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HOY 9 DE MAYO:ASESINADOS POR EL TERRORISMO MARXISTA. ¡ESPAÑOL RECUERDA Y NO OLVIDES!

9 DE MAYO DE 1978. SAN SEBASTIÁN. GUARDIA CIVIL JUAN MARCOS GONZÁLEZ.

Guardia Civil Juan Marcos González.


Alrededor de las once y media de la  noche del 9 de mayo de 1978, un comando de  la banda terrorista ETA ametrallaba un Land Rover de la Guardia Civil que prestaba servicio de protección al acuartelamiento de Inchaurrondo en San Sebastián. En el  vehículo, que realizaba una patrulla por los alrededores de las dependencias del cuartel de la Guardia Civil, iban cuatro agentes. En el indiscriminado tiroteo eran gravemente heridos el conductor del vehículo, el Guardia Civil JUAN MARCOS GONZÁLEZ, que fallecería poco después de ingresar en la residencia Sanitaria Nuestra Señora de Aránzazu de la capital donostiarra, y Miguel Ángel Íñigo Blanco, que fallecería seis días después.


El atentado fue protagonizado por cuatro terroristas. Dos de ellos se apostaron en el muro del cementerio de Polloe y efectuaron numerosos disparos de metralleta al paso del vehículo de la Benemérita. Un tercero se quedó en función de enlace entre los agresores y el vehículo en el que huyeron, y el cuarto permaneció al volante, esperando la llegada de sus compañeros en el interior de un turismo, un «Mini - Morris» de color azul sustraído de la localidad de Rentería a su propietario y encontrado en la misma localidad, aparcado en doble fila y con señales de abandono. En el lugar del atentado se encontró gran cantidad de casquillos de bala tipo parabellum.


Apenas producirse las primeras ráfagas de metralleta contra el «Land-Rover» en el cual se apreciaron 84 impactos, los otros dos guardias civiles José Amado Juan y Juan Jiménez Bermúdez,  que también lo ocupaban se arrojaron al exterior del vehículo con el fin de no ser blanco de los siguientes disparos. Uno de ellos, herido en la pierna izquierda, repelió la agresión, efectuando media docena de disparos hacia el lugar donde se encontraban apostados los miembros del comando etarra.  El mismo Guardia Civil  intentó perseguir a los agresores, pero el impacto que le había afectado una pierna le permitió correr sólo unos metros.

 

Ingresados en la residencia sanitaria  Nuestra Señora de Aránzazu, Juan Marcos González fallecería.  Por su parte, el guardia civil Miguel Ángel Iñigo Blanco, presentaba una heridas en cabezas con orificio en región temporal derecha con laceración de piel y salida de papilla cerebral; orificio en la región lateral derecha del cuello; tres orificios con entrada y salida en pierna derecha; orificio en región escapular izquierda». Realizada una radiografía del cráneo, se pudo apreciar un estallido del hemisferio derecho, apreciándose alojamiento de un objeto extraño que pudiera tratarse de una bala. Pronostico crítico”. Miguel Ángel Iñigo fallecería el 15 de mayo. José Amado Juan y Juan Jiménez Bermúdez, serian atendidos de heridas de diversa consideración.

 

A las seis y media de la tarde del día siguiente y con asistencia de las primeras autoridades provinciales, tenía lugar  en la iglesia parroquial de San Sebastián Mártir, sita en el barrio antiguo de la capital guipuzcoana, la misa funeral por el guardia civil Juan Marcos González. Al funeral asistieron los padres, una hermana y la novia de Juan Marcos, que se hablan desplazado desde Sarria. Al término del acto, el furgón con los restos mortales salió para dicha localidad lucense.

 

El féretro con los restos mortales del guardia civil Juan Antonio Marcos González,  procedentes de San Sebastián, llegaban a Sarria a las ocho de la mañana del día 11. La capilla ardiente quedó instalada en el Cuartel de la Guardia Civil.

 

Venían en el acompañamiento los padres del infortunado guardia, Juan Marcos Ferreiro y Maruja González, y el hermano mayor, José Luis. También, con ellos, miembros de la Guardia Civil de la Comandancia de San Sebastián. A primera hora se personó en la capilla ardiente el coronel jefe del 64 Tercio de la Guardia Civil, Ángel García Suárez, acompañado del comandante jefe accidental de la 648 comandancia de la Guardia Civil, Jesús Galenda Martín. Posteriormente lo haría el General Jefe de la Sexta Zona de la Guardia Civil, Rafael Girón Lozano, que testimonió su pesar a la familia. Otro tanto hicieron sucesivamente las autoridades provinciales y locales.

 

La abuela del guardia asesinado, presa de la emoción, ante el homenaje general que recibía su nieto, gritó: “¡Menos medallas y más justicia!”.

 

En torno al féretro montaron guardia de honor sus compañeros, que se turnaron cada hora. Se recibieron unas treinta coronas de flores.

 

A las 3,45 de la tarde salió la comitiva fúnebre con destino a Bendollo-Quiroga, pueblo cuna de la familia, donde vivían los abuelos paternos. Figuraba en ella más de un centenar de vehículos de todas clases. Además del General Jefe de la zona de la Guardia Civil iban en el cortejo el Gobernador Civil de Lugo, Eduardo Fernández Combarro; el Jefe Superior de Policía de Galicia, Manuel Ballesteros García; el Coronel Jefe de la Policía Armada, de La Coruña, Manso; el alcalde de Sarria, Eugenio Quiroga Vázquez, que ostentaba la representación de la Diputación Provincial, y otras personalidades. Miembros de la Policía Armada y de la Guardia Civil portaban numerosas coronas de flores, con expresivas dedicatorias. El féretro, envuelto en la Bandera Nacional,  fue llevado a hombros por sus compañeros de San Sebastián.

 

En la iglesia parroquial de Bendollo, aldea situada a nueve kilómetros de Quiroga,  se ofició una misa donde se dieron cita más de dos mil personas. Finalizado el oficio religioso el cadáver de Juan Marcos  recibió cristiana sepultura, a las siete de la tarde, en el panteón familiar.

 

En 1982 la Audiencia Nacional condenó por ese atentado a los miembros del grupo Xenki de ETA Antonio García del Molino e Ignacio Apilañez Olalde a 50 años de cárcel cada uno. Según  se leía en la sentencia “ambos terroristas estuvieron vigilando durante veinte días el recorrido de un Land Rover de la Guardia Civil. El 9 de mayo se ocultaron junto a la tapia del cementerio de Polloe de San Sebastián en torno a las 23:00 horas de la noche. Cuando vieron que pasaba el vehículo con los cuatro agentes, los etarras abrieron fuego disparando varias ráfagas de ametralladora, las cuales hirieron mortalmente a Juan Marcos y dejaron gravísimamente  herido a su compañero Miguel Íñigo Blanco, que fallecería el día 15 de mayo de ese mismo año de 1978”.

 

En 1994, gracias a las medidas impulsadas por el ministro de justicia socialista Juan Alberto Belloch, el etarra Ignacio Apiláñez Olalde, condenado a más de 100 años de reclusión por delitos de sangre, obtenía la libertad.

 

En 2013, tras derogar el tribunal Europeo de derechos humanos la llamada doctrina Parot, Antonio García del Molino obtenía la libertad.


Juan Marcos González tenía 21 años, estaba soltero, pero tenía novia. Su padre había sido miembro de la Guardia Civil, igual que lo era uno de sus hermanos, destinado en Asturias. Llevaba un año destinado en San Sebastián y estaba a la espera de conseguir el traslado a Galicia.


De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se concedió le  la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior le concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo.

 


 

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