1 DE JULIO DE 1991. VILLAVERDE (MADRID) SUBINSPECTOR PEDRO DOMÍNGUEZ PÉREZ. OFICIAL LUIS CLARACO LÓPEZ, ARTIFICIEROS DE LA POLICÍA NACIONAL.
Subinspector de la Policía Nacional miembro de los TEDAX Pedro Domínguez Pérez.
Hacia las diez y cuarto de la noche del 1 de julio un paquete-bomba hacía explosión en la empresa Express Cargo, en el polígono industrial de Villaverde (Madrid), causando la muerte en el acto a dos artificieros de la Policía Nacional, el subinspector PEDRO DOMÍNGUEZ PÉREZ y al Oficial LUIS CLARACO LÓPEZ. Un tercer miembro de los Tedax, el también Policía José Luis Jiménez Barrero, resultó gravemente herido. Permaneció clínicamente muerto dos días más, falleciendo el 3 de julio.
Oficial de la Policía Nacional Miembro de los TEDAX Luis Claraco López.
El paquete, con unos siete kilos de explosivo, había sido enviado desde Valladolid por Gráficas Jotasu, domiciliada en la calle Ángel García, número 7, de Valladolid, a un alto cargo del Ministerio de Justicia, que anteriormente había ocupado el puesto de subdirector general de Personal de Instituciones Penitenciarias. El paquete llegó el 27 de junio al Ministerio y los servicios de seguridad no pudieron comprobar su contenido por verse todo opaco a través del escáner. Tenía unas dimensiones de 40 centímetros de largo, 15 de grosor y 20 de ancho. El paquete fue catalogado como "incidencia" y trasladado a la nave de Express Cargo, en la calle de San Cesáreo del barrio de Villaverde, tras ser rechazado en la sede del Ministerio de Justicia, en la calle de San Bernardo. Una llamada anónima recibida el día primero de julio en la delegación de Express Cargo en Aranda de Duero (Valladolid), advirtió de que en algunas de sus dependencias en Madrid había un paquete bomba.
Localizado el envío, fue avisada la Policía, que envió al equipo de Técnicos Especialistas en Desactivación de Artefactos Explosivos (TEDAX) que llegaron a la empresa sobre las seis de la tarde y adoptaron todo tipo de precauciones, según una nota emitida con posterioridad por la Jefatura Superior de Policía de Madrid. Los funcionarios policiales utilizaron un robot para desplazar el paquete y cebaron el bulto en dos ocasiones. Los agentes tenían órdenes expresas de sus superiores de no arriesgar nada en su labor de desactivación.
Después de varias horas de trabajo, sobre las 22:15 horas, y cuando parecía que todo estaba controlado, el paquete hizo explosión, alcanzando al subinspector de los grupos TEDAX Pedro Domínguez Pérez y a los oficiales Luis Claraco López y José Luis Jiménez Barreno. Los dos primeros ingresaron, muertos en la residencia sanitaria Doce de Octubre, y el tercero quedó clínicamente muerto. El artefacto tenía una trampa consistente en un doble detonador y estalló cuando los artificieros intentaban desactivarlo manualmente. La explosión fue muy fuerte y la onda expansiva derrumbó 35 metros cuadrados del tejado de la nave. El paquete había sido remitido por dos hombres y una mujer. Fuentes policiales señalaron que en la dirección del remitente había un solar abandonado.
Al lugar de la explosión acudieron el ministro del Interior, José Luis Corcuera, el director general de la Policía, José María Rodríguez Colorado, y el alcalde de Madrid, Agustín Rodríguez Sahagún. José Luis Corcuera, tras inspeccionar el lugar, se marchó en su coche oficial sin hacer ningún tipo de declaraciones, al igual que el director general de la Policía, José María Rodríguez Colorado.
El todavía alcalde de Madrid, Agustín Rodríguez Sahagún, señaló: "Basta ya de violencia, basta ya de asesinatos, de sembrar la falta de comprensión y la intolerancia".
El funeral por los dos artificieros muertos, el sub inspector Pedro Domínguez y el oficial Luis Claraco, se celebró a las doce del mediodía del día siguiente, en la antigua Academia de la Policía, en el madrileño barrio de Canillas. Antes del inicio del oficio religioso, el ministro del Interior, José Luis Corcuera, mantenía una reunión con más de un centenar agentes del servicio de Técnicos Especialistas en Desactivación de Artefactos Explosivos (TEDAX) de toda España, que le reclamaron más medios técnicos, humanos y materiales para desempeñar su trabajo.
Los agentes de los TEDAX manifestaron a Corcuera el malestar que había entre sus miembros por la carencia de los medios necesarios para desactivar los paquetes bomba y le expusieron la falta de los útiles técnicos imprescindibles para poder enfrentarse a la nueva tecnología que, según todos los indicios, estaba utilizando la organización terrorista ETA en la confección de sus envíos mortales.
