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HOY DÍA 27 DE JUNIO.ASESINADOS POR EL TERRORISMO MARXISTA. ¡ESPAÑOL RECUERDA Y NO OLVIDES!

27 DE JUNIO DE 1978. SAN SEBASTIÁN. SARGENTO DE LA POLICÍA ARMADA FRANCISCO MARTÍN GONZÁLEZ.

Sargento de la Policía Armada Francisco Martín González.


El día 27 de junio de 1978 la banda terrorista ETA asesinaba a tiros en San Sebastián al Sargento de la Policía Armada FRANCISCO MARTÍN GONZÁLEZ. Ese día, el sargento Martín González y otros tres agentes del cuerpo se encontraban prestando un servicio de vigilancia en el barrio de Bidebieta, en una urbanización de San Sebastián. El todo terreno en el que viajaban estaba parado en el paseo de Los Olmos, donde iban a proceder a hacer un relevo de las patrullas que recorrían las calles de San Sebastián a pie. Uno de los agentes se encontraba en el exterior del vehículo cuando se acercó un taxi de color blanco marca SEAT 132 del que se apeó un terrorista quedando otro individuo dentro del vehículo de servicio público. El primero, desde un metro de distancia aproximadamente, disparó a bocajarro contra el vehículo de la policía, alcanzando a los cuatro miembros: un sargento, un chófer y dos policías.


El sargento resultó muerto en el acto, mientras que sus tres compañeros, José Frado Carro, Francisco Sánchez Arcos y José Gutiérrez Díaz, resultaron heridos de gravedad. En el lugar del atentado se encontraron numerosos casquillos del calibre 9 milímetros parabellum marca Geco. Los autores del atentado huyeron en el citado taxi en dirección al alto de Miracruz.


Un testigo presencial del atentado dijo a la Policía, que se encontraba fuera y junto al “jeep” un policía y dos dentro. Al producirse el ametrallamiento, el policía que estaba de pie cayó al suelo. Otro salió del vehículo, con un radio teléfono en la mano, y cayó también al suelo; el tercero quedó con la cabeza apoyada en el volante. Todas las personas que transitaban por los alrededores se tiraron al suelo al producirse tos ráfagas de ametralladora.


Otro testigo presencial, informó a la Policía que el Land Rover policial quedó rodeado de varios policías caídos. Uno de ellos estaba sentado en la acera sangrando profusamente por una herida abierta a la altura de la sien. Otro policía que todavía estaba vivo estaba tumbado en el suelo con los pies apoyados en la escalerilla de atrás del furgón sin poderlos bajar, tenía un tiro en el abdomen. El sargento Martín estaba muerto, sentado en el sitio del copiloto con la cabeza caída hacia atrás y un tiro que le había entrado por la nuca. El vehículo policial presentaba numerosos impactos de bala, así como los cristales rotos


Numerosos vecinos se aprestaron en ayuda de los servidores del orden. Con una puerta de madera a modo de camilla, se trasladó al vehículo de un vecino de la urbanización, al sargento Martín, que fue llevado con urgencia al hospital Militar de San Sebastián al que llegó ya cadáver. Al lugar de los hechos llegaron tres coches de la Policía a toda velocidad. Uno de los policías, en plena crisis nerviosa, sacó la porra e intentó golpear a varios vecinos. Un de lo testigos presenciales que se hallaba realizado labores de ayuda le contó lo sucedido. “¡Han matado al sargento González!”, gritó uno. Otros dos policías armados se pusieron a llorar desconsoladamente.


Unas horas después del asesinato del sargento Martín, hacia la una y veinte de la madrugada, otro grupo de la banda terrorista abrió fuego contra miembros de la Policía que habían montado un control de carretera para intentar capturar a los autores de la muerte de Francisco Martín. Los disparos fueron hechos a bastante distancia desde un monte cercano a la capital donostiarra, y obligó a los agentes a tirarse al suelo para protegerse del ataque. Horas después, cuando amaneció, se procedió a inspeccionar la zona. Cerca del lugar desde el que se realizaron los disparos se encontraron tres paquetes que contenían respectivamente un kilo de goma-2 cada uno adosados a una importante cantidad de metralla. Los artefactos explosivos estaban preparados para ser lanzados directamente, a modo de bomba de mano. La banda terrorista ETA pretendía de esa forma tender una emboscada a las Fuerzas de Seguridad y los disparos tenían como objetivo que los policías se acercasen al lugar donde se hallaban situados los explosivos trampa.


A la mañana del día siguiente 28 de junio, tuvo lugar en el Hospital Militar de San Sebastián una Misa de corpore insepulto por el alma del sargento de la Policía Armada Francisco Martín, presidida por los gobernadores Civil y Militar de San Sebastián y en cuyo comienzo hubo una gran tensión, respecto a la presencia del gobernador Civil, para posteriormente calmarse los ánimos, desarrollándose la Santa Misa en medio de un profundo silencio.


Una vez finalizada la Misa, los restos mortales de Francisco Martín fueron trasladados a Madrid, y la capilla ardiente se instaló en la Academia de la Policía Armada de Canillas, donde tendría lugar el funeral oficial que presidieron el subsecretario de Orden Público, Julio Camuñas; el director general de Seguridad, Mariano Nicolás; el general inspector de la Policía Armada, Timón de Lara, gobernador civil de la provincia y numerosos jefes, oficiales, policías y alumnos del cuerpo. No asistió ningún miembro del Gobierno, que a esa hora se encontraba reunido en Consejo de Ministros extraordinario. La ceremonia fue oficiada por el capellán de la Policía Armada, quien hizo una semblanza del policía asesinado y condenó la violencia terrorista


Tras el funeral, el féretro del Sargento Martín, cubierto con la Bandera Nacional, fue sacado a hombros de sus compañeros al patio de la Academia donde se entonó el Himno del Cuerpo y se procedió a introducir el ataúd de Francisca Martín en un furgón funerario que lo trasladaría hacía el cementerio madrileño de Carabanchel donde recibió cristina sepultura.


