsa con gritos de: ”Esto es la democracia”, y “Esto trae la Constitución”, “Sin la pena de muerte estamos pedidos los españoles” .Minutos antes, un joven había tirado varios claveles rojos y amarillos sobre el sitio en que había caído asesinado el señor Cruz.
Sobre la una y veinte el cadáver del señor Cruz, dentro de un ataúd, fue introducido en el furgón funerario que lo trasladó hasta el palacio de las Salesas, en donde se instaló la capilla ardiente.
Al funeral, que se celebró en el salón de pleno del Palacio de Justicia, asistieron el ministro de Justicia, Landelino Lavilla, acompañado por el presidente del Tribunal Supremo, Ángel Escudero, subsecretario y todos los directores generales de aquel departamento, a viuda y los hijos del magistrado asesinado. el fiscal del Reino, Juan Manuel Fanjul, la totalidad de los magistrados del Tribunal Supremo y destacadas personalidades relacionadas con el mundo judicial, entre los que figuraban el ex ministro de Justicia, Antonio Garrigues, el ex presidente del Tribunal Supremo, Francisco Ruiz Jarabo, así como el decano del Colegio de Abogados, Antonio Pedrol Rías.
El féretro que contenía los restos mortales del señor Cruz Cuenca se hallaba custodiado por todos los magistrados de la Sala Sexta, de la que el señor Cuenca era presidente. El salón del pleno se encontraba completamente abarrotado de público, así como todas las dependencias adyacentes del Palacio de Justicia.
Los restos mortales del presidente de la Sala Sexta del Tribunal Supremo, Miguel Cruz Cuenca, fueron trasladados a Lucena (Córdoba), donde recibió cristiana sepultura en medio de una estricta intimidad.
Por el asesinato del magistrado Cruz serán detenidos Adolfo Caballero, de veintiún años, soltero, natural de Madrid, autor de los disparos que causaron la muerte del magistrado; Ana María Sánchez Fuentes, de veintiún años, casada, natural de Madrid, secretaria, conductora del vehículo en el que huyó Caballero; Víctor Rodríguez Rico, de veintidós años, esposo de Ana María Sánchez, quien, autor de la muerte del policía Municipal de Madrid Benjamín Diez González, sucedida el 21 de diciembre de 1978 y Francisco Javier López Martín, de veinte años, natural de Madrid, cuyo piso en la calle Mota de Cuervo se empleaba corno “piso franco” de la organización terrorista.
En la misma nota policial se señala que se habían localizado tres pisos francos en Madrid y se había incautado un fichero en el que, se detallaban diversos atentados y actos terroristas de inminente perpetración por parte del GRAPO. Asimismo se han incautaron seis escopetas, cuatro de ellas con los cañones recortados; un revólver RG-796 y una pistola Llama, con la inscripción «Guardia Municipal», cartuchos del doce, tres explosionadores a distancia, cuatro granadas de mano, dos bombas caseras con tuercas incrustadas y munición del nueve corto, entre otros objetos.
El magistrado Cruz había nacido en Luque (Córdoba) el 11 de noviembre de 1911. Había ingresado en la carrera judicial en 1935. Magistrado en 1961 con destinos en Málaga y Madrid. En 1968 fue nombrado magistrado de la sala V del Tribunal Supremo,siendo elevado a presidente de la Sala VI en 1978. Estaba casado y era padre de cuatro hijos.
De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se le concedió la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo.
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