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HOY DÍA 28 DE JULIO. ASESINADOS POR EL TERRORISMO MARXISTA. ¡ESPAÑOL RECUERDA Y NO OLVIDES!

28 DE JULIO DE 1979. BILBAO, CABO PRIMERO DE LA POLICÍA NACIONAL MIGUEL SARO PÉREZ. POLICÍA NACIONAL EMILIO LÓPEZ DE LA PEÑA.

Cabo Primero de la Policía Nacional Miguel Saro Pérez.


El 28 de julio de 1979 la banda terrorista ETA, en su rama militar, asesinaba a dos Policías Nacionales en Bilbao. A media mañana de ese día, efectivos de la Compañía de Reserva de la Policía Nacional, con base en Basauri, habían establecido un control de carretera de los automóviles que transitaban entre Bilbao, Erandio y Las Arenas, paralelos a la ría. En el control se encontraban el Cabo primero de la Policía Nacional MIGUEL SARO PÉREZ, y el Policía Nacional EMILIO LÓPEZ DE LA PEÑA

Policía Nacional Emilio López de la Peña.


Los dos policías realizaban un control rutinario en la curva de Elorrieta y fueron asesinados cuando ambos salían de un estanco situado a unos cien metros de distancia del control al que habían acudido a comprar unas tarjetas postales, jabón y unos cordones para zapatos.


Al salir del establecimiento, dos o tres miembros de la banda terrorista ETA-m, dispararon contra ellos desde un Renault-5 matrícula BI-5689-C, que previamente había sido robado a punta de pistola, y que se dio inmediatamente a la fuga. El vehículo sería abandonado posteriormente en Las Arenas. El intenso tráfico, habitual a esas horas a la entrada del barrio de Luchana, y una curva pronunciada entre la tienda y el control policial impidieron que sus compañeros pudieran ver ni oír nada. En los cuerpos de ambos policías se apreció que habían sido alcanzados por más de media docena de balazos.


Tras recibir los impactos de varias balas los dos policías nacionales cayeron al suelo de donde fueron recogidos aún con vida para ser trasladados inmediatamente al hospital civil de Bilbao, distante unos 5 kilómetros del lugar de los hechos. En el trayecto los dos policías, a consecuencia de las lesiones producidas por las balas, dejaron de existir entes de llegar al centro sanitario.


Antes de producirse el atentado un Individuo sin identificar se acercó a los policías que hacían el control y les avisó que en la curva de Elorrieta, a un centenar de metros, se había producido un accidente de circulación. Los dos infortunados servidores del orden, por mandato expreso de sus superiores, se desplazaron hasta el lugar comprobando que no existía tal accidente. Al regreso fue cuando entraron en el estanco y a la salida fueron acribillados a balazos por disparos de pistola cuya munición era de 9 milímetros Parabellum


Con la presencia de la casi totalidad de la guarnición policial de Bilbao, representaciones del Ejército, policía gubernativa y Guardia Civil, a las 10,30 de la mañana del domingo día 29, tenía lugar el funeral de corpore insepulto por las almas del cabo primero de la Policía Nacional Miguel Saro Pérez y del Policía Nacional Emilio López de la Peña, asesinados el día anterior en un control de carreteras entre Bilbao y las Arenas. Tres compañías de la Policía Nacional se hallaban formadas en el gran patio del acuartelamiento, donde tendría lugar la Santa Misa. Los dos féretros de los Policías asesinados, cubiertos con la bandera Nacional y con sus respectivas gorras encima, fueron colocados en unos túmulos delante del Altar Mayor.


A la ceremonia religiosa oficiada por el capellán castrense, asistieron, además de los familiares de las víctimas, el Gobernador civil de Vizcaya, Gobernador Militar de Vizcaya, jefe superior de Policía de Bilbao, General de la Zona de la Guardia Civil y otras autoridades civiles y militares


Antes de finalizar el oficio religioso se rezó un responso por el alma de los dos Policías asesinados, en medio de un profundo y emotivo silencio roto tan solo por lo sollozos de familiares y varios policías. Los dos féretros fueron cargados a hombros de sus compañeros e introducidos en dos ambulancias de la Policía, mientras la gran mayoría de los presentes entonaban el himno de Infantería.


Los dos vehículos salieron hacia sus respectivos lugares de origen, Segovia y Santander, escoltados por motoristas de la Policía Nacional y cuatro jeeps del Cuerpo que iban llenos de coronas de flores, muchas de ellas con cintas de la bandera española.


