7 DE JUNIO DE 1968, VILLABONA (GUIPUZCOA) JOSÉ ANTONIO PARDINES ARCAY GUARDIA CIVIL DE LA AGRUPACIÓN DE TRÁFICO.
Guardia Civil José Antonio Pardines Arcay.
El 7 de junio de 1968 la banda terrorista ETA asesinaba en Villabona (Guipúzcoa) al Guardia Civil perteneciente a la agrupación de Tráfico JOSÉ ANTONIO PARDINES ARCAY. Fue la primera víctima mortal deliberada de la banda y, durante muchos años, se consideró que fue el bautismo de sangre de ETA. Aún tenían que pasar muchos años para que el asesinato de la niña Begoña Urroz Ibarrola, el 27 de junio de 1960, fuese atribuido a la banda terrorista.
El asesinato de José Pardines se produjo en la Nacional I, a su paso por el término municipal de Villabona (Guipúzcoa), en una zona en obras de la carretera. La Guardia Civil de Tráfico se encontraba en el lugar desviando los vehículos y dirigiendo el tráfico. Pardines estaba en un extremo de las obras y Félix de Diego, su compañero, en el otro, a una distancia de dos kilómetros. Pardines dio el alto a un automóvil Seat-850 coupé con matrícula de Zaragoza, por sospechar que pudiera tratarse de un vehículo robado. Cuando se agachó para comprobar los datos de la matrícula del vehículo, uno de los dos ocupantes de éste, Javier Echebarrieta Ortiz, Txabi, en ese momento uno de los principales dirigentes de ETA, le disparó mortalmente. Los dos etarras Francisco Javier Echebarrieta Ortiz, alias Txabi, e Iñaki Sarasketa, huyeron. Pero horas después fueron interceptados en Tolosa por la propia Guardia Civil, en uno de los controles del dispositivo de búsqueda establecido tras el atentado: Echeberrieta fue abatido en el tiroteo que se produjo; su compañero, Iñaki Sarasketa, resultó herido, y fue detenido poco después en una iglesia cercana en la que se había refugiado. La muerte de Pardines fue el primer atentado mortal de ETA.
Treinta años después, Iñaki Sarasketa relataría en La Revista de El Mundo (7 de junio de 1998) como ocurrieron los hechos: "Txabi me dijo: ‘Si lo descubre, lo mato’. ‘No hace falta’, contesté yo, ‘lo desarmamos y nos vamos’. ‘No, si lo descubre, lo mato’. Salimos del coche. El guardia civil nos daba la espalda, de cuclillas mirando el motor en la parte de detrás. Sin volverse empezó a hablar: ‘Esto no coincide...’. Txabi sacó la pistola y le disparó en ese momento. Cayó boca arriba. Txabi volvió a dispararle tres o cuatro tiros más en el pecho. Había tomado centraminas y quizá eso influyó. En cualquier caso, fue un día aciago. Un error. Como otros muchos en estos veinte años. Era un guardia civil anónimo, un pobre chaval. No había ninguna necesidad de que aquel hombre muriera".
En el momento del asesinato, el conductor de un camión que pasaba por ese tramo de obras se percató de lo que sucedía y alertó al compañero de Pardines, que se acercó con una motocicleta hasta el lugar donde se encontraba el guardia civil, muerto en medio de un charco de sangre.
Txabi Echebarrieta, autor material del crimen, murió horas más tarde en un enfrentamiento con la Guardia Civil en Tolosa. Sarasketa fue detenido y condenado a muerte, aunque la pena fue conmutada por cadena perpetua. Beneficiado por las medidas de amnistía aprobadas como parte del proceso de Transición a la democracia tras la muerte del Generalísimo Franco, salió de prisión en 1977. El día que asesinaron a Pardines, Echebarrieta y Sarasketa se dirigían a San Sebastián para preparar el asesinato del inspector Melitón Manzanas.
El cadáver del infortunado guardia civil llegó a Malpica a las 5 de la madrugada del lunes 10 de junio, escoltado desde el límite de la provincia, por fuerzas del Guardia Civil de Tráfico de La Coruña.