Según uno de los asistentes a la reunión, el ministro del Interior dijo a los agentes que desconocía todas estas deficiencias y que iba a mantener una reunión con los responsables policiales para solucionarlas. Un portavoz de Interior manifestó que la petición de más medios expresada por algunos artificieros, "no era compartida por la mayoría de los agentes de los TEDAX".
En el patio del acuartelamiento policial formaron dos compañías de la Policía Nacional y la Unidad de Música que rindieron honores a los dos policías asesinados, interpretándose la marcha “La Muerte No es el Final” y el toque de Oración. Los dos féretros, cubiertos con la Bandera Nacional, fueron colocados en lugar preeminente, delante de altar, donde se celebró la ceremonia religiosa y que presidieron los ministros del Interior y de Justicia, José Luis Corcuera y Tomás de la Quadra, junto a numerosas comisiones de la Policía Nacional, Guardia Civil y Ejercito. Tras el acto litúrgico, los féretros de los dos fallecidos, el subinspector Pedro Domínguez Pérez y el oficial Luis Claraco López, fueron trasladados, respectivamente, a ForfoIeda (Salamanca) y Linares (Jaén).
El funeral por el alma del oficial de la Policía Nacional Luis Claraco, tuvo lugar en la parroquia de San Francisco de Linares, al que asistieron unas quinientas personas, además del delegado del Gobierno en Andalucía, Alfonso Garrido, y de mandos provinciales de la Policía Nacional y Guardia Civil.
De igual forma al funeral por el alma del sub inspector Pedro Domínguez, celebrado en su pueblo natal de Forfoleda, asistieron varios centenares de vecinos y de otros pueblos de la comarca, que tributaron una cerrada ovación en recuerdo del servidor del orden asesinado, entre vivas a España y la Policía Nacional.
En julio de 2010 un tribunal de la Audiencia Nacional juzgó el exjefe de ETA José Luis Urrusolo Sistiaga por el asesinato de los tres agentes del Tedax. Urrusolo Sistiaga, alias “Joseba”, había sido extraditado por Francia en 2001 para ser juzgado por dieciséis asesinatos y dos secuestros entre otros delitos. Durante el juicio, y a preguntas de la defensa, el etarra señaló que había abandonado la organización terrorista en 1994. En septiembre de 2008 hizo pública una carta en la que, junto a la también etarra Carmen Guisasola, se desvinculaba del Movimiento de Presos Vascos y criticaba la estrategia de ETA y de Batasuna.
Según el escrito de conclusiones del fiscal, antes del 25 de junio de 1991 Urrusolo averiguó y anotó la dirección de la sede del Ministerio de Justicia en la calle San Bernardo de Madrid número 21 con la finalidad de enviar un paquete-bomba a cargos políticos o funcionarios allí destinados. "En ejecución del plan concebido", añadía el escrito, “miembros no identificados de la banda terrorista facturaron un paquete-bomba desde la empresa de paquetería Express Cargo de Valladolid”. El fiscal consideró a Urrusolo Sistiaga coautor de un delito de estragos terroristas, uno de atentado contra funcionarios, uno de asesinato en grado de tentativa y dos de asesinato terrorista.
El 28 de julio de 2010 Urrusolo Sistiaga fue condenado a penas que sumaban 119 años de cárcel como cooperador necesario en el atentado que costó la vida a los tres policías. Según se recogía en la sentencia, en una agenda que la Policía intervino en 1992 al ser desarticulado el comando del que Urrusolo formaba parte, se encontraron anotaciones con la dirección del Ministerio de Justicia para que ETA enviara un paquete bomba a una persona en ese departamento. También había anotaciones sobre empresas de mensajería escritas por una etarra huida. Un hombre y una mujer no identificados se encargaron de enviar desde Valladolid el paquete cargado de explosivos.
Los jueces al dictar sentencia tuvieron en cuenta que Urrusolo Sistiaga no negó haber escrito las notas de la agenda intervenida por la Policía, y que un informe pericial realizado por expertos en grafología de la Guardia Civil acreditó que el acusado era el autor de las anotaciones. La sentencia señalaba que el plan del atentado, "concretado entre el acusado y la otra etarra huida, dio lugar a que personas de la organización ETA, utilizando la información por aquellos conseguida, montaran el explosivo, lo ocultaran en una caja y lo facturaran".
En el año 2015, la Audiencia Nacional condenó a 119 años de cárcel a la etarra Itziar Alberdi Uranga, detenida el año anterior en Méjico, tras permanecer huida durante 22 años, por participar en el envío de paquete bomba al Ministerio de Justicia que provocó la muerte de los tres Técnicos de Desactivación de Explosivos (Tedax) que participaban en su desactivación el 1 de julio de 1991.