En el cementerio de Segovia recibieron cristiana sepultura los restos del Policía Nacional Emilio López de la Peña, En el camposanto esperaban las primeras autoridades provinciales, el vicepresidente del Congreso Modesto Fraile, comisiones del Ejército, Policía Nacional y Guardia civil, así como una enorme cantidad de segovianos. El presidente de la Diputación provincial Rafael de las Heras impuso sobre el féretro del policía que iba cubierto con la enseña Nacional, la medalla de bronce de la provincia, concedida a título póstumo. Los restos mortales del policía fueron inhumados en el panteón familiar sobre el que se colocaron un gran número de coronas. En esos instantes un nutrido grupo de jóvenes que portaban banderas Nacionales entonaron el Cara al Sol, dieron vivas a España y gritos contra Eta y el Gobierno.


En el cementerio de Cirigo de Santander era enterrado el cuerpo del cabo primero de la Policía Nacional Miguel Saro Pérez, Una ingente cantidad de público se había congregado a la puerta del cementerio, Numerosos compañeros del cabo primero Saro formaron un cordón para recibir el cadáver que llegó en una ambulancia. El féretro, una vez fuera del vehículo, fue izado a hombros por sus compañeros y trasladado a la capilla del cementerio donde se rezó un responso para de seguido proceder al enterramiento del Policía en el panteón familiar. Durante la ceremonia se escucharon numerosos vivas a España y a la Policía Nacional, así como gritos de “muera Eta” y “gobierno dimisión”


El Cabo primero Miguel Ángel Saro Pérez, tenía también 30 años, estaba casado y tenía tres hijos. Era natural de Santander Los dos pertenecían a la Compañía de Reserva número 14 con guarnición en Basauri.


El Policía Emilio López de la Peña, tenía 30 años, estaba soltero, pero iba a contraer matrimonio el 2 de septiembre de ese mismo año. Era natural de Segovia, Su madre y hermana se enteraron del asesinato de Emilio mientras prestaban sus servicios en la clínica donde estaban contratadas.


De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se les concedió a los dos infortunados Policías la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior les concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo.


A día de hoy los asesinatos del Cabo Primero Miguel Ángel Saro Pérez,y del Policía Nacional Emilio López de la Peña están sin resolver.


28 DE JULIO DE 1991. GUECHO (VIZCAYA) GUARDIA CIVIL CARLOS PÉREZ DACOSTA.


Guardia Civil Carlos Pérez Dacosta.


A las 14:30 horas del 28 de julio de 1991 la banda terrorista ETA asesinaba en Guecho (Vizcaya) al Guardia Civil CARLOS PÉREZ DACOSTA y hería gravemente al agente Francisco Aguilera Granados, al explotar un coche-bomba al paso del vehículo particular, sin distintivos oficiales, ocupado por los dos miembros de la Benemérita Institución


El atentado se produjo en la confluencia de las calles Santa Ana y Amaya del barrio de Las Arenas. Los etarras aparcaron el coche-bomba, cargado con unos 20 kilos de explosivo y metralla, junto a una señal de stop donde el automóvil de los guardias civiles tuvo que detenerse. En ese instante fue activado con un mando a distancia.


La explosión alcanzó de lleno a Carlos Pérez Dacosta, que ocupaba el asiento junto al conductor. El otro guardia civil, Francisco Aguilera Granados, que conducía el vehículo, resultó gravemente herido. Fue trasladado al Hospital de la Seguridad Social de Cruces, en Baracaldo.


El coche-bomba era un taxi de color marrón, matrícula de Bilbao, robado por dos personas a punta de pistola tres horas antes en la localidad vizcaína de Amorebieta. El propietario fue rescatado en el monte San Miguel, donde había sido abandonado atado a un árbol.


Dos días antes del atentado que le costaría la vida a Carlos Pérez Dacosta, ETA había intentado una nueva matanza al estilo de la casa-cuartel de Vic del 29 de mayo de 1991, haciendo estallar un coche-bomba cargado con 60 kilos de amosal y metralla junto a la casa-cuartel de Irún (Guipúzcoa), donde residían un centenar de guardias civiles con sus familias. Cuatro agentes y doce familiares, entre ellos algunos niños, resultaron heridos por la potente explosión que se produjo de madrugada.


Carlos Pérez Dacosta, de 22 años, era natural de San Vitero (Zamora). Estaba destinado en Vascongadas desde el 1 de junio de 1990. Al día siguiente se celebró el funeral por su alma en la Iglesia de San José de Bilbao. Un segundo funeral se celebró en su pueblo natal, donde fueron trasladados sus restos mortales para ser cristianamente sepultados.


Francisco Aguilera Granados, de 21 años, era natural de Córdoba y llevaba destinado en Vascongadas desde el 1 de noviembre de 1990. Resultó gravemente herido, pero consiguió recuperarse tras ser intervenido en el Hospital de la Seguridad Social de Cruces, en Baracaldo.


De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se concedió a Carlos Pérez Dacosta la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior les concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo.