La capilla mortuoria quedó instalada en su domicilio y a lo largo de todo el día fueron incesantes las visitas al domicilio del finado, a donde llegaron innumerables telegramas de pésame.
A las 4 de la tarde, de la casa mortuoria, hasta la iglesia de San Julián de Malpica, partió el cortejo fúnebre en el que el féretro iba cubierto por la bandera Nacional y, sobre ella, un tricornio. Le dieron escolta fuerzas de la Guardia Civil de Tráfico de La Coruña.
Tras el féretro seguía el clero parroquial, con Cruz alzada y fuerzas de Guardia Civil, Policía Armada, Policía Gubernativa, representaciones de Ayuntamientos y otras autoridades portando coronas, cuyo número se acercaba al medio centenar.
En la presidencia del duelo figuraban los hermanos del finado, Manuel, José y José Luis; su abuelo, José. Pardines Hernández y sus tíos.
1968. Entierro en Malpica de Bergantiños(La Coruña) del Guardia Civil José Antonio Pardines Arcay, asesinado por ETA en Villabona (Guipúzcoa)
Tras esta presidencia, figuraba otra oficial que integraban el Capitán General de la Octava Región Militar, teniente general José Angosto y Gómez-Castrillón; general jefe de la Sexta Zona, con sede en León, Ángel Delgado Saavedra; gobernador civil accidental, Felipe Marcos; presidente de la Diputación, Rafael Puga Ramón; alcalde de Malpica, José Antonio Seoane Vázquez; jefe superior de Policía de La Coruña Mariano Cabrero, coronel jefe del Tercio 64 de la Guardia Civil, delegados provinciales del Ministerio de Información y Turismo y de Sindicatos; subjefe provincial del Movimiento; representaciones de la Policía Armada, Guardia Civil Ejercito y Armada, y alcaldes de varios pueblos limítrofes.
Al llegar el cortejo fúnebre a la iglesia parroquial, en el centro del templo se situó el ataúd, escoltado también por fuerzas de la Guardia Civil de Tráfico, y dio comienzo un solemne funeral, en el que ofició de preste el párroco de San Julián de Malpica, don Benigno Roca Monde, auxiliado por párrocos de Pazos y Jomes.
Durante el acto religioso el templo parroquial de Malpica estaba totalmente abarrotado de público, entre el que se encontraban numerosas representaciones de las fuerzas de la benemérita.
Al llegar la comitiva al cementerio, el teniente general Angosto Gómez-Castrillón, capitán general de Galicia, pronunció unas breves palabras: “La Fuerza Armada” —dijo—“representa la seguridad de la Patria y la defensa de la unidad de los valores sagrados, misión nobilísima contra nuestros enemigos exteriores e interiores. Más peligrosos aún los interiores porque atenían más alevosamente contra nuestra unidad”.
Destacó también el Capitán General el esfuerzo de la Guardia Civil que, “no está sola, sino que tiene tras ella a todas las fuerzas armadas, al Ejército y a todo el pueblo, como se pone hoy de manifiesto en Malpica una bella villa gallega donde el pueblo sabe reaccionar con la mayor unidad contra quienes son culpables de un brutal ata que a los que defienden la unidad sagrada de España”.
Ante la tumba donde quedaron depositados los restos mortales de José Antonio Pardines, se colocaron numerosas coronas, entre las que figuraban las enviadas por la Guardia Civil, Ejército, Armada Española, Policía Armada, Gobiernos Civiles y Diputaciones provinciales de Guipúzcoa y Galicia, y Cooperativa y Grupo Sindical de Transportes de Pescado de La Coruña.