Francisco Martín González, de 32 años de edad, era natural de Umbrías ( Ávila) y estaba casado con Cristina Domínguez. Había sido destinado a San Sebastián un mes antes de su asesinato, por lo que su residencia seguía estando en Madrid, donde vivía su mujer y donde fue enterrado. Su viuda Cristina contó que tras el asesinato se sintió muy sola, pues del Gobierno nunca tuvo una palabra de aliento, ni una llamada. Tan solo recibió la ayuda de los compañeros de su marido para hacer las gestiones que le permitiesen cobrar una pensión de viudedad.


De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se le concedió la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior le concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo.


27 DE JUNIO DE 1983. PAMPLONA. JESÚS BLANCO CERECEDA, JEFE DEL SERVICIO DE COMUNICACIONES DEL AEROPUERTO DE NOÁIN.

Jesús Blanco Cereceda.


El 27 de junio de 1983 la banda terrorista ETA asesinaba en Pamplona a JESÚS BLANCO CERECEDA, jefe del Servicio de Comunicaciones del aeropuerto de Noáin. Varios etarras le esperaban a la puerta de su domicilio desde minutos antes de la 8:00 horas, hora en la que, habitualmente, Jesús salía para dirigirse a su trabajo.


Jesús coincidió en el portal de su casa con una vecina, enfermera de profesión, y ambos salieron juntos a la calle. La víctima estaba ayudando a su vecina a trasladar unos paquetes al automóvil cuando fue abordada por un individuo que llevaba un rato esperando en la acera de enfrente. Otros dos terroristas esperaban sentados junto a una zapatería cercana. Uno de ellos se acercó a Jesús y le disparó tres tiros a bocajarro, uno de ellos en la nuca. Sangrando abundantemente, Jesús pudo andar varios metros hasta caer junto al portal de su domicilio en el barrio de San Juan de la capital navarra.


Mientras los terroristas se daban a la fuga en un vehículo Simca 1200 de color rojo, que les esperaba con el motor en marcha, Jesús fue atendido por la enfermera y por su marido, que era médico. Falleció mientras era trasladado en una ambulancia de la Cruz Roja al servicio de urgencias del Hospital de Navarra. El parte médico facilitado en este centro sanitario señalaba que el fallecido presentaba dos orificios de entrada en hemitórax izquierdo con salida por la región axilar derecha y por región escapular derecha.


El vehículo utilizado por los autores del atentado había sido robado a punta de pistola unas horas antes en el barrio de San Jorge de Pamplona. Su propietario fue introducido maniatado en el maletero. Los terroristas huyeron en dirección a la avenida de Sancho el Fuerte y, de ahí, al barrio de La Milagrosa, donde abandonaron el automóvil, que fue localizado posteriormente por la Policía con su propietario en el maletero.


Jesús Blanco se encontraba solo en casa, ya que su familia estaba pasando unos días de vacaciones en Covarrubias. Los funerales por su alma se celebraron al día siguiente en Pamplona, con asistencia del ministro de Transportes, Enrique Barón, y altos cargos de su departamento.


Los terroristas, miembros del grupo Mendaur de ETA, ya habían intentado acabar con la vida de Jesús el 8 de abril de ese mismo año. Ese día los etarras procedieron de igual manera y esperaron a que su objetivo saliese de su domicilio para tirotearle. Los planes se frustraron porque Jesús no salió del domicilio.


En 1986 la Audiencia Nacional condenó a Enrique Labay Machín a 29 años de prisión por el asesinato de Jesús Blanco. Diez años después, en 1996, fueron condenados a 30 años de reclusión mayor los etarras Fermín Urdiain Ciriza y Joaquín Sancho Biurrun por el mismo asesinato.


El asesino de Jesús Blanco Cereceda, Enrique Labay Machin, al igual que su colaborador Urdian Ciriza, quedarían en libertad a principios de 2006 al aplicárseles beneficios penitenciarios de la reforma del código Penal en 1995, pues fueron condenados por el Código Penal de 1973.


Urdain Ciriza detenido por la Guardia Civil el 16 de abril de 1989, tras la ruptura de la tregua por parte de la organización terrorista. Por las actividades realizadas como miembro de los grupos “Mendaur” y “Éibar” de ETA fue condenado en catorce sentencias diferentes a penas que rondaban los 800 años de cárcel de los que cumplió solamente 16 años y nueve meses.


Sancho Biurrum, detenido en Francia en 1989. Condenado a 183 años de cárcel por participar en varios asesinatos, se favoreció de la derogación de la doctrina Parot y salió en libertad en 2013.


Jesús Blanco Cereceda, de 58 años, era natural de Berceo (La Rioja), casado y tenía tres hijos, de 34, 30 y 25 años de edad. Era funcionario adscrito a la Dirección General de Aviación Civil y destinado en Pamplona desde octubre de 1967, unos años antes de construirse el aeropuerto. Estaba asimilado al grado de capitán para casos de movilización, de ahí que algunas personas lo conociesen como capitán Blanco.


De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se le concedió la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo.

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