28 DE JULIO DE 2001. MADRID. GENERAL DE BRIGADA DEL EJÉRCITO JUSTO OREJA PEDRAZA.

General de Brigada Justo Oreja Pedraza.


El 28 de junio hacia las 8:30 horas, el general de Brigada del Ejército JUSTO OREJA PEDRAZA salió de su domicilio en la calle López de Hoyos de Madrid para dirigirse al garaje donde le esperaba un soldado en el coche oficial. Cuando apenas había recorrido unos metros, el estallido de un artefacto explosivo le impactó de lleno.


Un joven dejó apoyada en una farola una bicicleta de montaña con una mochila adosada a ella, que, según las primeras investigaciones policiales, estaba llena con unos cuatro kilos de dinamita, escapando del lugar a la carrera.


La explosión le provocó al general Oreja gravísimas quemaduras en casi la mitad de su cuerpo. La fortísima onda expansiva, le lanzó contra la pared de una sucursal bancaria cuyos ventanales quedaron destrozados, causándole traumatismo craneoencefálico y ocular, fractura de muñeca y contusión pulmonar. El soldado conductor trasladó al general en el coche oficial hasta el Hospital de La Paz, quedando ingresado a la Unidad de Quemados Críticos.


Seis horas y media después de la explosión de la bicicleta-bomba, los terroristas hicieron estallar en una calle próxima un artefacto colocado en el coche que utilizaron para huir del lugar del atentado. Cuando los Tedax inspeccionaban el vehículo, encontraron un segundo artefacto explosivo sin estallar que, muy probablemente, era una bomba-trampa con la que los asesinos de la banda quisieron asesinar a más policías. El automóvil, un Peugeot 405, fue robado en el mes de marzo en el barrio madrileño de Moratalaz.


Un mes justo del atentado y tras larga agonía, el 28 de julio de 2001 fallecía en la ciudad sanitaria de La Paz de Madrid por un fallo multi orgánico.


Ese 28 de julio el arzobispo castrense, José Manuel Estepa, ofició el funeral por Justo Oreja Pedraza en el patio de la sede del Ministerio de Defensa. Sus honras fúnebres contaron con la presencia del presidente del Gobierno, José María Aznar, el ministro de Defensa, Federico Trillo, el líder de la oposición, José Luis Rodríguez Zapatero, y la totalidad de los altos mandos de las Fuerzas Armadas. El Gobierno concedió a la víctima la Gran Cruz del Mérito Militar a título póstumo, que fue recogida por la viuda de manos del presidente Aznar, junto con la bandera de España y la gorra de su esposo. Al día siguiente, en la intimidad familiar, sus restos fueron cristianamente sepultados en el cementerio de Tres Cantos de Madrid.


En 2006 la Audiencia Nacional condenó a sendas penas de 323 años de cárcel a Ana Belén Egüés Gurruchaga y a Aitor García Aliaga, detenidos en noviembre de 2001 minutos después de cometer un atentado contra el secretario general de Policía Científica del Ministerio de Ciencia y Tecnología, Juan Junquera, que resultó herido leve. La detención fue posible gracias a la colaboración de un ciudadano anónimo que sospechó de ellos y les siguió, dando aviso a la Policía. La sentencia consideró hechos probados que los dos etarras habían vigilado los hábitos del general Oreja Pedraza y colocaron la bicicleta-bomba junto al número 134 de la calle López de Hoyos de Madrid, bomba que fue activada por Aitor García Aliaga mediante un mando a distancia.


En diciembre de 2010, la Audiencia Nacional condenó por este mismo asesinato al etarra Juan Luis Rubenach Roig, mientras que el segundo acusado, Gorka Palacios Alday, fue absuelto por falta de pruebas.


En 2022 Gorka Palacios Alday fue trasladado por orden del ministro Fernando Grande Marlasca del Cetro Penitenciario Madrid VII a una prisión del País Vasco para seguir cumpliendo condena por los asesinatos del Teniente Coronel del Ejército Pedro Antonio Blanco el 21 de enero del 2000 y del Policía Nacional Luis de la Rosa,en 2001, ambos asesinatos realizados en Madrid n Madrid.


El general Justo Oreja Pedraza, tenía 62 años y era natural de Aldeavieja de Tormes (Salamanca). Estaba casado y era padre de cuatro hijos. Licenciado en Derecho, Ciencias Sociales y Ciencias de la Información, aprobó la oposición de interventor del Ejército, ingresando como teniente siendo destinado a Toledo. Trasladado a Madrid en 1967, destino del que ya no se movería. En noviembre de 1997 ascendió a general de Brigada. Era el jefe de la División de Estudios y Coordinación de la Intervención General de la Defensa. En el año 2001 pasaría a la situación de reserva.


De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se le concedió la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior les concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo.

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