José Pardines Arcay era natural de Malpica (La Coruña). Estaba soltero y tenía 25 años. Hijo y nieto de guardias civiles, había residido en varias localidades gallegas y también en Santa Pola (Alicante), donde también estaba destinado su padre en el momento del asesinato. Una vez que entró en la Guardia Civil, estuvo destinado primero en Asturias y, posteriormente, tras realizar el curso de Tráfico, fue destinado a Guipúzcoa, donde conoció a su novia, Emilia. Huérfano de madre desde muy joven, se crió con la ayuda de una tía. Cuando empezó a ganar dinero, contribuyó a la economía familiar para que sus dos hermanos menores pudiesen estudiar. Su compañero el día del atentado, Félix de Diego Martínez tuvo que abandonar la Guardia Civil en 1972. Siete años más tarde, el 31 de enero de 1979, fue asesinado también por la banda terrorista ETA.
Los restos mortales de José Pardines fueron enterrados en Malpica, donde se celebró el funeral. Un año después, se le hizo un homenaje en su localidad natal y se colocó una placa azul con letras blancas en la calle que lleva su nombre.
7 DE JUNIO DE 1979. TOLOSA (GUIPUZCOA) ANDRÉS ANTONIO VARELA RÚA. COMANDANTE DE INFANTERÍA RETIRADO Y FUNCIONARIO EN EL AYUNTAMIENTO DE SAN SEBASTIÁN.
Comandante de Infantería retirado Andrés Varela Rúa.
A las dos y veinte de la tarde del 7 de junio de 1979 la banda terrorista ETA asesinaba a tiros, en la localidad guipuzcoana de Tolosa, al comandante de Infantería retirado ANDRÉS ANTONIO VARELA RÚA.
El militar retirado se había apeado, veinte minutos antes, del tranvía en el que todos los días volvía de San Sebastián a Tolosa, tras terminar su trabajo en el Ayuntamiento de la capital donostiarra. La víctima se dirigía a pie desde la estación hacia su domicilio y no se dio cuenta que le seguían dos individuos, disfrazados con pelucas. Los terroristas lo abordaron por la espalda y abrieron fuego de pistola contra él. La víctima se desplomó en el suelo tras recibir diez balazos, uno de los cuales le alcanzó en la frente. Al parecer nadie presenció la acción, pero al oír los disparos los vecinos de las casas contiguas pudieron ver a los dos jóvenes que, empuñando todavía sus pistolas, se alejaban del lugar sin demasiada prisa y doblaban la calle para dirigirse hacia la plaza de Guipúzcoa. Probablemente los agresores subieron en algún coche aparcado en las proximidades.
El cuerpo de la víctima permaneció cubierto por una manta en el lugar del suceso durante más de una hora, hasta que fue recogido por una ambulancia. La Guardia Civil encontró más tarde, junto al cadáver, tres casquillos de bala calibre 9 milímetros parabellum, marca SF..
El alcalde de Tolosa, Iñaki Linazasoro, del Partido Nacionalista Vasco, se trasladó al lugar de los hechos donde fue increpado por una persona que le preguntó si el Ayuntamiento "iba a pedir amnistía para los que han matado a este buen hombre". El alcalde señaló que esa misma tarde se iba a celebrar un Pleno donde se presentaría una moción de condena por el atentado. Linazasoro declaró a los medios de comunicación que la víctima "era un hombre encantador, querido por todos los tolosanos y dispuesto a hacer favores a cualquiera".
El 12 de junio la banda terrorista ETA reivindicó el atentado a través de varias llamadas a medios de comunicación de Bilbao.
Andrés Antonio Varela Rúahabía nacido en Orense y tenía 51 años. Estaba casado con una tolosarra y tenía una hija, Eva, de 15 años, que estudiaba en Vitoria. En el momento del atentado trabajaba como funcionario en el Ayuntamiento de San Sebastián y, anteriormente, había sido capitán de la Policía Armada y comandante de Infantería. Unos años antes había sido contratado por el colegio de los Escolapios de
De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se le concedió la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Tolosa para impartir clases de matemáticas.
7 DE JUNIO DE 1983. AZPEITIA (GUIPÚZCOA) FRANCISCO MACHÍO MARTOS. EMPLEADO FÁBRICA DE MUEBLES.
Francisco Machío Martos.