La sentencia, con ponencia de la magistrada Carmen Lamela, consideraba probado que Alberdi acordó con el etarra Joseba Urrusolo Sistiaga, ya condenado por aquellos hechos, remitir un paquete bomba a la sede del Ministerio de Justicia. Buscó una agencia de transportes en Valladolid desde la que mandar el material sin levantar sospechas, con relativa seguridad y anonimato.
“El 25 de junio de 1991”, decía la sentencia, “Alberdi y otros terroristas que no han sido identificados facturaron un paquete desde la empresa Express Cargo de Valladolid poniendo como remitente Gráficas Jotasu que contenía la dirección de una casa abandonada". “El paquete, de 41,4x 30,5 x 12,8 centímetros bajo la leyenda de la gráfica en negro y con la carga explosiva en su interior, estaba dirigido al subdirector de personal pero lo Ministerio rechazó al no poder comprobar su contenido a través de la cámara de seguridad y el repartidor lo introdujo en su furgoneta para terminar la ronda de envíos”.
“A las 16.30 horas del 1 de julio”, continuaba la sentencia, “una persona llamó a la delegación de la empresa de transportes de Aranda del Duero comunicando que el paquete, entonces depositado en un almacén de Villaverde, contenía una bomba. Un equipo de desactivación de explosivos se desplazó a la nave y, al manipularlo, este estalló sobre las 22.15 horas acabando en el acto con la vida en el acto de dos agentes y de un tercero en el hospital que fallecería dos días después”.
En febrero de 2016, el antiguo miembro de ETA José Luis Urrusolo Sistiaga, salía de la prisión alavesa de Zaballa y quedaba definitivamente en libertad tras cumplir 19 años de cárcel de los más de 900 años a los que había sido condenado. Urrusolo Sistiaga "el hombre de las mil caras" por su habilidad para camuflarse, redimió pena por estudios y trabajo, y el Tribunal Supremo tuvo en cuenta los seis años cumplidos en Francia, donde fue detenido en 1997, para descontarlos de su condena. Urrusolo, expulsado de la banda terrorista, se acogió a la vía Nanclares, a la que se adhirieron otro etarras partidarios del fin del terrorismo.
En 2022 tziar Alberdi Uranga fue trasladada del Centro Penitenciario de Logroño a un centro penitenciario del País Vasco. Ingresó en prisión el 19 de febrero de 2014 y cumple una condena de 30 años por asesinatos, asesinatos frustrados y estragos. Cumplirá las 3/4 partes de la pena en noviembre de 2029.
En el año 2014, tuvo lugar en Linares un merecido homenaje al oficial de Policía Luis Claraco, realizado por agentes de la Policía Nacional adscritos a la provincia de Jaén en recuerdo del compañero asesinado en Madrid por ETA. También la Corporación Municipal de Linares se sumó a ese reconocimiento y le dedicó a Luis Claraco una calle con su nombre. Tras descubrir la placa, y ya en el Museo de la Comisaría, se vivieron momentos muy emotivos en su recuerdo, cuando compañeros y amigos de estudios proyectaron un video donde se recordaba al policía asesinado desde su niñez, pasando por diferentes etapas de su vida.
Un monolito y un ciprés recuerdan desde el año 2016 en el barrio madrileño de Villaverde Alto, cerca de donde cayeron muertos, en 1991 a los policías Pedro Domínguez Pérez, Luis Claraco López y José Luis Jiménez Barrero, al explotar la bomba que trataban de desactivar, enviada por ETA al Ministerio de Justicia.
"Asesinados por la banda terrorista ETA el 1 de julio de 1991 por defender nuestra democracia, derechos y libertades. Que la memoria llene el presente de dignidad con nuestro agradecimiento. Vecinos y vecinas de Villaverde y pueblo de Madrid" reza la placa colocada en la rotonda en la que confluyen las calles San Cesáreo y San Erasmo, en el polígono en el que fallecieron los agentes.
La Junta Municipal de Distrito de Villaverde aprobó, a propuesta del PP y con el apoyo de todos los grupos la colocación del monolito, En el acto de homenaje, además de concejales del ayuntamiento de Madrid, se hallaban presentes el director general de la Policía, Ignacio Cosidó, el comisario jefe de los Tédax, Javier Navalmoral, el comisario general de Información, Enrique Barón, y el jefe superior de Policía de Madrid, Alfonso José Fernández, entre otros mandos policiales que arroparon a las familias de los fallecidos.
Luis Claraco López, de 39 años, era natural de Linares (Jaén). Estaba casado y tenía tres hijos.
Pedro Domínguez Pérez, subinspector de la Policía Nacional de 45 años, era natural de Forfoleda (Salamanca), donde fue enterrado. Estaba casado y tenía tres hijos.
De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se concedió a Pedro Domínguez y Luis Claracola Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior les concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo.
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