Alrededor de las nueve menos cuarto de la noche del día 7 de junio de 1983, dos terroristas miembros de los Comandos Autónomos Anticapitalistas asesinaban en Azpeitia (Guipúzcoa) a FRANCISCO MACHÍO MARTOS, vecino de la localidad y trabajador en paro.
Los terroristas entraron a cara descubierta en el Bar Amaya, donde se encontraba Francisco con dos amigos, y le dispararon a bocajarro mientras tomaba un vino en la barra del bar. Los asesinos remataron a la víctima, ya en el suelo, con un segundo tiro. A continuación salieron del local andando a paso ligero pistola en mano en dirección a la plaza del pueblo, donde les esperaba un tercer terrorista a bordo de un vehículo en el que emprendieron la huida.
Francisco había recibido dos impactos de bala en la cabeza y falleció casi en el acto. En el momento del atentado se encontraban en el bar, además de los dos amigos de la víctima, los propietarios del establecimiento.
Su cuerpo fue trasladado por miembros del servicio de asistencia DYA a su domicilio, en la calle Juan XXIII, después de que el juez ordenara el levantamiento del cadáver una hora después del atentado.
Aunque al día siguiente un grupo de vecinos de Azpeitia se manifestó por las calles de la localidad para expresar su repulsa por el asesinato de Francisco, en su funeral apenas hubo diez personas en la iglesia.
Francisco Machío Martos, de 31 años y soltero, era natural de Hornachos (Badajoz). Había emigrado con su familia al País Vasco cuando tenía 10 años. Hasta tres meses antes del asesinato había trabajado en la fábrica de muebles Fernando Olaizola, aunque en el momento del atentado se encontraba en paro.
De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se le concedió la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo.
7 DE JUNIO DE 1984. PAMPLONA. POLICÍA NACIONAL DIEGO TORRENTE REVERTE.
Policía Nacional Diego Torrente Reverte.
Hacia las nueve de la noche del jueves 7 de junio la banda terrorista ETA asesinaba en Pamplona al Policía Nacional Diego Torrente Reverte disparándole a quemarropa. La víctima recibió varios impactos en la cintura y en la cabeza, y falleció de modo inmediato.
El atentado se produjo en las inmediaciones del estadio de fútbol El Sadar, en cuya zona se entrenaba todos los días el policía asesinado, que se hallaba preparando un examen de profesor de Educación Física. Diego Torrente se encontraba fuera de servicio, limpiando su coche, cuando se le acercaron dos etarras con la intención de robarle el vehículo, ignorando que su propietario era un agente de la Policía. Uno de ellos se dispuso a sacar la pistola mientras decía "Somos de...". Diego se dio cuenta de que eran terroristas y creyó que iban a matarle, por lo que no le dejó acabar la frase y se abalanzó sobre sus agresores. Durante el forcejeo uno de los etarras logró darle un empujón, momento que aprovechó el otro para dispararle a quemarropa en el corazón. Inmediatamente después se dieron a la fuga en un “R- 1 2” de color crema, en el que les esperaba un tercer componente del comando. En el lugar del atentado fueron encontrados varios casquillos de bala, calibre 9 mm. “Parabeilum”, munición habitualmente utilizada por ETA-M.
El funeral de corpore insepulto por el alma del Policía Nacional Diego Torrente, al que asistió el ministro del Interior, José Barrionuevo, se celebró al día siguiente, en la Iglesia de Cizur Mayor, próxima a Pamplona.
A su llegada el ministro del Interior, a quien acompañaban el inspector jefe de la Policía Nacional, general Félix Alcalá Galiano, y el presidente del Gobierno de Navarra, Gabriel Urralburu, fue increpado por numerosos de los asistentes al acto fúnebre, que se desarrolló en medio de un ambiente de gran tensión y nerviosismo ante la imposibilidad de las Fuerzas del Orden de contener los excitados ánimos de los centenares de ciudadanos presentes.
En el interior de la iglesia, que estaba completamente abarrotada de público, una hermana del Policía Nacional asesinado, golpeó en varias ocasiones al ministro del Interior, José Barrionuevo, que, al igual que las demás autoridades presentes, fue insultado repetidas veces, y hubo de protegerse con sus manos de los golpes que la mujer le propinó con su bolso cuando el ministro iba a darle el pésame. Los redactores gráficos tuvieron prohibida la entrada al templo.
En su homilía, el sacerdote Florentino Lategui, que ofició el funeral, hizo referencia a que dos de los hijos del policía nacional asesinado iban a realizar la primera comunión mañana, domingo, lo que provocó escenas de gran emoción. "Habéis matado", dijo el sacerdote, "la inocencia de unos chicos maravillosos que creían en un mundo bonito. Quiera Dios que la semilla del odio que en ellos habéis sembrado no fructifique". Y añadió: "Me aterra pensar que en medio de nosotros, disfrazados de personas, puedan existir hienas con sed de sangre. Y me aterra que haya una especie de animales sin alma ni sentimiento que puedan aplaudir a unos asesinos que no acaban de entender lo que significa ser personas".
Al finalizar las honras fúnebres, el féretro de Diego Torrente, envuelto en la bandera Nacional, fue sacado a hombros por sus compañeros, mientras la Unidad de Música de la División Navarra nº 6 interpretaba La Muerte no es el Final, el toque de Oración y el Himno de la Policía Nacional, ante la emoción de los centenares de presentes que volvieron con sus gritos a increpar a las autoridades y a dar Vivas a España, a la Policía Nacional y a la Guardia Civil. Una gran pancarta en la que se podía leer “Habéis entregado todo a ETA pero con Navarra no podréis” fue desplegada a la salida del templo.
El féretro que contenía los restos de Diego Torrente Reverte fue trasladado a Puerto Lumbreras (Murcia), su localidad de nacimiento, para recibir cristiana sepultura.
Los autores del asesinato de Diego Torrente pertenecían al grupo Mendaur de ETA. En 1985 la Audiencia Nacional condenó a Enrique Labay Machín a 27 años de cárcel. Al ser condenado por el antiguo Código Penal de 1973, redimió penas que le permitieron salir de prisión en 2006, en vez de hacerlo en 2014.
Labay era uno de los 118 reclusos etarras que abandonarían la prisión hasta 2008 por beneficios penitenciarios, y pudieron adelantar sus excarcelaciones al redimir sus penas realizando actividades en el centro penitenciario o matriculándose en la Universidad.
Nueve años después, en 1994, la misma sección 2ª condenó a sendas penas de 27 años de prisión a los otros dos componentes del comando que asesinó al Policía Nacional Diego Torrente, José Ignacio Urdiain Ciriza y Joaquín Sancho Biurrun. Urdiain fue detenido en Francia el 13 de abril de 1989 y extraditado a España el 9 de enero de 1992. Formó parte del comando Mendaur de ETA que operó en Pamplona a principios de los años ochenta y después estuvo integrado en el comando Goierri. Condenado a penas que sumaban más de 340 años de cárcel por tres asesinatos y un secuestro, cumplió 21 años de prisión en España y abandonó el centro penitenciario donde se hallaba en 2013, tras la sentencia del tribunal de Estrasburgo que dejaba sin efecto la aplicación de la doctrina Parot . Por su parte Sancho Biurrun se integró en ETA en 1982 formando parte del comando Mendaur. Huyó a Francia al ser desmantelado ese grupo. Fue detenido en 1989 por la policía gala y condenado a 4 años de prisión por los tribunales de París. Extraditado en 1993, fue condenado a 57 años de prisión por dos asesinatos. Abandonó la cárcel en 2013 después de haber cumplido veinte años por el mismo motivo que su compañero pistolero Urdain Ciriza.
Diego Torrente Reverte tenía de 30 años. Natural de Puerto Lumbreras (Murcia), estaba casado y tenía tres hijos de corta edad. En el año de 2005 el Ayuntamiento de su localidad natal acordó poner el nombre del agente asesinado a una de las plazas del pueblo.
De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se le concedió la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior le concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo.
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